Antonieta, una joven noble de catorce años, vive atrapada entre las estrictas reglas de la alta sociedad y su pasión secreta: volar en un caballero móvil. Mientras se prepara para cumplir con su rol como dama y conocer a su prometido, entrena en secreto para dominar la tecnología que le permitirá surcar los cielos. Pero no todos están dispuestos a aceptar su sueño, y Antonieta deberá decidir si seguir las normas o romperlas para volar libre.
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Capítulo 12: "Minerva"
[Interior – Tren en movimiento – Vagón de pasajeros – Amanecer]
Narrador: El traqueteo rítmico del tren era lo único que rompía el silencio. Las luces tenues del vagón creaban reflejos fantasmales en las ventanas. Richard dormía profundamente, el brazo caído sobre el pasillo.
A unos asientos de distancia, la chica de lentes seguía esperando que le devolvieran el libro.
Antonieta, con las piernas cruzadas y el tomo abierto sobre las rodillas, leía con voz suave, más para sí que para los demás.
Antonieta (leyendo en voz baja): —¿"Devilman"?—
Chica de lentes (tranquila, casi indiferente): —Es una nana. Bastante famosa... del continente de los magos.
Antonieta (sonríe, un poco avergonzada): —Vaya, lo siento. Pensé que era el nombre de una orden oscura o algo así... Pero dime, ¿serías tan amable de cantarla? —Con todo lo que pasó hoy... tal vez me ayude a relajarme.
Narrador: La chica no respondió. Sus labios se movieron apenas, como si intentaran formar una palabra, pero no emitieron sonido alguno. Solo bajó la mirada. Antonieta la observó unos segundos… luego desvió la vista hacia la ventana, algo incómoda.
Antonieta (leyendo en voz baja): —Perdona... tal vez fui insensible.
Chica de lentes (tartamudeando): —N-no... no te preocupes...
Narrador: Un silencio pesado se instaló entre ambas. Afuera, el paisaje del atardecer se deslizaba en tonos de oro y violeta, pero dentro del vagón todo parecía suspendido en gris. Antonieta mantenía la mirada fija en la ventana, pestañeando lentamente. El peso del día comenzaba a cerrarle los ojos.
Hasta que…
Una melodía. Leve. Como un susurro sostenido en el borde de un hilo.
La chica de lentes, aún con el cuaderno sobre sus piernas, tarareaba una tonada apenas audible. Era dulce, lenta… y extrañamente familiar.
Antonieta abrió los ojos de golpe. Su corazón dio un vuelco.
Antonieta (levantándose de golpe): —¡Esa canción...!
Narrador: La chica se quedó paralizada. Richard gruñó desde su asiento, molesto por el ruido, pero al ver a su hermana tomar a la joven del brazo con una expresión seria y casi temblorosa, solo suspiró… y se volvió a dormir.
Antonieta no dijo más. No podía. No allí.
Solo jaló suavemente a la chica hacia el vagón contiguo, sin levantar la voz. Pero en sus ojos no había ni enojo… ni sorpresa. Solo miedo. Y recuerdos.
[Interior – Tren de Alta Velocidad – Pasarela entre vagones – Noche]
El traqueteo del tren resonaba por la estructura metálica de la pasarela. Las luces de emergencia parpadeaban débilmente sobre el piso gris. El aire aquí era más frío, más real que el ambiente amortiguado del vagón. Solo dos faroles parpadeaban, haciendo parecer que la realidad misma dudaba de lo que estaba por ocurrir.
Antonieta soltó a la chica de lentes con cuidado, pero no suavidad.
Antonieta (más suave, pero con la mirada clavada en ella):
—Adelante, miénteme. Eso no es una nana... Nadie podría olvidar algo tan absurdo y épico como King Grayner.
Narrador: La chica de lentes abrió los labios. Tartamudeó… tragó saliva. Su cuaderno temblaba entre sus manos y parecía que tarde o temprano se iba a desmayar.
Chica de lentes (con voz temblorosa):
—Yo... yo… per... don...
Narrador: Antonieta se dio cuenta de que los ojos de la chica estaban soltando lágrimas. Y ella ahora no sabía qué hacer.
Antonieta (intentando calmarla): —No te preocupes... (silencio) —No soy alguien que busca dañarte... Es solo que, con lo que pasó, es un poco reconfortante tener a alguien igual a mí…
Narrador: Ambas se quedaron calladas. Antonieta esperaba una respuesta de la chica, incluso solo se le quedó viendo, mientras la otra parecía haberse calmado. Se secó las lágrimas con la manga de su uniforme.
Chica de lentes (más calmada, pero aún con voz nerviosa): —Tuve mucho miedo... No por la Cruz Negra... por mi amiga Lemon. No sé cómo veas a las personas, pero para mí no son NPC... son personas.
Antonieta (tras guardar silencio): —Yo también sentí miedo. Y no me pude mover. (risa nerviosa) —Supongo que fuiste más valiente que yo.
Chica de lentes: —Ahora... ¿qué pasará? Digo, la Cruz Negra solo debía aparecer en... el final malo.
Antonieta (extrañada): —¿Final malo?
Chica de lentes: —Sí, ya sabes... el final malo donde... bueno, la "tú original" se vuelve...
Antonieta: —Okay, espera. ¿Cómo qué final malo? Suit Armor Clayva es un anime, que recuerde. No hay finales malos ni NPC... a no ser que tú... en tu mundo, esto sea un...
Chica de lentes: —...videojuego. Y la verdad, creo que hay una respuesta para esto. Suit Armor Clayva pertenece a una saga de juegos... Supongo que tú viste el anime, que mostró una versión resumida y censurada de la trama.
Narrador: Antonieta palideció. Ahora lo que ella sabía era inútil. Por un momento pareció que perdía el equilibrio. Sus ojos se abrieron, y entonces la chica habló:
Chica de lentes: —Ambas deberíamos estar muertas de miedo... No sería la primera vez que incomodo a alguien... (silencio) —Además, ambas estamos igual. Yo tampoco puedo confiar en lo que sé.
Antonieta: —¿Y qué sugieres?
Chica de lentes: —No... no sé. Yo, en teoría, sería un personaje que aparecería en la secuela... pero decidí venir a ser... creo que en tu continente los llaman Gardna.
Narrador: Antonieta se quedó callada. Dudaba sobre ella, sobre lo que ahora no sabía. Si debía seguir su sueño. Se quedó en silencio. Pero en ese momento, su mente comenzó a recordar:
"—Te propongo algo: si logras mejorar, consideraré otro paseo. —Pero solo si te superas. —¿Es un trato? —Es un trato."
"—Increíblemente, la tercera opción suena genuina..." "—No importa cuántas veces le pegues. No va a cambiar."
Antonieta (con voz decidida, mirando a la chica): —Yo, Antonieta Alcalá de la Alameda, seré una piloto.
Narrador: La chica con lentes la miró. Notó que sus ojos, que antes lucían apagados, ahora brillaban.
Chica de lentes: —Entonces, Antonieta... Yo, Minerva Mijáilov, podría ser tu asistente y mecánica, si me lo permites.
Narrador: En ese momento, entre sacudidas y traqueteos, se escuchó el silbato del tren. Era el final del trayecto… pero, al mismo tiempo, era el inicio del camino de Antonieta. Por fin había llegado a Helior.