Cheryl solía ser una chica común, adicta a las novelas románticas y a una vida sin sobresaltos… hasta que murió. Ahora ha despertado en el cuerpo de la mujer más odiada de su historia favorita. Pero ella no piensa repetir el final.
Entre seducción, traición y poder, Cheryl jugará con las reglas del imperio para cambiar su destino. Porque esta vez, la villana no está dispuesta a caer.
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Fuga
El gran salón del Consejo Imperial de Diamond estaba bañado en una luz grisácea que se colaba a través de las inmensas vidrieras. La atmósfera era densa, pesada como el aire previo a una tormenta. Los altos señores del imperio, cada uno ataviado con sus túnicas ceremoniales, murmuraban entre sí, compartiendo rumores como serpientes deslizándose entre la maleza. En el centro, sobre el estrado de ónix y plata, se encontraba el Emperador, ese viejo zorro que había tejido más mentiras de las que cualquier escriba podría registrar.
Kaelion se mantenía firme entre los nobles, su expresión impenetrable. Pero en el fondo de su mente, las palabras de su hermana seguían retumbando. ¿Y si Nerys realmente no era lo que aparentaba? ¿Y si su padre no era solo el emperador, sino el titiritero de una obra de sangre y traición? La sesión fue convocada de urgencia, sin previo aviso. El emperador, con su usual tono frío y calculador, hizo traer a todos los miembros del Consejo.
—Hoy traigo ante ustedes una amenaza al equilibrio de Diamond —comenzó su discurso, su voz resonando en el silencio expectante—. Un esclavo que ha sido albergado en el palacio, curado con magia imperial y ocultado de mis ojos, está conspirando para atentar contra mi vida. Es necesario acabar con esta persona, lo haria yo mismo, pero es protegido por la princesa de este imperio, mi hija esta bajo los efectos de ese maldito esclavo.
Un murmullo estalló entre los consejeros.
—¿Cómo dice, majestad? —preguntó el anciano Lord Verien, uno de los jueces de más alto rango.
—Ese tal Rael —gruñó el emperador—. Un salvaje venido del desierto, posiblemente un espía de las tribus. He recibido informes de que ha sido visto merodeando por la Torre del Norte, donde se guardan documentos de seguridad del imperio. Y no solo eso, fue liberado de las minas por la mismísima princesa Aery.
Kaelion apretó los puños. El rostro impasible de su padre no mostraba emoción, pero sus palabras lo habían dicho todo: quería sangre. Quería ejecutarlo. Y con eso, destruir a Aery indirectamente.
—¿Sugiere entonces una traición por parte de su propia hija? —preguntó un joven miembro de la corte, aún inseguro si seguir al emperador o no.
—Sugiero que ha sido manipulada. He sido demasiado indulgente con ella. El poder le ha dado delirios de redención, de compasión... Virtudes inútiles en un imperio donde la fuerza es la única moneda de valor.
Kaelion no pudo más. Dio un paso al frente, sus botas resonando como tambores de guerra en el mármol del salón.
—¿Y qué planea hacer, padre? ¿Ejecutar a Rael y castigar a Aery por actuar según su juicio? Porque hasta donde sé, no hay pruebas de conspiración. Solo sospechas, y rumores.
El emperador lo miró con una mezcla de decepción y amenaza.
—No esperaba que tú también fueses tan blando, hijo.
—Quizás lo que necesita el imperio es un cambio, no más mano dura —espetó Kaelion.
El murmullo se convirtió en caos. Algunos lo miraban con aprobación, otros con horror. Pero el emperador se limitó a levantar una mano.
—Esto no ha terminado. La ejecución será en tres días. Que se prepare el espectáculo. Solo aviso ante el consejo, debido a la influencia de la princesa en el mismo, solo no quiero que me vean como un tirano, pero hoy sobre guardo la permanencia de Diamond.
Kaelion salió del salón con el corazón acelerado. No podía permitir que lo llevaran a cabo. Por primera vez en años, se dirigió directamente a los aposentos de su hermana, con una razón mas allá de la preocupación por ella, si bien el sabia que su hermana siempre lo había visto como rival, el la amaba por que eran hermanos, el quería lo mejor para ella, y ese esclavo parecía hacerla cambiar, ahora Aery era mas humana. Aery estaba sentada en su escritorio, escribiendo con una pluma de pluma negra y tinta carmesí. Su cabello suelto caía por su espalda como una cortina de fuego. No necesitó voltear para saber que era él.
—¿Qué pasó? —preguntó, sin levantar la vista.
Kaelion cerró la puerta con fuerza.
—Padre planea matarlo.
La pluma se detuvo. Aery giró lentamente sobre su silla.
—¿Rael?
—Lo acusa de conspiración. Dijo que lo vio en la Torre del Norte, que se filtró información... incluso implicó que tú estás siendo manipulada. Lo va a ejecutar en tres días.
Aery se levantó con calma, como si la noticia no le afectara. Caminó hacia la ventana, observando el horizonte dorado de Diamond, sus tierras, sus mentiras.
—Él no se detendrá hasta verme quebrada.
—No lo hará —replicó Kaelion—. No mientras esté yo.
Aery lo miró de reojo. Había una sinceridad en los ojos de su hermano que no había visto desde que reencarno en ese mundo, gracias a las habilidades de Aery, ella podia leer a las personas con facilidad.
—Necesitamos pruebas. Si queremos evitar esto, debemos exponerlo antes de la ejecución. No solo salvar a Rael... sino destruir el plan de nuestro padre.
Esa noche, Aery buscó a Rael. Lo encontró en una de las habitaciones secretas que solo ella conocía, protegido entre muros de piedra y hechizos ilusorios. Al entrar, él ya la esperaba.
—Así que el emperador me quiere muerto —dijo él con su sonrisa ladeada, apoyado contra la pared como si nada pudiera tocarlo.
—Y si no lo impedimos, lo logrará.
—¿Y qué vas a hacer, mi ama? ¿Salvar al esclavo otra vez?
Aery caminó hacia él, deteniéndose apenas a centímetros de su rostro.
—Tú no eres un esclavo. Eres mi arma. Y juntos vamos a hundir este imperio.
Rael le sujetó la muñeca con fuerza, atrayéndola hacia él.
—A veces pienso que eres peor que tu padre.
—Y a veces —dijo ella, rozando sus labios con los de él— pienso que tú eres lo único que aún puede incendiarme por dentro.
Se besaron con desesperación. Con el miedo de que fuera la última vez. Al día siguiente, Aery y Kaelion comenzaron a investigar en silencio. Fue Almudena quien encontró la pista clave. Revisando antiguos registros del castillo, descubrió que Nerys, la dulce prometida de Kaelion, tenía frecuentes visitas nocturnas al ala privada del emperador. Almudena, dudosa al principio, se lo reveló a Aery, y esta pidió silencio absoluto.
—Tenemos que atraparla en el acto —dijo Aery—. Kaelion debe verla con sus propios ojos. Y entonces, padre perderá su juguete.
La noche siguiente, en una de las escaleras ocultas que conectaban las habitaciones de los sirvientes con las privadas del emperador, Kaelion y Almudena esperaron en silencio. A la hora exacta, Nerys apareció, envuelta en una túnica ligera, cubriéndose la cabeza. Ella no notó las sombras que la seguían. No sintió los ojos que la vigilaban mientras se deslizaba hacia los aposentos del emperador. Pero Kaelion sí. Vio la manera en que se desnudaba frente al viejo. Vio cómo su padre la abrazaba con familiaridad. Su estómago se revolvió. Aery esperaba en su despacho. Cuando Kaelion llegó, no dijo una palabra. Simplemente cayó sobre el sillón, derrotado.
—Tenías razón —susurró—. Todo este tiempo... fui una marioneta.
—No más, hermano.
Con las pruebas en mano, Aery sabía que no bastaría para salvar a Rael. El emperador aún tenía el poder, y con él, el favor de muchos. Ademas, que el emperador tuviera amantes en ese imperio tan machista, seria motivo de orgullo y celebracion, algo que sin duda enojaba enormemente a Aery
Por eso, la mañana siguiente, organizó un baile de máscaras en el castillo. Una celebración por la "prosperidad del imperio". El emperador no pudo negarse: si algo sabía hacer era fingir. Mientras tanto, Kaelion fingía su lealtad. Nerys, creyendo que aún lo tenía en sus garras, caminaba del brazo de él. Y en las sombras, Aery preparaba la fuga. La noche del baile, mientras las máscaras cubrían rostros y las sonrisas escondían cuchillos, Aery condujo a Rael a través de un pasaje secreto. Almudena los acompañó hasta las puertas traseras del castillo.
—Esta es tu oportunidad —le dijo Aery a Rael, con el corazón latiéndole en los labios—. Escapa ahora. Pero vuelve. Cuando llegue el momento, te necesitaré.
Rael le sujetó la nuca y la besó con rabia, con dolor, con deseo.
—Volveré. Y cuando lo haga, no será como esclavo. Será como emperador.
Aery le acarició el rostro.
—Y yo estaré aquí, esperando como tu reina.
Cuando regresó al baile, el emperador aún brindaba. Pero pronto lo notaría. Pronto vería que su presa se había escapado. Y con ello, comenzaría el verdadero juego por el trono. Sobre todo por que esa noche seria la ejecución, aprovecharían la celebración para demostrarle al pueblo lo que pasaba con los traidores, lastima que Aery no les daría el gusto. Aery ya no era una princesa con alma de fuego. Era el fuego mismo.
Esta novela está muy buena
Gracias por el capítulo 🤩🫶🏻
De ahí en fuera ese imperio debía desaparecer ya que así es la vida real cuando atacas no hay compasión
Gracias por los capítulos, espero más 🤩 muy buena esta esta novela
Ahora veremos como le irá a aery en el imperio de rhazir
Gracias por la actualización
Que bueno que volviste 😊 es una gran historia 💪🏻y ahora está mucho más interesante 🫶🏻😬
dudo que muera pronto, porque su bombón la rescatará tal cual una princesa en aprietos.