Mi prometido, el príncipe heredero del imperio Noah era un buen candidato para mi y mi familia, no me importaba mucho el puesto de emperatriz, solo añoraba estar a su lado.
Pero, ¿Porqué ama a una mujer que no soy yo? A pesar de hacer todo por quitarla de mi camino ella persiste y cada vez noto como se alejan más de mí.
Las respuestas vinieron a mi un día que un libro dorado llegó a la mansión como un regalo para mí.
Era una novela, pero lo que les diferenciaba de las demás fue que aquellos personajes los conocía a la perfección.
Narrado desde el punto de vista de los protagonistas, yo Madeline, era la mujer que se interponía en su amor.
El obstáculo amoroso.
¿Lo que narraba este libro era el futuro? Al ponerlo a prueba pude cerciorarme, la historia era de verdad nuestras vidas.
Por eso me cercioraré que mi vida no sea en vano y comenzaré mi nuevo camino.
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14 - Hora de empezar.
El día del banquete llegó, estos días pasados fueron sin duda muy cansados, ya no era normal pedir que prepararan un vestido de un banquete en tan solo una semana.
Estaba feliz con el resultado, ya que la modista del ducado Maximilian fue muy dulce al trabajar conmigo. Tenía buenas ideas y decía las cosas francamente.
Así pues, la hora de partir llegó.
Aaron ya me estaba esperando en el salón principal mientras terminaba de dar mis últimos detalles.
Fue en el momento en donde bajaba las escaleras principales que noto como su boca se abre de sorpresa, nuestros conjuntos eran de un color vino poco usual en los círculos sociales. Ya que el rojo era un color reservado a la familia imperial, las personas rechazaban usar colores similares.
Para mí, este color tan similar al rojo era solo una forma de destacarme mucho más.
Ese color hacía que mi pálida piel destacara más y mi peinado recogido decorado con rosas y piedras preciosas dejaba ver mi espalda descubierta.
—Estás hermosa. —Aaron me recibe al pie de las escaleras, toma mi mano con delicadeza y la besa.
Una sensación burbujeante sube por mi pecho, aunque me estaba acostumbrando poco a poco a los elogios de él, no podía evitar el ponerme nerviosa.
Sonreí.
—Tú también luces muy apuesto. —Me arriesgo un poco y acaricio su mejilla con el dorso de mi mano que el mismo había besado antes, estaba tan centrada en ver su reacción que no había notado a los dos hombres que nos esperaban ya en el mismo lugar.
Mi padre y mi hermano mayor estaban al lado de la puerta esperando a que nosotros terminemos de saludarnos.
Mi hermano luciendo mucho más conmocionado que mi padre.
Así pues, los cuatro subimos al mismo carruaje que nos llevaría al palacio imperial, aún era temprano en la tarde.
Mirando hacia el cielo, trataba de encontrarle formas a las nubes que estaban formadas en el cielo, sin percatarme de que el joven duque estaba centrando su mirada en mí.
Solo cuando nuestros ojos se encontraron, pude ver como él sonreía.
—¿Ocurre algo? —Pregunto con curiosidad, no era muy común que alguien me mirara tan fijamente, no quería aceptarlo, pero me hacía sentir un poco extraña.
—Sólo estoy observándote, te ves tan bonita. —Apreté mis labios para retener la sonrisa que se estaba formando en mis labios. Pero me fue imposible, con mis manos cubrí mi boca, aunque no logré esconderla por completo ya que mi hermano mayor nos llamó la atención.
—Ya paren, ver a Madeline actuar como una joven tímida me da escalofríos. —Mi hermano Guillian interrumpe nuestro momento, abrazándose a el mismo y exagerando un abrazo.
—No te pongas celoso cuñado, ya llegará la indicada con la que actuarás como un tonto enamorado al igual que yo. —Contuve mi risa cuando vi como mi hermano hizo una mueca ofendida.
—¡¿Crees que yo sería igual a ti?!
—No, —Respondo con calma. —serías un gran idiota enamorado, que haría lo que fuera por tu amada.
—¿Entonces soy un gran idiota? —Pregunta Aaron apegándose a mí, su firme hombro chocando contra el mío. —Yo haría lo que fuera por ti.
—¡Ay por favor! —Guillian no lo soportó más y se cruzó de brazos y girando su cuerpo, dando a entender que la charla había terminado.
Aaron y yo solo nos reímos.
Esta la habíamos ganado nosotros.
Cuando el carruaje llegó al palacio imperial, la noche ya estaba cubriendo el cielo con su manto oscuro y las estrellas brillaban con intensidad como finos cristales.
El primero en bajar obviamente fue mi padre, seguido por mi hermano y el joven Duque, cuando estaba por bajar dos manos fueron extendidas hacía mí.
Una a cada lado de la puerta del carruaje.
Tanto Guillian como Aaron me estaban tratando de escoltar para bajar del carruaje.
—¿Qué haces? Estoy tratando de escoltar a mi hermanita.
—Yo voy a escoltar a mi futura prometida.
¿Acaso ambos estaban hablando enserio? Si hace unos momentos Guillian se estaba quejando de mí y de él joven duque y ahora trataba de actuar como un amoroso hermano mayor.
—No puedo tomar la mano de ambos, así que bajaré por mí misma.
Estaba evitando por cualquier medio una disputa entre estos dos chicos, solo al menos que ellos no discutan frente a mí.
Nuestra llegada fue anunciada, y tal cual me lo esperaba, las personas dejaron caer sus atrevidas miradas hacía mí y la persona que me sostenía con firmeza.
Esta al ser la fiesta de compromiso del futuro príncipe heredero, era normal que sean ellos los que recibieran a los invitados.
Por eso, mi pequeña familia y el joven Maximilian recorrimos todo el camino cubierto de alfombra roja hasta los asientos donde los protagonistas de este banquete esperaban por los saludos y las felicitaciones.
Mi mirada estaba centrada en ver la reacción de ambos.
Rosé me miraba con sorpresa y el príncipe heredero con el ceño fruncido.
A pesar de que existían rumores de mi relación con el duque, no habíamos asistido a un banquete oficial de la familia imperial.
Básicamente esta era nuestra primera aparición oficial como pareja.
Los primeros en saludar claramente fueron la cabeza y el próximo duque Barlovento. Presentaron sus saludos y no dijeron más.
No hubo felicitaciones por parte de ellos, era claro el porqué.
Que se haya roto un compromiso que fue tratado desde hacía mucho tiempo y anunciar un nuevo compromiso en tan poco tiempo, era obvio que la familia Barlovento no lo iba a perdonar fácilmente.
Cuando fue mi turno, levanté mi rostro y con una confianza de la cual debo de sentirme orgullosa, sonreí.
Estaba a punto de felicitar al hombre del cual iba a ser mi esposo, por su nuevo compromiso.
Si alguien me hubiera dicho hace tiempo que esto pasaría, los habría golpeado porque era algo ridículo.
El enojo en la mirada de ese hombre me dio más confianza para sonreír.
—Buenas noches su alteza, felicidades por encontrar el verdadero amor. —Creí que verlo de esta forma iba a doler, pero era todo lo contrario, me sentía aliviada de que todo esto haya resultado así.
—Gracias, veo que no perdiste el tiempo ¿Verdad duque Maximilian?
—En realidad debo de agradecerle a su alteza de que haya hecho las cosas de esta manera. Hubiera sido un problema si robara a la novia en el altar. —Aaron dirige su mirada hacia mí y sonrío juguetonamente.
En el libro hay una escena de la boda de Rosé con el príncipe, donde el duque Maximilian trata de robarse literalmente a la novia.
De forma descuidada traté de ocultar mi sonrisa, sin lograrlo. Era parte de mi plan, que todos malinterpretaran nuestras reacciones.
Para todos los demás esto daba a entender que yo sería la novia robada en caso de que mi antiguo compromiso se haya concretado.
Sin esperarlo, la sala se llenó de murmullos.
Era claro que todos comenzaron a sospechar de una relación entre el duque Maximilian y yo, desde antes de que mi compromiso haya sido roto. Y aunque esto me haga ver mal, si no lo decimos directamente de nuestra boca, son solo especulaciones de las personas.
Mi objetivo fue alcanzado cuando miré a esas dos personas mirarme con recelo.