Laura, una mujer de 30 años, lucha contra una enfermedad terminal. Su mayor preocupación es el futuro de su hermana menor, Alma, de 15 años, y su pequeña hija, Sofía. Laura decide que su esposo, Máximo, debe hacerse cargo de Alma y Sofía para garantizar su bienestar. En sus últimos días, le pide a Máximo que se case con Alma cuando ella cumpla la mayoría de edad y que adopte legalmente a Sofía para cuidarla como si fuera su propia hija.
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Capítulo 14: Midiendo el Terreno
Máximo no podía seguir soportando la inquietud que le provocaba la constante presencia de Konstantin cerca de Alma y Sofía. Decidió que era hora de enfrentar al ruso y dejarle claro que su cercanía no era bienvenida. Por ello, concertó una cita con Konstantin en un café discreto, lejos de miradas indiscretas y oídos curiosos.El ambiente en el café era tranquilo, pero la tensión entre los dos hombres era palpable. Konstantin llegó primero, sentado con una actitud relajada pero alerta. Máximo llegó poco después, su rostro reflejando una mezcla de determinación y desdén.—Konstantin, gracias por venir —dijo Máximo, sentándose frente al ruso.—Máximo, siempre es un placer. ¿A qué debo el honor? —respondió Konstantin con una sonrisa enigmática.Máximo no perdió tiempo en rodeos. —Quiero aclarar algo contigo. No entiendo por qué estás tan pendiente de Alma y Sofía, pero quiero que mantengas las distancias. Alma es mi mujer y Sofía es mi hija. No tienes ningún derecho a interferir en nuestras vidas —dijo, su tono firme y autoritario.Konstantin lo miró con una expresión serena, pero sus ojos brillaban con una chispa desafiante.—Máximo, con todo respeto, Alma y Sofía no son objetos que puedas reclamar como tuyos. Son personas con voluntad propia. Y si ellas desean mi compañía o mi ayuda, no me voy a alejar solo porque tú te sientas incómodo —respondió Konstantin, cruzando los brazos sobre el pecho.Máximo apretó los puños bajo la mesa, conteniendo su ira. —No estoy diciendo que sean objetos, Konstantin. Pero es mi responsabilidad protegerlas. Y tu interés en ellas no es apropiado. Alma es mi esposa, y estamos construyendo una vida juntos. No necesito a alguien como tú interfiriendo —dijo, intentando mantener la calma.Konstantin se inclinó hacia adelante, manteniendo su mirada fija en los ojos de Máximo.—Entiendo tu posición, Máximo. Pero debes entender la mía. No he hecho nada inapropiado. Solo ofrezco mi amistad y apoyo. Si Alma necesita mi ayuda, se la daré. Y Sofía es una niña encantadora, es natural querer protegerla. No confundas mi buena voluntad con una amenaza —respondió Konstantin, su tono calmado pero firme.Máximo respiró hondo, intentando moderar su respuesta. —No puedo ignorar el hecho de que Alma es joven y vulnerable. Y tu interés puede ser malinterpretado. Quiero que entiendas que cualquier acercamiento inapropiado tendrá consecuencias —advirtió Máximo, su voz llena de seriedad.Konstantin se recostó en su silla, una sonrisa irónica curvando sus labios.—Máximo, creo que estás exagerando. Pero está bien. Entiendo tu preocupación como esposo y padre. Te aseguro que no tengo intenciones de causar problemas. Sin embargo, no voy a desaparecer solo porque tú lo digas. Alma y Sofía merecen tener a personas que las cuiden y apoyen, y si ellas aceptan mi ayuda, no voy a retirarme —declaró Konstantin con convicción.La conversación se volvió un juego de voluntades, con ambos hombres midiendo sus palabras y su poder. Máximo sabía que no podía obligar a Konstantin a alejarse, pero esperaba haber dejado claro sus límites.—Espero que cumplas tu palabra, Konstantin. No quiero que esto se convierta en un problema mayor. Solo quiero que respetes nuestra familia —dijo Máximo, levantándose para irse.Konstantin se quedó sentado, asintiendo con una expresión indescifrable.—Claro, Máximo. Respetaré tu deseo. Pero recuerda, el respeto es mutuo. Y siempre estaré dispuesto a ayudar a quienes lo necesiten —respondió, viendo a Máximo salir del café.Mientras caminaba de regreso a su auto, Máximo no podía evitar sentirse frustrado. Sabía que Konstantin no se alejaría fácilmente, y eso significaba que tendría que estar más vigilante que nunca. Sin embargo, también sabía que su prioridad era proteger a Alma y Sofía, y estaba dispuesto a hacer lo necesario para asegurar su bienestar.Esa noche, al llegar a casa, encontró a Alma y Sofía jugando juntas en la sala. La vista le trajo un poco de paz, recordándole por qué estaba dispuesto a luchar tanto. Se unió a ellas, decidido a fortalecer su vínculo y a mantener su familia unida, sin importar los desafíos que enfrentaran.