El Paraíso De Adán

Empuje su cuerpo con mis manos pero no se inmutó, era estúpido de mi parte creer que podría igualar su fuerza, era como una montaña de músculo y yo solo la pequeña y dulce Eva, el sonrió burlándose de mi patético intento de alejarlo de mi.

- Alejate de mi Adán

- No quiero, deseo estar con mi esposa, deseo acariciar tu suave piel, besar tus dulces labios, penetrar tu cálido interior.- rozaba sus labios con los míos, haciendome sentir nerviosa, el maldito demonio sabía cómo seducirme, pero no le daría el gusto.

- Pues que triste, no deseo lo mismo, porque no vas y buscas a Liliana, estoy segura de que ella estaría más que dispuesta a complacer al gran amo Adán.- El soltó una risita y tomo mis manos aprisionandolas hacia atrás.- Estás celosa esposa, no deberías, talvez ella si estaría dispuesta, pero soy tuyo Eva, en maneras que no podrías comprender.- Adán intento besar mis labios y moví mi rostro hacia un lado.

- Eva Eva Eva, ya deberías saber que no puedes negarte a tu destino, te hicieron para mí, como un regalo...

- Cállate.- Grite con furia y el abrió los ojos de sorpresa, subí mi pierna con fuerza pegandole en su entrepierna, Adán soltó mis manos y se fue hacia atrás agarrándose con dolor.

- Pero que crees que haces Evangeline.

- Me protejo, de ti, de tu estupidez, de tu incesante recuerdo de que me hicieron para ti, dices que este es mi destino, Ja.- Lo mire con burla y me acerque a el.- pues no lo acepto, no acepto ser tu juguete, ni tu títere, ni el maldito regalo del que tengas que presumir, no nací para complacerte ni para complacer a nadie, que te quede bien claro Adán yo jamás volvere a vivir para complacer a nadie, si estoy aqui es porque yo lo acepte, acepte venir aquí para seguir el deseo de mi familia, porque es lo que haria una joven dama Rosset pero sabes que... tienes razon en algo, ya no soy una joven dama Rosset, ya no tengo que quedarme callada, no necesito fingir para complacer a nadie y mucho menos a ti, no deseo tu aprobación, estoy cansada de todo esta mierda... Ahora lárgate de mi habitación, no tienes nada que hacer aquí.

El me miró molesto por un largo minuto hasta que dió la vuelta y salió de mi habitación dando un portazo, mire mis manos dándome cuenta que todo mi cuerpo temblaba, mi corazón iba a mil palpitaciones por hora, mi cabeza palpitaba, había explotado por primera vez en mi vida, estaba cansada de todo esto, jamas volvería a soportar nada de nadie, aquí se moria la pobre eva.

En la mañana baje y pedí que me sirvieran el desayuno en el jardín, me senté a desayunar mientras veía hacia el bosque, cuando escuche que la silla de al lado se movio, voltie y ahi estaba Adán, sentado a mi lado, me iba a levantar y irme de su lado pero tomo mi mano.

- Eva hablemos por favor, vengo en paz.

- No me interesa.

- Por Favor Evangeline solo escúchame.

Lo mire con molestia y volví a sentarme, me quedé en silencio viendo hacia al bosque esperando que hablara, estuvimos en silencio un rato hasta que Adán comenzo hablar.

- Me comporte como un idiota contigo anoche y lo siento.- me quede en silencio sin responder, el creia que iba a decir lo siento y todo estaria bien.

- Eva... No dirás nada.- Segui sin responder y el se levanto de la mesa molesto y se fue, no volveria a verme vulnerable delante los ojos de nadie y menos delante del maldito demonio que solicita casarse conmigo solo para tratarme como si fuera estupida, pronto Adán Krimett conocería a la verdadera Evangeline Rosset.

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Los días y las semanas pasaron, seguia con mi rutina diaria, conocia cada rincon de esta mansion, me habia desecho de la sombra de lana siguiéndome a todos lados, habia roto en mil pedazos las estupidas reglas del paraiso y las habia botado en la basura, esta era mi casa, era la esposa de Adán Krimett y si no podia tener un esposo por lo menos amable que aportara algo en mi vida entonces me adueñaria de todo lo que pudiera sacar de el aunque se escuchara interesado y oportunista, ya no me importaba como me percibiera el maldito demonio que queria encarcelarme en esta prision de oro, lo habia evitado por completo, cada vez que me pedía comer conmigo decia que no, me encerraba en mi cuarto cada vez que sabia que el venia, lo que no era tan constante, el paraiso se habia vuelto solo para mi, los empleados de la casa venian a preguntarme que hacer, de comida, de arreglos, con lo animales, cada vez se acercaban mas a la mansion, me sentaba en el jardin y venian las ardillas y los conejos, las ave volaban por encima de mi, veia cebras y caballos acercarse y comian de la comida de las nuevas tazas con comida que pedi poner para ellos, me acercaba al rio y me bañaba en el, sintiéndome segura rodeada de toda la fauna que pululaba a mi alrededor, secretamente habia comenzado a querer el paraiso, a sentirme comoda entre todas las personas que habitaban el territorio extenso del paraiso, pero sabia que no siempre seria así.

Habian pasado 5 meses desde la ultima vez que sali del paraiso y llego la llamada que lo cambiaria todo para mi, Lana venia hacia a mi con un teléfono en la mano.

- Mi señora La llaman.- tome el teléfono de su mano esperando que no fuera el idiota de Adán.

- Bueno

- Joven dama rosset soy yo... Dylan.

- Dylan?... Hola, sucedio algo.

- Su abuela... Su abuela esta... Muriendo, no le queda mucho tiempo, pidio que viniera ahora, he estado llamando a su esposo pero no contesta mis llamadas, su asistente me dio este numero, digame donde esta la buscare ahora.

Miles de escenarios se pasaban por mi mente, mi abuela moriria hoy, habia llegado el dia, necesitaba ir hacia ella y no sabia donde coño estaba.

- Te enviare la dirección por mensaje dame un momento.

Colgue la llamada y corri hacia afuera, uno de los encargados de seguridad se acerco hacia a mi preocupado.

- mi señora que paso, necesita algo.- Mis manos temblaban y mi corazon parecia que se saldria de mi pecho en cualquier momento, sentia que la respiración se atoraba en mi pecho.- que sucedio mi señora.

- necesito irme, En donde estamos dime la dirección.

- A donde va mi señora, no creo que sea buena idea que se vaya asi.

- Mi abuela...- las palabras se atoraron en mi garganta, no queria decirlo, no quería aceptarlo, nisiquiera quería pensarlo, me dolia, me dolia demasiado.- mi abuela... Esta muriendo, necesito ir a verla, dime la dirección para que me busquen.

- no, no se puede mi señora, yo... Yo la voy a llevar, venga conmigo.- me llevo del brazo y bajamos unas escaleras que estaban a un lado de la mansion y llegamos al estacionamiento, nos subimos en el primer auto que vimos, las llaves estaban pegadas asi que arrancamos, el camino fue largo hacia la mansion La flor que era la residencia privada de mi abuela, apenas llegamos me baje corriendo del auto.

- mi señora espere, me quedare aqui esperándola, quiere que llame al amo.

Ni siquiera respondí porque entre corriendo a la casa, Dylan me siguió de cerca cuando me vio entrar, llegue a la habitación que era de mi abuela, se veía demacrada, mi madre, padre y mis tíos estaban aquí, corrí hacia ella ignorando a todos, me arrodille a su lado y tome su mano, ella volteó hacia mí sonriendo con pesades.

- Sabía que llegarías mi niña.

- Claro que si abuela, te amo, te amo demasiado, gracias... Gracias por ser mi abuela, por amarme, cuidarme y comprenderme, no tengo como pagarte todo lo que has hecho por mí.

- Eres mi mayor orgullo evangeline, he sido afortunada por recibir el regalo de tenerte entre mis brazos, eres el tesoro más valioso de los Rosset, nunca olvides eso, no me extrañes demasiado.- sus palabras salieron de sus labios con cansancio, su mano se sintió floja en la mía y sus ojos se comenzaron a cerrar.- Prometo... que... volvere... Para... Que...- cada palabra salía de su boca como un pequeño suspiro.- Vuelvas... a... Amarme... Mamá.

Su mano cayo flacida en la cama, ella se había ido.