La Bruja y el Dragón PROMESA Y DESTINO

En su habitación Fafner sentía que le palpitaba la cabeza por el gran esfuerzo que estaba haciendo para contener su poder, su cuerpo temblaba cuando llamó a su equipo y les ordenó preparar una incursión esa misma noche, no pensaba esperar un día más, ni averiguar nada, en su cabeza la sentencia estaba emitida y era hora de su parte favorita, la ejecución. En ese lugar contaba sólo con cinco de sus mejores hombres, todos Wyvern entrenados, que aunque no tenían el poder de un descendiente de Herensuge como él, estaba seguro que esa bruja y los humanos con los que se resguardaba no tendrían oportunidad.

La casa de los Lanira se encontraba fuera de la pequeña ciudad, junto al lindero del bosque, lo que les daba la ventaja, ya que podían actuar con mayor libertad, sin el riesgo a ser vistos por los humanos y si era necesario acabar con quien opusiera resistencia de la forma más cruel posible. Fafner opto por no decirle nada a su hermano, Ejder no sabía nada y era mejor que así siguiera, en primera porque dudaba que en realidad le importara y en segundo lugar porque él sentía la necesidad de encargarse de éste asunto ya que aún sentía culpa de cómo había terminado todo siete años atrás y era momento de corregir las cosas.

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Después de la media noche, Fafner se reunió con sus hombres a las afueras de la ciudad, ellos ya habían detectado un camino de terracería poco transitado que pasaba detrás de la casa Lanira, de ahí cruzarían un kilómetro de bosque a pie apoyándose de la oscuridad y el silencio de la madrugada, uno de sus hombres ya estaba apostado en el bosque cercano a la casa, vigilando para que el equipo tubiera la vía libre.

Al llegar uno de los hombres se quedó en la puerta principal, si las cosas se tornaban caóticas, nadie debía salir vivo de ahí, aunque por el bien de la niña, Fafner había aceptado la sugerencia de su lugarteniente de hacer una extracción lo más limpia posible. El resto entraría por la puerta trasera que daba directo a la ruta por la que habían llegado y por la que pensaban escapar, ya tenían ubicada la habitación de la pequeña y toda la operación en primer lugar les pareció muy sencilla. Sin embargo desde que se encontraban cruzando el bosque la temperatura descendió misteriosamente, el entorno pareció aquietarse y el lugar se tornó más oscuro a pesar de que la luna brillaba con intensidad esa noche y no había nubes en el cielo, por lo que todos se sentían ansiosos.

De repente una brisa helada sopló moviendo todos los arboles, produciendo un aullido escalofriante, como si fuera  una advertencia, las pequeñas lámparas que permanecían encendidas en ambas entradas de la casa parpadearon un par de veces antes de apagarse. Fafner sitió una sensación de amenaza, por lo que apresuró al encargado de forzar la chapa para entrar. Cuando la puerta emitió el click de la chapa cediendo, la oscuridad se intensificó al punto de limitar la visión privilegiada de los dragones. Un liquido espeso y oscuro como la brea comenzó a deslizarse por la ranura de la cerradura y debajo de la puerta envolviendo al hombre de inmediato, el hombre emitió algunos quejidos ahogados mientras se escucharon huesos crujir ante la mirada impotente de sus compañeros y tan rápido como había salido la sustancia se retiró dejando el cadáver deforme y marchito de aquel hombre que todavía permanecía con los ojos abiertos y una expresión de terror.

Entonces la puerta se abrió por completo y la silueta oscura de un hombre se dibujó en el umbral, parecía formado por aquella sustancia asesina y en donde debería de estar su cara, sólo se alcanzaban a distinguir dos brazas encendidas en lugar de ojos y una sonrisa tan blanca y luminosa como la luna, poblada de puntiagudos y afilados dientes.

Ante la aterradora visión, Fafner se sintió incapaz de moverse, e incluso respirar le costaba trabajo, y por lo que alcanzaba a apreciar por el rabillo de su ojo, sus hombres se encontraban igual. De repente una carcajada siniestra cortó el silencio, en seguida la sombra desapareció del umbral y en un instante el cuello de Fafner estaba sujetado por la garra enorme y afilada de la criatura que se había materializado detrás de él, al instante Fafner dejó de respirar, mientras la otra garra de la criatura recorría de su abdomen hasta su pecho.

—Hace mucho que no me alimento— dijo una voz hueca que daba la sensación de estar triturando huesos —¿Qué debería de hacer, tu odio y ambición huelen tan delicioso?— Fafner soltó el aire que había estado reteniendo mientras una lengua áspera recorrió su cuello y un aterrador ronroneo de placer fue emitido por la criatura —Aun eres muy joven para ser tan arrogante.

Los hombres de Fafner por fin lograron moverse y apuntar a la criatura, estaban listos para disparar, pero Fafner movió una mano indicándoles que esperaran, él sabía que esa criatura sólo estaba esperando el primer acto de agresión para despellejarlos a todos, la criatura inclino aún más su cabeza, acercando peligrosamente sus dientes a la oreja de Fafner.

—Creo que tú y yo debimos tener una divertida conversación antes de que se presentarán en mi puerta— Le susurró al oído con su tétrica voz que era más una amenaza de muerte, provocando que se le revolviera el estomago a Fafner al sentir su aliento rozarle la piel, entonces la criatura apretó un poco más el agarre, clavando un poco la punta de sus garras en su piel y haciendo que un pequeño hilo de sangre escapara, al ver esto la sonrisa de la criatura se amplió y al instante lamió la sangre que fluía.

—No queremos problemas— logró decir Fafner —Sólo estamos aquí para recuperar lo nuestro...

La criatura inhaló profundo, cerca de su nuca, mientras parecía ronronear su respuesta, al tiempo que apretaba su agarre en el pecho para traerlo hacia él —Tan joven e inmaduro que eres excitante— Fafner sintió que todo su cuerpo se erizaba y comenzaba a perder la fuerza, su cabeza se sentía nublada y su respiración se volvió agitada —Aquí no hay nada, ni nadie que tú puedas reclamar, al contrario, debería ser yo quien te reclame...