Selig pensó que Marisol lo abandonó cuando dejó de responder sus mensajes y llamadas. Se preguntaba qué habría hecho mal para que ella se alejara.
Marisol, por su parte, creía que Selig la había olvidado al no buscarla durante tantos años. Sentía un profundo dolor por haber perdido a quien consideraba el amor de su vida.
Sin embargo, el destino tenía preparada una sorpresa para ambos. Un encuentro inesperado los enfrentó y descubrieron la verdad detrás de su separación: un malentendido que los mantuvo alejados injustamente.
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Piel a piel.
Marisol.
No sé en que momento pasó, pero de la noche a la mañana ya no amanecía sola, porque Selig decidió por si solo que me quedara en su casa.
Los recuerdos del pasado volvieron y mi mente me llevó a pensar en aquella vez que actuó de la misma manera, llevándome a su apartamento y permitiendome vivir a su lado.
Hoy, a 3 meses de estar juntos nuevamente, recibo la inesperada visita de Eleonor junto a Rebeca.
—Dile a Selig que necesitamos hablar con él —ordenó la engreida de Rebeca, como si fuera la jefa y yo una simple empleada —¿Que me ves? Has lo que te digo.
—Tú no eres ni mi jefa, ni la dueña de esta casa —respondí tomándola con fuerza de su brazo y poniendola de pie —así que te largaras de aquí y dejas de molestar a mi novio si no quieres que un par de mechas teñidas terminen en mis manos.
—¿QUIEN TE CREES QUE ERES?
—Ya te lo dije, soy la dueña y señora de esta casa. Quien duerme todas las noches junto a Selig y a quien él escogió como mujer.
—No eres más que un plato de segunda mesa —añadio con rabia, dando una sonora bofetada en mi mejilla —¿Acaso crees que eres especial? —prosiguió —Ni Megan Lowens, ni tú.. Valen algo para Selig.
—¿Y quien si vale? ¿tú? —pregunté con una sonrisa.
—Quizás tampoco yo, pero soy lo más cercano que tiene a su pasado —añadió.
—Su pasado no volverá, por lo tanto lo que importa ahora es su presente y ese soy yo —contesté, devolviendo la bofetada y tomandola por su cabello mientras la arrastraba a la puerta —y como su mujer, te prohíbo volver a poner los pies en nuestra casa, al igual que a usted —agregué, girando mi mirada a Eleonor —a menos que desee que Selig sepa lo que realmente pasó con aquella muchacha, de la cual se deshizo sin problemas.
—No tienes nada en mi contra para que él te crea —dijo la mujer y sonreí.
—Señora —doy dos pasos a ella para luego empujarla fuera junto a la fastidiosa de Rebeca —pruebas tengo suficientes, por ejemplo una grabación suya confesando todo.
Sin dejarla responder y con el miedo en su mirada grabado en mente, cierro la puerta con fuerza negándome a abrirles nuevamente.
Ni usted ni su fastidiosa hija biológica, podrán volver a separarme de Selig.
....
Unas cuantas horas más tarde, ya habiendo terminado con el aseo de la casa, escucho la puerta abrir y cerrar, dándome a entender que Selig había llegado.
—Hola —digo con una sonrisa mientras me dirijo a él y lo ayudo con su abrigo.
—Hola —respondió de manera seca, tomandome de la muñeca y acercandome hasta su cuerpo, para luego observar con seriedad mi rostro —¿Quien te golpeó? —preguntó señalando mi mejilla.
—Tu loca ex —respondí con una sonrisa.
—¿Megan? —preguntó incrédulo y negué.
—Rebeca Price —comuniqué, viendo su ceño fruncirse —. Pero no tienes de que preocuparte, devolví el favor.
—De igual manera esa bruja me las pagará —sentenció y vi sus ojos con detenimiento.
¿Y si hubiera sido Megan, Selig? ¿ Harías justicia en mi nombre?
Porque siento que tu amor por ella pudo ser real.
...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...
Narradora.
Las embestidas se detuvieron, los jadeos de satisfacción y la respiración acelerada era todo lo que resonaba luego de una explosión de extasis en ambos.
Se veían con tanto amor, que Mar llegó a pensar en que él sabía quien era y por ello la trataba con ese cariño.
Y se volvieron a unir en un tranquilo y delicioso beso, como a ambos les gustaba.
La primera vez que Selig estuvo con ella, fue realmente sorprendente el sentir que sólo era suya, que ningún otro hombre había tocado a su mujer más que él. Pues era lo que su estrecha cavidad le anunciaba al recibirlo con un poco de dificultad y dolor reflejado en su rostro.
“Ella sólo fue suya y eso le encantaba.”
—¿Que sucede? —preguntó Mar, trayéndolo nuevamente a la realidad.
—Solo pienso en lo afortunado que soy de haberte conocido —contestó, levantando su mirada y conectándola con ella —. Eres como el angel que llegó en el momento justo para mi rescate.
—Tus palabras no hacen más que endulzar mi vida —dijo con una sonrisa —pero sé que hay algo que no estás diciéndome y me gustaría saberlo.
—Es que.. Hoy sucedió algo, pero temo que si te cuento te puedas enojar o sentir mal —explicó, sintiendo una suave caricia en su mejilla.
—No me enojaré.
—Bueno yo... Seguí tu consejo con respecto a cerrar un ciclo doloroso en mi vida y por ello decidí visitar la mansion de los Whitley —contó, viendola sorprenderse —pero no llegué a disculparme, ya que antes de cruzar la calle veo a un sujeto dejar algo en el buzón y me pareció sospechoso, lo que confirme al acercarme y verlo correr cuado lo llamé.
—¿Sospechoso por qué?
—Es que... Alguien que llega a la puerta de tu casa buscándote, primeramente no se presenta encapuchado y con un cubreboca —respondió y ella asintió —. El punto es que al revisar y encontrar solo una carta en el buzón, la abrí para saber de que se trataba y...
—¿Y qué, Selig? —preguntó Mar, al verlo dudar.
—Era una amenaza dirigida a Megan —contestó luego de suspirar —. No quiero pensar mal de esto, pero creo saber quienes están detras de esas amenazas y..
Las palabras quedaron a medio decir al ver a Mar ponerse de pié y comenzar a vestirse.
—Cariño...
—No estoy de acuerdo en que intervengas, Selig —Habló deteniendo cualquier cosa que pudiera decir —pero no porque sienta celos de que ayudes a tu ex, sino por que ellos aún te guardan rencor y serás el blanco perfecto en el momento equivocado.
—Quizas sea como dices, pero no puedo dejar que lastimen a Megan.
Ambos quedaron en silencio observándose, dejando como último el asentimiento de Mar.
—Haz como quieras —finalizó, saliendo de la habitación.