Memorias Del Corazón

Athena.

Al abrir mis ojos, me di cuenta de que íbamos por el denso bosque, gire mi cabeza para verlo y el solo sonrió y dejó un beso en mi mejilla.

Hicimos una pequeña parada y volvimos a retomar el camino hasta llegar a un pequeño pueblo donde nos alojamos, los días pasaron retomando un poco nuestra vida, olvidando que nos buscaban; Galt estaba trabajando y yo lo esperaba cada día con un plato de comida.

Qué con más empeño y amor he conseguido aprender a cocinar, y así era cada despertar hasta volver a dormir a su lado y era algo que jamás me cansaría de hacer, porque esta vez es por amor y elección...

Estaba terminando de cocinar cuando escuche a Volga, limpie mis manos y salí a recibirlo.

— Galt— lo abracé y al sentirlo sabía que algo pasaba— ven, siéntate y te sirvo.

Comimos en total silencio, al terminar él se levantó, lavo los platos y cuando terminó se acercó tomando mi mano, al sentir su mano apretar la mía solo me levante al entender.

— tomaré solo lo necesario — él asintió mientras soltaba un suspiro.

Al preparar de nuevo el costal, Galt entro al dormitorio y me abrazo— perdón por tener que huir.

—no hay nada que perdonar, yo elegí estar a tu lado— asintió hasta darme un corto beso.

Y nuevamente salíamos de una cabaña más, yendo sin rumbo fijo, duramos cuatro días de camino, estábamos cansados, hambrientos y necesitábamos un baño.

Pero por fin llegamos a otro pueblo llamado Zafero, donde Galt consiguió un dormitorio, al entrar de inmediato prepare la tina y al salir solo dormimos por los largos días que no lo hicimos.

Galt continuo al igual que yo, tratando de olvidar que ahora si huíamos de las manos de Besimir, ya había pasado seis meses de total paz, y donde me enteré de que estaba esperando.

Galt estaba feliz y a la vez preocupado por el momento en el que estábamos y vivíamos, pero sabía que este hijo que esperaba era una señal de que quizás todo será calma...

Me levante de la cama y Galt aún dormía, ya que su trabajo es por las noches, me puse un vestido, ajuste el cordón que llevaba arriba de mi pequeña panza, trence mi cabello para ponerme un paño cubriéndolo.

Tome mi bolso y salí a comprar pan y un poco de leche, al llegar al pequeño mercadeo note que había guardias, seguí mi camino hasta el puesto comprando las cosas.

Al regresar uno de los guardias me detuvo y solo bajé mi cabeza— señora, ¿ha visto a la Reina Athena por aquí?— solo negué sin levantar mi vista— el puesto de vigía estará en este pueblo por si sabe algo.

Volví a asentir y solo me fui casi corriendo hasta la casa, al llegar, Galt estaba levantado y mirando por la ventana.

— Athena, ¿estás bien? — solo asentí aún pálida por el encuentro— tenemos que irnos.

Deje las cosas en la mesa y saque un costal de uno de los gabinetes— pensé que ya no seguirían y me equivoque.

Comencé a llorar y solo sentí los brazos de Galt— tranquila.

— estoy cansada de huir y que ellos sigan encontrándonos— toque mi vientre y Galt puso su mano sobre la mía.

— te prometo que ya no volveremos a huir— nos dimos un beso y otra vez salíamos por la parte de atrás.

Tomando un atajo qué conducía hacia el bosque para evitar ser vistos por los guardias. Duramos días en camino tantos que perdí la cuenta de lo agotada que estaba.

Hasta que al cruzar un pequeño riachuelo había una cerca, Galt silbo y hombres aparecieron, al vernos nos dieron el paso siguiendo el camino.

Al voltear me di cuenta de que los grandes árboles me impedían ver el camino por donde llegamos, en eso Volga se detuvo.

— bienvenidos— escuché una voz que me hizo voltear, bajamos y solo veía al hombre frente a mi— mi señora.

Iba a hacer reverencia y yo solo lo impedí— no, no, en estos momentos solo soy Athena esposa de Galt.

Él asintió y Galt sonrió, y mientras ellos hablaban, desate el amarre del costal, estaba concentrada cuando una voz me habló, pero reconocería esa voz aunque pasarán años.

Gire y al verla su rostro era de sorpresa— Athena— solo dijo eso y se acercó a mi hasta abrazarnos, al separarnos poso su mano en mi vientre—qué felicidad.

— si, pero, ¿cómo es que estás aquí?— tomo el costal y me guio a una pequeña choza— ¿desde cuándo estás aquí?.

—hace tiempo y estoy viva gracias a Galt, el hablo con ellos— asentí aún sin entender— después de que te llevaron los rebeldes invadieron el castillo, liberando y quemando todo a su paso, cuando me capturaron a mi por ser la esposa de rey, a Galt lo sacaron del calabozo, y pues lo demás ya te lo he dicho.

— a pesar de todo lo que ha pasado, me alegra que estés bien y seas libre— asintió sonriente mientras acariciaba mi panza.

— somos libres Athena—negué y en ese momento una lágrima salió recorriendo mis mejillas.

— no, Besimir sigue buscándome y culpando a Galt por rapto— ella negó, se levantó y salió de la choza.

Y ya no volvió, hasta que por esas telas entro Galt con una sonrisa— Athena, quiero mostrarte algo.

Sonreí mientras tomaba su mano, salimos de la choza y caminamos por un largo sendero hasta llegar a un bello río, nos sentamos por un momento y sabía que Galt quería decirme algo.

— solo dime, ¿nos ayudarán?.

— si, pero tenemos que esperar— asentí, porque eso era mucho mejor que seguir huyendo de ese mal nacido de Besimir.

Galt se levantó quito su ropa y entró al río a bañarse, y sin esperar hice lo mismo sintiendo el agua tan refrescante, nos dimos un beso que terminó en algo más.

Al salir nos cambiamos y regresamos al campamento donde mi hermana ya nos tenía lista la choza donde nos quedaríamos y antes de salir volteo a vernos —el ruido proveniente del río desemboca en el campamento.

Abrí mis ojos porque entendí lo que quiso decir, sentía mis mejillas calientes y solo Galt me veía mientras se cambiaba de ropa— tranquila, buscaremos un lugar mejor.

Solo negué a su respuesta, nos acostamos y caímos rendidos por el largo viaje...

Habían pasado más de tres semanas y ya tienen un plan que será ejecutado al tercer día al amanecer, pero en verdad tengo miedo de que le pase algo a Galt.

Al salir de la choza lo busqué hasta encontrarlo donde estaban afilando las espadas, el no se había dado cuenta de mi presencia y solo tomé una, recordando los buenos tiempos cuando vivía mi mentor.

— Athena, te lastimarás, necesitas descansar— se levantó y se acercó a mi quitando la espada entre mis manos.

— estoy bien y no me lastimaré sé usar una— sonrió y asintió— ¿puedo ir contigo?— abrió sus ojos por lo que decía y solo negó regresando a su lugar — no estaré tranquila si tu no estás a mi lado.

— pero tampoco te pondré en riesgo, esto es por ti y por tu hermana, para derribar el reinado de Besimir y encontrar a tu hijo — Suspire hasta asentir, él nuevamente se levantó hasta abrazarme— te amo Athena.

— yo también te amo Galt— acarició mi panza sintiendo el movimiento de mi hijo, hasta queme despedí para regresar a mi choza.

Pero aunque el diga que es riesgo, necesito estar a su lado y si es necesario luchare junto a él y aunque no quiera, porque yo misma le arrebataré la vida a Besimir.