Octavo libro de la saga colores.
Lady Pepper Jones terminará raptada por un misterio rufián de poca paciencia y expresión dura, prisionera y en manos del desconocido, no tendrá más remedio que ser la presa del lobo, mientras que Roquer, lidiará con su determinación de cumplir con su venganza y la flaqueza de tener a una hermosa señorita a su merced.
NovelToon tiene autorización de thailyng nazaret bernal rangel para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
13. Dominado por el fuego
...ROQUER:...
La mujerzuela se aproximó y quitó mi capucha, acercó su boca a la mía.
— Sin besos — Gruñí, apartando bruscamente.
Mi maldito corazón estaba tan acelerado que se me quería salir del pecho, ni hablar del calor que mi cuerpo sentía, la tensión.
El miembro parecía querer estallar, solo podía ansiar darle alivio. No quería apartar a la señorita Pepper, pero me temía a mi mismo, con mi cuerpo tan descontrolado por la droga, no sabía si podría controlarme. Debí marcharme cuando noté el cambio al beber, pero si lo hacía, estaría solo con Pepper, lo terminaría forzando.
Desabrochó mis pantalones y metió su mano dentro, había una bestia que se quería rendir ante la caricia, dominaba por el lujurioso y prohibido veneno.
Me había convertido en un salvaje.
La tomé del cuello y soltó un gemido de dolor.
— ¿Por qué alteraste mi puta cerveza? — Demandé, enseñando los dientes.
— Te conviene hacer las preguntas después, este afrodisíaco también es un veneno, no se detiene hasta que lo complaces, hará que tu corazón estalle — Dijo, elevando una ceja — Relájate, solo así acabará el sufrimiento.
La solté, jadeando, me quería arrancar la ropa. No, dominaría el efecto, no cedería, la desgraciada quería que lo hiciera, esto era una trampa, no debí dejar a Pepper sola.
Sabía quien estaba detrás de esto, lo que significaba que me seguía vigilando y probablemente, mientras estaba aquí, ya estaba actuando en mi contra.
Saqué una daga cuando se arrodilló ante mí y a pesar de que mis bajos deseos anhelaban todo tipo de perversiones.
Tiré de su cabello y la elevé.
— ¡Harás algo mejor con esa boca! — Acerqué la daga — ¿Quién fue? ¿Quién te pagó para qué lo hicieras?
— Un hombre con ojo de cristal llegó a este pueblo, nos pagó al cantinero y a mí, nos dió indicaciones de lo que teníamos que hacer, solo había que esperar ver entrar a un hombre de piel oscura con una joven pelirroja, estaba muy seguro de que pasarías por aquí — Dijo, sin temor.
La solté, dejándola en el suelo y abrí la puerta, entré en la habitación de al lado, Pepper no estaba.
Volví e intentó alejarse, pero la tomé del cabello y tiré.
— Dime, maldita sea ¿Dónde rayos está?
— Deberías saberlo... solo recibí dinero, sin hacer preguntas.
Tiré más fuerte y soltó un quejido.
— Te cortaré el cuello si no me dices en donde está.
— ¡Solo escuché que irían al este, por el bosque de pinos!
Le dí un golpe, dejándola inconsciente.
Salí del bar como un torbellino.
Cuando ví al cantinero, tomé una de las jarras de cerveza y se la aventé al rostro.
Cayó y más de un hombre se levantó, pero no me detuvieron.
Enterré los dedos en mi boca.
Me incliné, devolviendo la cerveza con la esperanza de que aquel mal pasara.
El mal ya estaba en mis venas, con un horrible ardor en mi sistema, en mi cuerpo, carcomiendo mi voluntad.
La tensión se estaba convirtiendo en dolor y mi corazón se aceleraba cada vez más.
Me coloqué la capucha, tendría que aguantar otro poco, aquella era una forma muy humillante de morir.
Antes le haría pagar a Serpiente el haberse metido conmigo.
Caminé rápido, ni la lluvia podía enfriar mi cuerpo.
Alguien salió de una esquina.
Conocía el cabello dorado y las ropas de nobles.
Lo seguí, intrigado por la presencia de Lord Leandro Mercier, ignorando los espasmos.
Cuando estuve sobre la espalda del infeliz, lo tomé del cuello, arrastrándolo lejos del carruaje, hacia la parte trasera de un cochinero.
Se inclinó hacia abajo, tratando de derribarme, pero opuse resistencia, gruñendo.
Entre tanto forcejeo y resistencia, ambos caímos sobre la cerca del cochinero, terminó rota y perdí el agarre.
Trató de levantarse, le dí un golpe en la pantorrilla y volví a tropezar.
Lanzó una patada, debido a la droga no pude repeler, terminé trastabillando.
Lanzó y golpe, esquivé y se lo devolví.
También lo esquivó.
El lord sabía pelear.
Me lancé hacia él, se apartó, casi resbalando.
Me giré rápido y aventé una patada, contraatacó, aventando más puñetazos.
Lo golpeé en la barbilla, retrocedió aturdido, adolorido.
Se quedó agachado, lancé una patada que logró detener, tiró de mi pierna.
Caí sobre un cerdo.
El animal chilló y hasta me lanzó una mordida.
La capucha se deslizó hacia atrás.
El lord abrió sus ojos como platos, con el barro y la lluvia, su ropa fina había quedado hecha un desastre.
Me levanté.
— Roquer.
— ¡Lord de mierda! ¿Me estás siguiendo? — Exigí, furioso.
— ¡No, maldita sea, vine a Marla por otra razón, ni siquiera tenía idea de donde maldición estabas! — Gritó.
Lo fulminé con la mirada.
— ¿Cómo rayos terminaste aquí?
— ¡Estoy tratando de resolver la mierda que dejaste en la capital con tu escape! — Gruñó, apretando sus puños.
— ¿Por qué rayos dejaste a Maude sola? Te advertí, estúpido lord — Lo señalé con mi dedo — Eres hombre muerto si la lastimaste.
Mierda, la droga empezaba a dificultar mi respiración.
— ¡Dejaste a tu hermana desprotegida y pretendes darme lecciones! — Gruñó, avanzando.
Mi rostro quedó muy cerca del suyo.
— ¿Dónde está Maude?
— ¡En prisión! — Jadeó y lo tomé del cuello de su camisa.
— ¿Qué rayos hiciste?
— ¡Yo no causé esto! — Empujó mi agarre — ¡Tú lo hiciste!
— ¿Qué pasó? ¿Por qué dejaste qué la agarrarán? — Exigí, enseñando los dientes.
— ¡No dejaría que hicieran algo así! ¡Uno de tu banda la acusó solo para cobrar una recompensa!
— ¿Quién rayos se fue? — Siseé, tomando otra vez su camisa — ¡Dímelo infeliz!
El maldito de Carter me había traicionado doblemente, esperaba arrancarle la piel si lo volvía a ver.
— ¡No lo sé, solo sé que eso puso en sobre aviso al duque y él con sus artimañas, logró que Maude volviera al refugio para cerciorarse de que estuviese fuera de la ciudad, allí fue donde la atraparon! — Gruñó y lo sacudí.
— ¿Dónde rayos estabas tú?
— Estaba cenando con el rey, por eso no pude detener a Maude cuando salió.
Lo solté — ¡Mierda!
Quería volver a la capital a salvar a mi hermana.
— La tienen apresada, la interrogaron, la mantendrán cautiva solo hasta que te encuentren y atrapen, la relacionan con el rapto, le harán un juicio, si tú búsqueda se demora, no esperarán más para llevarla a la horca — Dijo, alzando la voz — Si quieres a tu hermana tendrás que volver, aclarar todo, entregar a la señorita Pepper.
No había tiempo, estaba entre la espada y la pared. No quería a mi hermana en la horca.
— No puedo hacer eso, si lo hago, ese desgraciado ganará.
— No, no lo hará, voy a hundirlo, encontraré las pruebas y aquí en Marla hay alguien que tal vez pueda ayudarme con eso, Roquer, si sigues con esto, tu hermana morirá ¿Es tu venganza más importante que ella? — Siseó, muy enojado y lo evalué.
— Por supuesto que no, pero tal vez mi regreso no la salve de la horca.
— La salvará, solo tienes que aclarar que ella no fue parte de esto, aún si eso significa que seas tu quien vaya a la horca.
— Me importa una mierda morir — Siseé, apretando sus puños, incluso ahora, envenenado, no tenía miedo — Siempre y cuando el duque también termine colgado.
— Me aseguraré de ello.
Resoplé — ¿Tú? ¿Cómo?
— Tengo pistas... Es por eso que vine a Marla.
— Eso no garantiza que tengas éxito.
— No me voy a rendir, no veré a Maude colgada, solo al duque — Gruñó y me alejé — Vuelve a la capital, entrega a la señorita, hazlo por tu hermana.
Le dí la espalda — No haré tal cosa, salvo que me atrapen y logren encadenarme.
Maldijo — ¿Por qué?
— No hay garantía de que lo que estás haciendo vaya a tener éxito, solo hay un camino y es la venganza, dejar al duque tan vulnerable, cuando termine de atormentarlo, voy a volver, pero para matarlo, no me iré solo, si espero por la justicia del rey, envejeceré — Gruñí, observando por encima de su hombro.
— ¿No te importa Maude?
— No eres quien para entrometerte en nuestras vidas.
— Soy parte de la vida de Maude, eso me da derecho y si te pido que vuelvas es por su bien.
— ¿Por qué estás suelto y ella no?
Se tensó — No hallaron pruebas, solo me dejaron ir por eso — El niño bonito seguía siendo privilegiado.
— No creo que sea por eso, tu sangre noble te ha salvado, en cambio Maude, ella jamás sería escuchada, solo es vista como una criminal — Dije, resentido — El duque se sigue riendo de nosotros.
— No fue por privilegios, hay normas, sin pruebas no pueden retenerme, es lamentable que a Maude la hubiesen agarrado con las manos en la masa, encontraron el vestido y una zapatilla de la señorita Pepper, cuando la vieron allí, ella quedó atrapada, por culpa de uno de tus compañeros. Lo único que importa, es evitar que llegue a la horca.
— ¿Quién rayos fue quién la delató?
— No lo sé, no conozco a tus compañeros... Lo que importa es que hagas las cosas correctamente, Roquer, debes volver... Por favor, hazlo por tu hermana.
Le dí la espalda. Mirando hacia el bosque.
La lluvia fue lo único que se escuchó por unos segundos.
— No puedo volver ahora.
— ¿Dejarás que muera? — Jadeó.
— Estoy escondiéndome de los guardias, supe que me seguían en cuanto salí de la ciudad, llevo días huyendo, los guardias no es a lo único que le huyo.
— ¿Cómo?
— Tengo más enemigos.
Salí del corral.
Me siguió, sentí sus pasos.
Iba a golpearlo si seguía entrometiéndose en mi camino.
— ¿Qué hay de la señorita Pepper? — Preguntó, no respondí— ¿Dónde está? ¿Dónde la tienes?
— ¡No la tengo! — Grité, harto de sus preguntas.
Se estremeció.
— ¿Cómo?
— Se la llevaron unos hombres, estoy rastreando, se que se ocultan en el bosque, no puedo volver a la ciudad sin esa mocosa — Siseé, apretando los puños, cerrando los ojos por unos segundos.
Si moría los iba a cortar en pedazos.
— Puedo ayudarte con eso, recuperarla y...
— ¡No, se lidiar solo con esto, lárgate, trata de encontrar pruebas en contra de ese desgraciado!
— Espero que este bien — Jadeó.
— ¿Por qué rayos te interesa tanto?
Me hirvió la sangre, mi instinto de que fuese solo mía me tenía como un perro rabioso.
— Es una señorita inocente, ser raptada dos veces debe ser horrible.
— ¿Mi plan está funcionando? — Volví a tomarme de la camisa — ¿Cómo ves al duque?
— Desesperado, incluso tanto para... — Se interrumpió — Para mover unos guardias y llorar desesperado, he visto su semblante decaído... Aún así, no deja de meterse con nosotros.
— Aún no está sufriendo como lo deseo.
— Suelta mi camisa ¿A caso quieres arrancarla? — Siseó.
Me alejé y entré al bosque.
...PEPPER:...
Volvieron a empujarme al suelo.
Las risas se escucharon.
— ¡Arranquen su ropa! — Ordenó la serpiente.
— ¡Nooo! — Grité, me arrastré, pero me tomaron de las piernas.
Las manos tiraron bruscamente de la tela, el vestido se rompió.
Empecé a sollozar, desesperada.
Me sostuvieron, inmóvil, boca a abajo.
La serpiente caminó en círculos alrededor de mí.
— Recuerdo ese día, el lobo terminó rodeado, empezamos a golpearlo, luego le orinamos y escupimos encima.
Me levantaron a la fuerza.
La serpiente se acercó, observando mi desnudes.
— Obviamente, eres más deseable que él... Así que pasaremos a la parte en la que nos divertimos... Mejor elijo al primero, quiero ser el último para darle un muy doloroso final — Dijo y empecé a temblar, sollozando más y más.
Quería morir.
Hizo un gesto a uno de los hombres y se apartó.
El rufián se aproximó, lamiéndose los labios.
Una espada le atravesó desde atrás y le salió por la boca.
Caí al suelo cuando me soltaron.
Observé.
Roquer empujó el cuerpo, liberando su espada nuevamente.
Cinco más se lanzaron a atacar.
El sonido de las espadas llenó el bosque, callando la lluvia.
Roquer esquivaba los ataques con facilidad, cortó al primero en el abdomen, exponiendo sus entrañas, luego dió otro golpe a su cabeza, haciendo que se desprendiera de su cuello.
Esto no era una pelea, era un ataque sangriento.
Arremetió contra el siguiente, cortándole un brazo y también la garganta.
Al siguiente le hizo un corte de la garganta hasta el abdomen.
El último estaba temblando para cuando fue su turno.
Terminó decapitado.
Roquer permaneció inmóvil bajo la lluvia.
— ¡Mierda! — Siseó, observando a todas partes.
La serpiente había huido.
Avanzó, pero tropezó, quedándose arrodillado.
— ¡Roquer! — Intenté levantarme, pero estaba atada — ¿Te hirieron?
Él giró su rostro hacia mí y volvió a levantarse.
Se acercó y sacó una daga, se colocó detrás de mí.
Cortó la soga de mis manos.
Me liberó.
Había olvidado que estaba desnuda hasta que se quitó la capa y la colocó sobre mis hombros.
Se alejó, arrastrando la espada.
— ¿A dónde vas?
— Voy por la lombriz, quédate aquí.
— No, no me dejes aquí, puede que no lo encuentres y vuelva por mí — Supliqué, levantándome, aferrándome a la capa.
— Puede que haya huido pero volverá a atacar — Dijo, evitando observarme — Debo matarlo ahora.
Me aproximé y retrocedió.
— No me dejes sola — Noté que seguía rígido, su respiración muy fuerte — Todavía estás dopado.
— Aléjate de mí — Dió un paso, pero volvió a estremecerse.
Me acerqué más.
y que tan piedra de tropiezo es el capitán prometido, ante las riquezas y título de duque no creo vaya a dejar el camino fácil
hay que esperar para ver qué pasa igual puede y tenga su guardado
Tal vez el hecho de que le den tanta importancia o lo que esta pasando, no se, pero siento rabia contenida.