Casada por dos años con un hombre que pensaba que la amaba, pero luego este le fue infiel y decidida se divorció, se fue del país y comenzó otra vida lejos de ese mal recuerdo.
Sin imaginar que se encontraría con un problema...
Viviendo en otro país, lo primero que hizo fue ir a un bar, tomar quién sabe cuantos tragos de tequila y un par de margaritas, termina teniendo una aventura de una noche y luego se fue sin decir una sola palabra.
Después de ello su familia busca casarla, pero antes la hacen firmar a ella y futuro esposo un contrato el cual establece que sí alguno de los dos era infiel, el divorcio sería inmediato y además de tener que pagar una indemnización que era el equivalente al valor de ambas empresas familiares.
Firmaron. Ella trataba de olvidar aquella aventura, mientras que él buscaba con desesperación hacerle saber a ella que él era el hombre al que le había dado el mejor sexo de su vida y que su aventura no es un error, si no un perfecto error.
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Capítulo 12
SOFÍA
—¿Qué tal este?—Me dice Elsa por enésima vez. Miré el vestido y tenía muchas piedras y adornos que sabía muy bien que no quería en mi vestido y mucho menos en mi boda. Lo rechacé casi de inmediato.
—Elsa, sabes que odio las piedras y adornos excesivos en la ropa—. Elsa suspiró pesadamente y siguió buscando.
Estaba indecisa y nerviosa, más que en mi primera boda en la que usé un vestido blanco en lugar de un verdadero vestido de novia, porque el vestido que había elegido no llegó a tiempo y tuve que usar un vestido blanco sencillo que tenía en mi armario y eso fue todo.
—Eso lo sé, pero te recuerdo que en tu anterior boda, usaste un vestido blanco que compraste en Amazon para tu luna de miel y, sin embargo, lo usaste en tu boda, y no te voy a permitir que hagas eso—. Suspiré pesadamente pensando en lo que hice en mi boda con Sebastián de la cual no me arrepentía, pero al mismo hubiese deseado que nunca haberme casado con él.
—¿Crees que cometí el error de casarme con Sebastián?—Le pregunté a Elsa quien en ese momento, dejó de ver los vestidos, se cruzó de brazos y dijo:
—Sofía, cuando me dijiste que te ibas a casar con Sebastián, sabía que de alguna u otra manera ibas a ser feliz, pero cuando me llamaste llorando luego de una semana tras haber echado a la calle a Sebastián junto con Susana, me di cuenta de que debí de haberme dado cuenta de lo que estaba pasando, debí de decirte que no te casaras con Sebastián, pero yo no era nadie para decirlo y mucho menos tras lo sucedido. Porque como dije antes... yo no tenía por qué decirte, era mejor que el destino y los hechos te lo dijeran.
Y sí... tal vez te equivocaste en elegirlo como tu esposo, pero... de los errores se aprende y tú eres una gran mujer y sé que serás feliz a lado de Dmitri—. Sonreí ante sus palabras y entonces seguimos buscando vestidos.
Luego de unos minutos encontré el indicado, el encaje era liso y sencillo en la parte de arriba, el escote era recto con algunos adornos en el borde, eran sencillos y pequeños, la falda larga sin llegar al suelo tenía pliegues elegantes que daban ese toque sofisticado. Lo miré y en eso me vio Elsa con una enorme sonrisa en su rostro.
—Vaya... es muy lindo, pruébatelo—. Me llevó arrastras al probador y al estar ahí, no tuve de otra más que ponérmelo.
Me lo puse y al recorrer la cortina, Elsa levantó la mirada y al verme vi cómo su mandíbula caía al suelo por el asombro.
—¡Te ves bellísima!—Gritó emocionada.—¡Ese es el vestido! ¡Una cosa menos de la lista!—Siguió gritando con emoción. Me quité el vestido y pagué por él. Luego de eso nos fuimos de la tienda para ver lo demás.
Fuimos a ver las flores para la boda y al final elegí peonias eran muy bonitas y con la decoración que tenía en mente para la recepción serían perfectas.
Paramos en una cafetería rústica y comimos algo, estando allí observé el lugar con detenimiento y tuve una especie de inspiración al ver la decoración sencilla que tenía el lugar. La serie de luces tenues amarillas que adornaban las columnas de madera del lugar, hasta incluso las lámparas que colgaban de las vigas eran sencillas, pero elegantes que tenían ese toque sencillo y lindo de la década de los años treinta quizá.
—Al ver esta cafetería me da bastantes ideas para mi próximo libro—. Dije mirando el lugar.
—Es verdad, este lugar da la sensación de que uno puede estar en un sitio tranquilo—. Dijo Elsa tomando asiento en uno de los sofás individuales de tela beige y yo me senté frente a ella en otro sofá individual. En medio había una mesa de centro de madera.
—Además, con toda esta planificación de la boda olvidé por completo que debo terminar ese libro—. Elsa suspiró negando con la cabeza.—¿Pasa algo?
—Debo decirte la verdad, el jefe necesita que termines ese libro antes de lo establecido—. La miré desconcertada.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Se enteró del escándalo de tu divorcio falso, —hice una mueca— y bueno... para taparlo dijo que debes terminar el libro para darle a gente de que hablar. Y que con ello se espera que suba el número de ventas del libro—. No pude evitar reírme, ese maldito sabía muy bien cómo aprovechar la situación.
—Vaya... es un maldito, sabe cómo aprovechar una mala situación.
Elsa se rio y eso hizo que ese silencio incómodo se rompiera.
—Bueno debo reconocer que él busca hacer lo mejor para ayudar a sus escritores. No lo puedes negar, además te ayudó cuando te divorciaste de Sebastián, eso muy pocos lo hacen y no te juzgó es más te animó a sacar toda ira y rabia escribiendo, ¿funcionó o no?—Era cierto, si no hubiera sido por Heiner, bueno... creo que me hubiese tomado más tiempo superarlo o al menos ya no estar en casa llorando hasta quedarme dormida todas las noches.
—Es verdad, él y tú son mis más queridos amigos y gracias a ustedes es que pude salir de ese oscuro abismo. Lo cual me llevó a venir a este país, embriagarme y tener sexo con un desconocido o sea Dmitri—. Elsa se rio y no dudó en decirme:
—Pero eso te llevó a conocer a un hombre que realmente te ama y te respeta, eso no es cuestionable.
—Es verdad, pero... siento que me está escondiendo algo, y realmente no sé si es mi paranoia o estoy exagerando. ¿Crees que estoy siendo exagerada?—Elsa me miró muy seria y un largo suspiro salió de su boca.
—Sofía, creo que debes preguntárselo y sí él lo niega entonces... tendrás que averiguarlo por tu cuenta, si lo reconoce te dirá la verdad o simplemente no querrá decirte por qué temerá perderte—. Ella tenía razón, pero tenía la corazonada de que Dmitri iba a evadir el tema y por lo poco que llevaba conociéndolo era más que evidente que él no me iba a decir la verdad.
—Tienes razón, pero estoy casi segura de que lo va a negar, por lo tanto, no tengo otra alternativa más que... averiguarlo por mi cuenta.
—¿Quieres que te ayude?—Me preguntó Elsa preocupada.
—No. Debo hacerlo yo misma y sí es cierto entonces... lo confrontaré y le sacaré la verdad, de lo contrario dejaré el tema por la paz y no lo voy a mencionar—. Deseaba que mis preocupaciones fueran infundados, realmente lo deseaba. Pero... mi instinto me decía que había que Dmitri estaba ocultándome algo.
Terminamos de comer y nos fuimos de allí hablando de otras cosas, dejando de lado el tema de mis preocupaciones.