Hace años, seis cristales sellaron a Lord Oscuro, un ser tan poderoso que corrompía el mundo. Ahora, un nuevo enemigo quiere liberarlo… y solo un joven con un poder desconocido puede detenerlo.”
Lloyd jamás pensó ser el Elegido de la Esencia Esmeralda. Ahora, arrastrado por una profecía y perseguido por Xandros, deberá decidir entre huir… o salvar al mundo.
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"Profanadores"
🌙 [Episodio 21 – Profanadores]
La noche cubría el cementerio con su manto helado y silencioso. El viento era suave, apenas movía las hojas secas que cubrían los caminos entre las tumbas.
Un anciano de cabello blanco y espalda encorvada limpiaba con cuidado una lápida. Sus movimientos eran lentos pero firmes, como si esa tarea fuera su único propósito en la vida. La luz tenue de un farol oxidado iluminaba su rostro arrugado y concentrado. Sus manos temblaban un poco por la edad, pero su expresión reflejaba paz.
Cuando terminó de limpiar, suspiró aliviado y guardó su trapo en el balde de metal. Caminó hasta una vieja banca de piedra junto al camino principal y se sentó con esfuerzo, acomodándose los huesos cansados. Sacó de su abrigo un pequeño termo y sirvió un café caliente en un vaso desechable. Sus ojos se perdieron en la neblina que cubría las lápidas frente a él mientras tomaba un sorbo, disfrutando del silencio de la noche.
De pronto, un grito desgarrador se escuchó a lo lejos, rebotando entre las lápidas y las cruces de hierro. El anciano se estremeció, derramando un poco de café sobre su mano arrugada.
> Anciano (mirando hacia la oscuridad con el ceño fruncido, su voz áspera):
“¿Quién anda ahí? ¡Salgan ahora mismo! ¡Este es un cementerio privado! ¡No pueden estar aquí a estas horas!”
No obtuvo respuesta. Solo escuchó un viento frío moverse entre las tumbas. Tragó saliva y se levantó con dificultad, dejando su vaso de café sobre la banca. Caminó despacio, con pasos inseguros, alumbrando con su pequeña linterna el camino de tierra húmeda.
> Anciano (alzando la voz, con más autoridad esta vez):
“¡Les dije que salgan! Si no se van llamaré a la policía…”
De pronto, un susurro extraño se escuchó detrás de él. El anciano se giró rápidamente, pero no vio nada. Su respiración comenzó a acelerarse, y su mano temblaba tanto que la linterna iluminaba el suelo de forma errática.
Entonces, entre la niebla, una figura oscura apareció lentamente. Su armadura era negra con detalles rojos, sus ojos parecían dos carbones encendidos. El anciano retrocedió aterrado.
> Anciano (con la voz quebrada, retrocediendo un paso):
“¿Q-Qué… quién… quién es usted…?”
Valrik esbozó una sonrisa torcida mientras se acercaba con pasos silenciosos, como un depredador acechando a su presa.
> Valrik (voz grave y burlona, con un tono de amenaza disfrazado de cortesía):
“Buenas noches, anciano… Lamento interrumpir tu guardia nocturna, pero… este lugar nos pertenece ahora.”
El anciano abrió la boca para gritar, pero antes de que pudiera emitir sonido alguno, otra figura emergió de las sombras. Era Kael, su rostro cubierto por una máscara oscura que solo dejaba ver sus ojos fríos y sin vida.
En un movimiento rápido, Kael sujetó la cabeza del anciano con una mano cubierta por un guante de metal y apretó con fuerza. El grito quedó ahogado en su garganta antes de que sus ojos se cerraran y su cuerpo cayera inerte al suelo. Kael lo sostuvo para que no hiciera ruido y lo recostó con cuidado sobre una lápida cercana.
> Valrik (chasqueando la lengua con fastidio mientras miraba el cementerio lleno de tumbas alineadas como un laberinto sin fin):
“Bien… tenemos que movernos rápido antes de que alguien más se entere.”
Kael se giró hacia su compañero, su voz resonó con eco bajo su máscara.
> Kael (voz baja y mecánica, cargada de desdén):
“Entre tantas tumbas… ¿cómo sabremos cuál es la correcta?”
Valrik lo miró de reojo con impaciencia y una mueca burlona se dibujó en su rostro pálido.
> Valrik (voz fría y cortante, sin mirarlo):
“Tú solo busca… no pienses. Déjame a mí el resto.”
Kael asintió y se internó entre las tumbas, desapareciendo como una sombra más de la noche, mientras Valrik se quedó observando el cielo oscuro, su mirada perdida y su sonrisa retorcida iluminada por la tenue luz de la luna.
📻 [Voz de Radio]
La radio vieja, ubicada sobre la repisa de madera de la cocina, emitía un leve zumbido antes de que la voz del locutor emergiera con tono serio y preocupado, rompiendo el silencio de la madrugada.
> Locutor (voz grave y pausada, con eco suave):
“Última hora… Se han comenzado a reportar extraños acontecimientos en diversos puntos de la ciudad. Varios cementerios han sido vandalizados durante la noche. Los cuidadores informan que algunas tumbas fueron… desenterradas. Hasta el momento no se ha identificado a los responsables.”
Un leve crujido de estática se escuchó antes de que la transmisión continuara, esta vez con un audio grabado donde la voz del cuidador sonaba temblorosa, cargada de miedo y confusión.
> Cuidador (voz cansada y quebrada, con respiración agitada al fondo):
“N-no sé qué pasó… yo estaba limpiando el área sur cuando vi… a alguien… Tenía un fuego… pero no era normal… era azul… un azul intenso que iluminaba toda la neblina. Pensé que era un ladrón con antorchas, pero… d-después… ya no recuerdo nada… vi todo oscuro. Cuando desperté… varias tumbas estaban abiertas…”
Hubo un breve silencio en la transmisión, solo se escuchaba el leve zumbido de fondo y la respiración nerviosa del reportero antes de que la voz del locutor regresara con un tono más bajo y serio.
> Locutor (voz con ligera duda, como si hablara con cuidado para no alarmar más):
“Por ahora, las autoridades no han dado declaraciones oficiales… Sin embargo, algunos vecinos se preguntan si estos actos de profanación tendrían relación con la Orden o si será… otro grupo de mercenarios vendidos, como muchos han comenzado a rumorar.”
El locutor hizo una breve pausa y se escucharon papeles moverse antes de concluir la nota.
> Locutor (voz firme, recuperando el tono neutral de un presentador):
“Seguiremos informando cualquier novedad sobre estos hechos durante el día. Manténganse en casa y reporten cualquier movimiento sospechoso. Ahora… continuamos con música para este amanecer.”
La radio cambió a una canción instrumental suave, pero el ambiente seguía cargado de una sensación fría y pesada, como si algo oscuro estuviera por despertar en las sombras de la ciudad.
🏫 [Salón de Clases, Mañana Temprano]
El timbre resonó por los pasillos mientras los estudiantes comenzaban a entrar al salón. Diana venía corriendo, casi volando entre la multitud, jalando a Lloyd que caminaba como un zombi somnoliento.
Diana (frunciendo el ceño y alzando la voz con desesperación):
– ¡Vamos Lloyd, apúrate! ¡Nos van a cerrar la puerta del salón, DESPIERTAAAAA!
Lloyd dio un respingo, sus ojos se abrieron apenas un poco mientras balbuceaba adormilado.
Lloyd (con voz ronca y pastosa):
– S-sí… ya voy… –dijo mientras se soltaba de su hermana y entraba tambaleándose a un salón… que no era el suyo.
Diana lo miró con ojos de furia y frustración, infló sus mejillas y fue tras él. Lo agarró de la mochila y lo jaló hacia atrás.
Diana (susurrando furiosa mientras lo sacaba del salón equivocado):
– ¡Ese no es nuestro salón, Lloyd! ¡Concéntrate un poquito, por favor!
Entraron finalmente al salón correcto. Todos los alumnos ya estaban sentados, las voces se mezclaban en un murmullo suave. Diana condujo a Lloyd hasta su lugar mientras este se acomodaba dejando caer su cabeza sobre el escritorio.
Ryan los miró con una sonrisa burlona.
Ryan (con tono bromista):
– Vaya, Diana, ¿qué horas son esas de llegar? Casi y el profe los apunta como retrasados.
Diana suspiró y lo miró mientras colocaba su mochila en su asiento.
Diana (con tono cansado pero dulce):
– Es que Lloyd entrenó ayer con Gabriel… y regresó tan cansado que hoy apenas se puede mantener despierto…
Las palabras de Diana hicieron que Ryan, Nathan, Vanessa y Christian se miraran entre ellos, sorprendidos.
Nathan (alzando una ceja, intrigado):
– Espera… ¿entrenó solo con Gabriel? ¿Y por qué no nos llamó también? No es justo, nosotros también necesitamos entrenar…
Diana alzó los hombros con un gesto de ignorancia.
Diana (con honestidad ingenua):
– No sé, Gabriel no me dijo nada… solo se lo llevó muy temprano y regresaron de noche…
En ese momento Camila, que estaba ordenando sus cuadernos con disciplina y serenidad, intervino en la conversación sin levantar mucho la voz.
Camila (con tono calmado pero firme):
– Fue porque papá descubrió algo… Encontró un libro de mi abuelo Selian, donde hablaba sobre la Esencia Dorada… y también mencionaba el poder de Lloyd. Quería entrenarlo de forma más directa.
Ryan abrió los ojos con asombro y emoción genuina.
Ryan (casi gritando, con una sonrisa emocionada):
– ¡Espera, espera! ¿Estamos hablando de Selian? ¿De tu abuelo Selian el legendario Maestro de la Esencia Dorada?
Camila asintió lentamente con un gesto solemne mientras ordenaba sus plumas.
Camila (con una leve sonrisa, orgullosa pero reservada):
– Sí, él mismo.
Ryan soltó un grito ahogado de emoción mientras agitaba sus brazos.
Ryan (hablando rápido y atropellado):
– ¡POR DIOS, SELIAAAAN! ¡Qué épico, Camila! ¡Tu abuelo era una leyenda viviente!
Todos en el grupo lo miraron con cara de “bájale el volumen”. En ese momento Lloyd levantó la cabeza con esfuerzo, sus ojos medio cerrados y sus ojeras oscuras.
Lloyd (con voz rasposa y confundida, mirando alrededor):
– ¿Dónde… dónde estoy…?
Diana sonrió con ternura y le revolvió el cabello.
Diana (con dulzura):
– Estamos en la prepa, Lloyd… Despierta ya, por favor.
Lloyd suspiró, se enderezó en su asiento con expresión adolorida y colocó su mano en la nuca.
Lloyd (con honestidad infantil):
– Me duele todo el cuerpo… siento que me atropelló un tren… o dos…
Nathan lo miró con curiosidad, recargando el codo sobre su pupitre.
Nathan (con tono serio pero curioso):
– ¿Qué entrenaste ayer con Gabriel exactamente? Cuéntanos…
Lloyd bajó la mirada y suspiró, recordando cada palabra y golpe. Sin embargo, no quería preocuparlos, así que solo se limitó a decir:
Lloyd (con una leve sonrisa cansada):
– Nada… solo me ayudó a controlar un poco más mi Esencia Esmeralda… ya saben, cosas de entrenamiento…
Mientras tanto, Christian permanecía callado, con su postura calmada y recta. Su mirada se desvió hacia su derecha, donde Ruka estaba sentada dibujando en su cuaderno, con su rostro oculto tras su flequillo... no podia dejar de mirarla...
Mientras tanto, Vanessa, que estaba organizando su carpeta de manera meticulosa, escuchó cómo su compañera Gisselle conversaba con Briseida sobre algo que la hizo detenerse.
Gisselle (hablando con Briseida, sorprendida):
– Te juro que sí, Brise… dicen que anoche en varios cementerios desenterraron tumbas… nadie sabe quién fue ni qué buscaban.
Vanessa alzó la mirada con frialdad y giró su cuerpo hacia ellas.
Vanessa (con tono directo y serio):
– ¿De qué hablan exactamente?
Gisselle se giró hacia Vanessa con expresión sorprendida.
Gisselle (con tono despreocupado pero curioso):
– ¿No te enteraste? ¿No ves las noticias en la mañana? Están diciendo que… alguien estuvo desenterrando tumbas anoche. Fue en varios cementerios de la ciudad. Dicen que uno de los cuidadores vio un fuego azul… pero después se desmayó… suena espeluznante, ¿no crees?
Vanessa frunció el ceño, sus pensamientos comenzaban a entrelazarse con preocupación mientras Nathan, Ryan y Lloyd empezaban a discutir sobre un tema completamente distinto.
Ryan (con una gran sonrisa competitiva, señalando su propio pecho):
– ¡Obviamente yo soy el más fuerte de los tres! ¿Han visto mis llamas?
Nathan (burlón y confiado, cruzándose de brazos):
– Por favor, Ryan, si hablamos de velocidad y táctica, yo les gano a los dos.
Lloyd (medio dormido pero alzando el puño con energía infantil):
– ¡No sean tontos… yo les gano a ambos…! Bueno… creo… –dijo antes de que su cabeza volviera a golpear el escritorio suavemente.
Vanessa los miró de reojo con su típica expresión fría.
Vanessa (con sarcasmo seco):
– Genial, discutan quién es el más fuerte… mientras tanto, alguien afuera desentierra cadáveres… Prioridades, supongo.
El timbre sonó marcando el inicio del receso. Los estudiantes salieron al patio formando ríos de uniformes. Ryan, Nathan, Vanessa, Camila, Diana y Lloyd caminaron juntos hacia su lugar habitual, bajo la sombra de un árbol. Christian, sin embargo, se quedó en el salón, sonriendo mientras conversaba con Ruka sobre sus dibujos.
Lloyd caminaba con pasos arrastrados, su cabello caía sobre su rostro y sus ojos se veían apagados, casi somnolientos. Diana, preocupada, iba a su lado sujetándole la mochila para que no se le cayera del hombro.
Ryan iba unos pasos adelante, bromeando con Nathan sobre fútbol, pero de pronto giró la vista hacia Vanessa, quien caminaba seria, con el ceño fruncido y los brazos cruzados. Parecía perdida en sus pensamientos.
Ryan (alzando la voz con su tono bromista pero con curiosidad sincera):
– Oye, Reina del Hielo, ¿qué pasa contigo hoy? Estás más callada que de costumbre. No me has insultado en toda la mañana… ¿Acaso te sientes mal?
Vanessa levantó la mirada, fulminándolo con sus ojos fríos, pero suspiró, dejando ver una preocupación genuina.
Vanessa (con tono serio, sin rodeos):
– Estaba pensando en algo que escuché hace rato… Gisselle estaba hablando sobre lo que pasó anoche… Varias tumbas fueron desenterradas. No fue algo aislado… pasó en tres cementerios diferentes de la ciudad.
Camila, que escuchaba con atención mientras organizaba sus libretas, levantó la vista rápidamente, sus ojos morados reflejaban determinación.
Camila (con su tono firme y analítico):
– Si están desenterrando tumbas… entonces… están buscando el cristal.
Nathan arqueó una ceja con escepticismo, metiendo las manos en sus bolsillos y girando hacia Camila.
Nathan (con tono directo pero despreocupado):
– ¿Y cómo sabemos que son los Córtala? Podría ser algún otro lunático… ya sabes, la ciudad está llena de raros.
Vanessa negó suavemente con la cabeza, bajando la vista hacia su celular mientras revisaba las noticias.
Vanessa (con su tono analítico y frío):
– No creo que sea un loco cualquiera. Fue en tres cementerios durante la misma noche… Además, uno de los cuidadores dijo que vio fuego azul antes de desmayarse.
Ryan se tensó inmediatamente, sus puños se apretaron y su mirada se endureció. El recuerdo del fuego azul y la brutal paliza de Valrik hacía apenas unas semanas regresó a su mente con intensidad. Tragó saliva con dificultad.
Lloyd, que caminaba casi dormido, parpadeó un par de veces al escuchar la conversación y levantó ligeramente la cabeza.
Lloyd (con voz ronca y soñolienta):
– Entonces… ¿son los Córtala…? Si buscan el cristal… significa que ya saben dónde está… ¿no…?
Camila asintió, mirándolo con preocupación y suavidad en su mirada.
Camila (con tono calmado y firme):
– Debe estar en algún cementerio… pero… ¿cuál?
Diana, que escuchaba todo con su inocente preocupación, miró a su hermano y luego a Camila con expresión angustiada.
Diana (con voz temblorosa y preocupada):
– No… no puede ser… ¿Qué haría un cristal en un lugar así… entre… tumbas?
Lloyd suspiró, rascándose la cabeza con pereza mientras parpadeaba con esfuerzo para mantenerse despierto.
Lloyd (con honestidad infantil):
– Entonces… ¿cuál cementerio falta…? ¿Cuál no han profanado aún…?
Vanessa revisó su celular con rapidez, deslizándose entre las noticias hasta que encontró la información. Sus ojos se entrecerraron al leerla.
Vanessa (con su voz fría y decidida):
– El cementerio de la calle Degollado. Es el único que no han tocado… aún.
Camila guardó su celular en su mochila con cuidado y los miró a todos con esa aura de autoridad que tanto la caracterizaba.
Camila (con tono firme y serio, sin dejar espacio a dudas):
– Bien. Creo que papá debe ser notificado sobre esto… pero mientras tanto… esta tarde, antes de que oscurezca, tenemos que estar ahí. Si el cristal está en ese lugar… debemos encontrarlo antes que ellos.
Lloyd asintió lentamente, aún con los ojos medio cerrados pero con determinación en su voz.
Lloyd (con cansancio pero decidido):
– Sí… no podemos dejar que lo tomen ellos…
Vanessa asintió también, su expresión permanecía fría, pero en sus ojos brillaba un matiz de preocupación.
Nathan sonrió con confianza, golpeando suavemente a Ryan en el hombro como para animarlo.
Nathan (con su típica arrogancia divertida):
– Vamos, Fuego Loco, no te me pongas tenso. Hoy les vamos a demostrar de qué estamos hechos.
Ryan tragó saliva de nuevo, bajó la mirada un segundo pero después levantó el rostro con una sonrisa insegura.
Ryan (con su tono orgulloso pero tembloroso):
– Claro… claro que sí… vamos a patearles el trasero a esos tipos…
Diana se acercó a su hermano y le tomó la mano con dulzura, intentando darle fuerzas mientras Lloyd le devolvía una leve sonrisa cansada.
El sol caía suave sobre el jardín interno del campus. La mayoría de los estudiantes aprovechaban el receso para comer o socializar. Cerca del árbol central, Kael hablaba en voz baja con Ruka. Desde lejos no se distinguían las palabras, pero los gestos de Kael eran seguros y su rostro serio. Ruka solo asentía en silencio, con su habitual expresión distante.
Un grupo de compañeros se acercó a Kael, riéndose entre ellos. Uno de ellos le dio una palmada en la espalda y le dijo algo que lo hizo girarse. Kael lanzó una última mirada a Ruka, como si estuviera diciéndole "luego hablamos", y se fue con el grupo, dejándola sola.
Ruka se quedó sentada en la banca, con el cuaderno sobre las piernas. No parecía molesta… solo acostumbrada. Bajó la mirada y comenzó a trazar líneas en su cuaderno, sin demasiada intención. Estaba sola, pero no parecía extrañarle. Así era casi siempre.
Una sombra se proyectó frente a ella. Ruka levantó los ojos lentamente. Era Christian.
El chico la saludó con una sonrisa leve, serena como su tono de voz.
Christian (tranquilo, sin presionarla):
—Hola… ¿Te molesta si me siento un momento?
Ruka no respondió al instante. Solo bajó la mirada de nuevo y volvió a dibujar sin interés. Pero cuando Christian se sentó a su lado, suspiró por lo bajo.
Ruka (sin mirarlo, voz seca):
—¿Qué quieres ahora?
Christian la miró con calma. No parecía incómodo ni molesto por su tono.
Christian (con sinceridad tranquila):
—Solo quería sentarme aquí… contigo. Nadie debería estar solo todo el tiempo.
Ruka apretó el lápiz entre sus dedos. No estaba acostumbrada a ese tipo de respuesta. Sus labios temblaron apenas antes de responder.
Ruka (murmurando, a la defensiva):
—No necesito a nadie conmigo.
Christian miró al frente, cruzando las manos sobre sus rodillas. Su voz siguió siendo suave, sin juzgarla.
Christian:
—Puede que eso creas… pero todos necesitamos a alguien. Alguien que se quede, incluso si no decimos nada. Y tú tienes a Kael, ¿no? Él siempre está contigo.
Ruka apretó los labios. Luego giró lentamente la cabeza hacia él, con los ojos ligeramente entrecerrados.
Ruka (fría, desconfiada):
—¿Y tú? ¿Qué quieres de mí?
Hubo una breve pausa. Christian no se sorprendió por la pregunta. Se notaba que esperaba algo así… o incluso algo peor. La miró directamente, pero con dulzura.
Christian (con una sonrisa sincera):
—Nada… Solo me gustaría ser tu amigo.
Ruka se quedó completamente inmóvil. Lo miró con desconfianza, confundida… como si esa palabra —amigo— le resultara ajena. Nadie nunca la había buscado para algo así. Siempre era por algún encargo, una trampa, o para sacar provecho de su inteligencia. Pero esto… esto era distinto.
No respondió. Solo volvió a bajar la mirada al cuaderno, pero ya no dibujaba.
El timbre del final del receso rompió el momento. Christian se levantó con calma, sacudiéndose ligeramente los pantalones. Se giró hacia ella una última vez, con esa sonrisa serena que parecía no pedir nada.
Christian (amable, sin ironía):
—Espero que mañana no estés tan a la defensiva… sería lindo poder hablar más contigo.
Y se alejó tranquilamente entre los estudiantes que regresaban a clases. Ruka no dijo nada. Solo lo miró alejarse… con los ojos entrecerrados y una leve, casi imperceptible, expresión de desconcierto. Por primera vez… no sabía cómo reaccionar.
En ese momento Kael que estaba viendo todo desde lo lejos se hacerca rápidamente...
Kael:
(Se acerca con el ceño fruncido, tras ver a Christian irse)
—¿Qué te dijo ese imbécil, Ruka?
Ruka:
(Mirada baja, voz apagada)
—Nada importante… solo… quería hablar.
Kael:
(Entrecerrando los ojos, voz seca)
—¿Hablar? ¿Hablar de qué?
Ruka:
(Aún confundida, como si estuviera procesando emociones desconocidas)
—Dijo que solo quería ser mi amigo…
Kael:
(Frunce los labios, su tono es casi venenoso)
—Nadie quiere ser tu amigo, Ruka. Solo lo dicen para acercarse… para sacar algo de ti. Porque no entienden quién eres. Ni se te ocurra confiar en ese tonto.
Ruka:
(Lo mira en silencio unos segundos, con expresión neutral)
—No me voy a encariñar, si es lo que crees.
Kael:
(Se cruza de brazos, tono frío)
—Más te vale. No olvides el plan de esta noche. No te distraigas.
Ruka:
(Asiente con un leve movimiento)
—Lo sé.
Horas después… la campana de salida suena y los alumnos comienzan a dejar las aulas. Diana sale primera, caminando con paso alegre junto a Camila. A lo lejos, Ryan y Nathan discuten por algo. Vanessa, como siempre, camina sola. Lloyd aparece por el pasillo, con la mochila mal puesta y cara de que no entendió ni una clase.
Camila se detuvo en seco al final del pasillo exterior del instituto. Se giró con serenidad, aunque su voz adquirió el tono firme que usaba cuando se hacía cargo de las cosas.
—Camila: Bien. Tenemos que averiguar qué está pasando en los cementerios, y no podemos perder más tiempo. A las siete de la tarde los quiero en mi casa. Ahí vamos a organizar el plan antes de movernos.
Ryan arqueó una ceja, algo sorprendido por la hora.
—Ryan: ¿A las siete, Camila? ¿Tan noche? Mis tíos ya creen que tengo un segundo turno en la mafia...
Vanessa le lanzó una mirada helada sin siquiera girar del todo el rostro.
—Vanessa: Es obvio, wey… Todo sucede durante la noche idiota...
Ryan levantó las manos, fingiendo rendición.
—Ryan: Ok, ya entendí. Cementerio, noche, gritos... ¡diversión asegurada!
—Camila: Vamos al ulirmo que falta, el de la calle Degollado —añadió con calma, pero sin perder autoridad—. Según las noticias es hay donde aún no pasa nada.
Los chicos asintieron uno por uno. Aunque aún no todos se sentían completamente parte del mismo equipo, algo los unía: la responsabilidad. Nathan fue el primero en girarse para irse, seguido por Christian y Vanessa. Ryan se despidió con un gesto despreocupado y caminó en dirección contraria al de los demás.
En ese momento, el celular de Camila vibró. Ella lo sacó del bolsillo con gesto tranquilo y respondió al ver el nombre de su madre en pantalla.
—Camila: ¿Mamá?
La voz de Mariela sonó del otro lado, apurada pero firme.
—Mariela: Camila, dile a Lloyd y a Diana que se vayan contigo hoy. Tu papá quiere hablar con Lloyd.
—Camila: ¿Qué? ¿Con Lloyd? ¿Pero y sus papás?
—Mariela: Ya lo saben. Tú solo diles, hija. Es importante.
—Camila: Está bien, mamá...
Colgó, suspirando con cierta incomodidad. Sabía que Lloyd no era precisamente el mejor con las sorpresas, y Diana podía alterarse fácilmente si sentía que algo estaba fuera de lugar. Caminó con paso seguro hacia los hermanos, que ya se preparaban para irse.
—Camila: Lloyd, Diana… esperen un momento.
Lloyd se giró con su típica expresión entre curiosa e inocente.
—Lloyd: ¿Pasa algo, Cami?
—Camila: Me llamó mi mamá. Dice que mi papá quiere hablar contigo, Lloyd.
—Lloyd: ¿Eh? ¿Conmigo? ¿Pa' qué?
—Camila: No lo sé… Solo me dijo que te lo dijera. Y que tú y Diana se vayan conmigo esta tarde.
Diana ladeó la cabeza, con su dulzura habitual, aunque algo confundida.
—Diana: ¿Y nuestros papás ya saben?
—Camila: Sí… ya están enterados. Mi mamá habló con ellos directamente.
Lloyd frunció el ceño, mirando a su hermana y luego a Camila.
—Lloyd: Esto… suena raro.
—Diana: Pero si mamá lo sabe, entonces... está bien, ¿no?
Camila asintió con suavidad.
—Camila: No se preocupen. No es nada malo, ¿de acuerdo?
Lloyd se rascó la nuca, incómodo, y Diana simplemente lo tomó del brazo con una sonrisa para animarlo.
—Diana: Vamos, Lloyd… además seguro nos dan pan con chocolate.
Lloyd suspiró, derrotado por completo por el simple comentario.
—Lloyd: Ok… pero si tu papá me empieza a mirar raro, Camila, me salgo por la ventana.
—Camila: No seas dramático —respondió con un leve suspiro, aunque una pequeña sonrisa se le escapó.
Los tres se alejaron del instituto juntos, sin saber que la noche que se acercaba les traería mucho más que simples respuestas.
Camila, Lloyd y Diana caminaban por una de las calles empedradas del barrio antiguo. El sol comenzaba a esconderse tras los tejados rojizos y el aire ya tenía ese frescor que anunciaba la llegada de la noche.
Detrás de ellos, ocultos entre las sombras de un viejo edificio abandonado, dos figuras los observaban en silencio.
—Kael: Camila… —susurró con una sonrisa torcida, cruzándose de brazos mientras los ojos le brillaban de un dorado antinatural—. Qué curioso… la hija de Gabriel caminando tan tranquila, sin saber nada. ¿Dónde estará escondiendo tu padre los tres cristales que robaron?
A su lado, Ruka permanecía callado, apoyado contra la pared. Su mirada estaba fija en Camila, pero no dijo una sola palabra. Solo observaba… y esperaba.
Unos minutos después, Camila, Lloyd y Diana cruzaron la reja de la casa Solenne. El lugar era grande, de arquitectura antigua y muros cubiertos de enredaderas. La fachada blanca y el silencio que la envolvía le daban un aire misterioso que a Lloyd, sinceramente, no le agradaba.
—Lloyd: Tu casa da miedo cuando no hay nadie, Cami… Parece que va a salir un fantasma en cualquier momento —bromeó con una media sonrisa, intentando aligerar la tensión que él mismo sentía.
—Diana: ¡Jajaja! ¡Sí! Es como esas casas de películas donde siempre pasa algo raro... solo falta una lámpara parpadeando.
Camila esbozó una leve sonrisa, acostumbrada a esas bromas. No era la primera vez que Lloyd decía algo así de su casa.
—Camila: Pues si un fantasma sale, lo haces pedazos con tu poder... y ya. Fácil.
—Lloyd: ¡Tch! No sé ni cómo lo uso bien todavía...
Entraron. El aire del interior era fresco y olía a incienso de lavanda. No se escuchaba ni un solo ruido, lo que volvió a incomodar a Lloyd. Avanzaron por el pasillo principal hasta llegar a la cocina, donde Mariela, madre de Camila, los esperaba de espaldas, removiendo algo en una olla.
Mariela se giró al notar su presencia y les dedicó una cálida sonrisa.
—Mariela: Qué bueno que llegaron, chicos. ¿Quieren comer algo antes de que empiecen a hablar de cosas raras?
—Diana: ¡¡Sí, por favor!! —respondió sin pensarlo, casi corriendo a sentarse a la mesa como si estuviera en su propia casa.
Lloyd la miró con una mezcla de sorpresa y resignación.
—Lloyd: Diana... ni preguntaste qué era.
—Diana: ¡No importa! ¡Si cocina tu mamá, Camila, seguro está riquísimo!
Camila rodó los ojos y sonrió, acostumbrada también a esa parte tan impulsiva de Diana. Lloyd, sin más que hacer, también se sentó. Mariela les sirvió platos de mole con arroz, y el olor hizo que incluso Lloyd olvidara un poco su incomodidad inicial.
Diana probó un bocado y su expresión se iluminó como si acabara de probar el cielo.
—Diana: ¡Esto está increíble! Camila, dile a tu mamá que quiero la receta... aunque seguro yo la arruinaría...
—Camila: A ti todo se te quema, incluso el cereal.
—Diana: ¡Eso fue una vez!
Mientras comían, Camila miró a su madre con un dejo de curiosidad.
—Camila: Mamá... ¿qué era eso que querías con Lloyd?
Mariela la miró un momento, como sopesando sus palabras.
—Mariela: Cuando terminen de comer, Lloyd deberá bajar al sótano. Tu papá lo está esperando… con Francisco y Caelum.
Lloyd dejó de masticar y tragó con fuerza, sintiendo cómo el bocado de mole casi no pasaba.
—Lloyd: ¿El… sótano? ¿Y están los tres? ¡¿No me van a matar, verdad?! ¿Esto es alguna clase de juicio secreto?
Diana soltó una risita traviesa.
—Diana: Jajaja, hermano… creo que sí te van a entrenar, o mínimo a interrogar.
—Lloyd: ¡¿Interrogar?! ¡Camila, di algo!
—Camila: Tranquilo. Si quisieran hacerte algo, ya lo habrían hecho hace semanas… Lo que sea que tengan que decirte, debe ser importante. Y no lo harán sin razón.
—Lloyd: Ok... pero si escucho un látigo o una túnica rara, salgo corriendo.
Diana siguió comiendo, disfrutando el mole como si nada. Camila se limitó a mirar a su madre de reojo. Había algo en su expresión que le indicaba que esa noche no sería como cualquier otra.
Algo se acercaba.
Y lo sabían.
Lloyd dejó los cubiertos sobre el plato vacío, se estiró con exageración y soltó un suspiro teatral mientras se levantaba.
—Lloyd: Bueno... —dijo en tono burlón mientras miraba a Camila—. Si no regreso, ya sabes… me exorcizaron.
Camila lo miró con una ligera sonrisa, esa que solo mostraba cuando bajaba un poco su guardia. Sus ojos brillaban de ternura contenida, aunque su tono seguía siendo firme.
—Camila: No exageres, Lloyd. No eres tan malo como para traer al demonio... al menos no todos los días.
Lloyd rio, algo nervioso, pero agradecido por esa pequeña pizca de apoyo. Hizo un gesto con los dedos como un saludo militar exagerado y se dirigió hacia las escaleras del sótano.
—Lloyd: Que conste que si me desaparezco, fue culpa tuya por no protegerme.
—Camila: Ya cállate y baja.
Al llegar al final de las escaleras, Lloyd se detuvo un momento. El sótano estaba oscuro, pero no completamente. Era tal y como lo recordaba de la última vez: paredes de piedra, estanterías con libros viejos y objetos cubiertos por mantas. El aire era frío y olía a incienso viejo.
Comenzó a caminar con cautela, sin ver a nadie. Pero entonces, escuchó voces suaves y apagadas provenientes de su derecha. Se giró con rapidez y descubrió una puerta entreabierta que no había notado antes.
Al entrar, se encontró con una sala completamente distinta: techos más altos, lámparas colgantes, vitrinas de cristal con artefactos extraños y antiguos. En el centro estaban Gabriel, Caelum y Francisco, de pie como si lo esperaran desde hacía tiempo.
Gabriel fue el primero en notar su presencia.
—Gabriel: Lloyd. Acércate.
El tono era serio, pero no severo. Lloyd tragó saliva y avanzó con paso algo torpe hasta estar frente a ellos.
—Lloyd: ¿Pasa algo? Camila dijo que querían hablar conmigo... —Se rascó la nuca, incómodo—. Si es por lo del sótano, ya dije que no fui yo quien rompió el florero.
Francisco soltó una leve risa.
—Francisco: No se trata de eso. ¿Estás al tanto de lo que ocurre en los cementerios?
—Lloyd: Sí, algo escuchamos… De hecho, Camila nos convocó esta noche para ir a investigar. Yo… pensé que sería idea nuestra.
—Caelum: Qué bueno que lo pensaron… porque eso mismo íbamos a pedirles.
Lloyd frunció el ceño, cruzándose de brazos.
—Lloyd: ¿Entonces solo me llamaron para eso?
—Caelum: No.
Antes de que pudiera preguntar más, una fuerte luz llenó la sala. Un destello cálido y violento iluminó todo el cuarto, seguido del silbido del fuego cortando el aire. Frente a él apareció una figura: una chica de cabello rojizo y ojos fieros sostenía una espada en llamas que chispeaba con intensidad.
—Danna: Tú y yo, Lloyd… vamos a entrenar un rato.
Lloyd dio un paso atrás, sorprendido por la repentina aparición. Su mirada fue directamente a Gabriel, buscando una explicación.
—Lloyd: ¿Esto también estaba en el plan? ¿Quién es ella?
—Gabriel: Ella es Danna. Mi sobrina. Tiene algo que puede ayudarte. El agua de su linaje puede enseñarte a equilibrar tu Esencia Esmeralda… y el fuego, a controlar eso otro que llevas dentro.
Danna soltó un bufido sarcástico, girando su espada de fuego con soltura.
—Danna: Sí, sí, tío. (Mira a Lloyd con desdén). Mírenlo nomás… el niñito especial. Más poderes que yo. Qué conveniente.
Lloyd frunció el ceño, no entendía por qué le caía mal si ni la conocía.
—Lloyd: Bien… ¿y dónde está mi espada?
Caelum cruzó los brazos, mirándolo fijamente.
—Caelum: Créala. Aquí no te vamos a regalar nada.
La mandíbula de Lloyd se tensó. Respiró hondo, cerró los ojos y trató de concentrarse. Su cuerpo empezó a brillar con un tenue resplandor verde. Su mano vibró… hasta que una espada de Esencia Esmeralda emergió de su palma, inestable, ondulante, pero real.
—Francisco: Danna… no te excedas.
—Danna: (Arrogante) ¿Yo? Claro que no, papá. Solo voy a enseñarle con cariño. —Le guiñó un ojo a Lloyd de manera burlona.
Lloyd adoptó una pose algo ridícula de combate, una que había visto en una película, pero Gabriel frunció el ceño.
—Gabriel: No, así no. Piernas abiertas, torso recto. Mira al frente. Que no se te note el miedo.
Corrigiendo su postura, Lloyd apenas tuvo tiempo de levantar la espada cuando Danna se lanzó hacia él. El primer choque fue seco y vibrante, llenando la sala de chispas. Las espadas cruzaron varias veces mientras el fuego de Danna crepitaba con fuerza.
Ella no se contuvo.
Los golpes de Danna eran rápidos, certeros, cubiertos de fuego ardiente. Lloyd los resistía con dificultad, envolviendo sus brazos con Esencia Esmeralda. Se notaba que la energía lo agotaba, pero no retrocedía.
—Francisco: Parece que Lloyd está mejorando…
—Caelum: Nadie mejora de un día para otro.
—Gabriel: Él sí. Entrena cuando nadie lo ve. Práctica en secreto, todos los días… Tiene sangre de un guerrero prodigio.
La espada de Lloyd comenzaba a titilar, como si fuera a desaparecer en cualquier momento. Pero él la sostenía con fuerza, con los dientes apretados y la mirada clavada en su oponente. No podía perder.
—Danna: ¿Eso es todo? Vamos, Lloyd… No te puedes comparar conmigo. Ni con ese poder que tanto presumes.
Lloyd no contestó. Su respiración era agitada, el sudor le cubría la frente, pero su concentración no flaqueaba. Murmuró entre dientes.
—Lloyd: Tengo que quitarle esa espada...
Danna lanzó una llamarada directa a su pecho. Lloyd la detuvo de improviso con su mano, absorbiéndola. La energía cambió de color, pasando de rojo ardiente a un verde intenso, vibrante. Sin pensarlo, se la devolvió multiplicada.
Danna la atrapó, pero el fuego la quemó, haciendo que su brazo temblara.
—Danna: ¡¿Qué demonios…?! ¡Pero si yo domino el fuego!
Cuando levantó la mirada, fue demasiado tarde. Lloyd la golpeó directamente en el rostro con el puño recubierto de Esencia Esmeralda. Danna cayó de espaldas, soltando su espada.
Lloyd quedó de pie, jadeando, observando su propia mano. Había sido un golpe duro… demasiado duro.
Danna se levantó furiosa, con la mejilla marcada.
—Danna: ¡Eso te va a costar!
Pero antes de que pudiera dar un solo paso, Gabriel se interpuso.
—Gabriel: Basta.
—Danna: ¡Tío, él empezó…!
—Francisco: ¡Danna! Dije que es suficiente.
Danna bufó con rabia, girándose bruscamente, y pateó el suelo con frustración.
Gabriel se giró hacia Lloyd. Su expresión era firme, pero con un destello de orgullo.
—Gabriel: Has mejorado, Lloyd. De verdad.
Lloyd no respondió. Su mirada se mantuvo en Danna, que lo observaba con fuego en los ojos. Y aunque él había ganado, una parte dentro de sí… no podía dejar de sentirse culpable.
No había querido lastimarla así.
Los chicos ya estaban reunidos en la casa de Camila. Ryan, Nathan, Vanessa y Christian hablaban entre ellos mientras ajustaban sus trajes de combate y se colocaban los amuletos que Gabriel les había dado días antes. Diana observaba desde el sofá con curiosidad, dando pequeñas vueltas con una cinta entre los dedos, mientras Camila revisaba que todo estuviera en orden.
Lloyd, sin embargo, estaba aparte. Sentado al borde del sillón, con la mirada clavada en el suelo y los brazos cruzados. No había dicho una sola palabra desde que subió del sótano junto a Danna. Camila lo había notado de inmediato, igual que todos notaron cómo Danna no dejaba de lanzarle miradas cargadas de rencor.
Finalmente, Camila se acercó a él y se sentó a su lado, con calma. Mantuvo un breve silencio antes de hablar.
—Camila: ¿Qué pasó allá abajo, Lloyd? —le preguntó con suavidad, pero sin rodeos—. Desde que saliste estás... muy callado. Y eso no es nada normal en ti.
Lloyd levantó la vista lentamente. Parecía dudar al principio, pero luego habló con sinceridad.
—Lloyd: Me pusieron a entrenar con Danna... o no sé si fue un entrenamiento o una prueba... pero peleamos. Me dejé llevar y la lastimé. No fue porque quisiera, solo... pasó.
Camila lo observó con atención. No necesitaba escuchar más para entender. Sabía lo impulsivo que era Lloyd, lo poco que controlaba su energía cuando se dejaba llevar por sus emociones.
—Camila: No te martirices por eso. —Su voz sonó más firme esta vez—. Danna... es fuerte, sí. Pero también es orgullosa. Si no te hubieras defendido, ella sí te habría golpeado en serio. Ella cree que es mejor que todos, y cuando alguien la supera, lo odia. No es tu culpa.
Lloyd bajó la mirada. Sus dedos jugaban con el borde del pantalón.
Camila, sin pensarlo demasiado, lo abrazó. No con dramatismo, ni con palabras. Solo un gesto silencioso que duró unos segundos.
—Camila: Pensé que lo necesitabas.
Lloyd parpadeó sorprendido, pero luego asintió con una sonrisa leve y sincera.
—Lloyd: Gracias... sí, sí lo necesitaba.
Ambos se levantaron y caminaron hacia donde estaban los demás. Ryan estaba ajustándose las botas, Nathan bromeaba con Christian sobre quién corría más rápido, y Vanessa los ignoraba mientras revisaba su comunicador portátil.
De pronto, cuando ya estaban por salir, Gabriel se acercó a ellos. Su presencia siempre imponía cierto respeto, incluso si no hablaba con dureza.
—Gabriel: Esperen un momento.
Todos lo miraron con atención. Camila ya estaba a punto de colocarse su capa, pero detuvo el movimiento.
—Gabriel: Camila, tú no irás con ellos esta vez.
La reacción fue inmediata. Nathan alzó una ceja, Ryan se rió por lo bajo, y Lloyd lo miró confundido.
—Camila: ¿Por qué?
—Gabriel: Porque ellos —miró al grupo de chicos— necesitan aprender a confiar en su líder. Y ese líder es Lloyd.
Hubo un breve silencio.
—Nathan: ¿Qué? Espera, pensé que el líder era yo... —dijo alzando una ceja con incredulidad.
—Ryan: (riendo) ¡Sí, claro! ¿Y cuándo fue eso? ¿En tus sueños?
—Nathan: ¡Hey, tengo más experiencia que él!
—Lloyd: (algo nervioso) Yo... trataré de hacerlo bien… creo.
Su voz sonaba como la de un niño inseguro frente a un examen, pero no había burla en ella. Solo incertidumbre.
Camila miró a Lloyd, aún con algo de preocupación en los ojos.
—Camila: Haz lo mejor que puedas, ¿sí? No tienen que pelear si no es necesario. Solo averigüen qué está pasando.
Lloyd asintió con seriedad, aunque claramente seguía algo nervioso.
—Lloyd: Sí… haré lo que pueda.
Se giró hacia su hermana, que seguía sentada en el sofá con los pies encogidos.
—Lloyd: Oye, no te vayas a dormir. No pienso cargarte de regreso si te quedas ahí tirada.
—Diana: (riendo mientras se recuesta) Naaa, solo me acomodo… pero si me duermo, que alguien me avise, ¿sí?
Los chicos salieron de forma discreta por la puerta trasera. La noche era fresca, y el cielo estaba cubierto de nubes bajas. Tomaron la calle Degollado en dirección al cementerio, sin hacer ruido, con los amuletos brillando levemente bajo la ropa.
Ninguno lo dijo en voz alta, pero todos sabían que esa noche, algo estaba esperándolos.
Y que esta vez, Lloyd tenía que liderar.
Pasaban de las 8:40 de la noche. La luna apenas se asomaba entre las nubes espesas, y un silencio espeso cubría el cementerio. Las estatuas y cruces proyectaban sombras largas, y el viento arrastraba hojas secas que crujían bajo los pasos cautelosos de los chicos.
Estaban ocultos tras lápidas y mausoleos, manteniéndose en formación. Ryan, agachado tras una figura de mármol, rompió el silencio.
—Ryan: (susurrando) Bueno... creo que tal vez no vendrá nadie. ¿Y si ya consiguieron lo que querían?
—Vanessa: (seca, sin mirarlo) Ten paciencia. Y deja de hablar, tu voz hace eco.
—Ryan: (en voz baja, bromeando) Ay, perdón, princesa del hielo...
—Lloyd: (desde su posición) Por eso estamos aquí, ¿no? Para saber si ya encontraron lo que buscaban… o si aún lo están buscando.
Un momento de silencio incómodo siguió. Todos estaban tensos, expectantes.
Entonces Ryan, intentando romper la tensión, murmuró un chiste absurdo sobre esqueletos bailando. Solo Nathan soltó una risa ahogada, hasta que…
—Christian: (en voz baja, pero firme) …Allá. Veo algo.
Todos callaron al instante. Lloyd alzó la vista y se asomó desde su escondite. En la distancia, entre los caminos de piedra, tres figuras encapuchadas caminaban con cuidado. Uno de ellos sostenía lo que parecía un mapa, iluminado apenas por una linterna de luz amarilla tenue.
—Lloyd: (en voz baja) Creo que deben ser ellos…
—Ryan: (más animado) ¿Entonces qué, Lloyd? ¿Vamos a patear traseros o qué?
—Lloyd: (mirándolo con cara de “en serio”) No... espera. Aún no.
Lloyd se giró hacia el grupo y, por un momento, dudó. Luego preguntó:
—Lloyd: ¿Alguien tiene un plan mejor? Porque... no sé, podríamos rodearlos o algo.
—Nathan: (con tono de burla contenida) Nah, tú eres el líder según Gabriel. Sorpréndenos, estratega.
—Christian: (tranquilo) Celoso...
—Ryan: (serio por primera vez) Vamos a apoyarlo. Tengo una idea… si nos dividimos, podríamos vigilarlos desde distintos ángulos.
Lloyd asintió con un gesto rápido.
—Lloyd: Está bien. Ryan, vas con Nathan. Christian, quédate donde estás. Vanessa y yo vamos por el otro lado. Usamos los celulares como radio.
Todos se movieron con sigilo, cada uno tomando una ruta distinta entre las tumbas. Lloyd sacó su celular y pulsó para hablar.
—Lloyd: Probando… ¿me escuchan?
—Ryan: Fuerte y claro, general esmeralda.
—Lloyd: (con una sonrisa leve) Bien. Manténganse atentos. Si hacen algo raro... me avisan.
Los encapuchados
Los tres sujetos caminaban con paso rápido. Uno de ellos sostenía el mapa mientras murmuraban entre sí.
—Valrik: (impaciente) Dime que sabes cuál es la tumba, Kael…
—Kael: (molesto) Cállate, Valrik. Sé lo que hago. Solo que el mapa es… confuso, ¿vale?
—Valrik: (burlón) ¿Confuso? Nos equivocamos en cinco cementerios diferentes, genio…
—Kael: ¡Ya! Me equivoqué, sí, pero este es el lugar. Mira… los grabados, las estatuas… todo encaja con el mapa. Es aquí.
Kael levantó la linterna y guió al grupo entre las lápidas, hasta llegar a una tumba más grande, ornamentada, con símbolos extraños grabados en la piedra.
Regreso a los chicos
Desde la distancia, Lloyd y Vanessa observaban cada movimiento con atención.
—Lloyd: (hablando por el celular, en voz baja) Chicos… ¿lo ven?
—Ryan: (desde el celular) Sí. Están justo frente a una de las tumbas grandes. Se ven nerviosos. ¿Nos lanzamos ya o qué?
—Lloyd: (con voz firme, pero aún insegura) No... espera. Necesitamos saber qué hacen primero. No podemos atacar sin saber qué buscan.
Vanessa giró los ojos y murmuró sin apartar la vista del objetivo.
—Vanessa: Al menos está aprendiendo a no lanzarse como loco...
Lloyd la escuchó, pero solo apretó los labios y se quedó observando.
Sabía que en cualquier momento tendrían que actuar.
Y esta vez, él era el que tenía que dar la orden.
Los dos encapuchados estaban frente a una tumba antigua, erosionada por el tiempo. Las ramas secas de un árbol cercano crujían con el viento. Kael sostenía el mapa, mientras Valrik lo miraba con desconfianza.
—Valrik: ¿Es esta la tumba, Kael?
—Kael: (frunciendo el ceño) Creo que sí...
—Valrik: (irónico) ¿Cómo que crees, idiota?
—Kael: (con fastidio) Cállate, Valrik... ya te dije que el mapa no es claro, pero la estructura coincide. Mira.
Kael se agachó y comenzó a inspeccionar los bordes de la tumba. Su mano recorrió la piedra con precisión hasta que encontró un pequeño hueco oculto entre las runas talladas.
—Kael: (con un brillo en los ojos) Aquí está… sí, sí es.
Desde los escondites
—Ryan: (por el celular, impaciente) ¿Qué carajos están haciendo…? Parece que… ¿están buscando un interruptor o qué?
—Lloyd: (en voz baja) No lo sé…
—Vanessa: (frunciendo el entrecejo) Pero lo que sea, está en esa tumba. No están escarbando por diversión.
—Christian: (tranquilo) Concuerdo… parecen buscar algo específico.
—Lloyd: Estén atentos. Si hacen algo sospechoso… intervenimos.
—Vanessa: (mirándolo de reojo) Lloyd… ¿estás seguro?
—Lloyd: (tragando saliva, dudando apenas) ...Claro que sí.
Encapuchados
—Kael: Mete tu mano aquí, Valrik.
—Valrik: (resopla) ¿Y por qué yo?
—Kael: Porque esta tumba… solo puede abrirla un descendiente del fuego azul. Y yo no lo soy.
Valrik lo miró en silencio. Luego, sin decir más, extendió su mano. Una llama azulada emergió de sus dedos, brillante y cálida, y la introdujo en el hueco.
Desde su escondite, Ryan se quedó paralizado al ver la llama.
—Ryan: (por el celular, con voz grave) ...Lloyd. Ese fuego. Es fuego azul…
La tumba entera comenzó a brillar en un tono azul sobrenatural. Las runas se encendieron una por una hasta que un temblor suave anunció que algo se movía. La piedra comenzó a abrirse lentamente.
Pero entonces... ¡un disparo!
Todos se sobresaltaron.
—Lloyd: (tenso) ¿Qué fue eso?
—Vanessa: (alerta) …Policía. ¡Nadie haga nada!
Luces azules y rojas iluminaron el cementerio. Cinco patrullas rodearon el lugar. Quince oficiales descendieron con armas listas. Entre ellos, una mujer se adelantó.
—Oficial Cruz: ¡Manos arriba! ¡Están arrestados por profanar propiedad federal y los cinco cementerios anteriores!
Todos los policías apuntaron directamente a los encapuchados. Kael levantó lentamente las manos, con una sonrisa torcida. Valrik gruñó, molesto.
—Oficial Cruz: ¡Usted! ¡Saque la mano de esa tumba AHORA!
Valrik lo hizo con lentitud, mirando a Kael de reojo. Ambos empezaron a caminar hacia los oficiales, las manos sobre la cabeza.
—Oficial Cruz: (por radio) Los tenemos. Repito, tenemos a los sospechosos.
—Valrik: (murmurando) ¿Tenemos...?
—Kael: (con tono bajo y peligroso) …Ahora.
De pronto, el suelo retumbó. ¡BOOM!
Desde la tierra emergieron golems de roca, gigantes y deformes, con ojos brillantes y cuerpos de tierra sólida. Los policías comenzaron a disparar, pero las balas rebotaban inútilmente contra sus cuerpos pétreos.
—Oficial Cruz: ¡¡Fuego!! ¡¡Dispárenles!! ¡¡No les den tregua!!
Los golems atacaron sin piedad. Algunos policías fueron lanzados por los aires, otros aplastados o inmovilizados por brazos de piedra. Gritos y caos llenaron el cementerio.
Uno de los golems destruyó una patrulla de un solo golpe.
—Oficial Cruz: (gritando por radio) ¡¡Solicito refuerzos inmediatos!! ¡¡Manden unidades especiales YA!!
Una explosión sacudió el lugar. La oficial Cruz se cubrió el rostro mientras Valrik aparecía frente a ella, con una bola de fuego azul chispeando en su mano.
—Valrik: (con una sonrisa oscura) Te toca arder.
Pero antes de que lanzara el fuego...
—Lloyd: (gritando) ¡¡NO!!
Lloyd salió corriendo desde su escondite. Con ambas manos extendidas, generó un escudo de Esencia Esmeralda justo a tiempo. El fuego azul impactó contra la barrera mágica, que resplandeció con un brillo intenso, protegiendo a la oficial Cruz.
Valrik retrocedió sorprendido. El escudo de Lloyd vibraba con fuerza.
—Lloyd: (jadeando) ¡No vas a tocarla! ¡No mientras yo esté aquí!
Vanessa apareció a su lado, con una lanza de hielo ya formada. Christian emergió por el flanco, la tierra levantándose bajo sus pies. Ryan y Nathan rodearon a los golems.
Los chicos habían entrado en acción.
Valrik: (sonriendo con arrogancia al ver a Lloyd y los demás)
—Vaya, vaya, vaya... Miren nada más. Si no son los niñitos que juegan a ser héroes. ¿Cómo era que se hacían llamar...? ¿La Orden?
Lloyd: (frunciendo el ceño, adelantándose unos pasos)
—¿Qué están buscando esta vez? ¿Otro cementerio para destruir?
Valrik: (su tono cambia, los ojos fijos en Lloyd con desprecio)
—No voy a perder el tiempo mintiéndote. Estamos tras uno de los últimos cristales. Y no importa cuánto juegues a ser guerrero, Lloyd… no vas a detenernos.
Mientras hablaba, Kael aprovechó para deslizarse dentro de la tumba, sin que Lloyd lo notara de inmediato. Valrik lo cubría, y al darse cuenta de que Lloyd se estaba enfocando en la tumba, se lanzó hacia él para distraerlo.
Lloyd: (abriendo los ojos, reaccionando)
—¡Espera!
Pero era tarde. Valrik ya estaba encima, lanzando una llamarada azul. Lloyd esquivó con agilidad, sus reflejos más afilados que semanas atrás.
Vanessa: (ayudando a la oficial Cruz a ponerse en pie mientras esquiva un escombro)
—Tranquila, respire. Tenemos esto bajo control.
Oficial Cruz: (dolida, con la mano en el costado)
—Estás… arrestada. Por… por sospecha de robo de los cristales...
Vanessa: (con mirada seria, voz firme pero sarcástica)
—¿En serio? Mire a su alrededor, señora oficial. Sus hombres están siendo destrozados por golems de piedra. Ustedes no pueden con esto. Nosotros sí.
Oficial Cruz: (resignada, apretando los dientes)
—Hagan lo que tengan que hacer... pero cuando esto acabe... tú y tus amigos vienen conmigo.
Vanessa: (levantándose con frialdad)
—No cuente con ello.
Se gira, su cabello moviéndose con el viento helado que comienza a formarse a su alrededor, y corre hacia el combate.
Batalla en el cementerio
Ryan: (esquivando el puño de un golem, sudando)
—¡Estos bichos no se acaban nunca!
Nathan: (volando en círculos, lanzando ráfagas de aire para distraer a otro)
—¡Porque estás peleando sin pensar! ¡Apunta a las grietas!
Christian: (desde el suelo, golpeando con fuerza el terreno)
—¡Les abriré un flanco! ¡Ahora!
El suelo se agrietó bajo los pies de uno de los golems. Este tropezó, y justo entonces Vanessa congeló sus articulaciones con precisión quirúrgica.
Vanessa: (seca, sin perder la concentración)
—Ahí tienen. Muévanse.
Ryan: (con una sonrisa)
—¡Con gusto!
Ryan agarró una barra metálica caída y, junto con Nathan, comenzaron a golpear los puntos congelados. Grietas estallaron en la roca y el golem cayó en pedazos.
Duelo: Lloyd vs Valrik
El enfrentamiento entre Lloyd y Valrik era feroz. El joven de Esencia Esmeralda se movía con velocidad, esquivando estallidos de fuego azul.
Valrik: (mientras lanza una ráfaga de fuego)
—Parece que mejoraste desde la última vez. Tus reflejos no son tan patéticos ahora...
Lloyd: (jadeando, con el ceño fruncido)
—No necesito que me felicites.
Valrik: (deteniéndose un segundo, su voz más seria)
—¿De verdad crees que puedes detenernos? No eres nada comparado con el fuego que viene. No tienes el poder, Lloyd… ni el control. Eres solo un niño jugando a ser héroe.
Lloyd apretó los puños. Las palabras le calaban profundo, removiendo algo en su interior. Sus pupilas temblaron. Sintió cómo la rabia subía por su pecho.
Valrik:
—No vas a proteger a nadie. No podrás ni proteger a tu familia… y no vas a proteger a nadie más.
Lloyd: (gritando, furioso)
—¡CÁLLATE!
Una ráfaga de Esencia Esmeralda brotó con furia de sus manos, brillante, pura, intensa. Al instante, Valrik respondió con una explosión de fuego azul igual de poderosa.
Las dos energías chocaron en el aire, formando una onda expansiva que sacudió el cementerio. Los árboles se doblaron, el suelo se rajó, las llamas verdes y azules giraban en espiral.
Valrik: (esforzándose, sudando por la presión del choque)
—Tienes poder, muchacho… pero no tienes control. Eso te va a destruir.
Lloyd: (gritando, con lágrimas en los ojos sin saber por qué)
—¡NO TE LO VOY A PERMITIR!
La ráfaga de Lloyd creció aún más, impulsada por su ira. La onda de energía empujó a Valrik varios metros atrás, haciéndolo trastabillar.
Valrik: (esforzándose, su cuerpo tenso mientras resiste la embestida de Esencia Esmeralda)
—¡Maldito mocoso...! ¿De dónde sacaste tanta energía…?
Lloyd sigue liberando poder con una mirada entre rabia y dolor. La ráfaga es intensa, casi descontrolada, y empieza a empujar a Valrik hacia atrás.
Christian: (luchando contra el último golem, grita al ver lo que pasa)
—¡Miren a Lloyd... está desatando todo su poder!
Nathan: (golpeando con una ráfaga de aire concentrada)
—¡Se va a quemar solo a ese ritmo! ¡Está fuera de control!
Vanessa: (seria, observando con atención)
—No es solo poder... está peleando con rabia. Eso lo va a cegar.
Justo entonces, un golpe seco irrumpe en la escena. Un puño invisible y brutal impacta el rostro de Lloyd, interrumpiendo su ataque y lanzándolo violentamente contra una patrulla cercana. Instintivamente, Lloyd crea un escudo de Esencia Esmeralda para amortiguar el golpe, pero igual se estrella con fuerza.
Lloyd: (jadeando dentro de la patrulla, con la frente sangrando)
—¿Qué… qué demonios fue eso…?
Del polvo emerge una figura. Una mujer encapuchada de pasos firmes, mirada inquebrantable. Se detiene junto a Valrik, que truena los huesos de su espalda, relajando los músculos.
Valrik: (arqueando una ceja)
—Tardaste demasiado, Ruka...
Ruka: (mirándolo con frialdad, sin emoción)
—La distracción ya no era necesaria. Kael encontró lo que buscaba.
Valrik: (asintiendo mientras se da la vuelta)
—Bien... encárgate del niñato. Yo me divertiré con los demás.
Ruka avanza lentamente hacia Lloyd, que se pone de pie sacudiéndose el polvo.
Lloyd: (jadeando, mirando a la encapuchada)
—¿Tú quién eres...? ¿Otra de sus mascotas?
Ruka no responde. Solo lo observa, con ese silencio helado que pone nervioso incluso a un guerrero.
Con los chicos…
Los golems finalmente caen en pedazos de piedra gracias a los ataques combinados de tierra, aire, fuego y hielo.
Vanessa: (viendo de reojo a Lloyd)
—¡Tenemos que ir con él, esa encapuchada no parece normal!
Nathan: (con una sonrisa arrogante)
—¿Desde cuándo algo en esta historia es normal?
Ryan: (deteniéndose, mirando a Valrik acercarse)
—Chicos... él... está viniendo.
Valrik: (cruzándose de brazos, con el fuego azul rodeando sus manos)
—Qué bonito grupo de aprendices. Pero lamento decirles que aquí termina su excursión.
Vanessa: (estrechando los ojos, tensa)
—Ese fuego… no lo he olvidado.
Sin decir más, Vanessa salta al ataque, lanzando una ráfaga congelante. Nathan se le une con un vendaval que empuja las llamas de Valrik hacia arriba. Christian, firme, pisa el suelo y hace emerger estacas de roca para entorpecer los movimientos del enemigo.
Ryan: (dudando, sudando frío)
—¿Por qué... por qué me tiemblan las manos...?
Es la primera vez que la seguridad de Ryan tambalea.
Con Lloyd…
Ruka se detiene a unos metros de él. Lloyd genera su espada de Esencia Esmeralda, jadeando.
Lloyd: (tratando de entender)
—No hablas… ni una palabra. ¿Qué quieres? ¿Otra paliza?
Ruka solo alza una mano. Su cuerpo se descompone en tres sombras idénticas a ella. Tres copias se forman en círculo alrededor de Lloyd.
Lloyd: (confundido, retrocediendo un poco)
—¿Qué… qué carajos? ¿Se clonó? ¿¡En serio!? ¿Cómo se supone que pelee contra esto?
Las tres figuras se lanzan sobre él sin previo aviso. Lloyd gira, bloquea con su espada, esquiva un corte, rueda por el suelo, y lanza una ráfaga corta que revienta a una de las copias.
Lloyd: (jadeando, golpeando a la segunda)
—¡No soy bueno contando, pero con ustedes me estoy hartando!
Con un tajo final, parte por la mitad a la tercera copia. Justo entonces, la Ruka original aparece detrás de él, silenciosa, y le da un puñetazo brutal en el costado que lo hace escupir saliva y caer de rodillas.
Lloyd: (temblando)
—¡Agh...! ¿Cómo te mueves tan...?
Se reincorpora y forma una esfera de Esencia Esmeralda en su mano. La lanza directo hacia ella. Pero Ruka solo alza una mano y un portal de cristal se abre frente a ella. La esfera entra… y vuelve a salir justo detrás de Lloyd.
Lloyd: (dándose vuelta de golpe)
—¡¿Qué carajos?! ¡¿Es mi ataque?! ¡No no no no—!
Rueda por el suelo y logra esquivar la esfera que explota contra un árbol.
Lloyd: (molesto, levantándose de nuevo)
—¡¿Acaso puedes reflejar los ataques?! ¿En serio qué demonios contigo?
Se lanza a cuerpo a cuerpo, espada en mano, pero Ruka comienza a abrir más portales de cristal frente a cada ataque. Cada tajo, cada embestida, regresa en forma de contraataque indirecto, haciendo que Lloyd esquive o se golpee él mismo.
Lloyd: (gritando mientras rueda por el suelo, cortado por su propia espada)
—¡Deja de hacer eso! ¡Pelea como alguien normal por una vez!
Ruka: (voz irreconocible, fría, sin emoción)
—No eres digno de un enfrentamiento directo. Eres impulsivo. Torpe. Emocional. Como todos los que se creen héroes.
Lloyd se levanta, sangrando de un corte en la pierna.
Lloyd: (mirándola, furioso, jadeando)
—Puede que sea todo eso... ¡pero al menos no me escondo detrás de trucos baratos!
Ruka: (mirando fijamente a Lloyd mientras camina hacia él)
—Estás peleando con odio, Lloyd… Ese no eres tú. Tu esencia no fue creada para esto.
(Se detiene a pocos pasos de él)
—Pero quieras o no… ese poder que llevas dentro… te consume. Y lo seguirá haciendo… hasta que ya no quede nada de tu conciencia. Solo destrucción.
Lloyd: (se congela por un momento, respirando agitado, su espada temblando en su mano)
—¿De qué… estás hablando…? Yo no… yo solo quiero proteger a los míos...
De repente, se lanza hacia ella con furia, intentando cortar ese silencio con su espada. Pero Ruka levanta la mano con tranquilidad y un portal de cristal se abre entre ambos. Lloyd atraviesa el portal sin poder evitarlo.
Del otro lado, cae en un espacio distorsionado. Un reflejo del cementerio, pero al revés. El cielo es negro, las lápidas flotan al revés, y los árboles parecen llorar hacia arriba.
Lloyd: (jadeando, mirando a su alrededor, confundido)
—¿Qué es este lugar…? ¿Qué me estás mostrando?
Pero no tiene tiempo para pensar. En un parpadeo, regresa al mundo real, solo para recibir un golpe brutal en el estómago. El impacto lo deja sin aire, doblado en el suelo, jadeando.
Mientras tanto, con los demás…
Christian, Nathan y Vanessa están derribados por los ataques previos de Valrik. Ryan es el único aún de pie, tambaleante, frente al enemigo.
Valrik: (sonriendo mientras su cuerpo arde con fuego azul)
—Hola, fueguito… ¿Cómo estás?
Ryan: (con los puños cerrados, sudando, su llama temblorosa)
—No voy a… retroceder otra vez.
Valrik: (riendo)
—¿Miedo de que te pase lo mismo que la última vez? ¿No que eras tan valiente?
Ryan: (tragando saliva, tragándose el orgullo)
—¡Cállate!
Lanza varias bolas de fuego con desesperación. Las llamas anaranjadas son sofocadas instantáneamente por la aura azul de Valrik.
Valrik: (se lanza hacia él, sonrisa de depredador)
—Te falta convicción, chiquillo.
Ryan esquiva torpemente, solo movido por el instinto de no caer. Los otros chicos intentan reincorporarse.
Vanessa, desde el suelo, nota algo... algo extraño. Mira hacia la tumba central, cuya lápida ha sido destruida.
Vanessa: (en voz baja)
—No puede ser…
De la tumba sale una figura encapuchada: Kael. En su mano lleva un cristal brillante, que late con energía. Todos los presentes lo sienten.
Kael: (hablando con calma, como si nada)
—Ya lo tenemos.
Vanessa: (abre bien los ojos al ver el cristal, su voz se llena de urgencia)
—¡NO!
Se levanta con dificultad y se lanza contra Kael. Él solo gira un poco y la esquiva con elegancia, estrellándola contra la pared del sepulcro con un solo movimiento.
Kael: (poniendo su mano sobre el rostro de Vanessa con indiferencia)
—A dormir, niña...
Vanessa cae desmayada.
Nathan: (gritando con rabia, aún en el suelo)
—¡Dejen ese cristal, malditos!
Se arrastra para ponerse de pie, mientras Ruka deja a Lloyd inconsciente y se acerca a Kael y Valrik.
Kael: (con admiración en la voz)
—Miren nada más… qué hermoso es. Puedo sentirlo palpitar… como si supiera lo que viene.
Valrik: (cruzando los brazos)
—Bien. Vámonos.
Pero de pronto, una ráfaga verde de energía explota detrás de ellos, empujándolos unos pasos hacia adelante. Se giran.
Lloyd, sangrando y temblando, está de pie otra vez. Pero sus ojos ya no son azules: brillan con un intenso verde resplandeciente.
Valrik: (sorprendido, molesto)
—¿Todavía sigues de pie, rata?
Kael: (con una ligera sonrisa)
—Déjalo, no vale la pena…
Lloyd: (gritando, con la voz rasgada)
—¡NO SE IRÁN!
De inmediato, rocas del cementerio comienzan a levitar, orbitando a su alrededor en un torbellino verde. Las piedras se compactan, bloqueando las salidas.
Valrik: (viendo la formación)
—Eso… ¿eso lo hizo él?
Kael: (entre serio e intrigado)
—Vaya, niñato prodigio...
Lloyd: (jadeando, con el cuerpo al límite)
—¡NO VOY A DEJARLOS HUIR!
Valrik: (ya harto, su voz ronca)
—¡Basta de esto!
Se lanza a toda velocidad contra Lloyd. El chico responde con otro grito y ambos chocan puños, liberando una onda expansiva de energía esmeralda y azul.
Lloyd logra resistir el embate, pero está visiblemente más débil.
Kael, sin cambiar el tono de voz, dice:
Kael:
—Termina con esto.
Se une a Valrik y entre los dos golpean a Lloyd, combinando fuerza física y energía. El chico es derribado violentamente al suelo, escupiendo sangre.
Kael: (secándose las manos con fastidio)
—Listo. Vámonos.
Lloyd tiembla, pero vuelve a levantarse lentamente. Sus ojos parpadean entre el verde y su azul original.
Lloyd: (confundido)
—¿Qué… qué me está pasando?
Valrik: (mirando a Ruka)
—¡Tráelo ahora!
Ruka: (asintiendo en silencio)
Abre un portal cristalino enorme, de 2.5 metros. Justo cuando Lloyd se lanza para atacarlos otra vez… una ráfaga de Esencia Esmeralda surge del portal.
Lloyd: (saltando a un lado justo a tiempo)
—¡¿Qué demonios fue eso?! ¡Yo no… no lancé eso!
Nathan, Ryan y Christian, a lo lejos, lo ven con los ojos abiertos por el miedo.
Valrik: (calmo, pero amenazante)
—Queríamos dejar esto para después… pero no nos dejas en paz.
Lloyd: (sus ojos titilan de nuevo)
—No entiendo… ¿por qué… por qué siento que me deshago por dentro?
Del portal emerge algo que detiene la respiración de todos.
Un Golem de roca, más pequeño que los anteriores pero más robusto, con los ojos verdes brillando. Su pecho emite una luz de Esencia Esmeralda idéntica a la de Lloyd.
Lloyd: (mudo, con el corazón acelerado)
—Es… ¿es mi poder?
Kael: (con voz tranquila, como si explicara un experimento)
—Asertaste. Le dimos forma. No necesitas entenderlo todavía.
El golem se lanza hacia Lloyd, quien se protege con un escudo esmeralda. Pero la criatura lo sujeta con una mano, absorbiendo parte de su energía, y con la otra lo golpea directamente en el rostro.
Lloyd cae al suelo, inconsciente.
Ruka abre un nuevo portal. Kael, Valrik, Ruka y el golem cruzan, desapareciendo en el cristal.
Nathan, Ryan y Christian corren hacia Lloyd y Vanessa, respirando agitadamente, llenos de confusión y miedo.