Dilata reencarna en su primera vida, con recuerdos de la segunda. Hará de todo para poder tener una mejor vida y ser feliz junto a su hijo.
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Verdad.
Llevo una semana de haber conocido a Raina Baes y nos hemos hecho muy buenas amigas, incluso le presente a mis hijos.
Hoy tenemos planeada una salida a la calle comercial para pasar la tarde.
Los niños hoy se quedarán con Greta ya que con ellos salí ayer.
–Señora la princesa la espera abajo.
–Muchas gracias Greta, te encargo a mis hijos.
–Vaya tranquila señora yo los cuidare.
Beso la frente de mis hijos y salgo de la habitación, bajo las escaleras hasta llegar a la recepción de la posada donde se encuentra Raina.
–Buenos días princesa.
Hago una reverencia mostrando mi respeto por Raina.
–Buenos días señorita Dupeyrón.
–Es un gusto volver a verla princesa.
–Lo mismo digo señorita.
•••••••
–¿Es muy difícil ser una madre soltera?
–No en realidad, a las mujeres nobles en estos tiempos les cuesta ser una madre porque están más empeñadas en salir y elevar su reputación, en cambio las mujeres plebeyas no tienen ese problema.
–Mi madre nunca jugó conmigo en mi infancia, me cuidaba la nana mientras ella iba a sus fiestas de té.
–Es lo que digo, prefieren mantener sus conexiones a pasar tiempo con sus hijos –tomó un sorbo del té que me acaban de servir –Yo tengo mi negocio y también tengo que administrar mi hogar pero aun así tengo tiempo para cuidar y jugar con mis hijos, después de todo son mi motor en la vida.
–Eso es maravilloso –Raina mira su té de forma soñadora –En un futuro cuando tenga a mis propios hijos me gustaría ser más como usted.
–Yo creo que será una excelente madre.
En el capítulo extra donde se mencionan los cristales también se hace mención de la madre amorosa que es la princesa Raina y una excelente princesa heredera.
Continuamos conversando hasta que terminamos nuestros aperitivos, tomamos la decisión de salir a caminar por las calles del comercio.
Pasamos junto a un puesto que vendían joyas artesanales muy bonitas.
–Es lindo.
Tomó una pulsera de perlas blancas con la piedra verde en el centro, la pongo en mi muñeca y alejo mi mano para verla mejor, me gusta.
–Quiero esa pulsera y esos broches.
Señales los broches para cabello que están hechos del mismo material en formas de hoja.
–Se ve bien en usted.
–Muchas gracias princesa, yo creo que esto se ve bien en usted.
Tomó otro broche para cabello que está hecho de perlas blancas y piedras doradas, tiene la forma de una diadema pero para la parte trasera de la cabeza.
–¿Cuánto sería por todo?
–Cuatro monedas de cobre.
–Oh.
Es muy barato. Saco las cuatro monedas de mi bolsa y se las doy a la señora.
–Muchas gracias señorita.
–No es nada.
Me doy la vuelta para darle el broche a la princesa Raina cuando veo a alguien indeseable detrás de ella.
–Yo… yo me tengo que ir.
–¡Señorita Dupeyrón!
–Buenos días señorita Baes.
No puedo dejar que ella me vea, si lo hace mi vida tranquila se acabará.
Me detengo en la esquina de la calle en donde no me pueda ver, nunca esperé encontrarme con ella aquí y ahora, aunque sabía que ambos estaban en la capital.
Vincent y Elaria.
–Señorita Dupeyrón ¿Qué sucede?
–Lo siento Raina.
Una lagrima cae por mi mejilla y sin pensarlo dos veces abrazo a Raina.
–¿Estás bien?
En su voz se puede ver qué está nerviosa y también en las leves palmadas que da en mi espalda.
–Quiero ver a mis hijos.
–De acuerdo.
En el momento que llegó a la posada de inmediato beso y abrazo a mis hijos. Tengo que ser fuerte por ellos, no dejaré que nadie les haga daño.
–¿Me puedes decir que sucede?
Asiento con la cabeza antes de caminar hasta el bar de la posada, tomamos asiento pero no habló hasta que nos sirven algo para tomar.
Tomó un sorbo de agua para calmarme un poco, luego procedo a contarle mi historia.
•••••••••
Ahora mismo me encuentro de nuevo en el despacho del emperador, después de hablar con Raina dijo que me ayudaría pero nunca pensé que se refería a esto.
–Entonces señorita Dupeyrón mi hijo dijo que tenía algo que contarnos.
–Yo… no estoy segura de hacerlo.
Si hay un mal hábito que tengo es que cuando me pongo nerviosa juego con mis manos y no puedo parar de retorcer mis dedos.
–Empecemos por los niños que están en la otra habitación.
Esa es la voz del archiduque, que por alguna extraña razón hace que me calme.
–Son mis hijos y estoy en este imperio escapando de mi esposo.
–¿Escapando?
–Sí –suspiró armando el de valor –Me casé hace cuatro años enamorada de mi esposo.
–Pero ahora está huyendo.
–Él nunca me ha amado.
–¿Eso fue suficiente para huir?
–No, me culpaba por no poder conseguir el amor de la mujer que él quería –sonrió con ironía –Quede embarazada al poco tiempo de matrimonio por que él…
–Él ¿Qué?
Levantó la mirada al escuchar su voz, al mirar a Raymon él estaba con el ceño fruncido y parecía molesto.
–Él abusó de mí.
Aprieta tanto las manos que las venas de sus brazos resaltan.
–El abuso continuo junto con maltrató físico y verbal, hasta que un día golpeó a mi hijo también, tenía miedo de que lo pudiera matar así que días antes de que volviera de Rosel tome a mi hijo, un poco de dinero y huimos hasta llegar al pueblo de Iris.
–¿Volver de Rosel?
–Él vino a la fiesta del príncipe Jace.
–¿Cómo se llama en realidad?
–Dilara Melione Collins de McCurdy.
–¿Su esposo?
–El Duque Vincent McCurdy de Amberley.
–Ya veo –el archiduque se acerca a mi, se arrodilla y levanta mi barbilla –¿Por eso te escondiste ayer?
–Vi a su mejor amiga Elaria Morgan y ellos casi siempre van juntos, no puedo dejar que le haga daño a mis hijos, tendré que volver al pueblo hasta que se vayan.
–Yo creo señorita que es mejor que se quede aquí en el palacio por el momento y estará más segura.
no se arrepiente solo es su marido el dilema debería acabar con esa farsa ya que tiene apoyo así no va sola no le hará nada y este Raymond de todo por ella ya que puede ser que pronto haya bebe a bordo