¿EL PECADO ES EL ÚNICO CAMINO? UN AMOR PROHIBIDO NACIDO DE UNA MALDICIÓN...
Aiden, un hombre al borde de los cuarenta, huye con su sobrina y se convierte en el "conserje" de la mafia, limpiando escenas del crimen. Ambos esconden un oscuro secreto: son Shadowborn, seres mitad vivos y mitad muertos, destinados a procrear con sus propios sobrinos-tíos y así perpetuar una ancestral maldición. Aiden lucha contra el amor prohibido que su sobrina, de manera enfermiza, le profesa. Sin embargo, una amenaza los arrastra al "otro lado," un lugar donde un macabro juego podría otorgarles la libertad, pero a un precio que desafiará todos sus límites. ¿Será capaz Aiden acabar con la maldición? ¿Podrá liberar a su sobrina de aquel amor maldito entre ambos? ¿O vagarán en la oscuridad por toda la eternidad?
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CAPÍTULO 13
En efecto, así como había ocurrido con Solomon, luego de ser nuevamente examinada por el equipo médico y los policías, nadie le creyó lo que había vivido en ese infierno. Sintiendo una fuerte amargura provenir desde su corazón, intentó dormir un poco después de que la dejaran a solas.
No obstante, el zumbido constante de las luces fluorescentes en el techo, así como el calor blanco, así imposible que durmiera. Podía escuchar poco a poco como los latidos de su corazón aumentaban, a medida que sentía como sudaba pese al frío que hacía.
—¡Solomon!—Rosa gritó su nombre—¡Solomon!
La ansiedad comenzaba a apoderarse de ella, más aún cuando Solomon no escuchaba sus llamados. Comenzando a hiperventilar, provocando que el monitor comenzara a sentir su pulso acelerado, sentía como todo su cuerpo temblaba.
Temía volver al "otro lado", temía ser perseguida de nuevo por criaturas como las que la atacaron, le daba terror quedar atrapada allí para siempre, más aún estando embarazada. Llorando, tomando su cuello entre sus dos manos, como si el aire le faltara, estaba segura de que allí moriría.
Solomon, quien llegaba con una lasaña que le había comprado en la cafetería del hospital, en el primer piso, dejó de un lado la bandeja y corrió de inmediato a abrazarla. Acunándola con sus enormes brazos, comenzó a mecerla un poco, mientras le daba suaves besos en la coronilla de su cabeza.
—Shhh—susurró su esposo—¡Ya estás a salvo!
—Tengo miedo—lloraba sin poder cesar—¡No quiero volver!
Suspirando con pesadez, Solomon llamó a una de las enfermeras, pidiendo por favor que lo ayudaran a calmarse. El médico a cargo de su esposa, lo único que pudo hacer fue ordenar inyectarle un tranquilizante para así bajar poco a poco su ataque de ansiedad.
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Mientras el caos con Rosalyn ocasionaba que varias enfermeras corrieran a su habitación, una mujer con un buzo negro y gafas de sol salía de la habitación del ala geriátrica del hospital. No fue, sino hasta salir al vestíbulo de las habitaciones, que escuchó algo que le llamó la atención.
—Pobrecita—respondió uno de los auxiliares hombres—a saber si todo eso se lo ocasionó el doctor Solomon.
—¿Tú crees que él le haya hecho algo a su esposa?—preguntó otro compañero—aunque teniendo en cuenta que es la primera vez que vemos a su esposa, hay mucho misterio la verdad.
Intentando no levantar tantas sospechas, siguió caminando hasta una máquina expendedora de snacks, donde compró algunas cosas mientras afinaba sus oídos para seguir escuchando todo lo que pudiera.
—¿Solomon Valentine estaba casado?—preguntó Glorym desconcertada.
Con la cabeza gacha, metiendo algunas cosas en los bolsillos de su buzo, siguió caminando, esta vez más lento, rumbo a la habitación donde habían internado a su abuela. Desde que habían retrocedido tanto en el tiempo, quería aprovechar para estar al lado de esta.
Sin embargo, sabía que de alguna u otra forma debía ayudar a Aiden con su plan de venganza contra los Valentine. Todo había cambiado desde que lastimosamente, hacía quince días, la sobrina de este, Rosemary, había muerto en un accidente en Dublín.
Pero, hablando con Aiden, aún había probabilidades de que se repitiera el futuro y, para evitar que más víctimas inocentes como Rosemary sufrieran a manos de la secta, habían decidido unirse para hacer caer a aquella maldita familia de la cual provenían.
Aunque algo le parecía muy extraño, desde la primera vida que ella tuvo, hasta la actual, jamás había escuchado que el primogénito del líder del clan Valentine estuviera casado. Si sabía que tenía mujer, todas sobrinas de este, que cumplían su función como "concubinas".
No obstante, jamás había escuchado o conocido de que el futuro heredero del clan se hubiera casado legalmente con alguna mujer del clan. Y sí, querían descendencia, solo podía ser con aquellos que estaban bajo de la maldición.
Miembros externos como hijas o hijos de otras familias no valían, tenían que ser que compartieran lazos sanguíneos. A no ser que fueran personas como Aiden o ella: hijos ilegítimos que habían sido concebidos con mujeres que tuvieran algún antepasado Valentine, pero que no fueran por completo "puras".
—¡Emergencia en la habitación 506!—la voz de una enfermera la asustó.
Justo cuando estaba por marcar al celular de Aiden, varios miembros del personal médico entraron corriendo a la habitación de su abuela. Como si estuviera caminando en cámara lenta, derramando sin saber varias lágrimas reprimidas, su corazón se destrozó al ver como intentaban reanimarla.
Había perdido mucho por culpa del clan, a su madre, a su padre adoptivo, a sus hermanos, así como su vida. Huyendo para evitar seguir bajo la oscuridad de los Valentine, había dejado atrás a la única persona que le quedaba.
Por mucho tiempo deseó volver a verla, estar con ella así fuera unos instantes antes de su muerte, antes de que aquel maldito ataque cardíaco se la llevara. Pero por más que hubiera vuelto tanto tiempo atrás, no era suficiente consuelo para ella.
—¿Abuela?—preguntó con la voz llorosa.
—Hora de muerte, 14:30 P.M—dijo un médico—infórmenle a un familiar...
El hombre, al tener experiencia con las muertes, no se había inmutado por el reciente fallecimiento de la anciana; sin embargo, con lo que aún no había acostumbrado a liar era con la reacción natural de los familiares. Por eso, cuando la vio en la habitación, lo único que se limitó a hacer fue darle sus condolencias.
Una vez colocaron la sábana blanca encima de su cuerpo, todos se fueron para darle unos minutos de privacidad. Sin poder contener más su llanto, abrazó a su abuela, dejando escapar muchos de los miles de lágrimas que había estado reprimiendo.
Luego de unos minutos, se le fue informado que debían llevarse el cuerpo de su abuela, por lo que Glorym solo se limitó a apartarse a un lado y ver como sacaban en una camilla a lo único que le quedaba. Desde el extremo del pasillo, mientras se alejaban los auxiliares de enfermería, hizo una llamada.
—Aiden—habló Glorym.
—¿Ocurre algo?—preguntó al escuchar su tono de voz—¿Tu abuela?
—Te ayudaré—respondió con ira—definitivamente te ayudaré, la familia Valentine debe caer.
Un corto, pero incómodo silencio se escuchó por parte de Aiden, quien empatizaba un poco con la perdida que había sufrió Glorym. Sin más, fue directo al grano en lo que necesitaba que ella hiciera mientras él se preparaba.