En un futuro distopico, la humanidad vive bajo el yugo de un gobierno totalitario que controla cada aspecto de la vida. La protagonista, Elena, es una joven habil en el combate y la tecnología. Tras la captura de su hermano menor por las fuerzas del régimen, decide unirse a un grupo de rebeldes conocido como "los sombra"
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La estrategia de la resistencia
Los ecos de la batalla aún resonaban en la mente de Elena mientras se reunía con Axel, Maya y el resto del equipo en un lugar seguro, lejos de la plaza. Las luces parpadeantes de las linternas apenas iluminaban el espacio, pero la determinación en los rostros de sus compañeros era clara. La lucha por la libertad había tomado un giro significativo, y ahora debían ser más estratégicos que nunca.
“Necesitamos establecer una nueva estrategia. El régimen ha demostrado que no dudará en atacar a la resistencia. No podemos permitir que nos encuentren desprevenidos otra vez,” dijo Axel, su voz firme y decidida.
Elena asintió, sintiendo la urgencia de la situación. “Debemos reunir información sobre sus movimientos. Si podemos anticiparnos a sus planes, podremos desestabilizarlos desde dentro,” sugirió.
Maya, que había estado revisando un mapa de la ciudad, intervino. “He escuchado rumores sobre un nuevo cuartel general que han establecido. Podríamos infiltrarnos y obtener información valiosa sobre sus operaciones y líderes,” propuso.
La idea resonó entre los miembros del grupo. “Si logramos desmantelar su cadena de mando, podremos ganar una ventaja significativa,” afirmó Leo, quien había estado escuchando atentamente.
“Sí, pero tenemos que ser cuidadosos. La última vez que nos enfrentamos a ellos, fue una batalla intensa. Necesitamos un plan sólido,” dijo Axel, mirando a cada uno de los miembros del equipo.
Las horas pasaron mientras discutían y trazaban un plan. Elena tomó la iniciativa de asignar roles a cada miembro del equipo. “Maya y yo nos infiltraremos en el cuartel general. Necesitamos que otros mantengan la vigilancia afuera y estén listos para actuar si las cosas se complican,” explicó.
“¿Y si nos atrapan?” preguntó uno de los nuevos reclutas, su voz temblando. “No quiero volver a enfrentarme a esa situación.”
“Si todo sale bien, no habrá necesidad de preocuparse. Pero tenemos que estar listos para cualquier eventualidad. La clave es ser rápidos y silenciosos,” respondió Elena, sintiendo que la responsabilidad pesaba sobre sus hombros.
Con el plan en marcha, el equipo se preparó para la misión. Reunieron suministros, equipos de comunicación y todo lo necesario para infiltrarse en el cuartel general del régimen. La tensión en el aire era palpable, y cada uno sabía que estaban a punto de enfrentar un gran desafío.
Cuando llegó la noche, el grupo se movió con sigilo por las calles. La ciudad parecía diferente, llena de sombras y murmullos, pero la determinación de Elena y su equipo era inquebrantable. A medida que se acercaban al nuevo cuartel general, la adrenalina comenzó a fluir en su interior.
“Recuerden, una vez dentro, debemos mantener la calma y seguir el plan,” dijo Elena mientras se detenían frente al edificio. Las luces de vigilancia parpadeaban, y el sonido de las patrullas resonaba en la distancia.
Maya asintió, su mirada fija en la entrada. “Voy a desactivar el sistema de seguridad. Una vez que lo logre, podremos entrar sin alertar a nadie,” explicó, tomando un dispositivo de interferencia.
Elena sintió una mezcla de nervios y emoción mientras observaba a Maya trabajar. Con manos hábiles, Maya manipuló el panel de seguridad, y en un instante, las luces se apagaron. “¡Listo! Ahora, vayamos,” susurró, y ambas se deslizaron dentro del edificio.
El interior era oscuro y silencioso, y la tensión se sentía en el aire. Mientras avanzaban, Elena se dio cuenta de que cada paso las acercaba más a su objetivo. “Debemos encontrar la sala de operaciones,” dijo, guiando a Maya a través de los pasillos.
Al llegar a una puerta marcada con un letrero que decía “Sala de Control”, Elena sintió que su corazón latía con fuerza. “Esto es. Aquí es donde encontraremos la información,” dijo, y ambas se prepararon para entrar.
Con un empujón, abrieron la puerta y se encontraron con un grupo de oficiales del régimen discutiendo intensamente. “¡Rápido, escondámonos!” exclamó Elena, y ambas se ocultaron detrás de unas mesas.
Mientras escuchaban, pudieron captar fragmentos de la conversación. “La resistencia está más organizada de lo que pensábamos. Necesitamos redoblar nuestros esfuerzos y asegurarnos de que no se interpongan en nuestros planes,” dijo uno de los oficiales, su tono grave.
Elena se sintió aliviada y alarmada al mismo tiempo. “No se detendrán. Debemos obtener más información antes de que nos descubran,” susurró a Maya.
Justo en ese momento, uno de los oficiales se giró y miró en dirección a donde estaban escondidas. “¿Escucharon eso?” preguntó, y Elena sintió que su corazón se detenía.
“¡Salgan de aquí!” ordenó un oficial, y el caos estalló. Elena y Maya salieron corriendo de su escondite, tratando de escapar de la sala mientras los soldados comenzaban a avanzar hacia ellas.
“¡Rápido, hacia la salida de emergencia!” gritó Elena, mientras ambas se lanzaban por el pasillo. El sonido de pasos resonaba detrás de ellas, y la adrenalina las impulsaba a moverse más rápido.
Lograron llegar a una puerta de emergencia, y Elena la abrió de un empujón, saliendo al aire fresco de la noche. Sin embargo, sabían que no estaban a salvo. Los soldados del régimen estaban cerca, y debían actuar con rapidez.
“¡Maya, necesitamos cubrirnos!” dijo Elena, buscando un lugar donde refugiarse. Se adentraron en un callejón oscuro, tratando de recuperar el aliento y formular un nuevo plan.
“Esto no ha salido como esperábamos,” dijo Maya, su voz temblando. “No podemos volver a la base sin la información.”
“Podemos hacerlo, solo necesitamos ser más astutas,” respondió Elena, sintiendo que la determinación volvía a surgir en su interior. “No podemos rendirnos ahora. La resistencia depende de nosotros.”
Mientras se escondían, Elena revisó el dispositivo de comunicación que habían traído. “Si logramos enviar un mensaje a Axel y los demás, podrían venir a ayudarnos,” sugirió.
Maya asintió rápidamente. “Hazlo. Yo vigilaré el área y te avisaré si veo algo sospechoso,” dijo, tomando posición en la entrada del callejón.
Elena se concentró en enviar un mensaje a su equipo, explicando que habían obtenido información valiosa, pero que necesitaban apoyo urgentemente. Mientras escribía, el sonido de pasos resonó en el callejón, y la tensión aumentó.
“¡Rápido, Elena!” susurró Maya, y ambas se escondieron detrás de unos contenedores de basura, conteniendo la respiración mientras los soldados del régimen pasaban cerca de ellas.
La tensión era insoportable, pero Elena sabía que debían mantener la calma. “Esto no ha terminado. ¡No podemos rendirnos!” pensó, sintiendo que la esperanza aún ardía en su corazón.