La juventud es la etapa de nuestros mayores miedos, pero también de nuestros más escandalosos amores.
¡Ven y acompañame en esta historia donde la religión y el amor hacen estragos!
NovelToon tiene autorización de Miguel Antonio Alba La O. para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Es imposible...
Dos días trascurrieron hasta el domingo si contaban el fatídico viernes.
El culto de los jóvenes de la tarde se sentía algo tenso. Diana y Naomi estaban sentadas juntas y le habían dejado un espacio a Daniela pero este fue tomado por Gabriel.
El chico las saludó a ambas, pero Diana viró el rostro y rogándole a Naomi la puso de por medio cambiándose de lugar, utilizando a su amiga como una pared divisoria entre ella y el cínico de Gabriel
-¡Ahora decides no hablarme! – Masculló él cruzándose de brazos y poniendo una sonrisa arrogante – muy bien cariño…
Pero la tarde no trataba de ellos dos esta vez.
Algo rompería los estereotipos y dimensiones ese domingo. Algo le sucedería a una chica que hasta ahora no había entrado completamente al tablero de ajedrez.
Daniela hizo aparición con su calma habitual por detrás de los bancos. Muchos dirían que era un exhalo en vez de una persona. Aparentemente era una chica menuda y débil. Pero lo que perdía en peso lo ganaba en sabiduría. Se sentó justo al lado de Gabriel y para sorpresa de él, la callada muchachita afirmó:
-¿Dónde ha quedado el verdadero? – susurró ella y él supo inmediatamente que era con él cuando advirtió los ojos fríos y templados de Daniela…
Penetrantes y transparentes sobre su persona. Esos ojos eran una señal de que desaprobaba su actitud.
-No te entiendo, habla más claro hermanita – Gabriel tenía la costumbre de decirle hermanita a Daniela
Daniela puso el rostro al frente dejando de mirar a su por ahora perdido amigo. Lo veía. La vida de su pequeño hermano pendía entre la delgada línea de la verdad y el error con respecto a ese amor despertado demasiado temprano.
Elizabeth llegó más tarde sentándose al lado de Diana muy a su pesar. Era muy evidente que los cinco estaban batallando cada uno su guerra: una guerra de dimensiones en la que cinco almas se conectaban como una sola.
Pero en ese día algo extraño sucedió. En el medio de las adoraciones Daniela sintió el inoportuno deseo de subir las escaleras que daban al tercer piso desde donde se veía la ciudad completamente. Se excusó con sus amigos y siguió su corazón.
Subió las escaleras escuchando en su plenitud la canción de Marcela Gándara: Dame tu parecer.
Esa letra le encantaba le recordaba su don y porque había sido salvada por el Señor. A cada rato recordaba que todo lo que era, lo era por Jesucristo.
Pero no estaba lista para que otra persona estuviera allí. Su corazón, su alma y espíritu la habían guiado hacia una persona. Solo tenía la visión de su espalda. El desconocido admiraba al parecer con ojos distraídos, la magnífica vista del pueblo. Ella quiso retroceder pero luego impulsada por la curiosidad se situó al lado del desconocido.
-No te parece inusual y precioso – dijo el muchacho todavía sin revelar quién era.
Daniela todavía confundida pronunció:
-¿Me hablas a mí o simplemente hablas para ti mismo? –
Ella no podía entender y sabía misteriosamente que ocultaba una sonrisa. Ahora para sorpresa de ella si la miró fijamente, revelando una hermosa dentadura que compensaba con unos bonitos ojos marrones.
Supuestamente eran los más comunes de la tierra, pero ella se hallaba absorta en comprobar si eran reales esos ojos.
-Sí, te habló a ti totalmente – dijo él con diversión en la voz
No lo entendía como había llegado hasta esa situación. Ella creía que encontraría a un ángel; que oiría una voz del cielo. En vez de eso se encuentra con un muchacho un poco salido de sus cables.
Daniela de repente sintió un calor recorrer su corazón y una corriente eléctrica sacudió totalmente su ser. Se vio en la situación de escuchar la misma voz de Dios que le decía que hacer; sin saberlo siquiera abrió su boca y salieron las palabras sin ni siquiera pedirlas:
-Por qué me dejaste Lesder, es acaso tu Dios tan pequeño que has tenido que ir a lugares extraños a saciar las penas de tus lágrimas – Daniela tenía los ojos cerrados y hablaba con potencia
– Has conocido tú mis planes, para que vengas y blasfemes contra tú Dios, he aquí te mando que calles; tus padres, tu casa, tus bienes. Todo está en mis manos sin que falte nada. Pues yo me levanto para darte respuesta por medio de mi sierva. Oye y escucha, deja tu rebelión sin sentido.
Cuando todo terminó la chica abrió los ojos sintiendo un leve mareo. Nunca le había pasado eso, era la primera vez que algo de esa forma marcaba su vida.
Por su parte Lesder estaba mudo y su sonrisa ahora era rabia contenida. Estaba en una situación difícil, sus padres pendían en un hilo del divorcio, todo en su escuela era un desastre, sus amigos le habían demostrado lo que daban realmente.
Daniela cada vez más confundida le preguntó:
-¿Por qué Dios te dijo eso? ¿Quién eres? – preguntó ella agobiada
El más airado por momentos pasó por su lado no sin antes decirle.
-¡Aléjate de mí profeta!, ¿quieres saber quién soy? Pregúntale a todos aquellos que me dieron la espalda.
-¡Espera yo no soy!…
Pero él la dejó con las palabras en la boca. Buscó en su mente alguien parecido pero no lo encontró
¡Qué diantres pasaba!