Venciendo El Pasado

Cuando Camila salió a la puerta para saber quién tocaba con tanto ímpetu, ella no regresó. Por qué no lo hizo? Porque los nuevos visitantes le hicieron señas con sus dedos, para que se quedara en silencio. La adolescente inmediatamente se prestó para la sorpresa, y en vez de entrar, cerró la puerta y se quedó del lado de afuera de la casa.

A los segundos, nuevamente tocaron a la puerta con fuerza. Los presentes en la sala se miraron unos a otros, sin entender nada. Esta vez dijo Ernesto, tranquila Maried, yo voy. Pero pasó exactamente lo mismo. Ahora eran dos los hermanos que habían salido sin regresar. Al igual que la anterior, cerraron la puerta y tampoco entró. Afuera tenían una dulce complicidad para sorprender a su hermana mayor.

Por tercera vez tocan a la puerta, con golpes fuertes y continuos. Ante la situación salió Maried y detrás de ella el resto de sus hermanos, sus padres, sus amigas y los padres de María, es decir, todos salieron con ella para ver qué estaba sucediendo afuera.

Al abrir la puerta Maried no podía creer lo que estaban viendo sus ojos. Se trataba de la señora Melimar y su esposo Mervin y un joven, que supongo que es el hijo. Además, estaban Camila y Ernesto y, en medio de todos ellos había un regalo inmenso, como el tamaño de una persona. Ella, al ver la alegría de la paciente, salió, la abrazó y le dió las gracias por recordar su cumpleaños.

Seguidamente, los invitó a pasar. Entre Ernesto, Vicente, Santiago (sus hermanos) y José (el hijo de la señora), metieron el regalo para la sala de la casa.

Estando todos adentro, también les sirvieron paella y ensalada y se disponían a almorzar juntos, como una gran familia, unidos todos por el profundo amor que sentían hacia la cumpleañera, y al agradecimiento que cada uno tenía por ella. Pero comenzaron a gritar a una sola voz: "que lo abra, que lo abra, que lo abra". ¿Y qué crees que hizo Maried? Pues si!. Corrió hasta donde estaba el regalo y lo abrió.

Al levantar la tapa pudo observar que no era un solo regalo, había muchas cosas en aquella gran caja que nombraré a continuación:

Lo primero que sacó fue una caja pequeña. Qué emoción sentía María y sus hermanos! Ellos dejaron la comida en la mesa, mientras acompañaban a su ángel de la guarda a abrí sus regalos.

Ella, con mucha delicadeza quitó el lazo y allí estaba, un tensiómetro nuevo, en su caja. Continuó sacando: había un (1) glucómetro, un termómetro, dos (2) estetoscopio, un (1) equipo de ORL, un (1) equipo de sutura, una (1) caja de guantes, un (1) oxímetro, tres (3) uniformes totalmente nuevos, con sus etiquetas aún, cuatro (4) uniformes con poco uso, tres (3) pares de zapatos deportivos, una (1) caja de cuadernos, algunos libros de medicina, marcadores, bolígrafos, carpetas, una (1) pequeña pizarra acrílica, un (1) radio 📻 y lo último que estaba en la caja era un (1) celular. Todos estaban gratamente sorprendidos. Maried fue hasta donde estaban ellos, los abrazó y les agradeció.

Y Por qué tantos regalos para mi hija, replicó Zaydana la mamá de la cumpleañera con asombro, a lo que respondió Melimar: "lo que pasa es que yo fui hace tres (3) días a aperturar la historia médica en el hospital; llegué allá derrotada, destruida y sin ganas de vivir y quien nos recibió fue su hija. Ella habló conmigo y logró que yo saliera de la fosa en la que estaba sumergida porque mi hija de 19 años murió hace poco tiempo. La mató un carro cuando iba saliendo de la universidad, y en agradecimiento a Maried por lo que hizo con nosotros, le trajimos de regalo todas las cosas de mi hija, las nuevas, y también las usadas. Y se dirigió a la cumpleañera diciéndole: en aquella bolsa está toda la ropa de mi hija, ropa casi nueva y de marca, esperamos que te guste y que la uses. Y también trajimos un regalo para toda la familia, era una compra de comida, en la que venía de todo.

Maried con toda su familia: Eudin y Zaydana (sus padres), Ernesto, Vicente, Santiago, Camila y Bárbara (sus hermanos), Pili, Wendy y María (sus amigas) y los padres de María aplaudían y celebraban la gran sorpresa que había recibido esa joven de tan sólo 20 años, que tanto bien les seguía haciendo a cada uno de los presentes.

Y no sé si a ti te pase, pero cuando damos algo desde lo más profundo de nuestro corazón con alegría y sinceridad, la vida te lo devuelve con creces, es algo así como un Boomerang, que sale de ti y regresa a ti.

Y es que cuando sembramos amor, cosechamos amor, si sembramos ternura, eso recogeremos, pero si sembramos odio, discordia y división, de eso segaremos. Por eso es tan importante sembrar en buena tierra, porque así cosecharemos frutos al ciento por uno.

Maried toda su vida sembró amor, lealtad, pureza, ternura, amistad, fraternidad, esfuerzo, trabajo, tesón, servicio... No podía cosechar cosas malas, habiendo de por medio, tantos valores buenos.

Te invito, a que al igual que ésta dulce chica, también puedas sembrar de todo lo bueno que tienes, y no me refiero únicamente a lo material, sino a los valores, que si se quiere, son más importantes. Nada nos cuesta acompañar al que se encuentre con miedo, ni ayudar a cruzar la calle a un ciego, ni levantarme para darle la silla en un bus a un anciano, ni tenderle la mano al que esté caído para levantarlo. Si no lo has hecho, hazlo, disfruta el momento, y verás como la vida te compensará por la buena obra que has realizado.