JADE

Los días pasaron y en poco tiempo había pasado una semana desde la última vez que vio a Braxton. Jade no quería mirar la hora. Lucille estaba hablando de su fin de semana con su marido y sus hijos. Jade trató de mantenerse concentrada, asintiendo y sonriendo, siendo la empleada amable que se interesaba por la vida social de su jefe. Pero no podía dejar de pensar en Braxton.

Ella no había vuelto al bar. Una parte de ella no quería hacerlo, en caso de que él no apareciera.

Esto fue tan estúpido. Finalmente le dijo su nombre y ahora ella no tenía idea de dónde estaba. Braxton había puesto fin a esto, y ahora todo había terminado.

Se pasó una mano por la cara y trató de despejar la niebla de su mente. No, todavía había bastante niebla allí arriba.

“¿Qué opinas?” -Preguntó Lucila.

Apretando los labios, se volvió hacia Lucille y sonrió. “Lo siento mucho. No te escuché”.

“Estás actuando muy extraño hoy, ¿estás bien?” Lucille extendió la mano y se llevó una mano a la mejilla.

“Estoy bien.” Ella no se apartó. No iba a decirle a su jefe que suspiraba por un hombre que tal vez ni siquiera existiera. “Simplemente ha sido un día largo. Estoy un poco cansada, eso es todo”. Forzó una sonrisa que no sentía.

“Bueno, si no te sientes bien, házmelo saber y encontraré a alguien que te cubra. Sabes que no has tenido muchas vacaciones desde que empezaste a trabajar para mí.

Jade no había querido irse de vacaciones. Al principio, era porque estaba de luto por sus padres, y el tiempo a solas la hacía pensar en ellos. Extrañarlos constantemente no ayudó a que el alma sanara. Trabajar ayudó.

Y además, no había ningún otro motivo para tomarse unas vacaciones. Debió haber usado un par de días a lo largo de los años cuando se enfermó gravemente, pero eso fue todo. Aparte de eso, no se tomó ningún tiempo libre. Trabajar constantemente la ayudó.

Sintió que necesitaba trabajo ahora más que nunca porque tenía la sensación de que Braxton se había despedido en el momento en que le dijo su nombre.

“Estoy bien. Estaré bien y te veré mañana”.

Lucille asintió y, después de que la tienda cerró, Jade esperó a que su jefe se fuera antes de dar el primer paso para alejarse de la tienda. En el momento en que lo hizo, suspiró aliviada. Esta vez no regresó directamente a su apartamento. Antes de salir a trabajar esta mañana, notó que el refrigerador estaba casi vacío y necesitaba volver a llenarlo.

Tuvo que hacer una parada rápida en el supermercado. Por lo general, le gustaba comprar en el supermercado, pero por alguna extraña razón, hoy no parecía un buen día. No pudo evitar mirar constantemente a su alrededor para ver si Braxton estaba al acecho, observándola. Él había admitido haberla espiado, por lo que tenía que haber una posibilidad de que todavía lo hiciera.

Jade no sabía si era una ilusión o no. Quería imaginar que él no se había divertido y se había ido. Sabía que los hombres lo hacían todo el tiempo. Ella nunca lo había experimentado, porque ser virgen requeriría que un hombre la deseara. Ella nunca había tenido eso hasta Braxton, pero parecía ser fugaz de su parte.

Al entrar al supermercado, no escuchó el zumbido habitual en el momento en que pisó las luces fluorescentes. Se sentía vacía por dentro.

Esto fue una locura. No era como si conociera tan bien a Braxton. Podría ser un asesino en serie, un monstruo. En realidad, ella sintió que eso era exactamente lo que él era, considerando que el cuerpo de su atacante fue encontrado en ese mismo callejón.

Cualquier persona normal habría llamado a la policía. No ella.

Ni siquiera quería pensar en lo que sus padres pensarían de ella en ese momento.

Mientras caminaba por el supermercado, Jade compró algunas verduras frescas, un par de trozos de pollo, algo de cerdo y luego algunos camarones para la semana. Miró la sección del congelador y arrugó la nariz. Cualquier inspiración que tuviera para cocinar ya no existía.

Después de pagar, caminó hasta su casa, siguiendo las luces de la calle. Siempre estaba muy oscuro cuando caminaba a casa. Había podido soportarlo, imaginando que Braxton la estaba siguiendo. No tenía por qué importar. Ella era una niña grande y podía manejar esto sola.

Al regresar a su departamento, cerró las puertas, fue directamente a la cocina y comenzó a preparar la comida que guardaría en el congelador. Ella prefirió hacer esto. Su madre siempre le decía que era mejor refrescarse y prepararse para el congelador que depender de otros para hacerlo. Una vez más, no discutió con su madre.

Después de preparar la comida, se mordió el labio inferior y luego, sólo para ver si él estaba allí, entró en la sala principal y encendió la luz. Miró hacia la silla donde él había estado antes, esperando que ella llegara.

Estaba vacío. Por supuesto sería. Braxton tenía mejores cosas que hacer.

Ella no lloraría. Ninguno de los dos se había hecho ninguna promesa, así que no se perdió nada. Ella estaría bien.

Al regresar a la cocina, Jade se decidió por un sándwich de mantequilla de maní para comer. Ella ya había perdido el apetito.

A pesar de que había tratado de no depender de Braxton, o incluso esperar que él llegara, al menos había comenzado a tener esperanzas de que él estuviera allí. No sabía qué era peor : no confiar en él o esperar que apareciera.