Casada Por Mí Reino.

Capitulo 13  : El regalo de cumpleaños. 

El mundo de Sol se había tranquilizado cuando las tareas urgentes avanzaron y se cristalizaron. El muelle ya fue pintado por su excelente asistente Vivet, había en algún lugar de la costa una carabela que se estaba terminando de construir para su comercio de aceites; el camino, antes lodoso, desde el castillo a la playa se había mejorado y ahora en muy poco tiempo podía correr con su negro corcel y estar allí en un instante.

 Había nuevas plantaciones de girasol en toda la extensión del Principado. 

Gordon había mejorado las caballerizas y sus yeguas incluso habían dado crías. 

Ese día fue a la aldea en una renovada carreta a realizar las compras. Cómo siempre la acompañaba su perro. El maestro le había redactado un documento para la anulación de su acuerdo nupcial que debía enviarse para la firma real. En realidad, lo suyo, jamás fue un casamiento.

 Pero su arruinado reino había mejorado mucho económicamente y debía resguardar sus posesiones. 

– La verdad es,  Sol Lisbeth, el contrato que realizó Drago de Escitia, fue cumplido en todo por él. Puede exigirte él o sus descendientes el setenta por ciento del valor económico de todo el reino. – dijo el maestro. 

– ¿Cómo  sus descendientes?-- respondió Sol. 

– Al no consumar el matrimonio, este ya no tiene valor. El pudo haberse casado y tener hijos. Pero aún queda el contrato.Y el contrato aún tiene vigencia. –

– Pero por el contrato Drago debía pagar todas las deudas de Alubia y no las pagó.Debes sacar las cuentas, porque aquí se debía mucho dinero.-

– Haré las cuentas. Lleva al vocero del rey la anulación del matrimonio para que el soberano la firme. Iremos un paso por vez. Eso es lo más importante. Tarde o temprano deberás casarte y tener tus hijos. Ya tienes 23 años. 

Sol Lisbeth salió pensativa ese día a la Aldea, recogió sus vestidos y zapatos nuevos y  regalos para Yuni, el nieto de Mariusa. 

No solía comprarse nada para ella pero al otro día era su cumpleaños y Vivet y Gordon habían preparado una gran comida en el patio del castillo con visitas de compradores de aceites y amigos del condado. 

Luego fue hacia la sede del rey, donde un escriba legalizado llevaba los documentos para registrar la firma. 

Se llamaba Morgan y era un lindo joven. Alto, bien plantado y de hermosa sonrisa. Sol Lisbeth ya lo conocía. Ahora lo miró más detenidamente. Quizás ese joven escriba podría ser su futuro marido y casarse con ella. Debía establecerse personalmente, su maestro ya se lo había dicho. 

Morgan, el escriba, reaccionó a su mirada y se puso a coquetear un poco con ella. Sol no sabía si este chico serviría como marido, o quizás Vivet, pero Vivet era como un hermano mayor, se dijo.

 Invitó a Morgan a la comida en su casa y salió apresurada. 

Morgan salió a la puerta del escritorio y le agradeció con grandes gestos su invitación.

Con la carreta llena de compras volvió al castillo. 

En el camino pensó en las palabras del Maestro, si no fuera por aquellos besos podía olvidar fácilmente a Drago de Escitia. Pero aún tenía esos besos en su mente y no sería fácil sacarlos de allí. 

– Solo es porque no he besado a nadie – se dijo. Todos los hombres deben besar igual. 

Sol Lisbeth había pasado una adolescencia y juventud temprana con mucho trabajo manejando hombres y su carácter se había moldeado a dar órdenes y hacer cumplir tareas. Nunca pensamientos románticos como los de su hermana de leche, que vivía escribiendo poemas y pensando en sexo con Rumi. 

Quizás debería ser también coqueta mañana en su cumpleaños con Morton, Vivet y Castelo. Castelo era el vendedor de vasijas y tenía una fábrica importante. 

Tendría que consultar con el maestro. Él elegiría a alguien adecuado para ella. 

Casarse, procrear uno o dos hijos y seguir trabajando en sus tierras. 

Castelo no serviría. Era viudo y no tuvo hijos en su matrimonio. Quizás no podía tenerlos.Tendría que ser Vivet o Morton. 

Buscando marido en su mente Sol llegó con su perro al castillo y a los gritos hizo sacar las mercaderías de la carreta. Extendió su vestido y se probó sus zapatos nuevos. Eran de cuero suave pero los que le fabricaba Rumi con pieles de liebres eran más cómodos. 

Luego se fue a bañar y miró su cuerpo desnudo en el espejo. 

Soy muy delgada – se dijo. Tendré que comer más y trabajar menos para engordar algo y conquistar a un hombre. 

Otra vez su recuerdo fue a Drago de Escitia y el momento que la levantó solo con un brazo para besarla antes de la batalla.

– Seguro está casado el muy maldito – se dijo. 

Vió al maestro y le espetó :

– Morton el escriba del rey o Vivet mí ayudante, elige maestro – 

– ¿Qué elija para que?-- dijo asombrado.

– Para casarme y tener hijos. – respondió ante el asombro del anciano. 

Cansada de pensamientos agobiantes pidió a su madre Artemisa que le consiga un novio como regalo de cumpleaños. Y luego se durmió. 

El día siguiente amaneció con buen tiempo. Todos sus siervos se acercaron a saludarla por su cumpleaños.  De la plantación comenzó a llegar la gente para los festejos. Su madre de leche caminaba lentamente escoltada por su hermana y Rumi. El pequeño bebé  feliz en sus brazos. 

La servidumbre ya colocaba las mesas y su mejor vajilla para el almuerzo. Muchos ramos de flores adornaban los blancos manteles. Ella terminaba de colocarse su vestido nuevo y sus zapatos. 

Entonces escuchó a Vivet. 

– ¡Princesa Sol Lisbeth! ¡Debe ir a la playa ya mismo!--

Supo que su carabela estaba pronta y calzó sus molestos zapatos. Corrió por el patio y montó un salto en su caballo. 

Llamaría a su carabela Artemisa. - pensaba cuando cabalgaba rápidamente al muelle. 

De golpe sus ojos vieron la bandera de Escitia en el barco. 

Y en el muelle a Drago.

Detrás de él bajando del barco a unas personas. Un hombre importante junto a una señora. Supo que era su madre por el parecido a Tinha. También estaba la niña, un joven alto y apuesto y una jovencita muy bonita.

– Sol Lisbeth.. dijo Drago mirándola intensamente. 

– Drago de Escitia – repitió Sol. 

Los ojos de ambos estaban pegados en una mirada profunda y hermosa.