La vida de Enzo y Lori se cruzó con un lamentable accidente, sin saberlo una amistad cimentada en un secreto los lleva por caminos parecidos. Enzo es la estrella de baloncesto de la escuela, guapo y destinado a la grandeza. Lori, una artista apasionada, la sombra que siempre lo sostiene, la única que conoce la verdad detrás de su arrogancia. El mundo de Lori ha girado en torno a Enzo, alimentando un amor silencioso e incondicional.
Enzo y Lori es una historia sobre la redención, el verdadero significado del amor incondicional y la dolorosa verdad de que, a veces, la persona que más amas es la que más te ciega.
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Secreto no revelado
Enzo, a lo lejos, vio a Lori salir corriendo, su instinto fue seguirla. No entendía qué había pasado, pero Irina lo detuvo
—¿Qué sucedió? —preguntó Enzo, frunciendo el ceño.
—¿De qué hablas? —respondió Irina, con una sonrisa despreocupada, entrelazando su brazo con el de él.
—Me parece haber visto a Lori mal —insistió Enzo, su mirada todavía fija en la dirección donde Lori había desaparecido.
—Cariño, debes haber visto mal —dijo Irina con suavidad, acariciando su mejilla—. Ella está concentrada en su trabajo, tiene tanto por hacer. No debemos quitarle más tiempo.
Irina le dio un beso a Enzo, un beso largo y apasionado que lo dejó sin aliento, disipando sus dudas por un momento.
—Vayamos a comer, tengo muchísima hambre —propuso Irina, tirando ligeramente de su brazo.
Enzo tomó de la mano a Irina, su preocupación por Lori se desvanecía lentamente ante la presencia cautivadora de su novia, y ambos se alejaron, dejando el pasillo silencioso a su paso.
Mientras tanto:
Ron consolaba a Lori, quien ya se había metido al baño para lavarse la pintura que se había manchado por el accidente. El agua fría caía sobre sus manos y su rostro, pero no lograba calmar el ardor en su pecho.
—Lori, ¿estás bien? —preguntó Ron, asomándose en el umbral del baño, con un tono de voz suave y preocupado, ella no respondió, solo se quedó de espaldas, con los hombros temblando por los sollozos reprimidos.
Él no tenía idea, nadie, absolutamente nadie, tenía la menor pista del dolor que le había causado Enzo tres años atrás. No sabían del terrible accidente que le robó su futuro como gimnasta, ni de las múltiples fracturas que la obligaron a cambiar de vida por completo, abandonando sus sueños. Lori, por su parte, nunca se lo había dicho a nadie. Nunca lo culpó, ni una sola vez. En su lugar, lo había perdonado en silencio, lo había visto crecer y, sin darse cuenta, en medio de ese perdón y esa admiración silenciosa, se había enamorado perdidamente de él.
Al ver a Enzo feliz con Irina, riendo y caminando juntos por el pasillo, ajenos a su sufrimiento, Lori se dio cuenta con una amargura punzante de que su momento había pasado, ya no eran los inseparables amigos, ahora Enzo compartía su felicidad, sus risas y sus momentos más íntimos con otra mujer, la mujer que, según él, amaba. Las palabras de aliento que ella misma le había dado para que se acercara a Irina ahora se sentían como una puñalada helada en el corazón. Ella lo había impulsado, con sus propias palabras, hacia el abismo que la dejaría sola.
Cuando Ron finalmente logró que ella saliera del baño, su rostro estaba pálido, surcado por las lágrimas secas, y sus ojos, hinchados y rojos, apenas podían ocultar el dolor.
—Estoy bien, solo me sentí un poco mareada —mintió Lori, con la voz apenas un susurro que intentaba sonar convincente.
Enzo, que no se quería quedar con la duda, dejo a Irina unos minutos argumentando que debía volver por su cartera, se acercó al salón de arte justo cuando Lori salía del baño y Ron le extendía un pañuelo desechable.
Enzo no sospechó nada, Lori se veía bien por lo que su mente se dirigió a su próxima cita con Irina, la mujer de su vida, como muestra de su afecto le dio un abrazo rápido, casi superficial, apenas rozándola. Irina tenía razón, Lori se encontraba bien, o eso parecía a sus ojos distraídos.
—Tengo que irme. Irina y yo vamos al gimnasio —dijo Enzo, soltándola rápidamente y girándose para irse.
Lori solo asintió con una débil sonrisa, una expresión que apenas cubría la profunda herida, la última gota de esperanza que le quedaba se había esfumado, disuelta en el aire como una promesa rota.
Al verlo alejarse, sintió un vacío inmenso y se dio cuenta de que lo había perdido, no solo como amigo, sino como el amor de su vida. Se sentía vacía, desolada, pero una parte de ella, la parte que amaba sin condiciones, sabía que su amor era tan grande, tan puro, que prefería verlo feliz, aunque fuese con alguien más.
Ron se quedó mirando la escena, molesto, con los puños apretados a los costados. Estaba a punto de contarle todo a Enzo, toda la verdad sobre el accidente y los sentimientos de Lori, pero ella, con un gesto rápido y desesperado, lo detuvo, sus ojos suplicantes le pedían silencio.
ahora sí me quedé sorprendida el amor de Lory siempre fue Ron 👏👏👏👏👏
Lory merecía esa felicidad me encantó la novela 🥰
ese final está buenísimo es inesperado Ron siempre estuvo ahí
que viva el amor verdadero ☺️