El mal ronda en cualquier lado, tienes que ser cuidadoso y desconfiar, una vez que te atrapa, es difícil que te suelte.
Nuestros protagonistas se verán obligados a enfrentar sus peores miedos y a luchar por sobrevivir y proteger a su pequeña familia ante una presencia sobrenatural que parece estar determinada a destruirlos.
La historia explora temas de miedo, supervivencia y la naturaleza del mal, mientras que Elizabeth y Elías se ven obligados a tomar decisiones difíciles para sobrevivir, ¿Podrán superar está situación?
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CAPITULO 12
Nos fuimos caminando de regreso a casa, Tomás estaba en los brazos de su padre, Elías caminaba en silencio con los ojos puestos en el camino; De solo saber que debíamos regresar a ese lugar, mi cuerpo se erizó por completo, iba inmersa en mis pensamientos, que no escuché que Elías me llamaba.
-¡Cariño!-- me llamó en un tono alto, yo puse toda mi atención en él.
- Lo siento, tengo la cabeza en otro lado -- le expliqué -- dime --
- Sostén al niño, voy a hacer una llamada -- me pasó a Tomás, mi niño se aferró a mi cuello, mientras Elías se alejó un poco de nosotros y habló por unos minutos, luego regresó.
-¿Está todo bien?-- le pregunté.
- No nos quedaremos en esa casa hasta que todo esté más tranquilo, no pienso arriesgarlos más -- me dijo con determinación-- te voy a esperar con Tomás en el auto, tu entras y preparas una maleta para todos con lo necesario -- me dijo, le entregué al niño y entré a la casa, que estaba rodeada de un ambiente tenso que se podía palpar.
Reuni la valentía suficiente para entrar, tan pronto abrí la puerta, subí las escaleras a toda velocidad, entré a la habitación de nosotros y saqué un equipaje, allí agarré lo necesario, luego caminé a la habitación de Tomás, abrí su closet y agarré un par de camisetas, ropa interior, medias, sus zapatos y pantalones, además de su uniforme y útiles, estaba terminando de sacar algunas cosas, cuando algo agarró mi mano dentro del closet.
¡NO SE PUEDEN IR!--- una voz gutural salió del interior, jale mi mano con toda la fuerza que tenía, aquella cosa me soltó de inmediato, cogí la maleta y salí corriendo de esa habitación, no me di cuenta que Max estaba debajo de la cama de Tomás, yo lo llamé y el salió atrás de mi.
Al llegar al primer piso, las luces que había dejado encendidas, comenzaron a parpadear, aún así, como pude, fui al comedor, tomé mi laptop junto con el cargador, luego busqué los documentos y dinero que teníamos en la cómoda, además guardé la comida de Max y me dirigí a la salida, agarré la manija para abrir la puerta, pero estaba no giraba, estaba atorada, en medio de mi desesperación, comencé a tirar de ella con brusquedad, pero la puerta no se abría.
-¡AMOR, NO PUEDO ABRIR!-- grité con todas mis fuerzas, rogándole a Dios que la puerta se abriera y pudiera salir de ese maldito lugar.
El perro comenzó a ladrar hacia las escaleras, mi desespero fue en aumento cuando se escucharon claramente unas pisadas bajando las escaleras, el crujir de la madera me estaba volviendo loca y Max no dejaba de ladrar y llorar al mismo tiempo, mis lágrimas comenzaron a salir, de repente y como si fuera por arte de magia, la puerta se abrió, las luces se quedaron quietas y la casa tomó un color cálido y el ambiente era calmado, como si nada hubiese pasado hace un momento, yo aún estaba con la mano en la manija, no dejaba de temblar.
- Amor, ¿estás bien?-- me preguntó Elías al verme, yo negué.
- ¿Por qué no viniste cuando te llamé?-- le pregunté en medio del shock.
-¿Tu me llamaste? Yo no escuché nada, vine por qué Tomas me pidió un vaso de agua -- dijo.
- ¿Dejaste al niño solo?-- el asintió, pero luego se mostró preocupado, los dos caminamos rápido hacia el auto.
Tomas ya no estaba, el desespero fue en aumento, ahora comprendí por qué todo se calmó, esa cosa logró encontrar a mi hijo, empezamos a gritar por todos lados pero no hubo respuesta, en un afán por querer encontrarlo, di la vuelta a la casa, pero no ví nada, cuando iba a regresar a la parte frontal, algo me hizo voltear hacía el patio, allí ví a Tomás, caminando como si estuviera en un trance, el se dirigía al pozo, que estaba destapado, la barda era muy alta, pero tenía dos opciones, una era intentar saltarla para llegar a el, o simplemente dar la vuelta y no tener la más mínima oportunidad de detener a mi hijo.
como pude, me trepe en las maderas, marcando mis brazos y piernas, pero no me importó, logré caer del otro lado, me di un golpe seco que por poco me deja sin aire en los pulmones, levanté mi vista y ví a Tomás trepando al borde del pozo, me levanté y cuando mi niño saltó, lo agarré de su camiseta, el quedó colgando al interior de ese lugar, la espesa oscuridad no me dejaba ver las piernas de mi niño, tiré de el con fuerza para intentar sacarlo, pero algo lo estaba agarrando con fuerza.
Mi niño parecía estar dormido, su cuerpo era como de gelatina, y así era más difícil para mí, luchar contra esa cosa que se quería llevar a mi hijo, pero aún así, luché, mis uñas se empezaron a partir por la fuerza que estaba haciendo, luego sentí las manos de mi esposo, el llegó en el momento justo, agarró a Tomás por debajo de sus brazos y con todas sus fuerzas lo jaló hacia arriba, eso que lo tenía agarrado de sus piernas, lo soltó y los tres caímos de espaldas contra el césped.
-¡Mi niño!, ¡Mi niño!-- repetía una y otra vez, mientras miraba a Tomás, el no reaccionaba, aunque aún respiraba, parecía estar en un sueño profundo.
Mi esposo se levantó y lo cargó en sus brazos -- vámonos de aqui-- dijo y salimos corriendo, atravesamos la sala y no miramos hacia atrás.
Nos subimos al auto, llamé a Max y el se subió, mi esposo me entregó al niño, luego subió el equipaje y nos fuimos de aquella casa... Elias condujo sin rumbo, solo se dedicó a poner kilómetros de distancia entre ese sitio y nosotros.
Cuando estuvimos más calmados, fuimos a buscar un hotel, mi esposo me vio las manos y piernas, se detuvo en una farmacia y compró alcohol, algodón y varias cosas para hacerme curación, yo no me había dado cuenta como habían quedado mis manos por la fuerza que hice al intentar rescatar a mi hijo, Tomás comenzó a abrir sus ojitos, yo lo miré directamente para saber si el estaba aquí con nosotros, pude respirar tranquila al ver el brillo en su mirada.
-¿Vamos a estar bien mamá?-- fue lo primero que preguntó.
- Si mi amor, todo va a estar bien, duerme-- le dije.
- El me dice que no, que hemos empeorado todo-- finalizó su frase y volvió a cerrar sus ojos, mi corazón comenzó a latir con mucha fuerza.