Novela Ligera de Aventura y Artes Marciales
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Capítulo 9 - El Peso de una Victoria
El clamor del coliseo retumbaba como una tormenta. Los últimos combates habían dejado al público al borde de sus asientos, y ahora, todos aguardaban con expectación el siguiente enfrentamiento. En el centro de la arena, el nombre de Han Fei fue anunciado con voz clara y autoritaria. Pero no había señales de él.
Los examinadores comenzaron a murmurar entre ellos, y uno de ellos se adelantó con una tablilla en mano.
—Han Fei, de la clase 9. ¡Preséntese al combate inmediatamente o será descalificado!
El silencio fue cortado por un repentino alboroto en una de las entradas laterales. Han Fei apareció caminando con paso firme, aunque su aspecto era cualquier cosa menos impecable. Su mente era un torbellino de emociones, pero una idea persistía con fuerza: "No importa si me subestiman, hoy demostraré que ya no soy el mismo de antes". Recordaba cada golpe recibido en su entrenamiento, cada caída, cada palabra severa del maestro Gao y luego del maestro misterioso. Sabía que no era el más fuerte, pero también sabía que no estaba dispuesto a retroceder ni un paso. Su uniforme estaba raído, con manchas de tierra y sangre seca. Vendajes asomaban por debajo de sus mangas y cuello. Pero sus ojos, esos ojos, ardían con una determinación que nadie había visto antes.
El coliseo estalló en susurros.
—¡Pensé que estaba muerto! —¡Mira su estado! ¡Qué clase de entrenamiento fue ese?! —No es el mismo de antes...
Su contrincante, un estudiante de la clase 2 conocido por su estilo agresivo y rápido, sonrió con arrogancia.
—Pensé que pelearía con alguien fuerte. Pero parece que me asignaron a un mendigo.
Fei no respondió. Solo adoptó una postura sencilla, pero firme. El combate inició.
La batalla fue tensa. Fei esquivaba con precisión, sus movimientos eran medidos, económicos, pero efectivos. En un momento crítico, cuando su rival lo acorraló contra el borde de la arena con una ráfaga de golpes, Fei se deslizó con una finta baja, giró sobre su talón y usó el impulso del oponente en su contra, lanzándolo brevemente al aire con un contragolpe en la axila que lo desestabilizó.
FLASHBACK: En su mente, Fei recordó cómo perfeccionó ese movimiento enfrentando a una criatura de seis patas y reflejos veloces en el Valle de los Ecos. Durante días ensayó la maniobra contra embestidas letales, aprendiendo a aprovechar el peso del enemigo. Lo había intentado docenas de veces, fallando, cayendo, sangrando. Pero al final, dominó el flujo del movimiento. El valle fue su maestro cruel, y ahora esa experiencia florecía en combate real.
Más adelante, cuando su contrincante intentó una llave de sometimiento, Fei utilizó una maniobra poco ortodoxa: se dejó caer hacia atrás como si resbalara, solo para atrapar el brazo enemigo con sus piernas y revertir la posición. No era espectáculo, era pura eficiencia nacida del entrenamiento extremo y la experiencia al límite. No era espectacular, pero cada acción tenía un peso. Cuando su oponente intentó acorralarlo con una lluvia de golpes, Fei utilizó su entorno y su agilidad para contrarrestarlo. Finalmente, con un giro súbito y un golpe certero al diafragma seguido de un barrido bajo, dejó a su rival jadeando en el suelo.
—¡Victoria para Han Fei!
El silencio se rompió en aplausos, primero aislados, luego generales. Incluso los estudiantes de otras clases miraban con incredulidad.
En las gradas, Duan Ming apretó los dientes con tal fuerza que su quijada se tensó. Sus nudillos crujieron cuando golpeó el asiento de piedra. Sus ojos ardían con furia.
—Ese bastardo... ¡No se supone que él...!
Desde otro punto, los estudiantes de la clase 9, incluyendo a Huo Jie y Liang Feng, levantaron los puños en el aire.
—¡Sabía que no nos defraudaría! —¡Vamos, Fei!
El maestro Gao, por su parte, no dijo palabra. Solo asintió levemente, con una pequeña curvatura en sus labios. Una sonrisa casi imperceptible, pero llena de orgullo. Sus ojos, tranquilos, observaban más allá del resultado: veían el camino recorrido.
Desde los balcones superiores, los miembros del consejo, entre ellos el severo y calculador Maestro Ren Ji y la astuta y siempre desconfiada Consejera Xian Mei, observaban la escena con ojos afilados. Ren Ji entrecerró los párpados, evaluando cada movimiento de Han Fei como si tratara de descifrar un enigma antiguo, mientras Xian Mei tamborileaba con los dedos en la barandilla, visiblemente inquieta por lo que acababa de presenciar. Uno de ellos habló en voz baja:
—Esto no es normal. Ese niño no tenía ese nivel hace unos meses.
—No hay duda. El director tuvo algo que ver. Está protegiéndolo... o preparándolo.
—En ambos casos, es peligroso. Hay que probar sus límites. Programaré nuevos enfrentamientos para él. Rivales de verdad.
—No podemos dejar que siga creciendo sin control. No sin saber qué es exactamente.
—Quizá una expulsión "justificada" sea lo más prudente. Antes de que se convierta en un problema real.
Las sombras del poder se movían tras bambalinas, y mientras el sol se ocultaba tras los altos muros de la academia, una cosa quedaba clara: Han Fei ya no era el mismo. Su victoria no fue aplastante, pero fue real. Fue suficiente para cambiar el juego.
Y también para encender el miedo en los corazones de quienes querían frenarlo a toda costa.