Sinopsis: Camila es una apasionada estudiante de arte que decide participar en un programa de voluntariado en un hospital, buscando dar un sentido más profundo a su vida y su arte. Allí conoce a Gabriel, un joven carismático que enfrenta una dura batalla contra el cáncer. A pesar de la gravedad de su situación, Gabriel irradia una energía contagiosa que transforma el entorno del hospital.
A medida que Camila y Gabriel pasan tiempo juntos, su amistad florece. Camila descubre que el arte puede ser una poderosa herramienta de sanación, mientras que Gabriel encuentra en ella una fuente de inspiración y alegría. Juntos, crean un mundo de colores y risas en medio de la adversidad, compartiendo sueños, miedos y momentos de vulnerabilidad.
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Sueños en el sofá
Era una tarde de sábado, y el sol comenzaba a ocultarse, creando un ambiente acogedor en la casa de Camila. Con una mezcla de emoción y nerviosismo, ella se preparaba para la maratón de películas que había organizado. La idea de pasar el día con Amanda, Gabriel, Lucky y sus dos roomies Laura y Ana la llenaba de alegría. Al principio la idea era un día de solo chicas, pero la idea de integrar a Gabriel había sido de Amanda y sonaba muy bien. Había seleccionado una serie de películas emblemáticas del cine femenino, películas que inspiran, hacían reír y llorar a partes iguales.
Camila se movía por la sala, colocando almohadas en el sofá y organizando las mantas que habían sacado del armario. Tenía una pequeña mesa con snacks: palomitas, nachos, y una variedad de dulces que había comprado en la tienda. La música suave de fondo creaba una atmósfera perfecta. Cuando el timbre sonó, su corazón dio un pequeño salto. Era Gabriel, como siempre puntual. Abrió la puerta.
—¡Hola, Camila! —saludó Gabriel con una sonrisa mientras entraba, su energía siempre iluminaba el lugar.
—¡Hola, Gabriel! Espero que estés listo para el mejor maratón de películas.
—Claro que sí, tengo muchas ganas de ver lo que tienes preparado, y gracias por sacarme del hospital —respondió él, mientras se dejaba caer en el sofá, acomodando una almohada detrás de su espalda.
En ese momento, Amanda y Lucky entraron en la habitación. Lucky al ver a Gabriel comenzó a ladrar de la emoción y a dar pequeños saltitos.
Corrió al regazo de Gabriel y se estrelló contra este.
—¡Dónde está el mejor chico de todos! —Dijo Gabriel rascando la panza a Lucky.
—¿Ya empezamos? —preguntó Amanda, con una bolsa de palomitas en la mano.
—No aún, estamos esperando a que lleguen las chicas —dijo Camila sonriendo.
—Espero que haya suficientes snacks para todos, porque tengo una gran hambre —Expresó Gabriel aún jugando con Lucky.
Camila se rió y comenzó a preparar todo. Una vez que todos estuvieron listos, se acomodaron en el sofá, otros en el piso y la maratón comenzó. Las primeras escenas de la primera película llenaron la sala de risas y comentarios.
A medida que avanzaba la noche, las conversaciones fueron acallando. Las películas fueron elegidas meticulosamente por Camila y sus roomies, pues hacían este plan cada cierto tiempo para despejar la mente de la Universidad. Camila, en un momento de pausa, decidió abrir el tema sobre el futuro.
—¿Qué piensan hacer después de graduarse chicos? —preguntó, mirando a sus amigos.
Amanda, con una chispa en los ojos, comenzó a hablar sobre sus planes. —Quiero abrir mi propia galería de arte. Siempre he soñado con mostrar mis obras al mundo. Creo que el arte tiene el poder de cambiar vidas.
—Eso suena increíble, Amanda. Estoy segura de que lo lograrás —dijo Camila, sintiendo una profunda admiración por su amiga. Pensaban de manera tan similares.
Gabriel, quien había estado escuchando atentamente, decidió compartir su propia perspectiva. —Desde que me diagnosticaron cáncer, he tenido que posponer muchos de mis sueños. Pero sigo luchando. Quiero estudiar cinematografía y fotografía. Siempre he creído que a través del arte se puede enseñar a la gente a valorar más la vida. Si eso llega a suceder, tengo un gran proyecto en mente.
Las palabras de Gabriel resonaron en la sala, y un silencio reflexivo siguió. Camila sintió una mezcla de tristeza y admiración por su amigo. Su valentía era inspiradora.
—¿Cómo te sientes con eso? —preguntó Camila, inquieta por las emociones que se agolpaban en su pecho.
Gabriel tomó un respiro profundo. —Hay días difíciles, claro. La enfermedad puede ser abrumadora. Pero también hay momentos en los que me siento fuerte, y en esos momentos, pienso en lo que quiero hacer. Mi sueño es crear películas que hagan reflexionar a la gente, que los hagan apreciar cada instante.
Lucky, vio esa oportunidad perfecta para lamer la cara de Gabriel.
Gabriel sonrió con nostalgia. —A veces siento que mis sueños son demasiado grandes, pero también creo que es importante tenerlos. No quiero que esto me defina.
Camila lo miró con complicidad. —Tienes razón. La vida es demasiado corta para no perseguir lo que realmente queremos.
La conversación continuó, girando entre sueños, aspiraciones y la lucha diaria contra las adversidades. Las películas fueron un simple acompañamiento a las historias que compartían, a los sentimientos que se desnudaban en cada palabra.
Más tarde, mientras veían una película conmovedora sobre la amistad y la superación, Camila no pudo evitar pensar en cómo cada uno de ellos estaba en un camino único. Ella soñaba con ser artista, Amanda también lo hacía, mientras Gabriel luchaba con sus propias batallas. La diversidad de sus aspiraciones y experiencias enriquecía su amistad.
Al finalizar la película, Camila propuso un brindis con sus refrescos. —Por nuestros sueños, por la amistad y por la vida. Nunca dejemos de luchar por lo que queremos.
—¡Salud! —exclamaron todos, levantando sus vasos.
Después de esa noche prometieron hacer la maratón de películas una tradición entre ellos. Vieron la oportunidad de conocer más sus ideas con cada encuentro, Camila se sentía más conectada a sus amigos, y cada uno de ellos aportaba una chispa especial a su vida. Gabriel, a pesar de sus desafíos, seguía siendo una fuente de inspiración.
Se dieron cuenta que el futuro no era tan lejano como esperaban y para el único que era incierto, era para Gabriel. Aunque Camila sabía lo fuerte que era Gabriel, muchas veces tenía miedo de imaginar el futuro a detalle junto a él. Pues si llegaba a faltarle sabía que dolería profunda y eternamente.