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Entre Dos Mundos

Entre Dos Mundos

Status: En proceso
Genre:Mundo mágico
Popularitas:1k
Nilai: 5
nombre de autor: Magost

Derick y lisa... Dos jóvenes de planetas distintos llegan a la tierra y tienen aventuras

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El sacrificio

La noche caía sobre la ciudad de Valderia, cubriendo las calles empedradas con un manto de sombras. El aire estaba cargado de tensión y el silbido del viento parecía un lamento de las almas que vagaban en busca de redención. Derick y Lisa se encontraban escondidos en un callejón oscuro, sus corazones latiendo al unísono con la creciente ansiedad.

Habían pasado días tratando de obtener la información vital que necesitaban para destruir la maquinaria de guerra del Rey Malvin, y ahora la tenían. Pero el precio había sido alto, demasiado alto. Sus ojos se encontraron y, por un momento, compartieron un destello de esperanza y desesperación.

Entre ellos estaba Jareth, un amigo leal y valiente que había jurado protegerlos a toda costa. Su determinación había sido un faro de esperanza en la oscuridad que los rodeaba, y su sacrificio estaba a punto de cambiar el curso de sus vidas para siempre.

"Debemos movernos ahora," susurró Lisa, sus manos temblorosas aferrando el pergamino que contenía los secretos del Rey. Derick asintió, mirando hacia la entrada del callejón, donde sombras inquietantes se movían con una intención siniestra.

"Jareth," dijo Derick con voz temblorosa, "no podemos dejarte aquí. Vendrán por ti."

Jareth, con una sonrisa triste, negó con la cabeza. "No hay tiempo, Derick. Ya están aquí. Si no escapan ahora, todo estará perdido. Yo los cubriré."

Lisa trató de protestar, pero Jareth la detuvo, colocando una mano firme en su hombro. "Lisa, escucha. Esta es nuestra única oportunidad. Deben llevar esta información a los rebeldes. Sin ella, no tendremos ninguna posibilidad contra Malvin."

Las lágrimas comenzaron a rodar por las mejillas de Lisa, pero asintió, comprendiendo la gravedad de la situación. "Te debemos la vida, Jareth."

"Y yo a ustedes. Ahora vayan, antes de que sea demasiado tarde."

Con un último abrazo, Derick y Lisa se giraron y corrieron por el callejón, sus pasos resonando como tambores de guerra en la quietud de la noche. Jareth los observó hasta que desaparecieron en la oscuridad, luego se giró hacia la entrada del callejón, su expresión endureciéndose.

Los soldados de Malvin ya estaban allí, sus armaduras brillando a la luz de las antorchas. Jareth desenvainó su espada, listo para enfrentar su destino. Sabía que no sobreviviría, pero su sacrificio aseguraría la supervivencia de sus amigos y, con suerte, la caída del tirano que los oprimía.

El primer soldado se abalanzó sobre él, y Jareth lo derribó con un golpe preciso. Luego vino otro, y otro, pero Jareth luchó con la ferocidad de un león acorralado. Cada golpe, cada corte, estaba lleno de la esperanza de que su sacrificio no fuera en vano.

Mientras tanto, Derick y Lisa corrían sin detenerse, cada paso los alejaba más de la muerte y los acercaba a la libertad. Sus corazones estaban pesados con la pérdida de su amigo, pero la determinación en sus ojos brillaba con una nueva intensidad.

El bosque a las afueras de Valderia era su destino. Allí, entre los árboles oscuros y los susurros de la naturaleza, encontrarían el refugio de los rebeldes. Era un camino largo y peligroso, pero debían continuar. La información que llevaban era crucial, y el sacrificio de Jareth no sería en vano.

Horas más tarde, llegaron al borde del bosque, exhaustos y heridos, pero vivos. El silencio los envolvió como un manto, y se detuvieron para recuperar el aliento. Lisa miró a Derick, su rostro marcado por la angustia y la determinación.

"No podemos detenernos ahora," dijo con voz firme. "Jareth dio su vida para que pudiéramos llegar aquí. Debemos seguir adelante."

Derick asintió, su mandíbula apretada con resolución. "Lo sé. Por él, por nosotros, por todos los que han sufrido bajo el yugo de Malvin. No podemos fallar."

Se adentraron en el bosque, sus pasos guiados por la luz de la luna que se filtraba entre las ramas. Cada crujido, cada sombra, era un recordatorio de la fragilidad de su misión. Pero no podían rendirse. El destino de Valderia y de todos sus habitantes dependía de ellos.

A medida que avanzaban, los recuerdos de Jareth llenaban sus mentes. Recordaron sus risas, su valentía y su inquebrantable lealtad. El dolor de su pérdida era agudo, pero también les daba fuerzas. Su sacrificio no sería en vano.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, llegaron al claro donde los rebeldes habían establecido su campamento. Fueron recibidos por miradas desconfiadas al principio, pero pronto sus identidades fueron confirmadas, y fueron llevados ante el líder de la resistencia, un hombre llamado Eamon.

"Eamon," dijo Derick, entregándole el pergamino. "Tenemos la información. Gracias a Jareth."

Eamon tomó el pergamino con cuidado, sus ojos serios. "Lo revisaremos de inmediato. Pero primero, cuéntenme qué sucedió."

Con voces temblorosas pero firmes, Derick y Lisa relataron los eventos de la noche, desde la adquisición del pergamino hasta el sacrificio de Jareth. A medida que hablaban, la sala se llenó de una mezcla de tristeza y admiración. Jareth había sido conocido y respetado por muchos, y su sacrificio solo aumentó la determinación de los rebeldes.

"Ese hombre fue un verdadero héroe," dijo Eamon, con la voz quebrada por la emoción. "Su sacrificio no será olvidado. Ahora, debemos asegurarnos de que su muerte no sea en vano. Prepararemos un ataque basado en esta información. Debemos actuar rápidamente."

Las siguientes horas fueron un torbellino de actividad. Los rebeldes se prepararon para el asalto, y Derick y Lisa, aunque agotados, se unieron a los preparativos. La pérdida de Jareth pesaba sobre ellos, pero también les daba fuerzas. Sabían que no podían fallar. La libertad de Valderia y la memoria de su amigo dependían de ello.

El amanecer llegó con una claridad implacable, iluminando los rostros decididos de los rebeldes. Con el liderazgo de Eamon y el valor de todos los que estaban allí, se lanzaron al combate, llevando consigo la esperanza y el sacrificio de Jareth. La batalla sería feroz, y las pérdidas, numerosas, pero sabían que estaban luchando por algo mucho más grande que ellos mismos.

En el corazón del caos, Derick y Lisa encontraron fuerzas que no sabían que tenían. Lucharon con la furia de aquellos que no tienen nada que perder y todo que ganar. La imagen de Jareth, su sacrificio y su valentía, los impulsaba hacia adelante.

Finalmente, cuando el polvo de la batalla se asentó, el estandarte de Malvin cayó y un grito de victoria resonó en el aire. La resistencia había triunfado, y Valderia estaba un paso más cerca de la libertad.

Derick y Lisa, cubiertos de sudor y sangre, se abrazaron, sus corazones latiendo al unísono con la emoción de la victoria y el dolor de la pérdida. Sabían que la lucha no había terminado, pero ese día, el sacrificio de Jareth había marcado el comienzo de una nueva era para Valderia.

**Días antes...**

El plan había comenzado en una de las tantas reuniones clandestinas de la resistencia. Jareth, Derick y Lisa habían sido seleccionados para infiltrarse en el castillo de Malvin. El riesgo era enorme, pero la recompensa valía la pena: una lista detallada de los aliados del Rey, junto con las rutas de suministro de armas y tropas.

"Tenemos que estar listos para cualquier cosa," había dicho Jareth en esa ocasión, su voz firme y autoritaria. "No podemos fallar. Demasiado depende de nosotros."

Habían estudiado los planos del castillo, aprendido los patrones de patrulla de los guardias y memorizado cada pasaje secreto que los llevaría al objetivo. Durante días, se habían preparado en silencio, conscientes de que cualquier error podría costarles la vida.

El día del asalto, el sol se ocultó detrás de nubes oscuras, como si el cielo mismo presagiara el peligro que se avecinaba. Con el corazón pesado, pero decidido, se despidieron de los demás miembros de la resistencia, sabiendo que podría ser la última vez que los vieran.

El camino hacia el castillo estuvo lleno de obstáculos. Atravesaron bosques densos y cruzaron ríos caudalosos, siempre cuidando de no dejar rastro. En la última etapa, tuvieron que eludir a las patrullas de Malvin, escondiéndose en las sombras y moviéndose con el sigilo de fantasmas.

Al caer la noche, llegaron a las murallas del castillo. Utilizando las cuerdas que habían traído, comenzaron a escalar, sus manos firmes y sus respiraciones contenidas.

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