Entre Dos Mundos

Entre Dos Mundos

Encuentro en la tierra

El planeta Tierra, con sus vastos océanos, frondosos bosques y montañas imponentes, se veía diferente a cualquier otro que Derick hubiera explorado. Desde su nave oculta en la órbita, el azul del planeta era hipnotizante. Derick, un joven científico de Zaloria, un planeta conocido por sus avances tecnológicos, estaba en una misión de exploración científica. Su objetivo era estudiar la biodiversidad y la posible existencia de vida inteligente en la Tierra. Zaloria había estado en paz durante siglos, centrada en el desarrollo y la comprensión del universo.

Lisa, en cambio, provenía de Athara, un planeta sumido en la guerra. Sus cielos, alguna vez brillantes y llenos de esperanza, ahora estaban oscurecidos por el humo de la destrucción. Lisa había huido de la guerra civil que devastaba su hogar. Sus padres, ambos líderes en la resistencia, habían sido capturados, y ella apenas había escapado con vida. Su nave, vieja y maltrecha, apenas había aguantado el viaje interestelar hasta la Tierra.

Derick aterrizó en la Tierra en un claro del bosque, cerca de un pequeño pueblo llamado Silverwood. Era un lugar tranquilo, alejado de las grandes ciudades y perfecto para llevar a cabo su misión sin ser detectado. Ajustó su disfraz humano, un dispositivo que alteraba su apariencia para parecerse a un joven humano, y salió de su nave para comenzar su exploración.

El bosque que rodeaba Silverwood estaba lleno de vida. Derick avanzó con paso seguro, fascinado por la diversidad de flora y fauna. Cada planta, cada insecto, parecía una pieza de un rompecabezas biológico que ansiaba descifrar. Con su equipo portátil, tomaba muestras y realizaba análisis inmediatos. Los resultados se transmitían automáticamente a su base de datos en Zaloria.

En uno de sus recorridos, se encontró con un ciervo que lo miró con curiosidad antes de alejarse. Derick sonrió ante la simplicidad y la belleza del encuentro. A pesar de la tranquilidad del bosque, siempre estaba atento. No quería ser descubierto, especialmente por los humanos, cuya tecnología y cultura todavía eran en gran parte desconocidas para él.

Mientras tanto, Lisa aterrizaba su nave a pocos kilómetros de distancia. Su llegada no fue tan serena como la de Derick. La nave se estrelló con fuerza en el claro, dañando aún más sus ya precarios sistemas. Salió tambaleándose, su dispositivo de camuflaje parpadeando mientras luchaba por mantener su forma humana. Las heridas y el agotamiento la dominaban, pero la determinación de sobrevivir la impulsaba a seguir adelante.

A medida que Derick se adentraba más en el bosque, se encontró con una serie de huellas extrañas. Intrigado, las siguió hasta llegar a un claro donde una nave había dejado una marca visible en el suelo. Se acercó con cautela, sabiendo que podría ser peligroso. Al inspeccionar los alrededores, escuchó un gemido. Se giró rápidamente y vio a una joven, claramente herida, tambaleándose hacia él.

Lisa, al borde del colapso, apenas podía mantenerse en pie. Cuando vio a Derick, su instinto fue de desconfianza, pero no tenía fuerzas para huir. Derick, sorprendido de encontrar a alguien en este lugar aislado, se acercó con cautela.

—¿Estás bien? —preguntó Derick, tratando de sonar amigable.

Lisa lo miró con desconfianza, pero vio la preocupación genuina en sus ojos. Asintió débilmente antes de colapsar. Derick reaccionó rápidamente, atrapándola antes de que cayera al suelo.

—Necesitas ayuda —dijo Derick, más para sí mismo que para Lisa. Sabía que tenía que llevarla a su nave para brindarle asistencia médica.

Con cuidado, llevó a Lisa a su nave y la colocó en una camilla. Activó el escáner médico de la nave, que rápidamente diagnosticó sus heridas y comenzó a tratarlas. Mientras esperaba, Derick se preguntó quién era esta joven y qué hacía en medio del bosque.

Lisa despertó varias horas después, sintiéndose mucho mejor. Miró a su alrededor, confundida al principio, pero luego recordó al joven que la había ayudado. Se incorporó lentamente y vio a Derick sentado cerca, mirando una pantalla de la nave.

—¿Dónde estoy? —preguntó Lisa, su voz aún débil.

Derick se giró y sonrió al verla despierta.

—Estás en mi nave. Te encontré herida en el bosque y te traje aquí para tratarte. Me llamo Derick.

—Soy Lisa —dijo ella, intentando sentarse más cómodamente—. Gracias por ayudarme.

—No hay de qué. ¿Qué te pasó? —preguntó Derick, curioso.

Lisa dudó por un momento, sin saber cuánto revelar. Decidió contarle la verdad, al menos en parte.

—Estoy escapando de una guerra en mi planeta. Mi nave apenas logró llegar a la Tierra —dijo ella, evitando detalles específicos.

Derick asintió, comprendiendo su situación hasta cierto punto. No era raro que hubiera conflictos en otros planetas, aunque Zaloria había estado en paz durante mucho tiempo.

—Bueno, estás a salvo aquí por ahora. Puedes quedarte en mi nave hasta que te recuperes completamente —ofreció Derick.

Lisa agradeció su amabilidad y decidió aceptar su oferta. No tenía otro lugar a donde ir, y necesitaba tiempo para planear sus próximos pasos.

Durante los días siguientes, Lisa comenzó a recuperar sus fuerzas. Derick se mantenía ocupado con sus estudios, pero siempre se aseguraba de que Lisa tuviera todo lo que necesitaba. A medida que pasaban más tiempo juntos, comenzaron a conocerse mejor. Derick le hablaba de su misión científica y de Zaloria, mientras que Lisa compartía algunas historias sobre Athara y la guerra que la había llevado a huir.

Una tarde, mientras Lisa descansaba en la nave, Derick decidió llevar a cabo una expedición más extensa. Se adentró en el bosque, fascinado por la variedad de especies que encontraba. En un claro, descubrió una colonia de hormigas que trabajaban juntas para construir un puente sobre un pequeño arroyo. Observó con asombro la complejidad y la organización de las pequeñas criaturas.

Mientras tanto, Lisa exploraba la nave de Derick. La tecnología zaloriana era avanzada, mucho más que la de su propio planeta. Encontró una sala de comunicaciones y, aunque sabía que no debía, no pudo resistir la tentación de intentar contactar con alguien en Athara. La pantalla mostró interferencias y, tras varios intentos, logró establecer una conexión débil.

—¿Hola? ¿Alguien me escucha? —preguntó Lisa, con la esperanza de que alguien respondiera.

Unos segundos después, una voz familiar contestó.

—Lisa, ¿eres tú? —era la voz de su madre, debilitada pero inconfundible.

Lisa sintió un nudo en la garganta.

—Mamá, estoy bien. Estoy en la Tierra. ¿Cómo están todos? —preguntó, tratando de contener las lágrimas.

La conexión se cortó abruptamente antes de que su madre pudiera responder. Lisa se quedó mirando la pantalla, desesperada por volver a escuchar la voz de su madre. Sabía que debía ser cautelosa, pero la necesidad de saber sobre su familia era más fuerte que su prudencia.

Mientras tanto, Derick continuaba su exploración. Encontró un pequeño arroyo y decidió seguirlo. El agua era clara y fresca, y se sintió tentado a tomar una muestra para analizar. Mientras llenaba un frasco con agua, escuchó un ruido a lo lejos. Se giró y vio a un grupo de excursionistas acercándose.

Rápidamente, guardó su equipo y adoptó una postura relajada, tratando de no levantar sospechas. Los excursionistas pasaron junto a él, saludándolo amigablemente. Derick les devolvió el saludo y continuó su camino, aliviado de no haber sido descubierto.

Al regresar a la nave, encontró a Lisa esperando en la entrada.

—Derick, necesito hablar contigo —dijo ella, con una expresión preocupada en el rostro.

—¿Qué sucede? —preguntó Derick, notando su inquietud.

Lisa le contó sobre la llamada que había hecho y cómo había logrado contactar brevemente a su madre. Derick la escuchó con atención, comprendiendo su necesidad de saber sobre su familia.

—Lo entiendo, Lisa. Pero tenemos que ser muy cuidadosos. No sabemos quién podría estar escuchando o rastreando nuestras comunicaciones —dijo Derick, con tono serio.

Lisa asintió, sabiendo que tenía razón.

—Lo sé. Solo... necesitaba saber que están bien —dijo ella, con voz temblorosa.

Derick le dio un apretón en el hombro, tratando de reconfortarla.

—Encontraremos la manera de mantenernos a salvo y ayudarte a mantener contacto con tu familia. Pero debemos hacerlo de manera segura —dijo él, con determinación.

Esa noche, Derick y Lisa se sentaron juntos en la nave, observando el cielo estrellado a través de una ventana. El silencio del bosque era tranquilizador, y ambos encontraron consuelo en la compañía del otro.

—¿Cómo era tu vida en Zaloria? —preguntó Lisa, rompiendo el silencio.

Derick sonrió, recordando su hogar.

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play