La mayoría de veces, las personas renacidas con su mentalidad adulta en un mundo con poderes siempre tienen una vida sencilla, poderosos desde un inicio, con padres amorosos y en un mundo donde la paz está reinando. Pero ¿qué pasa cuando renaces en tu mismo mundo, en medio de una guerra, con padres traumados y con un poder desconocido en tu interior? preguntemosle a Ademir Graymond.
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Secretos del conflicto
Punto de vista de Ademir Graymond:
El sonido chirriante y molesto de los pájaros me espanta el sueño de un momento a otro.
"Wuag... desgraciados."
Poco a poco empiezo a abrir los ojos, enfocando la visión en el techo lleno de telarañas de mi humilde habitación. Por la ventana, los primero rayos del sol disipan la oscuridad del cuarto.
Tengo la cara llena de lagañas y saliva seca.
Finalmente me he despertado de mi sueño.
Tres meses han pasado desde aquel día, que culminó con mi padre marchándose de la casa luego de recibir una paliza.
Ahora, es de mi agrado confirmar que las cosas han cambiado bastante por aquí.
Bajo de mi habitación para desayunar, aún hecho un desastre.
"Oh, ya estás despierto, Ademir..." menciona Clarissa, mientras la radio suena con estaciones informativas y el aceite chisporrotea en el sartén, alimentando el ambiente.
"Vamos, vamos, come que se hará tarde..." resuena su voz, sirviéndome el desayuno.
Son las 8 am, mi rutina consiste en despertar, cambiarme, desayunar e ir a la guardería. Sí, a la guardería... Ahora que el bastardo de Dariel se fue, Clarissa encontró un nuevo trabajo como cocinera en un restaurante. Muy afortunados, debo decir, su comida es mucho mejor que la avena fría que me daba cuando estaba sumida en su depresión.
Sacudo la cabeza, enfocándome en el presente. Si bien aún han quedado secuelas, puedo decir que nuestro esfuerzo ha dado muchos frutos, pues nuestra relación y confianza han avanzado bastante.
"¡K-kyaaaa! ¡Y-ya es tarde!", un grito resuena en la casa, es Clarissa. Como todas las mañanas, me toma y me arranca de la mesa como si fuera un muñeco de trapo. Alcanzo a tomar una pieza de pan y una canasta con comida que dejé lista en la entrada.
De camino a la guardería, Clarissa empieza a balbucear como siempre, mencionando los pendientes que tiene que hacer y preocupándose de que su jefe no la regañe.
Observo cómo las calles de Monreal están cada vez más abarrotadas de gente: trabajadores haciendo huelgas, refugiados de la guerra convertidos en sacos de huesos, más militares, drogadictos peleando con las ratas por un pedazo de basura y los ahogantes humos de las fábricas enferman mis infantiles pulmones.
Ataques a distintos pueblos en varios países hicieron que muchos refugiados sin hogar llegaran a Monreal, abarrotando las calles y empobreciendo aún más la ciudad, la delincuencia creció y los soldados holgazanes pierden el tiempo como obreros después de trabajar, pero con la diferencia de que ellos no hacen nada.
Finalmente, llegamos a la guardería, los chillidos y llantos de los niños resuenan en el lugar, el olor a moco y a popó también entran por mis fosas nasales, como si el humo de las fábricas no fuera suficiente.
Que asco.
Una cuidadora sale a recibirme, es Vanessa, una persona muy divertida, de aspecto promedio pero de personalidad asustadiza y tímida.
"Buenos días señora Graymond y bueno días a tí, pequeño Ademir." Saluda con cálidamente al vernos llegar.
La verdad es que la odio.
Si bien, al inicio da la impresión de ser un cuidadora normal, no es así. Es como una garrapata, anda detrás de mí como si alguien se lo pidiera, pero eso a veces me trae ventajas.
"Ademir, voy a recogerte en la tarde, pórtate bien..." Ordena Clarissa, su mirada ahora se dirige a la canasta que había traído, "¿Eh? ¿Y esa canasta?", pregunta sorprendida, apenas dándose cuenta que la traía.
(Que cabeza hueca) "Ah... El viejo Dorian me dijo que hoy vendría a verme en el recreo, tengo esto para darle."
"Oh, entiendo..." Ella hace una mirada a la Vanessa, que está detrás de mí, como pidiéndole que vigile.
La mujer entiende perfectamente y asiente sonriendo.
Es entendible que Clarissa cuestione. Sabe que Dorian es un vagabundo, aunque ya me ha protegido, la mujer sigue desconfiando.
Y la verdad no la culpo, las cosas en esta ciudad cada vez están más revueltas por las constantes batallas entre ejércitos.
El viejo apestoso a veces viene a platicar conmigo en el recreo, él por fuera y yo por dentro del patio. A veces le traigo comida y demás. Es aliviante poder hablar con una persona normal con mis pensamientos de adulto, aunque Dorian ya sabe que no soy un mocoso normal, no le da por preguntarme el por qué, simplemente habla conmigo.
"Bien, nos vemos, Ademir. Te veo más tarde" -- dice Clarissa, haciendo un gesto con la mano.
"Vamos, vamos, Ademir, entra, entra" -- Vanessa me jala del brazo al salón, pero yo la mando al demonio, ignorandola.
"¡Cuídate!" -- le grito a Clarissa antes de entrar.
Instantes después, estoy arrinconado en una esquina, sufriendo mientras los niños cantan "La gallina, Turuleca ha puesto un huevo, ha puesto dos, ha puesto..." Sus gritos impactan en mis oídos.
Esta parte del día es la que más detesto, tener que lidiar con los tratos infantiles mientras poseo una mente adulta. Es asqueroso... para ellos.
Estoy sentado en el suelo gomoso, esperando simplemente a que todo termine. Un grupo de niños se me acerca balbuceando y riendo, uno de ellos me ofrece una galleta, sus manos están asquerosamente sucias y la galleta está mojada. No quiero ni imaginar de qué.
"Toma, Ademir..." me dice, con una sonrisa de oreja a oreja.
Siento la mirada evaluadora de Vanessa, pero una vez más, me importa una mierda y le digo al niño que se esfume. Él chilla y me manotea en la cara, ¿cuál es su problema? Los otros del grupito me miran con enojo.
"Oye, Art... ¿Por qué golpeas a Ademir?", interviene Vanessa. Mi cara se torna triste intencionalmente.
"Ademir es malo, no quiere galleta", responde el niño, mostrándole la galleta empapada a la mujer, quien se asquea y lo manda al demonio.
Comienza un alboroto entre los niños.
"Uh, Ademir, ¿estás bien?", pregunta Vanessa, acariciándome los hombros.
"M-me duele..." Mi mano en la cara, "¿P-por qué no me quieren?", respondo con ojos de perro.
La joven me evalúa con cara de lástima, creyéndose mi acto.
"En ese caso... ¿Por qué mejor no vamos a la oficina?", sugiere, sonriendo e ingenuamente aplaudiendo.
"La oficina" es el lugar donde las cuidadoras toman su receso, normalmente no admiten niños, pero como soy "lindo" y "tengo problemas para hacer amigos", me permiten estar aquí.
Lo más divertido de "la oficina" es que hay un mueble con libros avanzados, no como los cuentos infantiles que hay donde están los críos.
Inmediatamente, corro a la estantería y tomo un libro polvoriento y arrumbado.
"Un mundo en guerra" -- reza la portada.
Vanessa me observa con cautela. "¿Te gusta la guerra?"
"Si Vanessa, me gusta que haya muertos, traumados, hambrunas y masacres, también me fascina la posibilidad de morir de una explosión." Pienso con sarcasmo.
"La historia", corrijo, mi cara de "ya esfúmate y déjame" presente.
Ella parece hacer todo lo que no quiero que haga, y en vez de irse por ahí a cuidar niños malcriados, comienza a interrogarme.
"¿Por qué te interesa, Ademir?"
"Porque soy un adulto que de repente apareció en el cuerpo de un niño que es amigo de un vagabundo apestoso, además tuve problemas de violencia, tengo un poder oscuro dentro de mí, y un padre asesino y golpeador que se fue de la casa. Por su culpa, Clarissa tiene que trabajar, y como la ciudad es una mierda de insegura, me tiene que traer a la guardería donde la cuidadora es una metiche e ignorante que no tiene otra cosa que hacer más que interrumpir mis 5 minutos de relajación lejos de esos mocosos", pienso.
"Mi papá es soldado", susurro finalmente, con molestia.
"Oh, ¿en serio? ¿Y dónde está ahora?", pregunta Vanessa.
Siento la furia emerger de mi interior, es como una garrapata pegada a mi, chupando mi paciencia... aunque solo trata de ser amable.
"Se fue de la casa luego de casi matarme a mí y a mi madre, señorita Vanessa", respondo con una sonrisa.
"¡¿P-pero qué?!" La mujer se impacta y simplemente se va, murmurando algo sobre informar a alguien.
Continúo con mi lectura ahora que hay paz.
En resumen, los conflictos de Celestia y Zyrionia fueron originados por la unificación del continente de Zyrionia , una unificación bajo un régimen militar y conservador que veía a los ajenos como herejes.
Zyrionia trató de conquistar Celestia para poder instalar ese régimen, pero al negarse se desató una guerra. Absurda como siempre.
Celestia ganó la primera guerra luego de 8 años, empujó a Zyrionia hacia su continente y jamás se volvió a saber de ellos o su forma de vida.
Lo único que era notable eran las constantes provocaciones de Zyrionia hacia Celestia, este último aguantó hasta que Ethas(la luna de Aheterium), llegó y Zyrionia quiso una rebanada del pastel. Celestia se negó y una vez más empezó la guerra.
La hora de salir al patio llega y Dorian está desparramado como un sapo en el suelo, con la espalda recargada en la barrera de alambre. Tiene puesto el mismo gorro con una bola de peluche en la punta, la barba sigue siendo blanca, y él sigue apestando.
Me dirijo a él con la canasta llena de pan, frutas y agua. Siento que Vanessa me espía desde la ventana mientras habla con otro cuidador. Sospechoso.
"Tch... Mocoso, ¿cuánto tiempo llevas allá? Te he estado esperando", dice Dorian.
Me siento en el suelo, recargando mi espalda contra el alambre, ahora estamos chocando nuestras espaldas mientras miramos en direcciones contrarias.
"Pues qué más, las mujeres no me dejan salir", respondo.
"¿Qué traes ahí, mocoso?" Fija su mirada en la canasta con alimentos.
"Ah, te traje comida, anciano".
"¡Wuuu! ¿Y qué esperas? ¡Dámela, dámela!", exclama Dorian, emocionado. Comienza a comer como una hiena carroñera.
Retoma el tema y vuelve a preguntarme por qué tardé tanto en salir.
"Estaba leyendo sobre la historia de la guerra... Sobre la primera", respondo, mis manos detrás de mi cabeza.
"Con que te gusta la guerra ¿eh? Mírate, tan pequeño y te interesan esas cosas... Se nota que no eres un mocoso normal, ¡Wuajajajajaja!" Ríe.
Tch... Maldito santa claus, comienzo a pensar que la gente que me rodea es estúpida.
"Por favor anciano, ¿Cómo me va a gustar la guerra? carajo, Hace rato aquella mujer también me hizo la misma estupida pregunta." Apunto hacia Vanessa quien sigue observandome desde una ventana, al notar que sé que está ahí, se esconde tras la cortina.
"¡WUAJAJAJA!" Dorian rie como hiena.
Maldita sea.
Un silencio un tanto incómodo se manifiesta, Dorian observa a los militares que pasan caminando.
"La primera guerra ehh... Esas batallas no se comparan con las actuales. Fue un infierno, muchacho. Las cosas que vi, las cosas que tuve que hacer..."
"¿De que hablas?" Pregunto con el ceño fruncido.
"Aún la recuerdo con terror muchacho... Tu no lo sabes, pero yo estuve presente en Zyrionia, en una invasión en su territorio."
Su voz se apaga y su mirada se pierde en la distancia y puedo ver dolor y trauma reflejados en sus ojos.
"...."
Después de un momento de silencio, Dorian continúa. "Zyrionia es un lugar muy diferente a Celestia, muchacho. Su sociedad es completamente cerrada, controlada por un régimen militar y una religión. No hay libertad, no hay individualidad. Todo gira en torno a la obediencia y la lealtad al estado y al Zyrianismo."
Una confusión se refleja en mi rostro, "¿Que? ¿Cómo que una religión?"
"No conozco los detalles, pero es una religión tan conservadora como el catolicismo, no tuve mucho tiempo para indagar más, fuimos secuestrados por los guerreros de ese lugar." responde observando a la nada.
"Casi morimos."
Nos quedamos en silencio por un momento, el peso de sus palabras hundiéndose en mi mente. En los libros nunca se mencionaba nada de Zyrionia, un lugar tan cerrado y desconocido para mí, me causaba bastante curiosidad.
Finalmente, me atrevo a preguntar: "Oye.. ¿Cómo es Zyrionia?"