La Bruja y el Dragón PROMESA Y DESTINO

Al terminar el trabajo del primer día, Libelle y su tío llevaron a los ejecutivos a instalarse en un pequeño y acogedor Hotel Boutique del centro de la ciudad. Por la forma en la que ellos hablaban con la administradora del lugar y en general el cómo se conducían por toda la ciudad, Fafner pudo notar que eran una familia bastante conocida en la comunidad, lo que podía ayudarlo a tratar de conseguir información más confiable, pues es prácticamente imposible manipular las mentes de forma colectiva. De toda su familia, la diseñadora Libelle era la más amable del grupo, los había invitado a una cena en el mirador de la ciudad, y por como actuaba el resto de su familia, seguramente era su iniciativa, por lo que llegado el caso podría usarla a ella.

En cuanto estuvo sólo, Fafner se comunicó con el líder de su equipo, necesitaba que llegaran lo antes posible, les dio instrucciones de comenzar a investigar a la familia Lanira, necesitaba toda la información detallada de su ascendencia, desde cuándo vivían en ese lugar, y sobre todo, sin importar cómo la obtuvieran, quería una muestra genética de la hija de esa bruja.

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—¡De ninguna manera! ¿Por qué quieres convivir más con esas personas?— Preguntaba enojado Woden que inesperadamente había estallado en cuanto escuchó que su pequeña Libelle estaba preparándose para ir a cenar.

—No entiendes, Libelle no quiere convivir con todos, creo que es sólo con uno de ellos— Respondió Aisha mientras le ponía una mano en el hombro para tratar de calmarlo.

—¿Qué?, no, no me gusta ninguno— respondió Woden cruzando de inmediato sus brazos.

—¿Por qué no?— trató de descifrar Aisha, —Ambos se ven muy bien, creo que son guapos, no te parece Libelle— en ese momento la aludida sólo pudo sonrojarse.

—¡No va sola! Uno de ellos nos mira como si estuviera midiendo en qué momento nos puede matar y el otro se ve tan apático que es capaz de ver todo y pasar de largo— Soltó Woden de una sola vez, haciendo reír a las hermanas.

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Antes de salir a la cena, el líder de su equipo se comunicó con Fafner para avisarle que ya estaban en la ciudad y comenzarían a trabajar en su encargo, él sonrió con frialdad, obtendría sus respuestas lo antes posible y si descubría que habían sido traicionados destruiría a la bruja.

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Durante la cena Ejder se llevó la sorpresa de que Fafner se portaba particularmente cortés con Libelle y trataba de entablar conversación con ella, lo que por alguna razón le incomodaba, aunque podría ser porque el comportamiento de su hermano era atípico o quizá porque sentía pena por la pobre criatura, ya que su hermano era casi un depredador, que disfrutaba el proceso de la cacería más que a la presa en sí, así que una vez que obtuviera lo que buscaba, la desecharía. Entonces decidió interferir un poco, y para justificarlo se dijo así mismo que lo hacia por su hermana, si dejaba a Fafner seguir, seguramente provocaría que la diseñadora favorita de su hermana se alejara o los odiara antes de obtener los autógrafos que quería.

Mientras tanto Woden estaba tratando de mantener la calma, no necesitaba el don de su trillozo para saber que el tal Fafner era una amenaza, era claro que era un mujeriego, y él no permitiría que nadie jugara con ella, por lo que decidió que la táctica más eficaz de controlarlo, en lo que llegaban el resto de sus hermanos, era pegarsele como lapa, esa noche él sería el mejor de sus amigos hasta llegar al punto de incomodar.

—¡Papá Woden ya llegué!— Interrumpió una pequeña voz, cuando Woden trataba de convencer a Fafner de probar la especialidad del lugar, ya que entre más ocupada su boca, menos peligroso sería.

—¡Zahori! ¿Qué haces aquí?— la pequeña daba la impresión de haber llegado sola —Mamá y papá Boreas me trajeron para cenar contigo y con la tía Lib— y enseguida corrió a darle un abrazo a Libelle.

—Buenas Noches— saludaron al unisono Boreas y Aisha

—Una disculpa por la tardanza pero había una muñequita que no quiso quedarse con su abuelita— mientras hablaba, Boreas sonreía y miraba con amor a la pequeña.

Fafner de inmediato sintió el cambio de admosfera, desde que había llegado la pequeña, toda la atención pareció girar en torno a ella, como si él y su hermano hubieran desaparecido. Entonces observó con detenimiento a la niña, que escuchaba con atención mientras su tía enumeraba pacientemente las opciones que ella podía cenar. Se parecía mucho a su hermano; ella tenía el mismo pelo color caoba, sus rasgos y tono de piel que era más sonrosado que el de los Lanira, lo único distinto eran los ojos, esos pertenecían a la bruja. Entonces se preguntó cómo no lo vio aquella tarde mientras su hermano buscaba a su sospechosa. ¿Y porqué no sentía venir de ella el llamado de su sangre?, en realidad, ¿porqué no podía percibir nada de ella? Era demasiado joven para ocultar su esencia por su cuenta y tampoco podía percibir algún tipo de lazo mágico desde su madre, como el que usaban las madres dragón para ocultar su naturaleza.

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—¿Y cuántos años tienes?— de repente la voz de Edjer lo regresó a la realidad.

—Sólo faltan— y comenzó a mover sus deditos para contar —14 días para que tenga 7 años, verdad mamá?— Aisha asintió sonriendo y dándole un beso en la mejilla.

Al escucharlo, Fafner sintió cómo le temblaban las manos, era la fecha exacta de la explosión, él nunca la olvidó, cada año encendía junto a su padre una pequeña vela blanca como dictaba la tradición, y ya que Ragnar no podía hacerlo, ellos lo hacían por él, porque si Ragnar recordara, nunca habría dejado pasar el ritual. Fafner no entendía exactamente qué había pasado, pero ya no tenía ninguna duda, esa pequeña era su sobrina y esa bruja se la había robado, y en el proceso había condenado a su hermano al vacío y la locura. En ese momento él tuvo que hacer acopio de toda su fuerza para contenerse, deseaba reclamar y ver cómo se le caía la careta a la bruja, congelar todo y arrancarle a su sobrina de las manos, para llevarla a donde verdaderamente pertenecía, con los suyos. Y lo iba a hacer, no dejaría a uno de los suyos ni un día más lejos del lugar al que pertenecía.