Krasa Y Georgeus

Una hechicera llamada Kuolema está decidida a evitar dos cosas: que el príncipe Georgeus pueda tener herederos para la corona de Fontana, necesita retrasar a todo costa cualquier matrimonio por un año; asimismo, necesita evitar el nacimiento de un ser mágico con poderes extraordinarios, para ello necesita impedir que el príncipe Carpio se case con la mujer que tiene la marca del amor grabada en su piel.

Todo le estaba saliendo muy bien hasta que intempestivamente Lady Krasa D' Luxe rompió el compromiso con el príncipe Carpio y terminó conociendo al príncipe de Fontana; a quien no podía eliminar fácilmente, lo cubre la marca de la armonía, y hasta que no cumpla veintiún años no podrá ser destruido.

- "¿Lo convenciste?", pregunta Kuolema.

- "Totalmente, el conde cree que está hablando con la prima de la reina de Urtesi, quiere ser nombrado duque, el matrimonio de su hija con el príncipe de Susumira le supone una influencia en ese reino, hará lo que sea necesario para garantizar eso", responde Lapurra, quien es una vieja amiga de Kuolema y tiene la habilidad de tomar los cuerpos de personas fallecidas y seguir viviendo por años y años; "creo que estamos a mano", continuó diciendo Lapurra, alejándose.

Kuolema sabía que no podía alejarse mucho de su lugar de origen, necesitaba aún más cargar su energía, pero confiaba en que su plan diera resultado, en cuanto pudiera regresaría, debería garantizar que su hijo algún día fuera rey; mira a través de un pozo de agua, la imagen de Lady Krasa y sonríe, al parecer ha dado resultado su plan.

Su madre la ayuda a ponerse de pie, Krasa camina desanimada a su habitación, la condesa ha ordenado llevarle té; y mientras Krasa está apoyando su cabeza en las piernas de su madre, ella la acaricia y arregla sus cabellos.

- "Cariño, hay peores hombres para casarse que el príncipe Carpio, después de esto creo que tendrá más cuidado en cómo tratarte, a veces solo nos queda aceptar lo que el destino tiene preparado para nosotras, el mundo no va a cambiar de un momento a otro por más que lo deseemos", dijo la madre de Krasa.

- "Mamá, ¿debo tener miedo y aceptarlo porque podría terminar un hombre peor que él?, ¿por qué no podría pensar que hay alguien para mí mejor que él?; ¿por qué debo callar no voz, si es mi futuro lo que se está decidiendo?, por favor, al menos hablan con papá, dile que me dé más tiempo, que espere un poco más", rogó Krasa con lágrimas en los ojos.

- "Hijita, ¿qué ganas con más tiempo?, aunque milagrosamente apareciese un pretendiente perfecto, tu padre es quien tiene la última palabra, y él ya tomó la decisión de casarte con el príncipe Carpio, cariño, trata de calmarte y resígnate", expresó la madre de Krasa.

Krasa no pensaba resignarse, se limpió las lágrimas y se dijo a sí misma, que tenía que encontrar la manera de acabar con ese compromiso definitivamente, tal vez recorriendo a la única persona que podría deshacerlo definitivamente.

Por otro lado, Georgeus estaba leyendo el pergamino de compromiso que había preparado su padre, después que le había dado las opciones que tenía para ofrecer.

- "¿Estás de acuerdo?", preguntó el rey de Fontana.

- "Sí, está conforme. Muchas gracias padre, no sabes cuan feliz estoy", respondió Georgeus con entusiasmo, cuando de repente sintió una angustia en su corazón.

- "¿Ocurre algo?", preguntó el rey.

- "Una sensación muy extraña, siento arder... ¡ahhh!", expresó Georgeus al sentir que su espalda ardía.

Cuando su padre revisó, pudo notar que la marca de nacimiento real, estaba siendo cubierta por una especie de cicatriz.

- "Respira profundamente Georgeus, tienes un colapso mágico, creí que el riesgo ya había pasado, solo dolerá un rato y la marca quedará cubierta por un tiempo, tus poderes estarán algo inestable; pero te llevaremos a Reviere, el agua de la laguna curará el problema, es una rara enfermedad familiar, normalmente ocurre de bebé, pero a ti te demoró bastante", expresó el rey, mientras poco a poco calmaba el ardor a Georgeus.

- "Iré a Reviere después de arreglar el compromiso con Lady Krasa", dijo Georgeus.

- "Si dejas pasar mucho tiempo, tus poderes podrían perderse o estar limitados, una semana más no cambiará nada", aseveró el rey.

- "Le prometí estar en una semana y lo cumpliré, no quiero arriesgarme, no te preocupes voy a resistir esta enfermedad", manifestó Georgeus.

El rey de Fontana estaba realmente preocupado por su hijo, pero Georgeus solo anhelaba poder concretar el compromiso con Lady Krasa, sabía que no podía convencer a su hijo, así que solo siguieron con la preparación para formalizar el compromiso.

Casi al alba, con mucho cuidado Krasa ha sacado un equino de las caballerizas; ha decidido sacar algunas ropas de su hermano que estaban en los cordeles y se las ha ajustado para ella; ha ocultado su identidad debajo de una capucha, en una pequeña alforja lleva sus cosas personales, y en el bolsillo lleva las piedras para viaje instantáneo que le obsequio Karoly; era consiente del peligro, pero no tenía más opción que arriesgarse, "Karoly me voy a copiar de ti este día, no tendré miedo y alcanzaré mi objetivo con valentía, espero hacerlo bien amiga", pensó para sí misma.

Krasa ha viajado todo el día, respira profundo e ingresa a ese castillo, le tiemblan las piernas y sabe que podría ser inútil lo que está intentando, pero conocía a su padre, sería capaz de meterla al monasterio y colocar el sello que le impediría casarse por el resto de su vida, se negaba a perder a Georgeus, así que daría la lucha.

Krasa siguió el camino que le trazaba el sonido de las espadas, hasta que llegó al campo de entrenamiento, hombres fuertes con cicatrices, incapaces de rendirse, de pronto él suelta la espada, aún con la capucha puede reconocerla y se acerca a ella.

- "¿Qué hace vestida así, Lady Krasa?, no pensé verla en este lugar y bajo estas circunstancias", manifestó el príncipe Carpio.

- "Vine a Susumira, ha pedirle que no me mate, Su Alteza", dijo Krasa apretando sus manos.

Ambos se quedan mirando, ella no entiende porque él no es capaz de dejarla libre; él se sorprende de que la dulce Krasa haya venido a verlo, vestida cual hombre y evidentemente sola.