Nicolina, una sexi y curvilínea Italiana regresa luego de 10 años, para abrir un Bar que promete subir el calor en los Ángeles.
Bruno Altamirano un seductor, frio y sumamente organizado, se abre paso en el mundo de la arquitectura, ajeno a que la jovencita de la que se enamoro perdidamente en su juventud, regresó a su vida ordenada tan solo para desmantelarla con un documento que podría cambiarlo todo.
Esta obra es de mi autoría, esta protegida y la amo como todas mis historias.
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Gotas
“Quien paso por nuestra vida y dejo Luz, ha de resplandecer en nuestra alma para toda la eternidad” . Anónimo.
La vida es un océano que está compuesto por pequeñas gotas de momentos, cada una tiene la esencia de las personas que formaron parte de la existencia de una persona.
Nicolina lo sentía así, y vivía de esa manera. Su vida estaba formaba por gotitas cargadas de amor, esas que la nutrían y la obligaban a ser mejor.
Pero la ausencia de solo una, provocaban un vacío difícil de llenar, en especial ahora cuando su vida daba un giro inexplicable.
Esa tarde, después de mostrarse como toda una reina combativa, llegó a casa, dejo sus vestiduras y volvió a su esencia.
Vistió un bonito conjunto deportivo gris, pantaloncitos cortos, una musculosa cómoda y zapatillas blancas.
Levantó su largo cabello en un rodete y monto su bicicleta rumbo a la playa, ese lugar que la hacía sentir libre, y muy cerca de ella… Misael.
Camino por la playa con sus zapatillas en la mano dejando que la espuma acariciara sus pies y observo como el cielo se volvía oscuro, dando lugar a las estrellas.
El viento mimaba su rostro y respiró profundo viendo esa inmensidad ante sus ojos.
Fue inevitable para ella sonreír, entendiendo aquello que su madre le decía desde niña.
-Dios está en todas partes, cariño, solo debes saber mirar con el corazón.
Y vaya que su madre estaba en los cierto, esa belleza infinita la deslumbraba. Se detuvo en el lugar más solitario de la playa y se dejó caer sobre la arena, muy cerca del agua.
Enterarse que una vida crecía en ella, hizo que quisiera más que nunca tener a su mamá. Podía sentir sus ojos húmedos y el dolorcito en la garganta cuando las ganas de llorar comenzaban acechar.
Quería ser fuerte, pero en ese lugar, solo deseaba hablar con ella.
-Hola Ma- susurro con la voz temblorosa- serás la primera en saber- curvo sus labios con nostalgia- bueno la segunda, pero él no cuenta- se encogió de hombros y dejo salir lentamente el aire de sus pulmones.
-Voy a ser mamá, puedes creerlo, porque yo no- mordió su labio inferior y lo dejo salir- Te necesito- esos enormes ojos cafés, dejaron caer las lágrimas que había contenido y el alivio llego.
Como si Misael se hubiera sentado junto a ella y la cubriera en sus brazos maternales.
-Soy feliz mamá, no te asustes, solo lloro porque tengo miedo de no ser la mitad de buena de lo que tu fuiste.
Sus manos fueron a la arena para dibujar corazones, como cuando era niña.
-Voy a necesitar de ti, sé que estarás a mi lado, eso me lo prometiste la última vez que nos abrazamos; pero sinceramente...- los sollozos salieron de lo profundo de su alma con la necesidad de aquel abrazo cálido ala que Misael la tenia acostumbrada
- ....Quisiera que estés aquí\, que me dijeras que todo va a estar bien\, que lo que estoy haciendo es lo correcto\, o que me dieras un coscorrón por lo que hice esta tarde- trato de reír\, pero sus lágrimas fueron mas –-Quisiera… Dios\, como te extraño\, mami\, no tienes una idea de cuanto te extraño- gimoteo y las manos abandonaron la arena para abrazar sus piernas.
Y es que perder a un ser amado, no se supera, más allá de los intentos. Se vive con el dolor, con el vacío que no se volverá a llenar, se vive por ellos y con los recuerdos bonitos, pero en los momentos importantes es cuando la ausencia se hace más difícil de llevar.
Nicolina atravesaba esa dolorosa sensación, ahora cuando la vida le presentaba un nuevo desafío... ahora donde la experiencia de ser mamá seria perfecta si contara con la suya.
Oculto su rostro dejando que las lágrimas cayeran sin intención de detenerse, no había nadie a su alrededor, solo ella y el sonido del mar. No tenía que ser fuerte para nadie, podía dejar salir lo que su corazón albergaba... y así lo hizo.
-Te extraño tanto que duele- murmuro y como si una fuerza la invadiera levanto la vista para ver la luna. Su mano seco las lágrimas y el silencio la abrazo por varios minutos.
- Voy a estar bien\, sé que voy a estar bien\, pero me encantaría saber que tu estas cerca\, para no sentirme tan perdida -
Y como si el universo se apiadara de ella, sucedió lo inexplicable
Sus bonitos ojos se abrieron ante la belleza de un milagro, una libélula voló a su alrededor y con gracia fue a parar sobre la mano que descansaba sobre su pierna.
No necesitó mas, todo en su interior le decía que mamá estaba ahí.
-Gracias, preciosa- la pequeña se mantuvo varios minutos detenida, como si la consolara y luego sus alas se movieron.
Nico curvo sus labios sintiendo paz y la vio tomar vuelo hacia el mar- tu siempre tan única, Mamá.
Se puso de pie, limpio con sus manos su turgente trasero y dio un último vistoso a aquella esplendorosa visión.
-Te amo tanto que esta inmensidad no se compara.
Lleno sus pulmones y lo soltó lentamente, dejando salir el miedo y la tristeza, junto a las ultimas palabras que cerrarían aquella conversación.
– Ame cada minuto junto a ti y aunque para mí haya sido corto, Dios sabe cuánto le agradezco por regalarme una madre como tú.
Sus manos fueron al lugarcito donde poco a poquito una vida crecía
- Esa\, cariño\, era tu abuela\, me hubiera gustado que la conocieras\, te habría llenado de amor\, pero no te preocupes\, tienes un abuelo y unos tíos que te dejaran sin mejillas de tantos besos.
Se inclinó, tomo las zapatillas y camino por la playa en busca de su linda bicicleta, pero siguió charlando con su pequeño querubín
- Esperemos ver como actúa el fanfarrón\, perdón tu papi- aclaro ternura- tú no te preocupes\, independientemente de lo que decida\, tienes una mamá que vale por dos.- aseguro a pesar de los miedos de una madre primeriza
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En el departamento de Cleo, las risas dieron el punto y aparte a la disputa.
Ninguno retomo el tema de la renuncia, y se abocaron arreglar y poner en su lugar todo lo que estaba en cajas.
Cada objeto era tema de conversación, para el italiano, esa bailarina, era una caja de sorpresa.
La manera en que se exponía, sin importarle cuan ridícula, emotiva o vergonzosa fuera la anécdota detrás de cada objeto, lo tenía fascinado.
Ella no intentaba mostrarse coqueta, o decir palabras que la hicieran ver mejor, se estaba cómoda y lo hacía sentir cómodo.
Con ella podía discutir y luego reír como si nunca hubiera pasado nada malo, con ella podía ser él.
El molestoso, el pícaro, el hermano cariñoso. Con ella no necesitaba ser un cazador, solo Luka Greco
Habían pedido pizzas y las cervezas que él trajo se habían terminado, por lo que pidieron más, poniéndose un poco más receptivos Las latas estaban sobre la mesita de la sala, junto a unas cajas de pizzas.
El trabajo no había terminado, pero estaban ubicando, no, Luka estaba ubicando los últimos recuerditos de la rubia en el mueble.
-No puedes tener esta foto, es horrible, segura que la quieres aquí- la carcajada de Luka no hacía más que dejar embobada a la rubia que negaba divertida.
-Era mi perrito, el primero que tu tuve, no voy a tirar la foto porque es feo- trato de no reír cuando el castaño movió de un lado a otro el marco con la foto.
-Lo ponga en la dirección que lo ponga, es feo.
El italiano estaba parado junto al modular acomodando todo y ella sentada en el sofá en poción india estirando la camiseta de algodón con sus rodillas.
-Era feo, Cleo, dime que te motivo tener este perro- El pobre canino tenía un ojo visco, pelos parados y las orejas chuecas.
-Mamá me lo regalo, es que amenace con dejar ballet sino me permitían una mascota, creyó que lo devolvería a la perrera cuando lo viera, ellos tenían una manera muy particular de hacer que desistiera de lo que quería- explico sin animo y el comprendió que la vida había sido generosa, al darles padres tan dulces.
- ¿Cómo se llamaba? - dejo el cuadro en el mueble\, pero no recibió respuesta- Cleo- insistió girando a verla.
-No te importa- tomo una porción de pizza y la mordió
-Vamos bailarina, dime y no te la comas todo sola que tengo hambre- fue hasta el sillón de dos cuerpos y se arrojó junto a ella quedando pegaditos por el tamaño del mueble.
-No te importa- insistió y le paso la caja para que se sirviera
-No puedo creer que te niegues a contestar, que tan feo puedes ser, no creo que tanto como el portador- rio y dio un mordisco a la pizza, pero eso no evito que ligara un golpe en la pierna.
-Ya te dije, no- te- importa- recalcó y el italiano abrió los ojos verdes antes de cubrir sus labios, para no escupir la comida
- Luka no te reías\, no sabía cómo ponerle y como todos se iban a burlar de mi perro\, le puse así. “No te importa” es original y él lo amaba\, debías ver como movía su colita torcida cuando lo llamaba—
Ella también estaba haciendo un esfuerzo por no reír.
-JAJAJA, NO, JAJJA. NO, - negaba tratando de tragar- pobre, tu realmente lo odiabas- la carcajada fue tan contagiosa que ella no puedo evitar unirse.
-¡¡No es así!!- se defendió entre risas- lo adoraba y él a mí, aunque no me creas - llevo sus manos al cabello, soltó la liga y lo dejo caer, batiéndolo con la mano mientras reía.
Luka la miro detenidamente, podía jurar que Cleo con los años se puso más hermosa, algo que no creía posible.
Ese precioso perfil, la nariz pequeña, las mejillas rosaditas por la ingesta de alcohol y la manera relajada en la que se movía estando a su lado lo tenía extasiado.
Cleo no se había dado cuenta que estaba ocasionado estragos en el hombre a su lado, hasta que el silencio llamo su atención y lo quedo viendo.
-¿Sucede algo?- No recibió respuesta, pero lo que siguió la dejo sin palabras
Él extendió la mano, hasta alcanzar las hebras doradas, no pensó en lo que hacía, solo se aproximó para sentir el perfume y se cerró los ojos,
-También te adoro Cleo- murmuró perdido en ese aroma a coco que tanto le gustaba.
La rubia contuvo el aire al percibir como su espacio personal fue invadido y miro atentamente aquel gesto que la envolvió en una burbuja que puso en pausa su raciocinio.
Luka no supo cuándo, pero su barbilla fue sostenida con ternura y unos labios suaves jugaron con los suyos, llevándolo a volar.
Sus ojos verdes se abrieron lentamente cuando el beso concluyó, quería más, pero al ver aquellos cristalinos cargados de deseo y algo más, quedo sin aliento.
-También te adoro Luka.
-Cleo- intento hablar, pero sus labios fueron nuevamente sellados, algo que no pretendía parar.
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Estoy ansiosa de seguir tus otras novelas.