Mi Papá, Jefe De La Mafia

Capítulo 11

Sofía y Enzo estaban felices con la llegada de su nieta, Paola era muy parecida a su hijo. La pequeña hablaba poco italiano, pero con eso era suficiente para convivir con sus abuelos. Ahora tendría una nueva vida con su familia, aún se sentía triste por su abuelo Aníbal, había sido decepcionante para ella verlo amenazar a su papá, sin embargo ella le tenía mucho cariño.

Paolo había acondicionado todo para que Argelia tuviera un médico y una enfermera todo el tiempo, días después de su llegada a Sicilia decidieron casarse, reconoció a su pequeña hija con su apellido. Después vivieron esos meses como una verdadera familia, Paola disfrutaba de su madre cada momento. Aunque Argelia parecía mejorar, en verdad no lo hacia. Paolo y Argelia estaban juntos día y noche, Enzo se encargaba de todo para que Paolo solo se dedicara a su esposa y a su hija.

Diez meses después la morfina ya no ayudaba a Argelia a no sentir dolor, comenzó a agonizar. Paolo estaba a su lado todo el tiempo, ya era tarde y estaba apunto de ocultarse el sol Paolo cuidaba de Argelia.

—Paolo.—lo llamaba Argelia con mucha dificultad.

—Aquí estoy mi vida.—Paolo la rodeo entre sus brazos para que sintiera su calor y su amor.

—Cuando llegaste por nosotras al hospital, sentí que me dieron una vida extra, estos meses a tu lado han sido los más felices de todos mis días. Pero ya estoy cansada, cuida mucho a nuestra pequeña patito, no te niegues la posibilidad de volver a amar. Te amo tanto.—le decía Argelia con sus últimas fuerzas.

—Te amo mucho, mi ojos color de cielo. Gracias por todo el amor que me diste, sobre todo por darme el regalo más grande, a nuestra princesa, descansa tranquila siempre cuidaré de ella.—Paolo la besó fuertemente, se le hacía un nudo en la garganta. Sin darse cuenta, Argelia cerró sus ojos para no abrirlos nunca más.—Cariño, cariño no nos dejes por favor.—lloraba inconsolable mientras la seguía teniendo en sus brazos, se aferraba a su amada sin querer dejarla ir.

Entró Sofía a la habitación, su hijo estaba destrozado. Conocer a Argelia también le había cambiado la vida, hubiera deseado poder haber hecho más por ella.

—Hijo, deben prepararla para su funeral.—

—No puedo dejarla, perdimos mucho tiempo por culpa de Aníbal. Merece morir por todo lo que la hizo sufrir.—

—No tengo dudas de ello, se te presentará la oportunidad de cobrárselo. Ahora debes ir con tu hija, te necesita más que nunca.—Sofía había convencido a su hijo de soltar el cuerpo de su esposa.

Paolo besó una última vez la frente de su esposa, salió de la habitación para buscar a su princesa. Fabrizio y todos los hombres de su confianza le daban el pésame, segundos después llegó a la habitación de Paola. Ella estaba acostada en su cama llorando por la pérdida de su madre, sin decir nada Paolo se acercó a ella para abrazarla.

—La voy a extrañar mucho papá.—

—También yo, pero juntos vamos a seguir adelante. Me tienes a mi, no permitiré que nadie te aleje. Te amo mi pequeña princesa.—

Paolo tenía que seguir adelante por su hija, ahora solo se tenían el uno al otro, además de que la amenaza constante de Aníbal se haría presente. Paolo le avisó a Leonora y a Tayde, sin esperar más Leonora empacó su maleta para viajar a Sicilia para estar con patito en ese momento. Al igual que Tayde, aunque ella estaba destrozada por todo el tiempo que perdió lejos de ella, todo por haber obedecido a su padre.

—¿Se puede saber a dónde vas?—

—Argelia murió hoy, tengo que estar al lado de Paola.—

Aníbal sintió un fuerte dolor en el pecho, no había nada peor que perder a alguien con quien nunca pudiste reconciliarte, y más si ese alguien había sido tu amada hija.

—Que tengas buen viaje.—

—Pensé que ibas a tener una reacción más humana por esta amarga noticia, ella era tu hija.—le reprochaba Leonora al verlo como si nada.

—Sabes que jamás me perdono, la enfermedad que heredó de su madre es muy difícil, por fin está descansando, pero eso no quiere decir que no vaya a darle batalla al idiota de Gabellotti, voy a pelearle a mi nieta. Y la traeré devuelta a esta casa.—

—No crees que tu nieta a sufrido bastante, déjala ser feliz al lado de su padre y su familia, tú no serás eterno.—

—Sabes que Tayde no tiene el carácter para quedarse al frente de mi imperio, pero mi nieta sí. Yo la crié ocho años, sé que nuestro lazo es fuerte.—

—Claro, si Paolo no te asesina primero, tú lo viste no pudiste tocarle ni un pelo, y eso que estaba en tu ciudad.—

—Te equivocas, lo hubiera asesinado ahí mismo. Si no le hubieran dicho a mi nieta que ese infeliz era su padre, no podía lastimar a Paola de esa manera.—

—Como si de verdad te importara que fuéramos felices, a ti solo te interesa controlar la vida de los demás como si fuéramos marionetas. Analízalo, estas pudriéndote en dinero pero solo y sin amor. Me voy porque me está esperando el piloto.—

—Para la próxima vez debes pedir permiso para utilizar el avión de la empresa.—

—Como socia puedo disponer de él, no lo olvides.—

Aníbal de inmediato le llamó a sus abogados para comenzar una pelea legal por la custodia de Paola, estaba dispuesto a declararle la guerra al mismo diablo si fuese necesario para conseguir lo que quería.

Al siguiente día estaban en la cripta familiar de los Gabellotti donde descansaría el cuerpo de Argelia para siempre, Tayde estaba muy afectada por la muerte de sus hermana, Leonora trataba de consolarla pero era imposible. La pequeña Paola se mantenía sujeta a la mano de su padre mientras metían el féretro a la cripta, a lo lejos Aníbal y su perro fiel veían todo. La pequeña Paola pudo verlo, inocentemente soltó a Paolo para ir hasta su abuelo, en eso se acercó a él Enzo para preguntarle algo, distrayéndolo.

—Abuelo.—con lágrimas en sus ojos lo abrazó

—Todo estará bien pequeña, pronto estaremos juntos como antes.—

—No puedo ir contigo, mi papá va a cuidar de mi.—

—Ese hombre engañó a tu madre, todo lo que te ha dicho es mentira. Yo lo único que hice fue protegerlas, allá está tu hogar. Además tu caballo te extraña, ¿o acaso ya te olvidaste de él?—

De pronto Fabrizio se dio cuenta de lo que estaba pasando, al verlo caminar Paolo se alertó.

—Paola ven para acá.—decía Fabrizio

—Como te atreves a hablarle así a mi nieta, recuerda que tú eres un simple sirviente. Muy inferior a ella.—Aníbal no soltaba a su nieta.

—Hija ven por favor.—la llamó Paolo

—Abuelo, yo estaré bien, cuida mi caballo.—Paola lo abrazó fuertemente, a pesar de todo ella había crecido a su lado, y el cariño de ella aún lo tenía.

—Ven hija vamos a ponerle las flores a mamá.—sugería Sofía para dejar que Paolo arreglara sus asuntos.

—No vuelvas a acercarte a mi hija, no eres bienvenido. Así que retírate, no voy a permitir que tu presencia esté cerca de mí esposa y mucho menos de mi hija.—

—No olvides que tu esposa, es mi hija y siempre lo será, además que Paola es mi nieta. Que debe vivir conmigo para que tenga un buen futuro, digno de ella. Acaso la vas a enseñar a ser una delincuente como tú, un buen padre quiere lo mejor para sus hijos.—

—Así como usted, que fue más allá de los deseos de sus hijas. Cualquier plan que tenga para mi hija, puede descartarlo. Porque mientras yo viva, nunca volverá a vivir con usted. Así que váyanse, antes de que decida acabar con ambos.—

—Eres un pobre diablo, un criminal y un asesino, ya verás como te quito a mi nieta para siempre, y el que va a terminar lejos de ella eres tú.—

Paolo pensó seriamente en acabar con el, pero su hija desde lejos observaba todo. Sabía que Aníbal se convertiría en un verdadero dolor de cabeza, con el cual tenía que lidiar. Además no era el momento de hacerlo, estaban despidiendo al amor de su vida.