Historia de Carolina Rosales, alias La Caro, una peligrosa narcotraficante de Sinaloa, México. Una mujer de carácter violento y capaz de cualquier cosa, con tal de resguardar su territorio y ampliarlo a costa de lo que sea. Hasta que..... Mejor te invito a que leas mi cuarta novela. Muchas gracias lectoras, lectores.
Espero que la disfruten.
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11- LA CHARLA.
Al día siguiente, como era domingo, Yolanda no fue a trabajar y Caro aún dormía, el día anterior fue bastante agotador, así que dejó a la niña que siguiera durmiendo.
Yola fue directo a la cocina y vio a Nana Rosita preparando el desayuno.
Buenos días, Nana Rosita, o te puedo decir Abuela Rosita?.
Nana Rosita volteó sorprendida, y emocionada, dijo: Ya lo sabes mi niña hermosa. Tú y Caro me pueden llamar como quieran. Las amo a las dos, mejor dicho, a las tres. Entonces ya sabes sobre los negocios de tu Madre.
Nada más el de prestamista. Pero hoy mismo voy a hablar con ella, tengo que saber exactamente a qué me enfrento. Y a qué voy a arriesgar a Carolina.
Hazlo mi niña, no te quedes con dudas, no puedes vivir en medio de dudas que con el tiempo van a lastimar tu relación con Susana y, al menos a mí, no me parece justo. Ustedes juntas, encontraron la felicidad, que la incertidumbre no la destruya mi niña, no lo permitas.
De acuerdo Nana Rosita, eso es lo que voy a hacer, por el bien de la familia, hoy mismo lo haré. Por cierto, dónde está mi Madre?.
Salió con Pancho en la camioneta, dijo que no tardaría, se fue hace cosa de media hora.
Gracias Nana, dame por favor un vaso de ese jugo que se ve delicioso.
Toma mi niña y ve a arreglarte. No me gusta que andes en esas fachas, eres demasiado hermosa, tienes que lucir tu belleza.
Ahora sí me hablaste como toda una abuelita. Gracias Nana.
Al salir de su habitación ya perfectamente arreglada, entró a la habitación de Caro y se acercó a la cama de la niña y la movió: Despierta mi amor, ya Abuela Rosita preparó un delicioso desayuno.
No Mamá, Rosita es mi Nana, mi Abuelita se llama Susana.
Pues te tengo noticias mi amor, Rosita es Mamá de tu Abuelita Susana, o sea, que es tu Bisabuela.
Carolina se levantó rauda de la cama y corrió escaleras abajo y entró como huracán a la cocina gritando: Sabía que eras mi bici, sabía que eras mi bici!!!!. Y abrazó a su bisabuela.
Es una familia de mujeres, dónde no hay lazos de sangre, pero que ni los necesitan, el amor es el lazo más grande que une a una familia y en esa, lo que sobra es el amor, aunque este, nunca sobra en ningún lado.
Al entrar a la cocina, Carolina le decía a su Bici que no llorara, que la perdonara si la había ofendido.
No mi niña, lloro de felicidad por tener tanto amor y cariño. Te amo mi niña, y me encanta siempre verte tan llena de felicidad.
Es que aquí lo tengo todo. Mira, tengo a mi Mamá, Tengo a Nana Susa y te tengo a ti, que más puedo pedir?. Nada, ya lo tengo todo.
A ver mi amor, intervino Yolanda, es hora de desayunar. Como ya es tarde, primero vas a desayunar y luego te vas a bañar y cambiarte, de acuerdo?.
Vengan a sentarse mis niñas, ya les sirvo el desayuno.
Por favor Nana Rosita. Muero de hambre.
Yo también Bici, remató Caro.
Poco después llegó Susana con una gran bolsa de Pan dulce, que le regaló don Miguel.
Nana, ya tengo a mi Bici Rosita. Dijo la niña.
Tu queee?.
Luego te explico Madre, estamos empezando el desayuno, ya tenemos mucha hambre.
Me parece muy bien, quédate a desayunar con nosotras Pancho.
Gracias, señora, ya sabe que en las mañanas solo tomo café y lo bebí temprano. Ahora mismo voy a lavar la camioneta.
Como gustes Pancho. Más tarde te veo.
Buen provecho familia, y Pancho salió en busca de la camioneta.
Conociendo a éste país, por mi experiencia, quizá lo secuestro un narco.