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Blindr

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Status: En proceso
Genre:Acción / Romance / Magia / Mundo de fantasía
Popularitas:3.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Kilian Hunter

EL chico problema se declara a la chica más popular frente a toda la escuela, pero ella no es lo que aparenta.

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VOL2-CAPITULO 4: Edhel Il Maris

EDHEL IL-MARIS

Muchas cosas ocurrían en la tierra de Castlin por esos días, en realidad en todo Alfheim.

A Devan le tocó entrenar con Calíope mientras Hermelinda se encargaba de atender a Elein, que se encontraba febril. Ella apenas pudo explicar su situación antes de caer dormida: era de Eberor, uno de los reinos elfos, y al parecer la habían secuestrado junto a su hermana. Frente a ella, había visto cómo mataban a su hermana y hermano antes de huir con todas sus fuerzas restantes. Ese era el motivo por el cual su mano no dudó en matar a uno de los elfos culpables. Devan, que nunca había visto morir a alguien ante sus ojos, juzgó que los motivos de Elein eran perfectamente justos, aunque le parecía increíble que una chica tan delicada fuese capaz de un acto semejante.

Respecto a la pregunta de Calíope sobre el cuarzo colgado en su cuello, Elein respondió que ciertamente ella era fiel creyente de la luna, adoraba a la diosa, pero no era una religión extremadamente aceptada en Eberor. La fe venía de su madre, que venía de las costas de Dheliom, donde se erigía el principal templo del culto a la luna.

Para Calíope el encuentro no era casualidad y esperaba que Elein recuperara sus fuerzas para interrogarla con mayor profundidad. Mientras tanto, lanzaba estocadas hacia Devan con una impiedad casi enferma. Hacía una semana que habían llegado al mundo de los elfos y, visto lo visto, a Devan le hubiese gustado interesarse más por la mitología escandinava. No tenía idea de que existían los nueve mundos y que uno de esos mundos era Alfheim.

Cuando llegaron, esperaron un día entero a que algún mensajero de la Luna llegara a decirles cuál era su propósito en ese lugar, pero como no vino nadie, Calíope decidió mantenerse en movimiento y empezó a entrenarlo. Devan era un ignorante completo del arte de la esgrima, pero aprendía rápido. El problema empezó cuando, en medio del entrenamiento, mientras utilizaban espadas invocadas por Hermelinda, esta no le quitó el filo a la espada de Calíope, con toda la mala voluntad desde luego. El resultado fue que Calíope le cortó el hombro profundamente a Devan. Lo increíble fue que su hombro se curó casi inmediatamente. Calíope reprendió a Hermelinda, pero estuvo complacida con el resultado.

—Es la runa de Odín. La verdad sé muy poco del Runatal. Eso es cosa de los dioses. Se supone que el mensajero de la diosa Hécate nos explicaría qué runa te ha otorgado y sus propiedades. Pero… —Calíope fue interrumpida por Hermelinda.

—Las runas otorgan longevidad de acuerdo al estatuto de Ydhin, Calíope. Al portador y a los que lo apoyan, es necesario por la naturaleza del juego de los dioses. Pero ninguna runa de las que he estudiado cura una herida tan rápido. Debe ser una de las seis principales runas de Odín, pero ¿por qué Hécate daría semejante don a un simple humano? Es más, ¿por qué Hécate siquiera entregaría una runa semejante a cualquiera? Es una runa invaluable incluso entre los dioses.

Cual fuese la explicación, el infierno de Devan empezó. Calíope no tuvo más compasión con él; ahora tenían batallas reales. Al menos, muy real era el dolor que le proporcionaban los cortes que le hacía Calíope.

—¡Esto es excelente, Devan! Esto permitirá que tengas experiencia de primera mano, y si ese es el don de la runa, entonces es perfecto para el entrenamiento.

Al menos Devan sentía que mejoraba día a día. Cada vez terminaba con menos cortadas y resistía más el dolor, pero ni una sola vez había logrado devolver un golpe a la poderosa Calíope.

Y por si fuera poco su infierno, a veces le tocaba practicar con Hermelinda.

—Tienes que aprender a pelear contra todo tipo de oponentes —le dijo Calíope, y como era de esperarse, Hermelinda se dio de lleno a la tarea de hacerle probar nuevos tipos de dolores: magia de fuego, de hielo, veneno y más.

Devan comprendió en los combates contra la hechicera que no eran moco de pavo los talentos de ella. Los hechiceros combatían a distancia con hechizos y engaños. Llegar a golpearla era aún más difícil que con Calíope.

Ella había intentado enseñarle magia protectora, pero fue inútil: él no era un ser mágico.

—Es un problema —dijo Calíope cuando Hermelinda le comentó su falta de talento para la magia—. Tendrás que aprender a diferenciar los engaños de los hechiceros con tus propios sentidos. Es difícil, pero no imposible. El mejor guerrero que conocí en mi vida no tenía talento mágico, pero eso no lo detenía. Enfócate en comprender qué es una ilusión y qué es un verdadero hechizo.

—Es como dice Calíope —Hermelinda la apoyó—. Enfócate en eso. Respecto a protegerte de los hechizos, solo hará falta conseguirte amuletos y una espada muerta.

La espada muerta, según Hermelinda, se trataba de una espada que cortaba los hechizos, los repelía. Aunque Hermelinda no era capaz de invocar una, tenía la certeza de que algún herrero elfo le podría fabricar una.

Solo una semana y todo eso había pasado. Apenas tenía tiempo de pensar en su familia allá en la tierra, o Midgard como era conocida. Sus tranquilos días de escuela parecían un sueño ahora, como si su yo real fuese este sujeto que viajaba entre mundos, que aceptaba sin dudar cuando le hablaban de magia e invocaciones. Devan, ahora en un cuerpo casi inmortal, en una realidad increíble pero que le resultaba más natural que su otra vida. Y a ella, a Calíope, no la había dejado de amar en ningún momento. Ni siquiera la noche en que lo vio, en que vio algo que no debería haber visto y que procuraba no recordar.

Calíope le había traído a ese mundo maravilloso, le estaba entrenando para hacerse fuerte y enfrentar lo que fuese. A veces, Devan se encontraba sonriendo al pensar en las historias que leía antes, donde el héroe viajaba a otro mundo y su propósito era regresar a su hogar. Él no tenía ese propósito. ¿Por qué querrían esos héroes abandonar lo maravilloso por regresar a una vida simple? Devan encontraba un gran error en el planteamiento de esas historias. Aunque, ¿pensaría igual si Calíope no estuviese a su lado? Creía que no; Calíope era propósito y causa al mismo tiempo. Ella había ocurrido en su vida para mostrarle cosas maravillosas, incluso el dolor de ser quemado vivo por la magia.

Sin darse cuenta, Devan Tudor, el chico problema, a tan solo una semana de haber cambiado su vida, se estaba convirtiendo en un verdadero aventurero.

Elein estuvo curada pronto; sus fuerzas regresaron rápidamente gracias a las atenciones de Hermelinda.

—Muchas gracias. Estoy en deuda con ustedes por el resto de mi vida.

Esa vez habían acampado junto a un riachuelo sobre las raíces de un árbol gigante.

—No fue nada. Agradécele a este tipo y a tu cuarzo de la luna. De otro modo no hubiésemos interferido.

Calíope le habló fríamente, pero en sus ojos no había indiferencia.

—Ishur, te agradezco mucho, eres noble como un alto elfo —dijo Elein, mirando a Devan, que no tardó en sonrojarse y reírse como un idiota. Durante su entrenamiento, esas semanas, varias horas fueron dedicadas a enseñarle a comunicarse en el idioma Vanir, que era un idioma conocido por muchas razas, por lo que Devan estaba capacitado para comunicarse.

—Ahora, si eres tan amable, puedes darnos información que necesitamos. Hasta ahora no habíamos dado con ningún elfo en estas tierras. ¿Qué ocurre aquí? ¿Dónde estamos? —Calíope fue directa como siempre.

—Estamos en las tierras del reino de Castlin. Desde que su rey fue asesinado hace un milenio, los elfos de estas tierras viven apartados de todos. No se dejan ver mucho, excepto si es necesario pelear por su territorio. En realidad, no deberíamos quedarnos mucho tiempo aquí; este lugar se ha convertido en cuna de criminales y mercenarios. Quien nos secuestró a mi hermana y a mí nos trajo aquí por eso, señora Calíope.

—Entiendo. ¿Cuál es la ciudad más cercana? Queremos dormir en camas y conseguir elementos necesarios.

—No conozco mucho esta tierra, pero sé que la capital de Castlin queda al norte. Pero si toman esa dirección, lo más seguro es que te detengan en algún momento, te expulsen del país o te maten. Lo mejor es ir al este; en esa dirección está Eberor. Mi familia, bueno, ahora soy solo yo, servíamos a los Mirel. Allá se encuentra la ciudad de Melindor. Es el mejor destino que puedan tomar.

—¿Qué harás de ahora en adelante? ¿Puedes llevarnos?

—Yo… tengo el deber de ayudarlos, pero si es posible, me quiero quedar en Castlin. Debo intentar encontrar a los asesinos de mi familia y vengarme, señora Calíope.

Los ojos de Elein se llenaron de lágrimas cristalinas.

—Entiendo perfectamente. En ese caso, te acompañaremos en la búsqueda. Si los encuentras, te vengas y nos acompañas. Si no los encuentras, es que se habrán marchado y tendrás que ayudarnos igual.

—Yo no…

—No discutas, así se hará. Y no me digas más señora Calíope, solo Calíope.

De ese modo, Elein se convirtió en una compañera temporal y fue un alivio para Devan tenerla cerca. Era una belleza; lo que se decía de la belleza de los elfos era cierto, pero no solo se trataba de los rasgos físicos, era como si ellos brillaran con una luz muy tenue.

—Es el Edhel-il-maris, o el espíritu sobre el cuerpo, Ishur —fue la respuesta de Elein cuando esta le masajeaba los pies luego del entrenamiento. Por supuesto que Devan se había negado al principio a que ella hiciera eso, pero Calíope le había dicho seriamente que no se despreciaba a una linda chica, así como así. Y vaya que los masajes fueron bien recibidos.

—Nuestro espíritu es nuestra magia, Ishur. Es nuestra vida. Es más visible en los elfos, pero también está presente en ustedes los Vanir.

—Pero yo no soy un Vanir. Yo soy un humano.

—¿Humano?

La mirada incógnita de ella lo sorprendió. ¿De tan poca importancia eran los seres humanos en estos otros mundos?, se preguntó Devan.

—Sí, yo soy un hombre, vengo de Midgard.

El rostro de Elein mostró sorpresa y poco después se rió.

—No esperé conocer un humano, nosotros lo llamamos Adaniel y no hay muchas historias sobre ustedes, pero la mayoría dice que les gusta mucho… eh… eh...

Elein dejó de masajearlo y el rubor subió a su cara.

Devan entró en alarma.

—¡¿Te pasa algo?!

—No, no, Ishur. Es que… bueno… se dice entre los elfos que a los humanos les gusta mucho… for…ni…car.

Esta vez fue el turno de las mejillas de Devan de tornarse rojas.

—Es algo natural, no es necesario escandalizarse con eso —Hermelinda se acercó a ellos estirando los brazos—. Los humanos, al vivir mucho menos que los elfos, tienden a buscar reproducirse rápidamente. Pero Devan es virgen.

—¡¿Qué dices?! ¡No lo soy! —Devan se defendió instintivamente.

—¡Sí, lo eres! Investigamos todo de ti, no encontramos que tuvieses pareja antes de declararte tan descaradamente a Calíope.

—Bueno, pero… igual antes yo tuve…

—¿Sí? ¿Quién fue la chica? ¿Cómo se llama? ¿Estudiaba con nosotros?

—¡No tengo por qué contestar tus preguntas!

—Exacto —dijo Hermelinda sonriendo mientras extraía de su túnica una caja pequeña. Al abrirla, una canica gris flotó a su mano—. Con un simple hechizo sabremos si mientes o no. Besa esta canica. Si se torna roja, es porque no eres virgen; si se torna transparente, es que eres más puro que un santo de Vhelir.

—No es necesario llegar a tanto, señora Hermelinda —intercedió Elein nerviosa—. Es solo asunto de Ishur.

—Eso era al principio, pero se atrevió a dudar de mis capacidades investigativas.

La terca Hermelinda se subió a horcajadas encima de Devan y procuró llevarle la canica a la boca, pero este se defendió tomándola de la muñeca.

—¡Bésala! ¡Cobarde! —gritaba Hermelinda.

—¡No quieroooo! —gritaba Devan.

—¡AAAAh! —gritaba Elein.

—¿Qué pasa aquí? —Calíope apareció mirando la escena sin mostrar sorpresa—. Dejen de jugar, algo nos está acechando.

Todos se pusieron de pie y en guardia rápidamente.

—Tampoco exageren —les dijo Calíope—. Es solo un basilisco o algo parecido. He venido para que Devan lo mate. Le servirá como entrenamiento.

El asunto quedó zanjado a medias y Devan siguió a Calíope. Pronto encontraron al monstruo, y antes de darse cuenta, Devan se encontró en dificultades. Un basilisco de Alfheim es una criatura bella a la vista, alargada con ojos y cuernos perlados, pero al mismo tiempo rápida y mortal.

Enfrentarse a un monstruo así no resultaba sencillo.

—Debes aprender —le dijo Calíope—. Hay hechiceros especialistas en invocaciones, y si deben pelear, lo hacen llamando a monstruos parecidos para que peleen por ellos. ¿Recuerdas al fenrir que nos atacó en Midgard? También, no sabemos a qué lugares nos llevará el juego de los dioses. Hay mundos con monstruos más peligrosos.

Ciertamente Devan no quería conocer monstruos más peligrosos que ese. La mordedura del basilisco le produjo una parálisis en el brazo izquierdo durante horas. Tuvo que sacrificar su brazo para poder acercarse lo suficiente al monstruo y apuñalarlo en los ojos. Aunque lo mató, eso no alegró a Calíope.

—Sin duda crees que porque tu cuerpo se regenera puedes hacer esos trucos de dejarte herir para acercarte a un enemigo. Déjame decirte algo: más te vale no hacer eso nunca más. Aunque es tu ventaja, no debes ganar así en lo posible. Así no mejorarás. Un buen guerrero recibirá heridas lo menos posible.

Ya de regreso al lugar donde acampaban, Elein lo ayudó a sentarse y procuró que él no hiciera tanto esfuerzo con su brazo.

—El veneno del basilisco dejará de hacerte efecto dentro de poco, Ishur. Lo bueno es que no te haya mordido en la cara o el cuello; en ese caso, la parálisis hubiese sido de por vida.

—¿En serio? Entonces ahora entiendo mucho mejor el consejo de Calíope.

—Dejarse herir para atacar es una estrategia desesperada —Calíope se encontraba despedazando al basilisco. Tenían pensado comérselo y guardar varias partes para después. Mientras tanto, Hermelinda le extraía el veneno, prometiendo que elaboraría pociones analgésicas con él.

Durante la noche, Devan despertó con el brazo menos rígido, pero empezaba a doler un poco. Elein apareció un instante.

—Es mi turno de vigilar los alrededores, Ishur. Estoy pendiente de ti, así que vuelve a dormir. Calíope y Hermelinda se fueron a bañar a la laguna.

Al momento siguiente, la elfa se alejó entre los árboles.

Devan no pudo evitar recordar en esos momentos lo que había visto el tercer día que llegaron a esa tierra élfica. Fue en la noche también; le tocaba a él encargarse de vigilar los alrededores, cuando unas voces lo atrajeron a un estanque iluminado por la luz de la luna. Allí vio a Calíope emerger desnuda, con toda su piel al aire. Fue tan glorioso que a Devan casi se le olvidó respirar. Su cuerpo firme de piel clara era deseable, voluptuoso. Mientras él observaba desde un lugar oculto, vio como un segundo cuerpo emergía del estanque: era Hermelinda, que igual que Calíope, estaba desnuda. Aunque no terminaba de hacer buenas migas con ella, sí reconocía que era atractiva, y desnuda lo era aún más. Devan nunca había visto mujeres desnudas de esa forma. Claro que en el pasado miró fotos y videos en el ordenador, pero nunca de la forma que lo estaba haciendo ahora.

Quizás entonces debió irse, pero sus pies no le obedecieron. Lo siguiente que vio fue a las dos mujeres acercarse mutuamente y besarse. Los labios se unieron y los cabellos se mezclaron: el hermoso cabello azabache de Calíope con el rubio anaranjado de Hermelinda. Las emociones lo invadieron: la alegría, la pasión de ver el bello espectáculo de hermosas mujeres desnudas besarse y estrecharse una contra otra, y los celos porque una de ellas era su amada.

Devan vio como Hermelinda se tendía sobre el pasto y era Calíope quien actuaba sobre ella, acariciándola, tocándola por cada centímetro de su piel. Las vio hasta el final, cuando quedaron tendidas junto al lago. Devan se alejó por fin con la cabeza dándole vueltas, sin saber qué pensar o mejor dicho, no queriendo pensar. ¿Acaso el vínculo entre esas dos era tan fuerte que Devan nunca tuvo oportunidad con Calíope? ¿Sería su destino no ser nada más para ella, su amada, más que un aliado? Deseó no haberlas visto nunca de esa forma, deseó no pensar en eso de nuevo.

Pero justo ahora pensaba en esas dos unidas, satisfaciendo sus cuerpos mutuamente. La excitación pronto afloró en él y llevó su mano sana a la entrepierna. Después de todo, era un joven saludable. Las últimas ascuas de la fogata se apagaron y Devan pensó en Calíope, en su cuerpo desnudo y suave.

—Ishur.

Elein había regresado sin hacer ruido y Devan rápidamente dejó de tocarse. No sabía qué decir mientras empezaba a ponerse rojo.

—Eh, yo…

Pero Elein se arrojó sobre él y puso el dedo de su mano derecha sobre los labios de Devan. En la oscuridad del bosque pudo notarse con más claridad el brillo élfico del cuerpo de Elein, su Edhel il maris, tenue al principio, luego más fuerte en cuanto ella se quitó lentamente su túnica, revelando unos pechos pequeños pero firmes y una figura delgada, encantadora.

—Ishur. Quiero olvidar mis penas… yo.

Devan la tomó de la mano y la atrajo hacia sí, besándola.

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Maria Elena Delgado Mercado
Huy que interesante se pone la novela, gracias
Dylan Rod
Me encanta, esperando a por el siguiente capítulo. Muero por saber que pasará
Kilian Hunter
El título de este capítulo en elfico de Alfheim dice: Fiesta en IL Castlin.
Dylan Rod
Me encanta esta novela
Dylan Rod
Más capítulos por favor
ciara_UwU
¡Necesito más, por favor! 🙏
Kilian Hunter: El volumen 2 está casi listo. gracias por leer! 😊
total 1 replies
Isolde
Estoy enganchada a tu historia, por favor, actualiza pronto. 🙏🏻
Kilian Hunter: gracias por leer! el volumen 2 ya está casi listo.
total 1 replies
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