Esta es la historia de Sofía Bennet, una joven con un sueño muy grande, pero tuvo que dejarlo ir por una tragedia.
Leandro Lombardi un hombre acostumbrado a tener siempre lo que quiere con un pasado que le hizo mucho daño.
Dos personas totalmente opuestas pero con una química impresionante.
¿Podrán dejar fluir sus sentimientos o solo lucharán por evitarlos?
NovelToon tiene autorización de IJGB para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
9 — Sensaciones.
Leandro Lombardi.
Estos días han transcurrido de manera sorprendentemente rápida, pero eso no impide que hayan sido los más agotadores que he tenido que enfrentar hasta ahora.
Y es comprensible, dado que estamos a punto de emprender un viaje a Argentina, lo que significa que tengo que dejar todo en perfecto orden para evitar cualquier inconveniente durante nuestra estancia allí.
De repente, escucho unos golpes en la puerta. Permito la entrada a la persona que está afuera y aparece Carlota, mi secretaria.
Ella es una mujer de cuarenta años, de estatura baja, con piel clara, ojos en tonalidad miel y cabello oscuro. Ha estado a mi lado en el trabajo durante los últimos cinco años, y su desempeño es verdaderamente digno de admiración.
— Disculpe, señor Lombardi, que interrumpa, pero es importante. — dice Carlota con un tono formal.
— No te preocupes, Carlota, dime, ¿qué sucede? — le cuestiono sin apartar mi vista de unos documentos que tengo delante.
— Necesito que me firme estos documentos. Son las propuestas que fueron aceptadas hace una semana para la construcción del nuevo restaurante y todavía no tienen su firma. — me dice mientras me entrega una carpeta roja.
— Gracias, Carlota. Cuando las firme, te avisaré. — le respondo, y ella asintió con la cabeza antes de retirarse de la oficina.
Nuestra familia es reconocida por poseer una de las constructoras más destacadas del país, así como varias cadenas de restaurantes y hoteles reconocidos.
Este patrimonio significativo es el legado que nos dejó mi querido padre, quien ya no está con nosotros. Yo he asumido la responsabilidad de gestionar todos estos negocios junto con mis hermanos.
Sin embargo, hace tres años, ellos tomaron la decisión de fundar una disquera con el objetivo de tener un poco más de independencia del legado familiar.
Apoyé completamente su idea y juntos creamos lo que hoy se conoce como Discos Star. Con esfuerzo, dedicación y perseverancia, nos proponemos convertirla en la mejor disquera del país.
— Hola, hermanito, ¿te queda mucho para terminar? — me pregunta Luciano, quien acaba de entrar en la oficina.
— Hola, hermano, no, la verdad es que solo me falta firmar unos documentos que me trajo Carlota y ya podemos irnos al aeropuerto —respondí con tranquilidad.
Luciano asintió y se queda en silencio.
Ese comportamiento me hace fruncir el ceño.
Aunque Luciano es diferente a Federico en muchos aspectos, no es una persona que se quede callada, a menos que haya algo que lo incomode o que pueda molestarme.
— No te limites a guardar silencio, necesito que me digas qué está sucediendo. Sé que estás ocultando algo — murmuré con seriedad, sin apartar la mirada.
Luciano, visiblemente nervioso, comenzó a inquietarse.
Después de un breve momento de vacilación, él exhaló un suspiro, como si se estuviera rindiendo ante la inevitable verdad.
— Cuando venía hacia la empresa para recogerte e ir juntos al aeropuerto, recibí una llamada de Federico. Me informó que él y nuestra madre se habían marchado a Argentina por la mañana sin que nosotros lo supiéramos. — dice con lentitud, y casi me atrevo a intervenir, pero me interrumpe antes de que pueda hacerlo. — No te preocupes, todo está bien; llegaron alrededor de las 10 de la mañana.
» Ya se han instalado en el lugar, Federico está ocupándose de los detalles del concurso y nuestra madre está con su amiga Estela. En resumen, todo está bajo control.
— No puedo creer lo que hicieron sin siquiera consultarlo, pero, ¿qué se puede esperar de Raisa Sarcos? — exclamé, sintiéndome realmente molesto.
— Tranquilo, no ganas nada al enfadarte. Sabes cómo es nuestra madre, especialmente después de lo que le hiciste a su protegida hace unos días — respondió con un tono burlón.
— Yo no hice nada malo; simplemente dije la verdad. Además, fue Federico quien prácticamente la echó de la casa — le respondí, tratando de contener una sonrisa.
— Y a ti te gustó tanto como a mí que lo hiciera, pero en serio, Leandro, ¿cuándo le dirás a mi madre qué tipo de mujer es Andrea? — me pregunta.
— Sabes que intenté decírselo de todas las maneras posibles, que no se puede confiar en ella, pero nuestra madre no nos va a creer hasta que lo vea con sus propios ojos — respiro con irritación, reconociendo que eso es un hecho.
— Tienes razón, pero bueno, ya es hora de irnos, el avión sale dentro de media hora y tenemos que apurarnos — dice mientras se levanta.
Finalizo de firmar y revisar todos los documentos, asegurándome de que todo quede en perfecto orden.
Una vez hecho esto, me levanto de mi silla y me dirijo hacia la salida de la oficina con una sensación de satisfacción por el trabajo completado.
Al salir de la empresa, notificamos al chofer que nos lleve al aeropuerto, ya que necesitamos abordar nuestro vuelo hacia Argentina.
El trayecto transcurre sin contratiempos y en poco tiempo llegamos.
Una vez en el aeropuerto, nos dirigimos a la sala de espera.
Allí, el tiempo parece pasar rápidamente mientras nos mantenemos en conversación y atentos a los anuncios del vuelo.
De repente, escuchamos que nombran nuestro vuelo, lo que nos lleva a apresurarnos hacia la puerta de embarque.
Subimos al avión y nos acomodamos, esperando que se inicien las maniobras para el despegue.
En ese momento, Luciano rompe el silencio y me pregunta de forma inesperada:
— Leandro, ¿qué crees que nos depare el destino a nosotros?
Al escuchar sus palabras, lo miro con una expresión de sorpresa y confusión, sin saber qué responder ante la pregunta tan profunda y llena de incertidumbre.
— ¿De qué hablas? — le pregunté, con un tono de confusión.
— ¿No crees que el destino nos esté preparando algo especial en ese país? —dijo, alzando una ceja mientras me miraba de forma intensa. Luego, exhaló un profundo suspiro antes de continuar —. Te diré la verdad: siento que hay algo extraño en mí, como si este viaje tuviera una gran importancia en mi vida.
— Luciano, hermano, creo que juntarte con Federico te está afectando, estás comenzando a delirar — bromeé para aliviar la tensión, pero él me fulminó con la mirada, transmitiéndome su desagrado.
— Deja de tomarlo a la ligera, estoy hablando muy en serio. Y aunque molestes por negarlo, puedo ver que en tu mirada hay algo que también te inquieta — respondió, visiblemente molesto por mi actitud.
— Lo que tú digas, hermanito, lo que tú digas. — ruedo los ojos con resignación, y así damos por finalizada la conversación.
Luciano tiene razón en al menos un aspecto: desde esta mañana he estado experimentando una peculiar intuición.
No se trata de una sensación amenazante ni nada por el estilo; más bien, es una mezcla extraña de tranquilidad y nerviosismo, como una especie de alarma que se activa en mi mente, indicándome que durante este viaje mi vida va a sufrir un cambio significativo.
La verdadera cuestión es:
¿será para algo bueno o, por el contrario, para algo malo?
Siento que realmente estoy empezando a perder el juicio.