Bajo La Sombra Del Miedo

Capitulo 11

El Libro

Luego de la conversación con su padre margaret subió a su habitación, y por un momento se sintió que estaba siendo vigilada por alguien cerró los ojos y volvió a ver la silueta de Henry frente a ella con un movimiento de cabeza disperso todos sus pensamientos y entró al baño a darse una ducha cuando terminó bajó nuevamente y el aroma del café recién hecho y el pan tostado llenaba la casa, guiándola hacia la cocina. Sus padres ya estaban sentados a la mesa, conversando animadamente sobre los planes del día.

—Buenos días, querida —dijo su madre, sonriendo mientras servía una taza de café para Margaret—. ¿Dormiste bien?—

—Sí, mamá, gracias —respondió Margaret, tomando asiento y sirviéndose un poco de mermelada en su tostada—. Aunque tuve un sueño muy extraño.—

—¿Otra vez esos sueños? —preguntó su madre levantando una ceja—. Tal vez deberías dejar de leer esos libros antes de dormir.—

Margaret sonrió, pero su mente estaba en otra parte. Sentía una presencia en la casa algo que no podía explicar estaba convencida de que un espíritu habitaba entre ellos, no sabía si era Henry o su tatarabuela tomando la forma de Henry pero necesitaba respuestas, y sabía que no las encontraría en casa.

—Papá, mamá, hoy voy a ir a la ciudad —anunció de repente, sorprendiendo a sus padres.

—¿A la ciudad? ¿Para qué? —preguntó su madre, preocupada.

—Quiero ir a una librería a buscar un libro de fantasía que salió hace poco—dijo Margaret, tratando de sonar casual

—Margaret, ¿estás segura? —preguntó su padre—. No quiero que te metas en cosas peligrosas, no conoces mucho este lugar.

—Lo sé, papá, pero voy y vuelvo rápido—

Después de un momento de silencio, sus padres asintieron, aunque con cierta reticencia.

—Está bien, pero ten cuidado —dijo su madre—. Y llámanos si necesitas algo.—

—Si señora— Dijo Margaret poniendo su mano en frente como un saludo militar a su madre.

—Aprovechando que vas a salir, ¿puedes pasar por la casa de tu abuela de regreso? Es que tú padre y yo estamos aún ordenando, ella te va a dar algo para nosotros—

—Si, está bien yo paso—

—Gracias hija—

Margaret terminó su desayuno rápidamente y se preparó para salir. La ciudad estaba a unos kilómetros de distancia pero le daría tiempo para ordenar sus pensamientos. Mientras caminaba, no podía evitar sentir una mezcla de emoción y temor. ¿Y qué haría si realmente había un fantasma en su casa? La idea era simple, encontrar algún libro sobre el tema paranormal en algún sitio donde vendan esas cosas. O al menos eso creía ella, tardo varias horas buscando en las calles y centros comerciales hasta que le recomendaron una librería cerca del casco histórico.

La librería estaba en una calle tranquila, con estanterías llenas de libros antiguos y polvorientos. Margaret se dirigió al mostrador, donde un anciano con gafas redondas la miró con curiosidad.

—¿En qué puedo ayudarte, joven? —preguntó el librero.

—Estoy buscando libros sobre cómo contactar con los espíritus —dijo Margaret, sintiendo un nudo en el estómago.

El librero asintió lentamente y la condujo a una sección en el fondo de la tienda. Margaret comenzó a hojear los libros, buscando cualquier pista que pudiera ayudarla. Sabía que estaba en el camino correcto, y aunque no sabía qué encontraría, estaba decidida a descubrir la verdad.

Margaret había pasado varios minutos recorriendo las estanterías polvorientas de la pequeña librería de segunda mano cuando finalmente, en una esquina oscura y olvidada, sus ojos se posaron en un libro con una cubierta desgastada. El título, apenas legible, decía "El Libro de los Espíritus" de Allan Kardec. Con manos temblorosas, lo sacó del estante y comenzó a hojearlo. Las páginas amarillentas y frágiles contenían una riqueza de información que parecía hecha a medida para sus necesidades.

El libro hablaba sobre los espíritus que se quedan en esta tierra, conocidos como espíritus errantes. Explicaba que estos espíritus a menudo permanecen cerca de los lugares o personas que amaron en vida, incapaces de avanzar hasta que resuelvan asuntos pendientes o reciban ayuda. Margaret leyó con avidez, absorbiendo cada palabra.

Había secciones detalladas sobre cómo comunicarse con estos espíritus, utilizando métodos que iban desde la meditación hasta el uso de objetos personales del fallecido. También se mencionaban rituales y oraciones específicas que podían ayudar a los espíritus a encontrar paz y seguir su camino.

Margaret sintió una mezcla de alivio y emoción. Este libro era exactamente lo que había estado buscando. Con esta información, podría entender mejor la presencia que sentía en su casa y, con suerte, ayudar al espíritu a encontrar la paz.

Pagó por el libro y salió de la librería, sintiendo que había dado un gran paso hacia la resolución del misterio que la había estado atormentando. Mientras caminaba de regreso a casa, no podía dejar de pensar en las posibilidades que se abrían ante ella. ¿Quién era el espíritu en su casa? ¿Qué necesitaba para encontrar la paz? Pero antes de eso debía ir a la casa de su abuela y sabía que esa visita sería muy interesante, ahora que lo recuerda bien mientras estuvo allí para el funeral de la bisabuela Elizabeth se sintió observada constantemente, ella creía que era su imaginación producto del largo viaje en auto pero ahora todo tiene más sentido.