Todos amamos de distintas maneras.
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Capítulo 11
Christopher se sentó en el borde de la cama, mirando fijamente la pared, mientras su mente estaba en otro lugar. La había ignorado, y sabía que seguramente eso le había dolido, pero es que él, estaba tan aterrado, últimamente nuevos sentimientos se estaban formando en su interior, y no estaba seguro de estar preparado para algo asi.
—No sabes cuánto te extrañé. —La voz de Mar lo sacó del trance en el que se encontraba. —A veces me siento tan abandonada por ti. —Añadió con voz seductora.
—Sabes que suelo estar un poco ocupado algunos días. —Respondió él, viendo cómo la chica se acercaba lentamente hacia su lado. —Pero aquí me tienes, para ti.
Mar llegó a él, y acarició sus hombros. Christopher la observó por un momento, era hermosa, toda ella desprendía sensualidad.
—Tocame. —Pidió Mar, en un tono casi audible.
Él no dudó ni un segundo en obedecer, sus dedos comenzaron a trazar un camino suave sobre los muslos de ella, sintiendo la suavidad de su piel como seda bajo sus yemas. Los contornos de sus piernas se curvaron como una obra de arte, invitando a explorar cada centímetro, a profundizar en su intimidad.
—Eres hermosa. —Confesó, y ella aprovechó para subirse encima de él, que todavía permanecía sentado en la cama.
—Y tú, eres un ángel. —Mar depósito un suave beso en su cuello. —Quiero todo contigo, no quiero esperar más, por favor, quiero que solo seas mío.
Christopher sintió un pequeño dolor en su pecho, porque aunque, lo más fácil para él, era corresponder a Mar, no podía hacerlo. Ella era hermosa, volvía loco a cualquiera, pero algo dentro de él, no podía dejar de pensar en la chica tímida y tierna que había conocido los últimos días, su mente estaba completamente inundada de ella.
Estaba jugando con las dos, lo sabía.
—Me gusta lo que tenemos hasta ahora. —Respondió, no sabía que más decirle.
—Esta bien, voy a darte tu espacio. —Mar no esperó ni un segundo, y comenzó a besarlo con desesperación, Christopher se dejó besar, creía que tal vez así, iba a lograr sacar de su cabeza a Luna.
Ella se quitó la remera, y él no pudo evitar acariciar su cuerpo, al final del día, él era un hombre, y ella le atraía. La chica comenzó a desprender uno a uno los botones de la camisa de Christopher, pero él la interrumpió.
—Mar, espera. —Pidió, apartandola de él, para poder pararse de la cama. —¿No sientes que hace mucho calor? Creo que no estoy bien.
—¿Qué pasa?—Ella estaba confundida, él nunca se comportaba de esa manera. —¿Hice algo que no te gustó?
—No, no, no pienses eso. —Christopher se acercó a ella y le dió un fugaz beso en los labios. —Eres increíble, siempre lo eres, pero de verdad que no me siento bien.
—Voy a buscarte un vaso de agua. —Mar se colocó nuevamente la remera y caminó hacia la puerta de la habitación. —Esperame un segundo.
Christopher solo asintió, y volvió a ocupar el lugar donde antes estaba sentado.
—Dios ¿Qué me pasa?—Se preguntó a si mismo. —Me estoy volviendo loco.
Después de unos minutos, Mar entró en la habitación con un vaso de agua. —Chris, toma aquí tienes, te ves un poco pálido mi amor.— Dijo con preocupación.
Christopher tomó el vaso y bebió un sorbo, sentía la garganta seca, así que el agua lo ayudaría.
—Gracias, Mar.—miró la habitación en la que se encontraba, toda era rosa y muy femenino, y se preguntó cómo sería la habitación de Luna, estaba seguro de que no sería como la habitación de cualquier chica normal.— Solo necesito salir un rato a despejar mi mente. — Dijo, levantándose de la cama, estaba seguro de que eso lo iba a ayudar a aclarar sus ideas.
—¿Quieres que te acompañe?—Preguntó ella, no estaba muy segura de que fuera buena idea dejarlo ir solo.
—No, no, estoy bien. Necesito estar solo un rato.— Respondió Christopher, tomando su chaqueta.
Salió de la casa lo más rápido que pudo, y comenzó a caminar sin rumbo, sumido en sus pensamientos.
—¿Qué me pasa?—Se preguntó a sí mismo. Christopher sentía que el corazón le dolía, como ese dolor que sientes después de traicionar a alguien que te importa demasiado. Se sentía miserable, se sentía despreciable, él se sentía el peor de los monstruos, pero al mismo tiempo, no sabía qué hacer, porque todavía, no podía comprender bien sus sentimientos. Él tenía miedo, tenía miedo de lo que estaba sintiendo.
Caminó durante horas, perdido en sus pensamientos, sin encontrar respuestas, hasta que reconoció la parada del autobús, y supo que inconscientemente, caminó hacia la casa de ella, porque era ella a quien quería ver.
—¿Qué voy a hacer con mi vida?—Se preguntó, pateando una lata de gaseosa qué encontró tirada en el suelo.
Caminó hasta la casa de Luna, sintiendo la ansiedad crecer en su pecho. Se paró enfrente de esta, y trato de descubrir qué era lo que tenía que hacer, tomó su teléfono celular, y busco el número que la chica le había dado el día anterior.
No podía llamar, no podía llamarla después de lo que le había hecho, estaba seguro de que ella se había sentido usada, estaba completamente seguro de que la había lastimado, así que guardo su celular y siguió caminando, en busca de respuestas que parecían esquivarlo.