Simoné es una chica de 25 años que lucha por obtener siempre lo que le gusta. Nada la detendrá por lograr sus objetivos, aunque tenga que luchar con su propia... ¡madre!
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Sí, si estoy enamorada de Iván
Ese día se la pasaron de lo más alegres, unas copas de champaña, besos, caricias y demás.
Iván era un hombre muy fogoso, ardiente, además era muy detallista, le gustaba regalar cosas que hicieran resaltar la belleza de las mujeres, de Teresa, en especial.
Mira lo que te traje; Iván sacó una cajita de su mochila, estaba perfectamente envuelta para regalo.
A Teresa le llamó mucho la atención ese hermoso regalo. Tomó la caja y la abrió, el contenido la dejó encantada, una hermosa gargantilla de esmeraldas a juego con unos aretes también de esmeraldas, brillaban en el interior de la caja.
¡Ay, mi amor, son bellísimos!, gracias, me encantaron.
Deja te ayudo; dijo al ver que ella no se podía poner la gargantilla.
Listo, están hermosas, pero tu belleza las opaca.
Qué cosas dices, mi amor.
Solo digo la verdad. No estoy inventando nada, desde que te conocí, has removido todas las fibras de mi ser. Te amo tanto, jamás me voy a cansar de decírtelo ni demostrártelo.
Y de las palabras pasó a la acción. Iván, entre beso y beso la fue despojando de su ropa.
A su vez, ella le quitaba la suya.
Ambos personajes disfrutaban al máximo las mieles del amor. Los gemidos de ambos se escuchaban hasta el exterior.
Las muchachas de la limpieza, acostumbradas a esas cosas pasaban de largo sin inmutarse.
Ellas seguían haciendo su trabajo como si no pasara nada.
Dentro del cuarto la pareja daba rienda suelta a la pasión.
Iván la ponía en diferentes posiciones, siempre tratando de complacer a su hermosa mujer.
Ella, en medio de esos momentos, le pedía más y más.
Así estuvieron por un rato, que parecía una eternidad. Cuando ambos personajes se hubieran saciado, Iván la fue a dejar a su casa. No sin antes darse una ducha los dos.
En el coche, ella lo iba besando y abrazando.
Cuando llegaron... ¿Quieres pasar?
No, ya me voy porque mañana tengo que irme a trabajar temprano.
Está bien, amor. Te espero en la tarde para irnos a cenar cómo quedamos.
Claro que sí, a la princesa todo lo que me pida.
Simoné oyó el coche y se asomó a la ventana. Su madre e Iván estaban besándose.
Sintió una rabia inmensa, pero se controló. No quería dar de qué hablar con su madre.
"Ese hombre debe de ser para mí, madre, no para ti", dijo en sus pensamientos.
La pasión la envolvía, ya no podía más. Necesitaba sentir las manos de Iván sobre su cuerpo.
En sus pensamientos evocó a Iván, ellos estaban juntos en la cama, y él le prodigaba unas caricias ardientes.
Ella se dejaba llevar, él era un hombre bastante apetecible, era el sueño de toda jovencita. Aunque ella ya no era una jovencita, disfrutaba mucho a ese hombre. Lo besaba en todo su cuerpo, logrando despertar en él pasiones ocultas que nadie encontraba. Nadie había descubierto eso en él.
Solo ella, ni siquiera Teresa, que lo amaba con locura, había despertado en él esas pasiones.
De pronto, sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de su madre.
Simoné sintió coraje porque estaba muy entrada en sus sueños.
¿Si?, dijo.
¿Puedo pasar?, Teresa le habló dulcemente.
Sí, mamá, ¿qué pasa?
Hija, yo sé que te sientes mal por mí, pero te aseguro que Iván y yo nos amamos. Él ha sabido despertar en mí, emociones fuertes. Son muy diferentes a las que sentía por tu padre que en paz descase.
Mamá, no menciones a mi padre, le estás faltando al respeto de esa manera tan cruel.
Pero, hija, ¿qué dices? ¿Tú crees que tu padre estaría contento de verme sufrir?
Tal vez no, pero, ¿por qué con Iván?, hay muchos hombres, ¿por qué no te fijas en uno mayor?
Hija, en el corazón no se manda, y yo estoy enamorada de Iván. ¿Es muy difícil entender eso?
Yo no voy a permitir que te cases con él. De eso puedes estar segura. Así que vete preparando, primero muerta antes que verte casada con Iván.
Teresa salió sin decir nada más, las lágrimas asomaron a sus ojos, pero no dejó que Simoné las viera.
"¿Qué le pasará a mi hija?, desde que ando con Iván está muy cambiada". "¿Acaso ella está...?, no, eso no puede ser. Dios mío, no permitas que Simoné esté enamorada de Iván, sería el acabóse".
Pero conforme pasaba el tiempo, más se iba dando cuenta de las cosas. Simoné estaba enamorada de su hombre.
Decidió afrontarlo, inmediatamente.
Simoné, ¿estás enamorada Iván?
Ante tal pregunta, Simoné se puso muy nerviosa.
¡Mamá!, ¿de dónde sacas eso?
No me contestes con otra pregunta, dime la verdad, ¿estás enamorada de Iván?, le volvió a repetir.
¡Anda, contéstame!
Entonces, Simoné, sin importarle el daño que le causaría a su madre, dijo:
¡Sí, si estoy enamorada de él!, lo amo desde que lo vi en el panteón. Pero yo creí que no lo volvería a ver. Yo no contaba que se iba a enamorar de ti, una mujer sin...
¿Sin chiste?, ¿es lo que ibas a decir?
No, mamá, ¿por qué se fijó en ti y no en mí?, soy más joven que tú. Soy más hermosa y más mujer.
Teresa levantó la mano para abofetearla, pero se contuvo.
Pobre de ti, hija, mira que querer competir conmigo, yo que te he dado todo, te amo más que a mí misma. Pero no voy a dejar a Iván. Yo soy tan mujer como tú. Ah, y no se te olvide que soy tu madre no tu enemiga.
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Dos días después...
Teresa fue al panteón, llevaba un hermoso ramo de flores blancas. A su esposo le gustaban mucho en vida.
Se acercó a la tumba de Martín.
Hola, vine a traerte este ramo de flores y platicar contigo. Perdóname si te ofendo con mis palabras. Estoy enamorada de Iván, él ha sabido ganarse mi amor. Es muy lindo y gentil. Yo sé que tú estarás feliz de verme feliz a mí. Tú mismo me dijiste que si te ibas primero que yo, me buscara otro hombre. Y no es que yo lo buscara, él llegó solo.
Empezó a enamorarme, perdón. Tú siempre fuiste bueno conmigo. Mándame una señal si estás de acuerdo en que yo sea feliz con Iván.
De pronto, la luna empezó a asomar de entre las nubes, aunque aún era temprano.
Teresa comprendió que su exesposo la quería ver feliz.
Gracias, Martín, que tu alma descanse en paz.
Teresa se quedó un rato más, las lágrimas inundaron sus ojos.
Ahora tenía que convencer a su hija para que no le amargara su relación.