Memorias Del Corazón

Athena.

Estaba oscureciendo y con ello mi miedo me acompañaba, estaba en el calabozo con cuatro hombres más, no quería ni moverme de donde estaba.

Pero el sueño en tiempos cortos me vencía, hasta que por un ruido volvía a despertarme, levante mi cabeza y vi a esos mismos hombres recargados cada quien sobre la fría pared y al parecer ya estaban dormidos.

Me acomode intentando volver dormir un poco aunque sé que sería imposible, mis ojos se cerraron por un momento cuando escuche casi un susurro.

—Athena, Athena, despierta que no tengo mucho tiempo.

Abrí mis ojos al escuchar mi nombre y al reconocer esa voz de inmediato me levanté siendo un poco torpe, mis pies estaban lastimados y los pesados grilletes no me facilitaban la movilidad.

Me acerque a ella y toque sus manos—hermana, lo siento por meterte en esto— toque sus mejillas golpeadas, ella solo negó regalándome una sonrisa forzada.

—tu perdóname a mí, porque mi esposo te trajo aquí pasando por encima de tu título, pero de eso quería hablarte, Besimir cumplió su cometido, de adueñarse del reino, pero— nuevamente mi hermana me iba a decir algo, pero un ruido la hizo detenerse, volteo a ambos lados y solo negó— espero puedas escapar, Athena solo recuerda que te quiero y nuestros padres lucharon por defender Adenel.

Besó mis manos y sobre ella puso un pan y se alejó perdiéndose en la oscuridad del pasillo, regrese a mi lugar, estaba por comer, cuando un hombre se levantó con un poco de dificultad.

Al verlo acercarse, el miedo me invadió hasta que escuche mi nombre— Athena, perdón por no haber cumplido mi promesa.

Al oír la voz de Galt, sonreí, me levante y lo abrace con fuerza escuchándolo quejarse— si la has cumplido, estás aquí y frente a mí.

Él asintió sentándose a mí lado— pero no como hubiera querido— solo asentí, desenvolví el pan y lo partí en dos.

Al voltear para darle un pedazo, solo me sonrió, acarició mi mejilla provocando qué cerrará mis ojos, Suspire y al abrirlos él estaba más cerca sintiendo su respiración en mi rostro.

— nunca querré que termine esto— paso su mano tras mi nuca atrayéndome hacia él y solo me beso.

Ese beso era delicado, pausado, tierno y se podía sentir cada sentimiento qué su ser transmitía, al separarnos me sonroje y él solo mostró una bella sonrisa.

— gracias por estar aquí— solo dije eso y comimos en silencio.

Ni el pregunto por qué yo estaba aquí y no yo quise saber del porqué él estaba aqui.

Los días fueron pasando y ese sentimiento surgía cada vez más y se hacía más fuerte y sólido: al séptimo día de estar encerrados de la nada llegaron dos guardias, entraron y me sujetaron de los brazos para sacarme.

Galt intento defenderme, pero estaba débil y lo sometieron: me llevaron por el pasillo hasta salir, cerré mis ojos de inmediato, los rayos del sol me lastimaban por estar todo este tiempo en la oscuridad.

Subimos unas escaleras y seguimos caminando, hasta subir a un tablón de madera, abrí mis ojos, sabía que era este lugar, intente jalar y correr, pero con solo jalar los grilletes me sometieron.

— ¡no, por favor!, ¡esperen, esperen! — gritaba mientras era arrastrada hacia un barrote— ¡perdón, perdón, no quise ofender al rey!.

Me ataron al barrote con tanta fuerza que era imposible moverme, rasgaron mi vestido dejando al descubierto mi espalda.

Las personas estaban a la espera de mi castigo, gritaban y aventaban cosas hacia mi, cuando una voz fuerte y muy profunda los hizo callar.

— Athena Krispi Ortrike, Reina del pueblo caído de Adenel, ha insultado al Rey supremo de Ghalajen, y él mismo a puesto su castigo.

Solo dijo eso y se alejó, se acercó a un costado de mí, un hombre con el rostro cubierto, volteo a verme asintió y retrocedió.

Tocaron las trompetas y nuevamente la voz de ese hombre se escuchó— su castigo a sido elegido— las personas gritaban con alegría— serán cien azotes.

Al escucharlo comencé a gritar con desesperación para evitar que me dieran azotes, pero cada súplica y grito fueron ignorados por los altos mandos y solo respire profundo.

Sabía que en cualquier momento iniciarían, las personas guardaron silencio, estaban atentas entendiendo que mi castigo comenzaría.

—¡uunnooo! — y sentí el primer azote doloroso, me trague el dolor y ahogue mi grito mientras empuñaba mis manos— ¡ddoooss!.

Y el dolor se hacía cada vez más intenso, mis lágrimas salían, pero me negaba a gritar y volver a suplicar— ¡ttrreeess!, ¡ccuuaattrrooo!, ¡cciinccooo!.

Mi piel ardía, el dolor era insoportable, mis manos temblaban al igual que mis piernas, solo escuchaba bullicio sordo al igual que el conteo, después de los treinta mis sentidos se fueron cerrando.

Hasta que por un instante mi cuerpo comenzó a temblar incontrolablemente perdiendo por un momento la visión, al recobrar el sentido me llevaban cargada sobre el hombro, levante un poco la cabeza y pude ver el piso de madera repleto de sangre y volví a perder el sentido.

Al abrir mis ojos lo primero que vi fue el rostro de Galt, su mirada estaba llena de preocupación y solo sonreí para que entendiera qué estaba bien a pesar de todo.

Intente moverme y de mi boca solo salió un gran grito de dolor— tranquila, ya no te muevas o te lastimarás— asentí mientras débilmente buscaba su mano.

Y el al sentir mi mano de inmediato la tomo— gracias por… — en eso se escuchó que golpearon los barrotes y estaba ahí mi hermana.

— esto es para Athena, espero le ayude— Galt de inmediato se levantó para tomar una pequeña manta— sálvala si puedes.

Leiya se fue y Galt me ayudo a moverme, quito la tela que tenía en mi espalda y solo escuche un susurro, desamarro la manta y unto los ungüentos sobre mis dolorosas y profundas heridas.

Estaba llorando cuando el se acostó a mi lado y me acarició hasta darme un beso, paso su brazo bajo mi cabeza e intentamos dormir.

Mis heridas dolían cada vez más, empecé a sentir frío, mis manos estaba heladas, me acerqué más a Galt quien despertó tocando mi frente, solo veía que me hablaba, pero no lograba escucharlo.

Hasta que mi cuerpo se sacudió incontrolablemente y por un instante logré escuchar que gritaba y tocaba con desesperación los barrotes.

Los guardias me cargaron y escuché a Galt gritarme— ¡cuando te recuperes, sabes donde encontrarme!.

Me sacaron del lugar, me sentaron en el carruaje y solo sentía dolor por el movimiento tan brusco, sentí de nuevo el frío gélido hasta que perdí la conciencia...

Al despertar estaba en el dormitorio del castillo, abrí mis ojos e intenté levantarme, pero una de las doncellas me lo impidió.

— calma mi señora, pronto estará bien.

Solo la observé sin responderle; las semanas pasaron y mis heridas iban sanando poco a poco dejándome moverme sin tanto dolor y dificultad.

Hasta que pude levantarme, me asee y me cambie, salí de mi dormitorio voltee para ambos lados y agradecía qué no tenía que ver de nuevo a Besimir.

Salí del castillo, camine a los establos y monte un caballo, tome la rienda y jale para guiarlo, camino a paso lento mientras observaba el bellísimo paisaje.

Mientras que mi mente recordaba las palabras de mi hermana, "nuestros padres lucharon por defender Adenel", "Besimir cumplió su cometido con adueñarse de Adenel", ¿qué quiso decirme con eso?, y, ¿qué será lo que ya no pudo decirme?.

Disipe mi pensamiento y al ver el camino era el mismo que llevaba a esa cabaña cálida donde solía vivir Galt, y nuevamente mi mente recordó las palabras, "sabes donde encontrarme", sonreí por sabía a que se refería, jale la rienda y fui hacia esa cabaña.

Baje y camine hasta la puerta pensando que lo encontraría, pero al abrir estaba vacía, fría y olvidada, Suspire y solo me quede por un tiempo, regrese al castillo yendo a mi dormitorio.

Cada día iba con la esperanza de encontrarlo, pero seguía tan fría y olvidada, al salir de ahí, subí a mi caballo, voltee a ver la cabaña y seguí mi camino.

Pero aun así pase el tiempo seguiré viniendo, no perderé la esperanza de volverlo a ver.