Cuando Me Enamore De Ti

Perdido en la nada, viviendo de su cerveza en la mano junto con sus mejores dos únicos amigos que lo acompañaron en su vida hecha un desastre, se podía ver hasta kilómetros como su amigo estaba perdido en sus pensamientos o en aquella personita que movió su engranes.

—Que te ocurre, te noto perdido— Adam Smith era el que continuaba después de el en ser un caza nova, pero eso solo era producto de las abladurias de las miles de chicas que codiciaban a ambos varones.

—Lo estoy— Dijo saliendo de su letargo —Es solo que no puedo dejar de pensar en ella y su irresistible la..— Se Interrumpió así mismo antes de causar que su amigo utilice sus palabras contra sí mismo.

—Baya, no tardaste mucho y ya la besaste — Aun si no le decía a su amigo las palabras completas él sabía todo acerca de él, y que no le contará acerca de la chica que lo tenía en las nubes era una cosa realmente trágica —Sabes, me siento herido últimamente, me dejas aún lado por pensar en una mujer—

Aquello provocó una risotada en el pelinegro que descolocó a su mejor amigo por la burla que aquella risa conllevaba, unas palmadas en su hombro le dieron a entender a Adam Smith que no le diría nada y que le daba las fuerzas para vivir sin saber cada uno de los pasos que él diera en su vida amorosa.

—Que fue eso, unas palmadas fraternales y para que para darme apoyo moral— Dijo a la par que lo seguía hasta la cocina y tomaba otra cerveza —Por dios me ignoras, santo cielo, sabes, cuando te eh contado, para que tú no lo hagas eh, somos mejores amigos, no hay nada que no sepamos del otro—

Dijo con un deje de entre herido y melancólico al no percibir más que una risa sarcástica de su amigo quien habría otra cerveza y lo miro con detalle mostrándose en sus ojos, dejando fluir el brillo que tomaba al pensar en ella, al pronunciar el nombre en su cabeza, mostrando el efecto que ella tenía en él, de cómo una sonrisa de ella lo hacía caer de rodillas ante ella, todo simplemente apuntaba hacia ella.

—No puedo creerlo—

Adam Smith no tardó en verlo a los ojos, sabía que en ocasiones las palabras no eran necesarios para saber lo que veía en los ojos del ermitaño y mujeriego Vincent Morgan quien era duro de mostrar amor.

—Te enamoraste de ella— Dijo sorprendido al ver una sonrisa de medio lado en su rostro mientras llevaba la cerveza a su boca, se quedó precipitado, con la boca abierta y entonces todo encajó.

Volviendo a repetir la misma acción, le dio unas palmadas en el hombro y salió de la cocina tomando sus cosas para irse, era la hora en que la encontraría en la cafetería Daniel's tomando aquel capuchino de chocolate cargado, leyendo el libro que leyó solo por ella.

Sabía que al enterarse su amigo del que estaba enamorado jamás dejaría de hacer bromas al respecto y ni hablar de su novia que era una enamorada empedernida, camino hasta su motocicleta y se montó en ella para ir a si encuentro del todo "Casual" aunque no lo era para él, pues solo iría por qué quiere verla, pero antes de terminar de sujetar su casco la vio pasar por la otra vereda con su libro en brazos y sus audífonos puestos, caminando con prisa.

Su vista al principio se enfocó en ella y después en el castaño que la sujeto con fuerza del brazo con fuerza haciendo que su libro cayera al suelo, que ella diera un pequeño grito de sorpresa porque no se lo esperaba.

—Trevor por favor, déjame tranquila— Dijo con delicadeza tratando de soltarse de su agarre.

—Por qué, por qué ya tienes a otro, por qué ya me olvidaste— Dijo a gritos sin importarle que algún vecino saliera y los observará

—Trevor que es lo que deseas conmigo, trate de llevar una relación sana contigo, pero jamás funcionó, jamás funcionamos y tú fuiste el que jugo conmigo, el que me utilizo, el que me engaño con detalles que quise y que me dolieron después, por qué no me dejas— Le dijo aquello con más valentía una que no sabía que tenía una que jamás pensó sacar de su interior para enfrentar al que la había dañado.

—Pero te quiero, te quiero a ti, porque no lo entiendes— Dijo alterado, sacado de sí mismo, Maya Thompson frunció el ceño por la gran estupidez que le decía.

—Me quieres —Dijo alzando una ceja— Entonces porque me lastimaste —

Aquello era nada más que la verdad, la había dañado, la vergüenza de verse al espejo en ropa interior le dolía aún por todo lo que él hizo por lo que le permitió, no puede tomarse, no puede verse, tanto que se odiaba así misma y se ocultaba en prendas grandes, el daño que él les permitió a sus amigos hacer con ella, tanto era el daño a su autoestima que hizo que se encerrara en una cueva donde solo ella y sus libros se encontraban.

El momento en que sus ojos habían durado viéndose fue tan ajeno a lo demás que por primera vez Trevor Arlert veía el dolor en esos iris amielados el dolor con el que lo miraba.

Fue entonces que Vincent Morgan reacciono y camino hasta ellos, sabía que había todo menos amabilidad en los ojos de la pelirroja, tomó la mano de Trevor y lo obligo a soltarla, tomó su mano entre la suya y lo encaro una vez más protegiéndola, interponiendo se entre él y ella.

—Tú de nuevo—

Solo recibió una sonrisa de parte de Vincent para irse y llevársela con él ignorando su comentario, camino hasta su motocicleta y ahí le dio su casco.

—Que haces— Dijo confundida viendo el casco y a él.

—Te llevaré a un lugar más privado, póntelo— Le dijo tomando su libro para guardarlo debajo de lo que era su asiento se montó en ella y con un movimiento con la cabeza la invito a que subiera a lo que ella lo emito para subir y aferrarse con fuerza a su cintura.

Con una sonrisa en el rostro que se veía más radiante que el sol en eso al sentir la pesadez desvió la vista de las manos de la chica para poder ver como aún tenía Trevor Arlert que aún permanecía ahí de pie con una sonrisa viéndolos fijamente a lo que con la mirada y una sonrisa burlona aceleró escuchándose el rugido de la motocicleta deportiva conforme desaparecía en medio de la calle dejándolo atrás.

Y en lo único que podía pensar era en ella, en sus manos cálidas, en sus besos, en ese momento que la sentía en su espalda, más cerca, más descubierta a el y solo era ella, ella y nadie más que ella.