La Niñera

Mientras que Clara estaba en mi habitación y yo atendía sus necesidades, los problemas de mi empresa aumentaban, según mi papá tenía que comenzar a buscar una esposa que tuviera la intención de invertir.

Eso no era nada fácil. Pero había una familia en específico que quería que yo contrajera matrimonio con su hija, una hermosa mujer con la que había soñado muchos años.

- Señor. - Felipe mi asistente entra a mi oficina. - El señor López lo está buscando.

- Dile que pase por favor y que nadie me moleste por ahora.

Si el mismo Gerardo López está acá es porque algo está pasando y tenemos que hablar muy rápidamente.

- Señor Santo Domingo, es un placer volver a verlo.

- Muchos años sin vernos, que lo trae por acá. Tenemos algo que discutir.

- Claro que sí. - el señor López se sienta en frente mío. - Cómo sabe se va a llegar el día en que nuestras familias se fusionen.

- Si no lo olvido, cuándo podríamos hacerlo. - era la primera vez que quería locamente a una mujer, la madre de mis hijos fue un error, pero Anahí no lo era.

Siempre habíamos tenido una atracción loca por esa joven, diez años menor que yo.

- La unión se va a hacer dentro de unos tres meses, pero, no con Anahí sino con su hermana melliza, debido a que mi hija mayor se fue del país y solo va a volver dentro de unos cuantos años.

- El compromiso era que debía de ser su hija, nadie dijo que tenía dos hijas.

- Señor Santo Domingo se pactó de que iba a ser con mi hija, no con cuál de las dos, si tiene algún problema dejamos las cosas acá y todo se puede ir a la mierda.

No era lo que quería, no sé cómo es su otra hija y ahora me pone en ultimátum.

- Dentro de tres meses nos vemos en el juzgado, nadie más que nosotros nos vamos a enterar sobre este matrimonio.

- Cómo usted, espero que en el futuro nuestros negocios sean más fuertes que nunca.

Mi humor se fue al caño, tenía que casarme con alguien a quien no conocía y todo por los malditos negocios.

Solo buscaba una buena madre para mis hijos y sabía que Anahí era la mujer para ocupar ese puesto, la he visto en sus fundaciones y se ve que los niños la quieren mucho.

- César cancela mis juntas por el día de hoy, me iré a la casa temprano.

- Señor tenía una reunión con los inversionistas...

- Algo de lo que dije no entendió.

La cara de César se des configuro por completo yo no tenía que repetir mis indicaciones dos veces y lo que yo decía se hacía y punto.

- Si señor.

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- Hola papá. - hacía mucho tiempo que no hablaba con él, y lo peor de todo era que no los había ido a visitar, ninguno de los dos sabía de mi situación.

- Pequeña flor por fin podemos comunicarnos contigo. - su voz no era la misma, había cierto atisbo de tristeza y de preocupación.

- El trabajo me tiene un poco ocupada, pero te juro que el próximo fin de semana voy a ir.

- Necesito que venga lo antes posible.

- Que está pasando papá, porque tanta urgencia.

- Hija, es algo que debo hablar personalmente contigo.

- Bueno.

Fue lo único que le pude decir, él no quería decirme nada más y yo no podía obtener más información, cuando él se ponía en esa actitud era imposible sacarle información.

Lo único que podía hacer era tratar de recuperarme lo más rápido posible o al menos lo mejor posible para ir donde mi familia.

- Que pasa Clara, estás en otro mundo.

- Necesito ir a casa, mi papá está actuando un poco raro.

- ¿Piensas que algo anda mal con él?.

- Sí.

Los días siguientes fueron muy decisivos para mí, sabía que no podía quedarme mucho más tiempo en la habitación del jefe, y no faltó mucho para que el mismo me sacara corriendo de ese lugar.

Un día de la nada llegó con su ya conocido temperamento y me saco, los días de que fuera el mejor hombre habían pasado. Su antigua actitud había vuelto.

Su frialdad hacia mí volvió a aparecer, yo comencé con mis actividades, la rehabilitación la hacía por mi cuenta y no quería molestar a nadie. Solo faltaba una cosa por hacer y era pedir permiso para ir a mi casa.

Con bastante nerviosismo, subo de nuevo a la habitación del señor, sabía que él estaba en ese lugar. Golpeó dos veces y una voz me responde que puedo entrar.

- Buena tarde, señor. - no me mira a la cara, es algo incómodo hablar de esa manera pero toca. - Voy a salir el jueves, solo quería avisarle.

- Su día de salida no es el jueves. - por fin levanta la cabeza y me mira.

- Lo sé señor, pero tengo que atender un asunto urgente. - Deja a un lado sus gafas y me mira fijamente.

- Haga lo que quiera, le doy los cuatro días libres y vuelva el lunes.

- Much.....

- Si no tiene nada más que decirme se puede retirarse y por favor cierre la puerta.

Si en algún momento llegue a sentir empatía con este hombre, hoy se desvaneció, no puedo negar que llegue a sentir algo muy dentro de mí, solo por el hecho de que me cuidara y estuviera al pendiente de mí.

Deje que las cosas organizadas y salí para ir a visitar a mi papá, pero no sabía con qué sorpresa me iba a recibir.

Al llegar a la casa de mi papá, un hermoso auto negro estaba estacionado en frente. Era muy raro ver un auto de lujo en ese lugar y más con dos hombres parados en el auto y otros dos en la puerta de la entrada.

Eso no lo veía si no era en la casa de don Santo Domingo, porque estaban estos hombres acá. Con mucha cautela caminé hasta la entrada y como si yo fuera una maldita extraña los hombres de la entrada se interpusieron en mi camino.

-Quién es usted y que hace acá.

- Eso debería de preguntar yo, al parecer acá vive mi padre y mi hermana.

- La esperan en la sala.

Los hombres se hacen a un lado y me dejan pasar, esto cada vez se pone más extraño. Al entrar me encuentro en la sala con dos personas desconocidas, una mujer muy bien vestida. Acompañada de un hombre bastante elegante. Ambos ya entrados en edad.

- Que está pasando papá, y quiénes son estas personas. - saludo a mi papá y a mi pequeña hermana de beso.

- Ellos son el señor y la señora López y vienen a hablar contigo muy importante.

- Te metiste en problemas o algo así papá.

- No tiene problemas su papá, vinimos porque tienes que volver a tu casa.

- Yo vivo acá. - no sabía de qué estaban hablando y me estaba poniendo nerviosa.

- No le dijiste la verdad a la pequeña Clara.

- De que verdad están hablando papá.

- Lo siento mucho Clara, pero tú no eres mi hija.

La frialdad con la que dice esas palabras me rompe el corazón, cómo es posible que me de esa noticia de esta manera y no sea capaz de decírmelo mirándome a la cara.