Amelia Xhu, es la joven y única sobrina del Patriarca de la familia Xhu, quien la ha criado desde su niñez. Al cumplir los 23 años, Amelia fue obligada por su tío a tener citas a ciegas con hombres que no conocía para que pudiera asentarse y tener algo de vida amorosa, y quien sabe, hasta casarse y tener hijos.
Sin embargo, cada cita a ciegas terminaba en fracaso cuando los hombres escuchaban a que se dedicaba, estos huían inmediatamente con excusas al saber su profesión. Finalmente terminó frustrada y se dio por vencida con su vida amorosa.
Pero lo que no sabía era que un pequeño descuido la llevaría a conocer al hombre con quien había soñado en incontables ocasiones.
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¿Porqué no se casa con un príncipe?
Los rayos del sol ingresaban por la ventana, iluminando parte de la habitación. En la cama, Sasha yacía arrecostada en la cama con un vestido azul claro para que escondiera la gran cantidad de vendas en su cuerpo.
Los rayos del sol caían en su rostro con suavidad, haciéndole fruncir el ceño con molestia.
-¿Esta despierta?- En la puerta de la habitación, el Comandante Liang se quedó de pie con las manos en la espalda, una postura firme y expresión fría.
El Gran General, quien estaba sentado al lado de su hija esperando a que despertarse, se puso de pie.
-Le agradezco sinceramente qué salvará a mi hija otra vez, no se que habría hecho si usted no estubiese presente en estas dos ocasiones.- Dijo Mark con sinceridad, haciendo una reverencia profunda que mostraba lo agradecido que estaba.
-Eso no hace falta, es mi deber ayudar a los soldados.- Respondió el joven con desinterés, y tenía razón, las únicas personas a las que estaba dispuesto a ayudar era a aquellos seres que daban su vida por el país en el campo de batalla.
Los demás, no eran más que personas sin importancia a sus ojos. Logró ver con sus propios ojos la destreza de la chica al luchar sin descanso alguno para ayudar a su padre. Eso, de alguna manera, hizo que un poco de respeto naciera de él.
Respetaba la destreza y tenacidad de la joven.
-Puedo ver que mi hija lo admira profundamente, hasta ahora, durante cinco años, además de mí, usted ha sido al único hombre al que le ha sonreído, lo cuan me sorprendió bastante. Normalmente, la mocosa se gana el odio de los demás antes de acercarse a ellos.- Explicó el hombre.
Sus ojos cayeron sobre su hija, dándose cuenta de que esta ya se había sentado en la cama y miraba al hombre a su lado con ojos tranquilos, y expresión sería.
Soltó un suspiro, para su dicha, su pequeña estaba vestida apropiadamente. Su mirada se volvió hacia el joven a su lado, quien mantuvo tranquilamente la mirada de su hija.
De repente, una idea apareció en su cabeza, haciéndolo sonreír de oreja a oreja, pero no comentó nada al respecto.
-Comandante Liang, agradezco nuevamente su ayuda, gracias por salvarme por segunda vez. Mi vida no sería suficiente para pagarle este gran favor.- Dijo la joven poniéndose de pie y haciendo una reverencia profunda.
A pesar de que todo su cuerpo le dolía, su deseo por agradecerle a aquel hombre fue mayor. Ahora admiraba más que antes a este joven comandante que le dio un significado distinto a su vida pasada.
-Es admirable ver como aún con todas sus heridas recién vendadas aún se esfuerza por expresar su gratitud, Señorita Kun, sin embargo, eso no hace falta, era lo que tenía que hacer.- Finalmente, una sonrisa apareció en el rostro de Matthew.
Sus ojos brillaron con un pequeño toque cálido, de alguna forma, esta joven logró tocar su corazón en más de una ocasión.
Sasha enderezo su cuerpo y este, a causa del dolor, se tambaleó un poco, pero aún así, la joven logró mantenerse firme con rapidez. Hecho sus hombros hacia atrás y volvió la mirada hacia su padre.
-Padre, me disculpo por mi negligencia y desobediencia, puedes castigarme a como gustes, estoy dispuesta a recibirlo sin titubeo alguno.- Dijo ella en voz baja con la cabeza gacha.
Mark Kun miró con sorpresa a su hija, pues esta acepto sin más su error, aunque lo comprendía, su hija nunca rompía una promesa pero esta vez...
-No te preocupes, no fue tu culpa, no te castigaré.- Expreso el hombre con sinceridad, caminando hacia la puerta -Iré a llamar al doctor Li para que te revise, puedes sentarte mientras tanto.- Dijo antes de salir por la puerta.
Sasha se dejó caer en la cama, soltando un jadeo de cansancio y dolor, hizo su mejor esfuerzo, ahora el resultado era un dolor duplicado.
-Las noticias ya llegaron a oídos del Emperador, en estos momento, un eunuco viene en camino hacia acá para dar su edicto imperial.- Matthew se apoyo en el marco de la puerta mientras miraba la expresión cansada de la chica.
Sasha levantó la cabeza de repente -¡¿Qué?!- Exclamó con gran conmoción, haciendo que Matthew levantará una ceja con curiosidad.
-El Séptimo príncipe está muy al tanto de mi padre últimamente, busca la oportunidad para quitarle su poder militar. El Emperador lo apoya, temo que puedan sacar provecho de esto y...- La joven se quedó en silencio, dándose cuenta de lo que estaba diciendo.
Su mirada se clavo en el suelo con frustración, no sabía porque pero... hablaba sin dudar sobre sus problemas delante de Matthew, como si confiase plenamente en él.
-Olvídelo, no quiero molestarlo con nuestros problemas.- Dijo ella con indiferencia, cerrando los ojos con cansancio. Tal vez el cansancio la estaba confundiendo.
-Señorita Kun, ya está en la edad de casarse ¿No es así?- Aquella pregunta hizo que el ambiente se volviera tenso de pronto.
Sasha frunció el ceño con molestia, quería estar soltera por el resto de su vida si le era posible pero... el matrimonio no era algo que su padre podría atrasar toda su vida.
-Sí...- Respondió en un susurró la joven sin levantar la cabeza, su rostro se oscureció.
-¿Por qué no se casa con un príncipe?- Matthew pregunto con un tono serio, mirando a la chica con los ojos entrecerrados.
-¡Coff..coff!- Un ataque de tos resonó por toda la habitación, pues Sasha parecía estarse ahogando con su propia saliva a causa de aquellas palabras tan impactantes que habían salido de la boca fría de aquel hombre.
Su rostro palideció y su cuerpo ya no lo soporto, desplomándose en la cama con grandes lágrimas en los ojos ¡Un burlista, eso es lo que es!
-No sabía que el Comandante Liang podría ser un buen bromista.- Dijo la joven mientras yacía acostada, no tenía fuerzas para levantarse. Se secó las lágrimas discretamente y frunció el ceño.
Matthew se encogió de hombros y no continuo con el tema, pues a la chica parecía no gustarle. Sus ojos cayeron sobre las armas en la esquina de la habitación, sabía que no era adecuado adentrarse en esta pues solo estaban los dos pero...
-¿Sabe usar todas estas armas?- Preguntó el joven tomando en sus manos dos cuchillas de gancho, las movió con agilidad en su mano, sin embargo, su ceño se frunció, no son cómodas de usar.
Sasha levantó la mano y respondió con seriedad -Sí, Señor Comandante.- Su voz sonó con un tanto de sueño, sin embargo, Matthew ignoro completamente eso.
No quería irse. Su ceño se frunció cuando esa idea pasó por su cabeza ¿Porqué se sentía tan reacio de separarse de una persona que apenas y había conocido durante un día?
-Comandante, volveré a la capital dentro de una semana, espero encontrarlo cuando regrese.- Un pequeño susurro vino desde la cama, haciendo que Matthew volviera su atención hacia la mujer, sin embargo, ya se había dormido.
Una sonrisa apenas visible apareció en su rostro cuando se dio la vuelta y camino hacia la puerta, de algún modo, se sentía de buen humor.
-Yo también lo espero...- Susurro cuando salió de la pequeña Mansión.