La Esposa Del Emperador II

Capítulo 10

Unos días después, todo lo que paso en la fiesta era la comidilla de la sociedad aristocrática de la capital. El baile de Ema y el emperador, Marcos Castelli, era hablado por todos los nobles, ya que él solo había bailado con ella y lo había hecho en dos oportunidades diferentes. Entre los comentarios había como siempre dos posturas, unas que decían que hacían una buena pareja y otras que decían ella se había sobrepasado al bailar con él, pues, ya tiene un prometido y uno por el cual lucho con su hermana.

Como si eso no bastara, las acciones de la familia de ella habían estado en entre dicho, pues hasta ahora Luisa era tratada por todos como una flor a la que su hermana le había sacado el hombre al cual amaba. Sin embargo, las demostraciones de falta de afecto de Ema esa noche, dejaron ver a muchas personas que en realidad a ella no le interesaba en lo más mínimo el cariño o el amor del conde Víctor.

Muy al contrario de todo lo que se decía, Ema parecía demostrar desprecio por su prometido y eso no paso desapercibido por quienes estuvieron prestando atención. Estas personas, al haber visto esto, no se quedaron callados con respecto a ese asunto en las conversaciones con sus amistades, por lo cual la bola de chusmerío siguió y siguió creciendo y ya nadie sabía con exactitud que era lo que pasaba en verdad.

Otra cosa que se notó y de lo cual todos quedaron muy sorprendidos, fue el gran interés que ella ocasionó en el emperador. No solo habían bailado con ella, sino que él ignoró a otras mujeres por mirarla solo a ella.

Esos entre dichos divirtieron mucho a Ema que desde la casa de su tía se enteraba de todo, pues los empleados le contaban todos los rumores que circulaban en la sociedad. Solo se preguntaba como estaría la cara de esos tres al escuchar a sus amigos y a su círculo social decir esas cosas.

Sin sorpresa para Ema que se lo había imaginado perfectamente, esos tres estaban que no los calentaba ni el sol. El más enojado, obviamente, que era Víctor, todo el mundo hablaba de que posiblemente Ema quisiera terminar con él ahora que el emperador se había fijado en ella, pero no podía permitir eso. Eso no estaba en sus planes, tendría que hacer hasta lo imposible, pero él se tenía que casar con ella y ya después la mataría si era necesario, pero necesitaba el poder que su apellido le daría, no iba a permitir que ella estuviera con otro.

En su mente retorcida, pensaba que tal vez si de ahora en adelante le demostraba interés y amor, ella caería redondita a sus pies, muerta de amor por él nuevamente. Ella ya lo había amado antes, hasta que lo vio en la cama con Luisa y él tuvo que demostrar su verdadera personalidad, ahora solo tendría que ingeniárselas para que lo volviera a hacer. Mientras reflexionaba en este plan malvado y carente de razonamiento suyo, vio entrar a Luisa a su habitación, por lo cual sonrió con muchas ganas de hacerla suya como a él le gustaba para sacarse el estrés de encima.

Ella había ido hasta su casa, así que él no tendría que contenerse para que nadie los escuche, se levantó y se acercó a ella tomándola de la cintura para un efusivo beso. Cuando se separó le dio vuelta y la apoyo sobre el escritorio que tenía en la habitación y le levantó la falda del vestido sin decir una palabra. Sacó su miembro y sin cuidado la empezó a embestir con fuerza, sacando pequeños gritos de dolor mezclados con placer.

Mientras ellos estaban de lo más ocupados en su muestra de “cariño”, dos carruajes llegaban a la casa de Daniela, aunque en realidad la visita era para Ema. Como habían acordado hace unos días, hoy era el día que por fin se verían los tres para planificar el cómo romper el compromiso de Ema con Víctor, sin ser tan obvios. Por lo cual de los carruajes bajaban Rogelio, el padre de Ema, y del otro bajaba Marcos, el emperador.

Era más que obvio que Marcos no podría llegar en el carruaje real, por lo cual llegó con un carruaje más simple y sin estandarte ni emblema de la familia en los costados, para no crear un revuelo con su visita allí.

Cuando los dos hombres se encontraron en la entrada de la casa se saludaron cordialmente, aunque a Rogelio aún se le hacía muy raro que de pronto el nuevo emperador quiera ayudar a su hija así porque sí. Él no era estúpido, algo había acá, estaba seguro de que ese hombre estaba interesado en su dulce niña. Pero a pesar de eso, no se metería a menos que ella lo rechazara y él no entendiera lo que era un no.

Un empleado de la casa se acerca a los dos hombres y les indica que lo sigan a dentro, que la joven Ema los estaba esperando en el estudio de la señora de la casa. Con paso seguro los dos lo siguen y cuando entran a la casa son dirigidos hasta el estudio.

Ema estaba sentada en el asiento de su tía, mientras los esperaba, una de las doncellas estaba detrás de ella, esperando instrucciones.

Cuando entran los dos, ella se levanta y los saluda.

-Padre. Majestad.

Rogelio es recibido con un abrazo como de costumbre y Marcos con una inclinación de cabeza como hizo cuando se despidió de él la última vez. Sin embargo, para él eso es muy poco, por lo que se adelanta y sujeta su mano, dándole un beso en el dorso de esta, dejando sorprendidos tanto al padre como a la hija, quien se puso colorada de inmediato, al recordar esos labios sobre los suyos.