Alexa lleva cerca de diez años siendo asistente de Aron el CEO de su empresa Stixia Corp. Un tipo, maniático, despótico y narcisista, y bastante cruel con sus subordinados. Son diez años conociéndolo, sirviéndolo lealmente y soportándolo a él como jefe y a todas sus bobadas y salidas de tono.
De repente hoy es el día. Una sola tontería resulta ser la gotita que colma el vaso y como si hubiera bajado un Arcángel a iluminarla, en un segundo apenas toma la decisión más grande de su vida hasta ahora. Es hoy. Es el momento para ella de empezar una nueva vida con lo que realmente quiere hacer. Ella ya no necesita este trabajo ni a Aron en su vida. La pregunta es... ¿Podrá el CEO apañarse sin la eficiente Alex?
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Capítulo 11. No me llamo Alex
Capítulo 11
No me llamo Alex
Jueves por la tarde. Después de las reuniones volvieron al despacho. Terminaron de revisar juntos lo que quedó pendiente y finalizaron. La tarea más importante estaba hecha y en perfecto orden. Todo preparado para la reunión del día siguiente. Eran las 18:30 cuando ella por fin se levantó para marcharse. Recogió la mayoría de carpetas para devolverlas al archivo y como siempre en silencio se dirigió al pasillo de salida que conducía al ascensor privado.
A él le dio un poco de rabia que ella ni siquiera se despidiera así que la llamó de vuelta.
- Alex
Ella se detuvo bruscamente. Bajó la cabeza abrazó con fuerza todos los archivos sobre su pecho y apenas tardó unos segundos en decidirse a contestar. Se giró y él se sorprendió tremendamente cuando vio la cara de ella.
Lo estaba mirando con rabia casi con odio. Sus ojos eran puro hielo y su expresión realmente terrible. Antes de que él pudiera decir nada más, ella le espetó:
- ¡Me llamo Alexa!. No Alex, ni señorita S, ni doña S, ni inútil, zorra, estúpida o desastre. Me llamo Alexa, A-LE-XA - deletreó ella-. Así que de aquí en adelante le pido... ¡No!, le exijo que se dirija a mí por mi nombre y con el debido respeto. Buenas tardes, señor
Y después de soltar ese mensaje lapidario se dio la vuelta y salió del despacho. Aron estaba boquiabierto. "Que me maten si entiendo lo que acaba de pasar aquí". Por un momento pensó en seguirla y decirle dos cosas pero rápidamente desistió y justificó la situación pensando que la actuación de hoy se debía probablemente al cansancio acumulado de toda esa semana puesto que Alex, Alexa, había trabajado realmente duro estos últimos días.
Y seguramente está en "esos días del mes". Se reafirmó en esta idea. Francamente, él también estaba muy cansado. Y no le apetecía un enfrentamiento a esta hora de la tarde. Tampoco tenía tiempo para eso. Así que se inclinó sobre su sillón, respiró y abrió la siguiente carpeta.
Solo que... después de verla tan hermosa y deseable, después de la pose que le dedicó y la broma sobre su ropa interior, creyó que algo había cambiado entre ellos. Por eso quiso que ella dijera algo agradable antes de marcharse. Claramente, fue un error y sintió algo parecido a la decepción. Miró por la ventana hacia el atardecer que caía a plomo sobre la ciudad, pensativo.
"Ya arreglaremos cuentas, A - LE - XA"
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La mujer salió por la puerta principal del edificio a las siete en punto. Tenía aún una hora para llegar a su cita así que se dispuso a ir paseando tranquilamente hasta la cafetería.
Era un paseo muy bonito, pues el local se encontraba en una de las calles de los barrios más bonitos de ciudad S. Era una zona dónde las vías aún se conservaban empedradas y no se permitía el acceso a vehículos, así que eran pasajes encantadores perfectos para una bonita caminata.
A los lados proliferaban una gran cantidad de comercios con acogedoras terrazas, sombrillas, plantas en grandes macetas, árboles y farolillos colgantes. Ella respiraba empapándose del ambiente y sintiendo los últimos rayitos del sol de la tarde posarse con suavidad sobre su cara.
Realmente disfrutó apreciando la belleza de esa parte de la ciudad y se dio cuenta de que era el primer día que se sentía un poco bien desde el viernes anterior.
Llegó a la cafetería media hora antes que Ran, así que pidió su favorito: café con dulce de leche y lo colocó entre sus manos disfrutando de la calidez y el aroma de la bebida.
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Aron cruzó la calle en dirección al restaurante. Había quedado con una mujer que conoció el fin de semana anterior en un evento. Era rubia y sexy y en la gala se le había acercado sonriente y obviamente dispuesta.
Se intercambiaron los números de teléfono, quedando para llamarse en algún momento y cenar. Ese día trabajo ella le envío un mensaje y él aceptó verla y cenar. Aron estaba demasiado preocupado por la reunión del día siguiente y necesitaba descargar esa tensión. Que mejor que con una buena hembra en la cama. No sabía si la rubia aceptaría pasar la noche con él, pero no perdía nada con intentarlo. Estaba un poco cansado de estar siempre con Julien y sentía que lo había acaparado demasiado, así que busco una nueva diversión.
Buscaba un restaurante pequeño y exquisito que estaba en una zona peatonal y por eso iba andando. Al pasar por delante de una famosa cafetería del barrio vio a su asistente a través de los cristales de la pastelería. Estaba sentada con un café en la mesa.
Se detuvo a mirarla y le pareció la viva imagen de la soledad y estuvo tentado de acercarse y sentarse con ella y tomar un café también. En ese momento de duda, un hombre alto y tremendamente atractivo se acercó a su mesa y la besó.
Aron supuso que era su noviecito y que ya lo habían arreglado todo. En fin. Así estaría de buen humor mañana, pensó él, y siguió su camino.
Extrañamente, la visión de ellos dos no lo dejó de buen humor. Ver al novio besarla, lo molestó.
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Haciendo gala a su origen oriental Ran llegó a la cita a las ocho en punto, ni un minuto antes ni un minuto después. En cuanto la vio, la saludó alegremente con el brazo alto y su gran sonrisa acercándose hasta donde Alexa se sentaba. En los brazos llevaba un gran ramo de peonías, una de las flores favoritas de ella.
Demostraba el placer y la alegría que le producía verla, sobre todo después de tantos días. Se acerco y la besó rápidamente y se sentó frente a ella aprentándole la mano con fuerza. Los japoneses, no acostumbran a ser tan efusivos en público. Les resulta vergonzoso besarse en la calle o abrazarse, pero Ran deseaba demostrarle cuánto la había extrañado.
Esperaba que pudieran ir más tarde al apartamento de ella a pasar la noche. Ran no era muy efusivo en público, pero en privado era muy distinto. Era tremendamente amoroso, cariñoso y sexual. Ella lo sabía muy bien.
Al contrario que él, que expresó tanta alegría al verla, ella solo sonrió ligeramente, pero permaneció con los ojos apagados y sin vida. Él se dio cuenta, pero de alguna manera quiso ignorarlo. Entendía que ella estaba extremadamente cansada después de un viaje como ese y después de trabajar durante cuatro días intensamente y casi sin descanso.
Ya conocía la dinámica de trabajo de su carismático y despiadado jefe, así que pensó que era probable que Alexa ni siquiera hubiera podido dormir o comer adecuadamente en estos cuatro últimos días. De ahí que su mirada estuviera tan...
¿...triste?
Bueno. Eso no lo entendió muy bien, porque era de esperar que estuviera cansada, pero, ¿triste por qué?