Elein, líder de la Tribu Águila, descubre que el símbolo del fénix en su collar guarda el secreto de un antiguo poder que podría cambiar el destino de las Tribus y del Reino del Norte. Mientras enfrenta conspiraciones, traiciones y una conexión inesperada con la familia real, Elein deberá desentrañar la verdad sobre el sacrificio de sus padres.
Acompañame a descubrir la verdad de un pasado, un legado y un enemigo entre las sombras.
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Capítulo 2: "La invitación inesperada"
El consejo de la Tribu Águila era un espacio amplio y austero, decorado únicamente con tapices que contaban las gestas heroicas de sus líderes. En el centro, una mesa redonda de madera oscura reunía a los ancianos y principales guerreros de la aldea. Elein y Laura llegaron al lugar justo cuando los jinetes del Reino del Norte se retiraban, dejando un sobre sellado con el emblema real: un lobo blanco con ojos dorados.
—Hace mucho que no vemos ese símbolo —murmuró uno de los ancianos mientras observaba el sello con recelo.
Laura tomó el sobre y lo abrió con cuidado, desplegando el pergamino que contenía. Su mirada se endureció al leer las primeras líneas. Elein, de pie a su lado, sintió un escalofrío. Había aprendido a interpretar los gestos de su madre, y este decía que las noticias no eran del todo bienvenidas.
—Es una invitación a las festividades anuales del Reino del Norte —dijo Laura, levantando la vista hacia el consejo—. Nos invitan a enviar una delegación en representación de la Tribu Águila.
Un murmullo de sorpresa recorrió la sala. Desde hacía más de una década, la Tribu Águila había mantenido una relación distante con el Reino del Norte. La última interacción formal había sido durante una tregua forzada tras un conflicto territorial que había costado muchas vidas.
—¿Por qué ahora? —preguntó uno de los guerreros, frunciendo el ceño—. ¿Por qué después de tanto tiempo?
—Eso es lo que debemos descubrir —respondió Laura, su tono firme pero reflexivo—. No podemos ignorar esta invitación, pero tampoco podemos abordarla con ingenuidad. Elein irá en mi lugar, junto con sus cuatro compañeros.
Elein, aunque acostumbrada a las responsabilidades, no pudo evitar una leve sorpresa. La idea de representar a su tribu en un evento tan importante era un honor, pero también una carga que implicaba un sinfín de riesgos.
—Madre, ¿estás segura? —preguntó, sin apartar la mirada del rostro de Laura.
—Más que segura —respondió Laura, colocando una mano sobre el hombro de su hija—. Tu padre y yo te preparamos para momentos como este. Además, viajarás con quienes más confías. Mantente alerta, y recuerda que siempre tienes la fortaleza para enfrentar lo inesperado.
Los amigos de Elein, que habían estado esperando fuera del consejo, fueron llamados para recibir las instrucciones. Luna fue la primera en entrar, con su habitual sonrisa segura.
—¿Nos vamos de aventura? —preguntó con entusiasmo.
—Algo así —respondió Elein, esforzándose por mantener un tono neutral—. Nos dirigiremos al Reino del Norte como representantes de nuestra tribu. No será un viaje sencillo, así que debemos prepararnos.
—¿Habrá peleas? —preguntó Eric con una chispa de emoción en los ojos.
—Eso espero que no —interrumpió Flora, cruzando los brazos—. Pero con nosotros nunca se sabe.
—Por favor, comportémonos como lo que somos: la élite de la Tribu Águila —dijo Lucas, ajustándose su capa con un aire solemne.
Los preparativos comenzaron al instante. Los cinco se aseguraron de llevar armas ligeras, ropa adecuada para diferentes climas y provisiones suficientes para el trayecto. Laura los reunió en privado antes de su partida.
—Quiero que recuerden algo —dijo, su mirada recorriendo a cada uno de ellos—. La verdadera fortaleza de un líder no está en su espada, sino en su capacidad para mantener unidos a los suyos. Confíen unos en otros, y jamás bajen la guardia.
Finalmente, llegó el día de la partida. Los habitantes de la aldea se reunieron para despedirlos, llenos de esperanza y orgullo. Mientras subían al carruaje, Elein no pudo evitar mirar hacia su madre una última vez. Laura le devolvió la mirada, asintiendo con un gesto de confianza.
—Nos vemos pronto —dijo Elein, más para sí misma que para nadie más.
El camino hacia el Reino del Norte estaba lleno de desafíos. A medida que se alejaban de la aldea, los paisajes cambiaban de verdes valles a montañas escarpadas. Aunque trataban de mantener un ambiente relajado, había una tensión en el aire. Elein no podía quitarse de la cabeza las palabras de su madre, ni el collar que llevaba al cuello.
En el horizonte, las torres del Reino del Norte comenzaron a asomarse, majestuosas y ominosas. Ninguno de ellos sabía lo que les esperaba más allá de esas murallas.