– He vivido tantas vidas que me resultan absurdas las personas que matan por poder y avaricia, o aquellas que quieren ser jóvenes eternamente. De nada sirve vivir sin un propósito o amor verdadero.
— Soy Gustavo Chevalier, el emperador del vasto imperio Terra Nova, pero durante muchos años fui el paladin de mi hermano. Fui testigo de cómo amó a su ahora esposa con todo el corazón en sus diferentes facetas.
— Han pasado siglos, pero yo sigo añorando su olor, su dulzura, su reconfortante presencia y su preciosa sonrisa, que iluminaba mis días.
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Ese hombre es un pecado mortal
El Duque iba en su carruaje acompañado de su mejor amigo, el Marqués Salazar. Aún tenía dudas sobre el compromiso.
—¿Crees que hice bien en aceptar el acuerdo de su Majestad? ¿Qué piensa de esta situación? No creí que mi hija captara la atención del emperador —dijo el duque con cansancio. No es que él pensara que su hija no estuviera a la altura de ese compromiso, es solo que algunos nobles tienen la costumbre de ir por las jóvenes debutantes, y su hija hace años pasó esa edad.
— No me esperaba que el emperador quisiera casarse nuevamente. La ejecución de la emperatriz será pronto y su alteza, el primer príncipe, no gusta de sus deberes reales. Puede que esté buscando más descendencia o que haya caído rendido ante los encantos de tu hija; nunca se sabe con el emperador — dijo el marqués pensativo. La familia Chevalier era indescifrable. El archiduque se casó inesperadamente con la flor de la sociedad, una mujer que tenía tres años de haber debutado y cuya educación había sido similar a la de un hombre. El emperador se había fijado en una mujer que tenía la misma edad que la esposa de su hermano, aunque esta era un tanto torpe para algunas cosas. Mónica Mesellanas era la hija de su amigo, un respetado duque, pero era bien sabido que sus intereses estaban en el legado familiar: la medicina. Aunque, si la joven asciende a emperatriz, tendría el respaldo de la plebe y de dos damas extremadamente importantes, como lo son la duqesa de Vitaly, y la archiduquesa Chevalier, sin duda alguna eso le daba una gran ventaja.
— Mi esposa no debe saber esto; su indiscreción podría traernos problemas. — El duque amaba a su esposa, pero no era tonto; no arriesgaría la vida de su hija por las ambiciones de su esposa. Ellos, hace muchos siglos, descendían de la familia real, y su esposa estaba tratando de que su familia volviera a emparentarse con la realeza.
— Haces bien. — La duquesa era una dama un tanto conservadora, de esas que el estatus marcaba la diferencia. El marqués había sido testigo de cómo la duquesa clasificaba a las personas de su círculo por su estatus, aunque esta no había podido entablar conexiones con la duquesa de Vitaly y la archiduquesa Chevalier, un logro que su hija sí tuvo.
El duque dejó a su amigo el marqués en su palacio y se dirigió al ducado; tenía que enviar la carta para la ruptura cuanto antes.
Apenas llegó a su palacio, redactó la carta y la mandó al reino de Talisman, junto a las pruebas de la falla del príncipe hacia su familia. El rey no tendría más opción que romper el compromiso.
— Envía esta carta lo más rápido posible. — Desafortunadamente, la duquesa vio la interacción.
— Mi señor, ¿para quién es la carta? — preguntó la duquesa con cautela.
— Será enviada al reino Talisman. — El duque no respondió directamente a la pregunta; su esposa solía ser un tanto cuestionable.
— Oh, qué emoción, por fin esa niña berrinchuda se casará. Le has dado demasiada libertad; ya era hora de que cumpliera con su rol. Iré de compras, tengo que encontrar el vestido de novia perfecto. — dijo la duquesa, orgullosa. El duque se sobó la sien; tendría que decirle parte de la verdad antes de que cometiera una indiscreción.
— No, mujer, el príncipe se ha casado múltiples veces; tomó una esposa legal y varias concubinas. Esa carta es para solicitar el rompimiento del compromiso por no cumplir con lo pautado. — dijo el duque con calma.
— ¡Es culpa de esa hija ingrata! Si tan solo hubiese tomado mi consejo, no estaríamos pasando por esta vergüenza. ¡No podemos romper este compromiso! ¿Qué dirán de nosotros?
— ¿Pretendes que nuestra hija sea una concubina más? Yo no eduqué a una meretriz. De mi casa no salen cortesanas, y más te vale que no estés mal aconsejando a mi hija, porque eso no lo toleraré. Si nunca permití la entrada de concubinas en mi casa es porque aborrezco ese actuar.
— No, sería incapaz de aconsejar tal aberración. Lo digo porque hay formas de presionar al príncipe para que se divorcie de esas mujeres con las que se casó y le cumpla a nuestra hija.
— No haré eso. Si una de esas mujeres ya está embarazada, mi hija correría peligro. Además, ya firmé un nuevo compromiso con un noble destacable.
— ¿Con quién? —preguntó la duquesa con intriga.
— No te lo diré, será un secreto hasta la boda. Tu actuar deja mucho que desear; hay momentos en que te desconozco —le dijo el duque, mirándola a los ojos.
— Espero que sí sea alguien de mejor posición. dijo la duqesa sin entender lo que realmente le estaba diciendo su esposo.
— La posición es lo de menos. ¿O se te olvida que tu padre es un barón? —El duque siguió su camino, pero la duquesa estaba molesta; ella quería saber quién era el dichoso hombre.
Mónica había escuchado ya que se dirigía a ese pasillo, pero rápidamente emprendió su huida hacia su habitación; no quería ser descubierta por su madre.
— Me libré de un compromiso y entré en otro el mismo día. ¿Quién será mi nuevo prometido? — A la mente de Mónica se le vino una clara imagen del emperador cuando regresó cabalgando al palacio.
— Ese hombre es un pecado mortal, ya entiendo por qué a Sofía le gustaba —dijo Mónica, dándose golpecitos en el rostro para quitarse el calor de sus mejillas, pero su ensoñación se vio interrumpida por su madre, quien entró sin permiso a la habitación, tiró un ramo de flores al suelo y le dio una bofetada que dejó a Mónica desconcertada.
— ¡Eres una buena para nada! Por andar poniendo como prioridad a esos enfermos, ¡perdiste un buen compromiso! — le gritó la duquesa.
— Madre, ¿qué te sucede? ¿Por qué me golpeas? No sé de qué hablas, solo he respetado el legado familiar. ¿O se te olvida que somos un ducado donde se forjan doctores y parteras? — Mónica no iba a admitir que ya sabía la verdad, pero defendería fielmente su pasión por la medicina.
— ¡Si hubiera ido al reino Talisman a conquistar a tu prometido, como te lo ordenen, ya estarías casada! Tu compromiso con el séptimo príncipe está por romperse y quiero que salgas de esta habitación y vayas a hablar con tu padre para que cambie de parecer.
— Yo no tengo el poder para intervenir; se te olvida que soy mujer, madre. — La duquesa enfureció más; su hija estaba usando sus palabras en su contra.
— Eso es lo que quieres para tu vida: un estúpido ramo de flores. Ese es el esposo que quieres, que ni siquiera puede darte un buen obsequio —dijo la duquesa, presa de la ira. Ahora Mónica entendía la furia de su madre, y todo por un ramo de flores. Lo bueno era que su futuro esposo no sería del agrado de su madre, y eso era muy bueno para ella. Pero el escándalo que hizo la duquesa fue tan grande que el duque llegó furioso a la alcoba de su hija.
— ¡Pero qué está pasando! ¡Has perdido el juicio!
— ¿Qué pasa? ¡Que tu hija está desgraciando su futuro y arruinando la reputación de nuestra familia! ¡Un ramo de flores! Ese es el tipo de obsequios que mandará el supuesto prometido —dijo el duque, incrédulo. Todo ese escándalo por un ramo de flores. Su esposa había rebasado los límites de la cordura; su actitud no era normal.
—El prometido de Mónica es de un rango superior al sexto príncipe, un hombre destacable. Has perdido la cabeza por completo al golpear a nuestra hija por algo de lo cual ella no es culpable. Te irás con tu familia durante una buena temporada; quiero que hagas tus maletas. Te vas hoy para que reflexiones sobre tus actos —dijo el duque con severidad.
—No p...
—Soy tu esposo, y en este palacio se hará lo que digo. —La mujer no refutó y salió furiosa al no conseguir lo que quería.
—¿Estás bien? —le preguntó el duque a su hija.
—Sí —dijo Mónica, tratando de procesar el escándalo que hizo su madre.
— Cielo, no hay nada de qué preocuparse. El matrimonio con el sexto príncipe se canceló por faltas de él, no porque tú hayas tenido la culpa. ¿Qué piensas del regalo de tu prometido? —preguntó el duque con curiosidad.
— Lindo —dijo Mónica, sonriendo mientras recogía las flores. Grata fue su sorpresa al darse cuenta de que el colorido ramo estaba conformado por manzanilla, lavanda, caléndula, rosas y crisantemos, todas con propiedades medicinales, lo que la hizo sonrojarse, ya que su prometido parecía conocer sus gustos, cosa que el príncipe nunca hizo con los obsequios que algunas veces le envió.
El duque sonrió; al parecer, había subestimado al emperador, ya que este podría ser un buen esposo para su hija.
Monica
😅😅😅
Cambio de nombres: Margaret en lugar de Mónica
1- tendrá el testimonio en tiempo real de las víctimas del depravado conde.
2- despertará a la realidad de todo lo que el Emperador ha hecho por su pueblo, en especial las mujeres.
3- tendrá la posibilidad de ayudar a esas chicas con sus habilidades de sanadora.
Tal vez así entienda que el amor que el Emperador siente por ella es real, puro y sincero; desde siempre y para siempre.