Amor, traición, asesinato, misterio que se irán descubriendo poco a poco sobre todo quien es la que se oculta tras los sucesos misteriosos que ocurren tras la guerra de poderes para obtener el dominio absoluto de las empresas Santibáñez.
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Capitulo 2 El día de la boda.
El sol se estaba poniendo sobre el horizonte y el paisaje se podía disfrutar desde el majestuoso yate de la familia Santibáñez.
Todo estaba listo para la boda, decorado divinamente con flores, el altar estaba decorado con un hermoso arco de flores.
Chloé se miraba en el espejo, estaba tan feliz y emocionada de verse vestida de novia, su sueño ya estaba a punto de hacerse realidad. Se veia hermosa con su vestido, parecía una princesa. Su cabello suelto caia sobre sus hombros y lleva un hermoso bouquet de rosas blancas recordando todas las rosas blancas que Esteban le ha regalado en el transcurso de su relación de 3 años. Aunque sus flores favoritas son los tulipanes, siempre recibió con amor, ilusion y agradecimiento las rosas blancas.
La ceremonia había sido perfecta, llena de sonrisas y miradas cómplices entre Chloe y Esteban. Cada detalle reflejaba el amor que Chloe creía que compartían. Vestida de blanco, radiante y plena, Chloe se sentía como en un sueño. Los aplausos, las lágrimas de felicidad de su padre, y la suave brisa marina hacían que todo se sintiera mágico.
Sin embargo, después de la ceremonia, comenzó a sentir un ligero mareo. El suave balanceo del yate y la agitación de las emociones la estaban afectando, así que decidió ir al baño en una de las habitaciones del yate para refrescarse. Se miró al espejo, sonrió y respiró profundo, tratando de calmarse.
Mientras se echaba un poco de agua en el rostro, escuchó unas risas y pasos apresurados que se acercaban. Dos personas entraron en la habitación contigua, y Chloe se tapó la boca para evitar que su risa se escuchara al pensar que algún invitado habría escapado para tener un momento de intimidad en el yate. Sin embargo, las risas y susurros se hicieron más audibles, y Chloe empezó a reconocer las voces: eran Isabel y… ¡Esteban!
El rostro de Chloe se quedó helado. Con el corazón latiendo fuerte, escuchó atentamente, incapaz de asimilar lo que oía. Los susurros eran apasionados, íntimos… cada palabra y cada gesto revelaban algo oscuro, algo que había estado sucediendo a sus espaldas.
La risa se le congeló en la garganta. La traición se desplegó frente a ella como un golpe despiadado. Isabel, entre risas burlonas, dijo:
_ ¿Por qué te molestas en fingir tanto, Esteban? Mañana ya todo esto será historia. La ingenua de Chloe nunca lo vio venir.
La ira y la incredulidad la embargaron. Sin poder soportar más, salió de su escondite y los enfrentó. Isabel la miró con una mezcla de burla y desdén, mientras que Esteban mantenía la frialdad en su rostro.
_ ¿Qué demonios está pasando aquí? _ exigió Chloe, con la voz quebrada por el dolor y el enojo.
Isabel suspiró y se cruzó de brazos, exasperada.
_ ¿De verdad, Chloe? ¿De verdad creíste que todo esto era real? Eres tan ingenua… todo esto ha sido una farsa. Yo soy la única mujer en la vida de Esteban, desde mucho antes que tú. No lo entiendes, ¿verdad? Esta boda, esta relación… todo ha sido una mentira."
Esteban, sin una pizca de arrepentimiento, solo la miraba con una sonrisa torcida. Chloe sentía como si el suelo se desmoronara bajo sus pies.
_ No… No puede ser _ murmuró, su voz ahogada por las lágrimas.
Lleno de odio y harto de la situación, Esteban avanzó hacia ella con una mirada que dejó a Chloe helada. Sus ojos, que alguna vez habían parecido dulces, ahora reflejaban el desprecio de alguien dispuesto a cualquier cosa.
_ Ya sabes la verdad, Chloe. Esto terminó, quería disfrutar de la luna de miel antes de ponerle fin, pero ya no se podrá _ dijo él, con una frialdad que la desgarró.
Ella salió corriendo de la habitación, sintiendo que le faltaba el aire, que todo su mundo se había derrumbado en segundos. Las lágrimas corrían por su rostro mientras intentaba escapar de esa pesadilla. No quería ver a Esteban, a Isabel, a nadie. Solo quería alejarse.
Con el corazón destrozado, llegó hasta la popa del yate. Caminaba de espaldas, con los ojos nublados por las lágrimas, sin percatarse de lo cerca que estaba del borde. Esteban la seguía de cerca, sus pasos seguros y su mirada cargada de odio.
_ ¿Qué pensaste, Chloe? ¿Que algún día te amaría? Qué ilusa eres.
Ella retrocedía, intentando alejarse, Esteban la tomó por un brazo y la empujó hasta que, en un último paso en falso, sintió cómo el vacío se extendía bajo sus pies. El mundo giró y, en un instante, cayó por la baranda, sumiéndose en las oscuras aguas del océano.
Mientras el yate se alejaba, la última imagen que Chloe vio fue la de Esteban y su hermana Isabel, observándola caer con indiferencia. Pero, en ese instante, algo en ella despertó. La inocente Chloe había muerto en esa caída, y la mujer que emergiera de esas aguas estaría llena de ira, decidida a cobrar venganza.
La noche se había cerrado sobre el yate mientras la celebración continuaba. Las risas, la música, y el tintineo de las copas llenaban el aire. Isabel y Esteban seguían interpretando a la perfección el papel de los familiares preocupados y felices en la boda, sosteniendo charlas y sonriendo ante las felicitaciones. Nadie sospechaba que, en realidad, sus pensamientos estaban muy lejos de allí, y que la desaparición de Chloe estaba prevista en su siniestro plan.
A medida que avanzaba la noche, algunos invitados comenzaron a notar la ausencia de la novia. Uno de los primos de Chloe fue el primero en preguntar por ella:
_ ¿Dónde está Chloe? Hace un buen rato que no la veo. ¿Estará bien?.
Esteban, con su acostumbrada calma y encanto, restó importancia a la inquietud, argumentando que probablemente ella se había retirado a descansar un momento por el mareo que le provocaba el movimiento del yate. Sin embargo, a medida que los minutos se convirtieron en horas y la noche se hacía más avanzada, las preguntas comenzaron a multiplicarse. La preocupación se extendió como un susurro entre los invitados, y poco a poco, la alegría de la celebración dio paso a la inquietud.
Finalmente, alguien sugirió que Esteban la buscara. Él asintió, mostrando una falsa expresión de preocupación, y junto con Isabel comenzó a recorrer el yate. Llegaron a la popa, y Esteban miró el oscuro océano bajo ellos. Actuando como un hombre lleno de angustia, lanzó una hipótesis que hizo que el corazón de todos se paralizara.
_ ¿Y si… si Chloe se cayó al mar? Tal vez… caminando cerca de la baranda, con el mareo…”
Las palabras de Esteban llenaron de terror a los presentes. La posibilidad de que Chloe hubiera caído al mar en medio de la noche era devastadora, y rápidamente el personal del yate activó la alarma, movilizándose en una búsqueda desesperada. El capitán detuvo el yate, y todos los pasajeros se unieron a la búsqueda, llamando el nombre de Chloe, mirando ansiosos por la borda.
El tiempo pasó lentamente esa noche, y el amanecer llegó con la misma desolación que había dejado la oscuridad. No se encontró ningún rastro de Chloe. A partir de ese momento, y durante los siguientes cinco días, las autoridades y el equipo de búsqueda peinaron el área del accidente en busca de cualquier señal de vida. Pero cada día terminaba igual: sin ninguna pista, sin un rastro de la joven, solo el océano implacable y la incertidumbre.
Esteban y Isabel fingieron un duelo desgarrador ante la familia y los amigos, pero en sus corazones, solo sentían alivio. Para ellos, el plan había sido un éxito rotundo: Chloe había desaparecido en el vasto mar y nadie sospechaba de su participación en esa tragedia.
Chloe Santibáñez había pasado a ser una noticia trágica y un recuerdo doloroso. Lo que ellos no sabían es que, en las profundidades de aquel océano, había surgido una nueva Chloe, una mujer marcada por la traición y llena de una fuerza que no habían calculado. La calma en la que se sumieron Esteban e Isabel sería breve, porque la venganza de Chloe estaba por comenzar.