Siempre nos hablan del tiempo como algo lineal, primero el pasado, luego el presente y por último el futuro y también nos hablan de que el único tiempo real es el presente, porque el pasado ya pasó y el futuro no está hasta que llega, pero ¿Qué tal si no fuera así? ¿Qué pensarías si te digo que el tiempo, paradójicamente, es y no es línea a la vez? ¿Y que vivimos varios momentos al mismo tiempo y esto no se limita para nada al presente?
Te invito a descubrir poco a poco la complejidad de esta historia y a sumergirte en un océano de emoción a medida que leas su trama.
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Capítulo II, Andrea
Mi nombre es Andrea Elizabeth Torres, hace un mes que cumplí trece años —el
quince de julio—. Mi madre se divorció de Antonio Gallardo, el padre de mi
hermano mayor, cuando ella aún tenía a mi hermano en el vientre; Antonio le
había sido infiel con al menos dos mujeres y mi madre no estaba dispuesta a
seguir con él después de eso. Poco después de nacer mi hermano, mi madre tuvo
un «acostón» de una sola noche con Andrés Palacios, mi padre biológico, el cual
no quiso participar en mi crianza y dejó de pagar la manutención poco después
de que cumplí cuatro años, así que, aunque tenemos lazos de sangre, no lo
considero realmente mi padre.
Mi madre no tiene hermanos y sus
padres, Andrés Eduardo Torres Blanco y Antonella Isabel Hernández de Torres,
murieron cinco días después de nacer mi hermano, así que mi madre nos ha tenido
que criar sola. Aunque nunca nos ha faltado nada.
Era el día quince de agosto del
año dos mil veinticinco, mi hermano acababa de irse a su liceo y yo estaba a
punto de irme al mío. En ese momento no lo sabía, pero mi vida estaba a punto
de iniciar un giro de ciento ochenta grados.
—Debo irme ahora o no llegaré a
tiempo al liceo, mamá, hasta luego. —me levanté para marcharme —¡Te amo!
—¡Hasta luego, hija, te amo!
Llegué al liceo tres minutos
antes de las siete de la mañana, es decir, apenas tres minutos antes de la hora
límite de entrada. Las dos primeras clases pasaron rápidamente, llegó la hora
de recreo y luego de comprar dos empanadas de queso y una malta para desayunar,
me dediqué a hablar con mi amigo Kevin mientras comíamos en el patio, cerca de
la cancha de basquetbol.
—Y entonces tuve que apretar la
x un montón de veces súper rápido para decapitar a la araña gigante… —dijo
Kevin.
—Espera, creí que era la primera
vez que jugabas ese juego, ya me habías contado exactamente esto antes.
—No, es la primera vez que lo
juego y nunca antes te había comentado al respecto, no hay manera de que
tuviéramos esta misma conversación antes.
—¡Qué raro, esto sí que me hace
sentir deja vu!
Y entonces comenzó a temblar la
tierra con mucha esfuerza y recordé que justamente había soñado con esta
conversación en este lugar y con un temblor posterior que me asustó y me hizo
despertarme. Ese sueño había sido hace apenas dos meses, pero lo había olvidado
por completo hasta ahora. La tierra continúo temblando por media hora. Una
lágrima corrió por mi mejilla desde mi ojo izquierdo.
Finalmente, la tierra dejó de
temblar.
—¡Eso fue horrible, Kevin!
—¡Es impresionante cuanto duró!
—Él abrió los ojos como un búho.
—¡Voy a investigar qué magnitud
tuvo el temblor, seguro ya lo tienen publicado en fuentes oficiales!
Ahogada en ansiedad y miedo usé
mi celular para investigar rápidamente la magnitud del temblor… si es que había
sido un temblor y no un terremoto como tal. Resultó ser de magnitud 4.9. En mi
país, Black Dragón, cualquier sismo por encima de 5.0 ya se consideraba un
terremoto, mientras a ese nivel o inferior eran sólo temblores, aun así, un
sismo con una magnitud tan cercana a ser un terremoto y que había durado
temblando por tanto tiempo, en definitiva, era sumamente peligroso. Enseguida
se me vino a la mente la imagen de casas destruidas y gente herida y otras
incluso muertas.
—¡Oh no, debo llamar a mi mamá!
—El corazón se me aceleró ante mis peores temores invadiéndome como un ejército
de bandidos asaltando un pueblo pacífico
Llamé al número de celular de mi
madre y luego de cuatro repiques, ella atendió la llamada.
—¡Hola hija!¡Acaba de temblar!
—El tono de mi madre sonaba especialmente lleno de preocupación —¡¿Estás bien?!
—¡Sí, mamá, llamé para
asegurarme de que tú también lo estuvieras!
—Tranquila, hija, estoy
perfectamente bien, por aquí la única consecuencia del temblor es que se quebró
el florero de la sala.
—¡Qué bueno, mamá, bueno,
entonces, hablamos más tarde!
Colgué la llamada.
—Bueno, Kevin, no pasó nada malo.
—Me sentí aliviada —¡Afortunadamente sólo fue un susto!
Kevin se río a carcajadas.
—¡Hubieras visto tu cara cuando
empezó a temblar! —dijo él.
—Sí, claro, como si tú no te
hubieras asustado.
—Sí, pero lo tuyo estaba a otro
nivel.
Kevin tenía razón; pocas veces
había estado tan asustada en mi vida.
Después de eso el día de clases
pasó sin novedades, salvo porque el examen de química se me hizo especialmente
difícil y creo que lo reprobé. A pesar de eso, iba regresando con buen ánimo a
casa. Cuando estaba cruzando el jardín de la casa, sobre el camino empedrado
que lleva a la puerta principal, noté que el cielo empezó a plagarse de nubes
color gris oscuro, ocultando la mayor parte de la hermosa luz de ese día.
—He tenido suerte al llegar a
tiempo, seguramente lloverá dentro de poco.
Llegué hasta la puerta, la abrí,
entré y la cerré suavemente detrás de mí.
—¡Hola, mamá, buenas tardes!
—¡Hola, hija, estoy en la
cocina, ve al comedor, ya tengo listo el almuerzo!
Me llegó el olor a pollo y a
pasta. Poco después vi a mi mamá salir de la cocina con un plato de pasta
larga, pollo guisado y ensalada de lechugada, cebolla y tomate.
—Aquí tienes, hija. —Puso el plato en la
mesa, frente a mí, junto con los cubiertos.
—¡Gracias, mami! —Sonreí y empecé
a comer.
Terminé de comer y de pronto
empecé otra vez a sentir un deja vu.
—Espero que te gustara, lo hice
especialmente con mucho amor —dijo mi madre —¡Oh, tu hermano acaba de llegar!
El deja vu aumentó y entonces
reaccioné moviéndome lo más rápido que pude y gracias a eso empujé a mi mamá a
tiempo para evitar que una viga del techo le cayera encima. Ambas estábamos
ilesas. Yo había soñado con esta situación, sólo que en mi sueño la viga caía
sobre mi mamá, la pequeña diferencia se había dado gracias a que, mediante ese
sueño, de algún modo, mi mente se había adelantado a los acontecimientos.
—¡Acabo de tener un horrible
deja vu y menos mal ambas están bien! —gritó mi hermano.
Había escombros y polvo por
todos lados y la viga había roto la cerámica del piso, pero estábamos bien y me
alegré por eso.
—Seguramente el temblor de esta
mañana había roto algún soporte para la viga y terminó cayendo por su propio
peso, aunque fuera horas después —explicó mi hermano, que parecía estar
hablando más para sí mismo que para nosotras.
—Bueno, chicos, voy a llamar al
albañil, hace falta reparar este daño y de por sí reforzar todo el techo —dijo
mamá.
Mi hermano se retiró rumbo a su
cuarto y yo le seguí, cuando ya estábamos en el piso de arriba y él estaba
abriendo la puerta de su habitación, lo detuve agarrándole por el brazo.
—¿Por qué tuviste un deja vu?
—pregunté.
—Pues, esa escena en la que caía
una viga del techo y tú salvabas a mamá la soñé hace un mes —respondió él —¿Por
qué la pregunta?
—Yo también tuve un deja vu y
también fue por algo que soñé, sólo que ese sueño lo tuve hace un año y en el
sueño la viga caía sobre mamá. —Suspiré—. Sólo pude evitar que pasara debido a
que tuve ese sueño y lo recordé a tiempo ¡Gracias a Dios!
—¡Sí, gracias a Dios tuviste ese
sueño y pudiste recordarlo antes de que fuera tarde, pero esto que está
sucediendo es demasiado extraño!
—¿Crees que de pronto somos
videntes o algo así?
—No lo sé. —En el rostro de mi
hermano se veía retratado el miedo, la curiosidad, la ansiedad y cierto aire de
diversión y deseo, como el de un niño a punto de iniciar una aventura.
Por mi parte, concluí para mí
misma que habrían más deja vu, aunque esperaba que los próximos no fueran sobre
desastres como este.