Sofía es una joven que ha crecido en la soledad de la orfandad, enfrentándose a una serie de tormentos internos que la han marcado desde su infancia. En su búsqueda de pertenencia y amor, se cruza con Lucius, un enigmático hombre que posee una esencia sombría y que, a lo largo de su vida, jamás ha experimentado la calidez de los sentimientos. A medida que sus caminos se entrelazan, Sofía se enfrenta al desafío de luchar contra la atracción que siente hacia él y las sombras que parecen rodearlo. ¿Podrá encontrar la fuerza necesaria para resistirse a su cautivadora belleza y, al mismo tiempo, desentrañar los misterios de su alma oscura, o sucumbirá a su hechizo, perdiéndose en el abismo de su atracción?
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muerte
Mi nombre es Sofía y tengo dieciocho años. Quiero contarles un poco acerca de mi situación, para que puedan comprender las razones que me han llevado a vivir en el orfanato del Sagrado Corazón.
Me encontraba en el proceso de enterrar a mi mamá, quien había caído enferma. Al principio, solo sufrió de una tos persistente, pero con el tiempo, su condición se deterioró y finalmente no pudo levantarse de la cama.
Ese día, una profunda mezcla de miedo y dolor me rodeaba. La lluvia caía con tal intensidad que parecía como si el cielo estuviera llorando conmigo.
Me quedé solo durante un par de segundos, llorando mientras pensaba en mi mamá. Fue un momento de profunda tristeza y soledad. En ese instante, un trabajador social del estado se acercó a mí y, con una expresión de comprensión en su rostro, me llevó directamente al orfanato del Sagrado Corazón. A mi lado, llevaba una pequeña maleta que contenía todas mis pertenencias, es decir, los escasos objetos que me habían acompañado hasta ese momento y que ahora se convertían en mi única conexión con el pasado.
Mi llegada no fue en absoluto como la había imaginado, ya que fui recibida por una mujer vestida completamente de negro. Su atuendo estaba acompañado de un velo que cubría su rostro, dejando entrever solo una pequeña parte de sus ojos, que me miraban con un aire de inferioridad.
Tranquila, aquí estarás bien, ya lo verás, dijo el trabajador social, mientras me miraba con una expresión de compasión en su rostro. Su voz era suave y reconfortante, y podía notar la sinceridad en sus ojos, que reflejaban una mezcla de esperanza. A pesar de la situación en la que me encontraba, su tono remarcaba que había un lugar seguro esperándome, un espacio donde podría comenzar a sentirme mejor.
En el instante en que puse un pie en ese lugar, comenzó un verdadero infierno para mí.
—¡Abre tu maleta ahora mismo! —exclamó la mujer, su grito resonó con tal intensidad que me hizo saltar del susto.
Abrí mi maleta de inmediato, sintiendo cómo mis manos temblaban incontrolablemente. Al examinar su contenido, me di cuenta de que la ropa que había traído no era adecuada para este lugar; era obvio que no podría usar ninguna de esas prendas aquí.
Justo en ese momento, la mujer se dirigió a mí con voz firme: Deja todo ahí, todo irá a la basura. Ahora ven, te llevaré a tu habitación. Me tomó del brazo con una fuerza sorprendente y comenzamos a caminar por un pasillo oscuro que parecía no tener fin. A medida que avanzábamos, el aire se volvía cada vez más frío, hasta llegar a una habitación que se sentía helada al instante en que cruzamos su umbral solo una ventana pequeña alumbraba.
Me quité rápidamente un pequeño collar que llevaba puesto, temiendo que esa mujer lo notara. Sin pensarlo dos veces, lo guardé cuidadosamente dentro de mi zapato, mientras las lágrimas se deslizaban por mis mejillas y empapaban mi rostro.