Desde niña, Zara soñaba con el día de su boda, creyendo que sería el comienzo de una vida feliz y plena. Pero en el mismo momento en que da el "sí, quiero" en el registro civil, sus sueños se hacen añicos cuando aparece la amante de su marido, embarazada y reclamando su lugar. Devastada, Zara anula el matrimonio y huye a un país lejano, donde comienza de nuevo su vida como esposa de alquiler, manteniendo una fachada de frialdad para proteger su corazón. Pero todo cambia cuando un nuevo cliente entra en su vida, desafiando sus reglas y despertando sentimientos que creía haber perdido para siempre. Ahora Zara debe decidir entre seguir su contrato o arriesgarlo todo por un amor inesperado.
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Capítulo 1
Zara Miller
Siempre creí que el amor verdadero era como en los cuentos de hadas, algo que trasciende el tiempo y el espacio, una fuerza inquebrantable que une a dos almas destinadas a estar juntas. Era ese tipo de amor el que imaginaba mientras crecía, y con esa esperanza me preparé para el día más importante de mi vida: mi boda.
El vestido blanco, que había sido cuidadosamente elegido, parecía brillar con la suave luz de la mañana. Cada detalle de la ceremonia había sido planeado con cariño. Al mirar mi reflejo en el espejo, sonreí, sintiendo una ola de felicidad pura. Este era el momento que había esperado durante tanto tiempo, el inicio de un nuevo capítulo al lado del hombre que creía que era mi príncipe encantado.
Pero la vida, con su cruel ironía, tenía otros planes para mí.
Antes de que saliéramos del registro civil, mientras sostenía la mano de Victor con una mezcla de nerviosismo y emoción, una mujer se acercó a nosotros, con pasos decididos y una mirada cargada de determinación. Apenas tuve tiempo de reaccionar cuando se interpuso entre nosotros, lanzando una revelación que haría que mi mundo se desmoronara en cuestión de segundos.
—Estoy embarazada —declaró, y el silencio que siguió fue ensordecedor.
Mis ojos se volvieron hacia Victor, esperando alguna reacción, una explicación, cualquier cosa que pudiera hacer que aquella pesadilla desapareciera. Pero todo lo que vi fue la verdad desnuda en sus ojos: no lo negó, ni intentó ocultarlo. Mi corazón, antes lleno de amor y expectativa, se rompió en mil pedazos.
El resto del día fue un borrón. Las palabras del juez, el murmullo de los invitados, las miradas de compasión, todo parecía distante, como si estuviera atrapada en una mala película de la cual no podía despertar. No tuve más opción que anular la boda. Las palabras salieron de mi boca casi por reflejo, pero el dolor era tan intenso que apenas podía pensar.
Horas después, sola en mi habitación, el vestido ahora arrugado y sucio, tomé la decisión más difícil de mi vida. Necesitaba huir. Dejar todo atrás y comenzar de nuevo en un lugar donde nadie supiera quién era, donde pudiera reconstruir los pedazos de lo que quedaba de mí. Mi padre era alemán y yo tenía la ciudadanía alemana; hacía veinte años que no había vuelto al país donde nací y pasé mi infancia.
La decisión de escapar a otro país no fue fácil, pero era la única forma de escapar de los recuerdos que me atormentaban. Encontré refugio en Alemania, un lugar donde nadie conocía mi historia, y donde podría empezar de cero. Pero comenzar una nueva vida en un país extranjero sin dinero, amigos o un plan claro me obligó a tomar decisiones que nunca imaginé. Así fue como me convertí en una esposa de alquiler.
El concepto es simple: hombres que necesitan una esposa temporal para diversos fines, ya sean profesionales, sociales o incluso personales, me pagan para casarme con ellos. Ofrezco la apariencia de una relación estable, participo en ceremonias, eventos y encuentros necesarios, y, tras un tiempo, nos separamos de manera amistosa. Sin drama, sin complicaciones. Solo negocios.
Mi primer cliente, Markus, era un ejecutivo de una gran empresa que necesitaba una esposa para impresionar a su jefe. Un matrimonio estable y feliz significaba estabilidad y confiabilidad a los ojos de sus superiores, algo que necesitaba para conseguir el ascenso de sus sueños. Pasamos dos meses juntos, el tiempo suficiente para que él consiguiera lo que quería. Markus era un hombre educado, centrado en su carrera, y nuestro acuerdo se cumplió sin grandes contratiempos. Al final, nos despedimos como viejos conocidos, sin ningún rencor.
El segundo cliente, Stefan, se convirtió en algo más que un simple negocio. Él necesitaba casarse para obtener la ciudadanía alemana, y nuestro acuerdo parecía simple: él me pagaría por la ceremonia y por un período de convivencia hasta que el proceso de ciudadanía se completara. Sin embargo, con el tiempo, Stefan se convirtió en mi amigo más cercano, alguien en quien podía confiar para cualquier cosa. Trabajaba desde casa y asumió la responsabilidad de cuidar la casa, permitiéndome mantener un poco de mi cordura en este mundo extraño.
Vivir con Stefan es fácil, hasta cómodo. No tiene grandes expectativas, y nuestra amistad hizo que lo que debería haber sido un matrimonio de fachada se convirtiera en una verdadera asociación. Sin embargo, por más tranquila que parezca esta nueva vida, hay momentos en los que me pregunto si tomé la decisión correcta. Quizás fue el trauma de mi boda arruinada, o tal vez el hecho de que, en el fondo, aún deseo lo que perdí.
Pero no puedo darme el lujo de soñar. Mi trabajo es mantener las apariencias, ser la esposa perfecta por un corto período y luego seguir adelante. Después de todo, los contratos son contratos, y aprendí de la manera más difícil que el amor no forma parte de ellos.