Richard Ford, el Ceo de Industrias Ford, es un hombre acostumbrado a tener el control, nadie le dice que no, pero todo cambió cuando aquella pelirroja de ojos azules se atravesó en su camino robando una de sus pertenencia y aunque la ha buscado por cielo y tierra para castigar su insolencia, su paradero es todo un enigma. Lo que desconoce Richard, es que será ella quien toque a su puerta en busca de un empleo, luego de eso podrá recuperar el sueño, o tal vez esta vez le roben algo más valioso... su corazón.
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Ladrona.
— Chanel, No olvides que esta tarde es el vuelo, espero no llegues tarde.
— No te preocupes mamá, no hay nada más importante para mí que ese vuelo, ya verás, con los tratamientos que recibirás una vez estemos en Inglaterra, superarás el cáncer y todo volverá a ser como antes.
— Eso espero... pero quiero que seas consciente de que puede que no todo salga tan bien como esperamos, y si no es así...
— No digas más, debo irme, pero ten claro algo: Todo, absolutamente todo saldrá bien. — Deposito un beso en la mejilla de mi madre y salgo a toda prisa.
Debo ultimar los detalles para poder trabajar en Inglaterra, afortunadamente un amigo de mi madre se ofreció en ayudarme a conseguir un empleo que aunque no es como arquitecta, sino como asistente, me ayudará a tener algo de dinero y no depender únicamente de nuestros ahorros.
Al llegar a la cafetería miro en todas las direcciones hasta dar con el rostro del señor Sacarías Rendon, aunque no lo conozco personalmente, vi sus fotos en las redes sociales, así que no fue mayor problema distinguirlo, camino rápidamente para encontrarme con él. A mí pasó la mayoría de los presentes me mira de manera despectiva, podría decir que incluso los meseros lo hacen, tal vez porque sus uniformes son a cientos de kilómetros de más alta categoría que mis Jeans desgastados y no precisamente por cuestiones de moda. Desde que mi padre murió, los acreedores no descansaron hasta dejarnos prácticamente en la calle y a mí me ha tocado trabajar de sol a sol para poder pagar mis estudios y costear los medicamentos de mi madre, y aunque tenía un fondo para mi universidad, preferí no tocarlo y muy por el contrario, lo poco que me quedaba guardarlo para poder viajar con mi madre, afortunadamente me he podido graduar con honores y aunque muchos me miren de manera discriminatoria, mi cabeza siempre va en alto, pues tengo claro lo que soy y no solo por el hecho de tener un título, sino por el esmero que he puesto en ello.
Al llegar a la mesa, el señor Sacarías se coloca de pie y tiende su mano, la recibo en señal de saludo y él aprovecha para dejar un beso en el dorso de la mía, luego abre una silla para mí.
— Buenos días, señor Rendon, es un placer conocerlo. — Menciono mientras ambos nos sentamos.
— Igual querida, es un gusto conocerte, había escuchado que eras hermosa, pensé que solo exageraban.
— Gracias, no sabe lo importante que es para mi madre y para mí el que usted nos ayude. — Le digo cambiando de tema, pues no me agrada la forma en que me mira, como si quisiera desvestirme con la mirada.
— Es un placer poder ayudar a una mujer tan hermosa. Imagino que tienes prisa, así que no daré vueltas.
— Le agradezco infinitamente, debemos viajar hoy mismo.
— Esto es todo lo que necesitas. — Comenta mientras tiende un sobre en mi dirección. — Es una recomendación personal. Solo debes presentarla y el trabajo será tuyo. — Sonrío ampliamente y tiendo mi mano para recibirla. — No tan rápido. — Mi sonrisa se borra lentamente al ver ese brillo de zorro astuto en su mirada.
El mesero se acerca a tomar nuestro pedido. Él pide únicamente un café, y yo no me atrevo a pedir absolutamente nada, con lo lujoso del lugar talvez por un baso con agua deba trabajar gratis toda una semana para poder pagarlo. El mesero se retira y yo tomo la palabra.
— No entiendo a que se refiere, ¿acaso hay alguna condición? — Interrogo con el ceño ligeramente fruncido.
— Como en todo negocio, pero no te preocupes...
— ¿Qué quiere? — Lo interrumpo.
— Seré directo, estoy hospedado en un hotel a pocas calles, acompáñame a mi habitación durante media hora y el trabajo será tuyo.
— He conocido personas muy desagradables en esta vida, pero nadie supera a un viejo mañoso y repulsivo como lo es usted, no se equivoque, mi necesidad no es mayor a mi dignidad.
— La dignidad no salvará a la moribunda de tu madre. — Esa fue la gota que derramó el vaso. Aprovecho que el mesero se acerca con la taza de café, me levanto y lo tomo, bebo un pequeño trago, ya que está caliente, luego le sonrío y justo cuando el desgraciado me devuelve una sonrisa triunfal, me acerco y dejo caer el café sobre su entrepierna.
— ¡Estás loca! — Grita eufórico llamando la atención de los presentes.
— ¡Loca estaría si permito que un viejo verde como usted me ponga un solo de sus asquerosos dedos encima! — Sin darle tiempo de agregar algo más, me retiro con la frente en alto, sin trabajo, pero con la dignidad intacta.
— Una vez cruzo la puerta del establecimiento, busco en mi vieja y gastada mochila mi celular para llamar a Raiza, mi mejor amiga y quien también me hablo de un conocido que podía emplearme, aunque el trabajo es como vendedora en una floristería, en este momento no puedo ser exigente, lo que si me urge es decirle que lo acepto, ya que lo había rechazado y él procedería a contratar a alguien más.
— ¡Maldición! — Exclamo al recordar que lo dejé cargando. Realmente es imprescindible hablarle en este momento.
Mientras cierro mi mochila tropiezo con alguien, al levantar la vista me encuentro con una figura imponente poseedora de unos hipnotizantes ojos verdes.
— Tenga más cuidado mientras camina. — Me dice uno sus guarda espaldas mientras siguen su camino haciéndome a un lado cuál estorbo, al mirar hacia el pavimento me encuentro con un celular de alta gama, lo tomo y deduzco que es del hombre con el que me acabo de tropezar, camino en dirección hacia la cafetería nuevamente, pero me doy cuenta que no está bloqueado y decido llamar a Raiza, no creo que me vallan a meter presa por robar un minuto, además, pienso devolver el celular una vez finalice la llamada, así que sin perder tiempo marco el número de Raiza.
Al llamarla, me dice que le dijo a su amigo que yo tomaría el empleo, que no le diría lo contrario hasta que yo hubiese firmado un contrato. Gracias a el cielo tengo una amiga precavida. La conversación se hizo un poco extensa ya que me pidió que le relatara lo sucedido con aquel viejo, sin darme cuenta hablé durante veinte minutos; al colgar intenté entrar a la cafetería, pero por lo sucedido anteriormente no me permitieron el ingreso, aun cuando traté de explicar, simplemente se negaron a escuchar mis razones. Esperé por más de cuarenta minutos, pero a decir verdad no sabía si aquel hombre aún se encontraba dentro de la cafetería, pues me desconecté de todo a mi alrededor mientras hablaba con Raiza. Con toda la pena del alma abandoné aquel lugar, no podía esperar mas; fue así como robé aquel celular, creo que soy una ladrona.
llorar y voy en la camioneta 😭😭😭