No sé montar.

Doctor: Lo siento su majestad, la concubina Amalia no está embarazada.

Nicolás soltó un suspiro de alivio, ¿por qué?, debería estar feliz, él la ama.

Por otro lado el barón y su esposa se pusieron pálidos.

Barón Grafton: ¿Está seguro doctor?. Preguntó ansioso.

Doctor: Si, la concubina no está ni estuvo embarazada.

Nicolás: Gracias doctor, puedes retirarte.

El doctor asintió y salió. Nicolás con la mirada fría observó atentamente a Amalia, que estaba pálida y asustada.

Amalia: Lo lamento su majestad, me confundí, fue... fue un error.

Nicolás: Engañar así al emperador y jugar con el nombre de mis herederos es un delito grave Amalia...

Nicolás parecía pensar en algo, todos esperaban ansiosos sus palabras. Sé que no debería pero no puedo dejar que le haga algo malo, está mujer le sirvió por años y ahora simplemente la va a abandonar y no sólo eso, también planea castigarla.

Nicolás: Tal vez 50 azotes...

Victoria: Nicolás basta.

Todos me miraron confundidos, en especial Nicolás.

Nicolás: Ella me engañó, merece un castigo.

Victoria: Es verdad, hizó mal, pero ten algo de empatía, ella fue tu mujer mucho tiempo, sólo dejala ir, ella aprenderá la lección y no volverá a hacer daño, ¿Verdad Amalia?. Miré atentamente a Amalia.

Amalia asintió reiteradamente, estaba sudando frío.

Amalia: Su majestad la emperatriz tiene razón, jamás volveré a meterme con ustedes.

Victoria: Con nadie Amalia.

Amalia: Con nadie, su majestad.

Nicolás me miró por unos segundos y luego dijo.

Nicolás: Está bien... Dejarás de ser una concubina desde este momento, no te quiero ver cerca del palacio, ni de la emperatriz ¿de acuerdo?.

Barón Grafton: Así lo hará su majestad, gracias por ser tan benevolente.

Nicolás: Agradece a la emperatriz.

Barón Grafton: Si, si... Gracias su majestad la emperatriz, muchas gracias.

Esto es muy incómodo.

Nicolás: Ven conmigo, quiero hablar contigo. Me lo dijo a mi.

Victoria: Bien...

Ambos salimos de la habitación y nos dirigimos a su oficina, me dejó entrar y cuando la puerta se cerró me abrazó fuertemente, hundió su cabeza en mi cuello.

Victoria: Ni-Nicolás, ¿estás bien?.

Nicolás: Tenía miedo.

Victoria: ¿Miedo de qué?.

Nicolás: De que Amalia estuviera embarazada y tú... me dejaras.

Inconscientemente comencé a acariciar su cabello y se aferró aún más a mi. Esto hizó que mi corazón se acelerará, ¿realmente me ama?, ¿puedo confiar en él?, después de todo, todos cometemos errores, tal vez... deba darle una oportunidad.

Victoria:... No voy a dejarte...

Al escuchar mis palabras levantó la cabeza y pude ver que sus ojos estaban llenos de lágrimas, me miró sorprendido.

Nicolás: Victoria... ¿lo dices enserio?.

Victoria: Si...

No pude continuar porque me besó, fue un beso suave llenó de mucho cariño y ternura, mi corazón comenzó a latir rápidamente, son los sentimientos de Victoria los que se hacen presentes. El beso continuó durante un rato y luego nos separamos por falta de aire.

Nicolás: ¿Lo dices en serio?.

Victoria: Si... lo digo en serio.

Nicolás sonrió ampliamente y volvió a abrazarme.

Nicolás: A partir de ahora seremos sólo tú y yo, mi harén desaparecerá y el tuyo también...

Victoria: Espera... (me aleje de él y lo miré directamente a los ojos) no te deshagas de tu harén.

Nicolás abrió los ojos de par en par.

Nicolás: Pero... Eso era lo que tú querías.

Victoria: Lo pensé bien y no es justo para todas esas mujeres que han servido a ti por años, ¿te has pensado en qué será de ellas una vez que las botes?.

Nicolás:...

Victoria: No lo hagas, llevemos una buena relación, pero no arruinando la vida de otros ¿quieres?.

Nicolás parecía pensar en algo, parecía confundido.

Nicolás: Entiendo tu punto, pero no quiero, no me gusta verte con esos hombres.

Victoria: Esos hombres son mis concubinos, y no los pienso dejar, aguanté por años verte con tus concubinas y aún así logramos llevar bien nuestro matrimonio, ahora te toca a ti.

Nicolás: P-pero...

Victoria: Pero nada, no los pienso dejar, ahora si me disculpas.

Lo dejé con la palabra en la boca y salí de su oficina.

No iba a dejar a mis concubinos, Nicolás no es el único por el que mi corazón se acelera, también lo hace por ellos, además necesitó ayuda de todos ellos, aún no sé si puedo confiar del todo en Nicolás, y ellos podrían ayudarme.

Lo que me recuerda.

Victoria: Chicas, ¿saben si en el pueblo existe alguna persona que se dediqué a cosas sobrehumanas?.

Las tres abrieron los ojos como platos.

Berta: ¿Se refiere a brujos?.

Victoria: ¿Ellos podrían ayudarme a entender algo sobre la vida y la muerte?.

Las tres dudaron y se pusieron nerviosas.

Adela: Tal vez su majestad, pero ¿por qué tan de repente?.

Victoria: Necesito entender algo.

Dalia: ¿Le gustaría visitar alguno?.

Victoria: Si, vamos.

Berta: Pediré que preparen el carruaje...

Victoria: ¡NO!. Viajar en carruaje es horrible, no quiero repetir algo así.

Adela: ¿Entonces viajará a caballo?.

Victoria: No sé montar.

Adela: Podría pedirle a uno de los caballeros que la llevé en el caballo.

Victoria: Si, eso haré.

Dalia: Entonces debe cambiarse su majestad.

Y así fue, me puse un atuendo para montar, es lindo, color café con camisa blanca y unos botas cafés largas.

Victoria: Vamos chicas.

Dalia: Majestad ¿a quién le pedirá que la llevé?.

Victoria: Oh... Bueno.

Zyan: ¡Su majestad!.

Victoria: Hola Zyan.

Zyan me vió de pies a cabeza.

Zyan: ¿Piensa salir a montar su majestad?.

Victoria: Si, bueno... No, no sé montar, estoy en busca de un jinete.

Él sonrió y dijo.

Zyan: Soy un excelente Jinete, yo podría llevarla.

Es una buena idea, le tengo más confianza a Zyan que a los demás caballeros.

Victoria: Te lo agradecería mucho.

Zyan me guió a su caballo y me ayudó a subir y luego él se subió, yo quedé adelanté entre sus brazos. Era un poco incómodo ya que todos nos observaban, pero me sentía cálida entre sus brazos.

Zyan: ¿Piensa ir al pueblo su majestad?.

Victoria: Ahora que lo dices... (miré a las chicas) iré sola con Zyan, por favor esperen aquí.

Berta: Pero...

Victoria: Estaré bien.

Ellas se quedaron calladas.

Victoria: Vamos. Le dije a él y empezó a andar al caballo.

Victoria: Más rápido.

Nunca había montado un caballo, pero es algo genial.

Zyan tomó la cuerda del cabello con sólo una mano y con la otra me tomo por la cintura y me acercó más a él.

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