Victoria: Eh...Oh, si, si, estoy bien, gracias... eh...
Alexander: Permítame presentarme, soy Alexander Edevane, hijo del Duque de Edevane, estoy a sus órdenes su majestad.
Victoria: Alexander... bueno... no es que tus brazos no sean cómodos, de hecho lo son, pero...
Nicolás: ¿Qué hace con la emperatriz en brazos?. Se escuchó la fría e imponente voz del emperador; ambos giramos la cabeza y me topé con la mirada fría de éste.
Victoria: Si, bueno... Caí del árbol y aquí el caballero me ayudó.
Alexander: Exactamente, habría sido una lástima que la emperatriz saliera herida, podría haber lastimado su bello rostro.
WOW, esté tipo tiene la actitud de los chicos de mi época. Mientras lo veía asombrada me di cuenta de las miradas mortales que se daban él y el emperador.
Nicolás: Gracias por ayudar a la emperatriz, mi esposa, pero ya puede barjarla, me haré cargo de ella.
Alexander le lanzó una mirada fría y desafiante por unos inatantes para después bajarme al fin.
Alexander: Tengo que irme, ha sido un encuentro bastante agradable su alteza, espero volver a verla pronto. Hizó una reverencia y se fue. Me quedé viendo su espalda que no noté que el emperador me observaba.
Nicolás: ¿Qué le ve a ese hombre emperatriz?.
Aún sin voltear a verlo respondí a la ligera.
Victoria: Todo, es muy guapo.
Escuché como rechinaba los dientes.
Victoria: Oye tranquilo viejo, podrías hacerte daño.
Nicolás: No soy ningún viejo, sólo te llevó cuatro años, y además no creo que usted deba enredarse con ese tipo de gente que...
En eso llegó Adela e interrumpió al emperador.
Adela: Saludos a su majestad sol del Imperio. Saludó a Nicolás.
Victoria: ¿Ya está todo listo?.
Adela: Si, su majestad, el carruaje está listo.
Victoria: Bien, vamos. Cuando me giré para irme sentí cómo me jalaban del brazó otra vez.
Victoria: ¿Estás loco?, deja de hacer eso, duele.
Nicolás: ¿Piensas salir?.
Victoria: Si...
Nicolás: Victoria... ¿se puede saber a dónde irás?.
Me solté de su agarre.
Victoria: Quiero ir a conocer el pueblo, ¿contento?.
Me giré y seguí mi camino, no lo dejé responder. ¿Qué le pasa a ese sujeto?, ¿está loco?. Según todos nunca mostró interés por Victoria ¿y ahora hace estás cosas?, es un tipo raro. Subí al carruaje juntó a las chicas, ellas querían ir en otro, pero sería bastante aburrido ir sola. El viaje empezó y... fue horrible, las calles no están pavimentadas y el carruaje se mueve horrible, tuve que enterrar las uñas en el asiento, ví claramente como el rostro de las chicas pasó de verse preocupado a querer reírse de mí. Gracias a Dios el viaje terminó y pude bajar de esa cosa.
Berta: ¿Su majestad, se encuentra bien?.
Dalia: Se ve aún más blanca de lo normal su alteza.
Le lancé una mirada asesina y aún así se rieron.
Comenzamos el recorrido, me pareció curioso que todos parecían saber quién era y aún así sólo me sonreían calidamente, pero ninguno hizó una reverencia, no es que me importe, sólo es curioso. Las chicas parecieron leer mi mente, pues enseguida me dijeron.
Dalia: Su majestad, usted les pidió como única retribución a toda la ayuda que usted les brinda, que cuando la vean no la saluden de manera formal, y que la traten como a una persona común y corriente.
Es por eso que sólo me sonríen, que agradable. Me detuve en un local de pasteles, aquí vendían pasteles, no tan modernos como los que conocía, pero se ven bien.
Vendedor: Buenas tardes su majestad, ¿va a llevarse alguno?.
Victoria: Si, quiero...
Pedí algunos cuantos y cuándo intenté pagar.
Vendedor: Por favor su alteza, tome estos pasteles como una muestra de gratitud, ya nos ha ayudado bastante.
Eso me conmovió mucho, pero no es justo. El vendedor es un hombre grande, necesita el dinero, por lo cual no puedo irme sin pagar.
Victoria: Apreció mucho su gesto, de verdad, pero no puedo dejar que haga esto, ustedes necesitan el dinero, así que por favor tomelo, mi pagó será verlo vivir una buena vida.
Se le llenaron los ojos de lágrimas, dudó por un momento y al final aceptó. Salimos de la tienda y justo frente a mí un hombre con capucha pasó corriendo robando sus compras a una mujer. Ah no mi ciela, tomé un palo que estaba tirado y lo apunté hacía el hombre, lo lancé y el palo se enredó entre sus piernas y cayó. Corrí hasta él y comencé a golpearlo.
Berta: Su majestad, no haga eso... es peligroso. La escuché gritar pero no le tomé mucha importancia.
Victoria: No puedes ir por ahí robando a la gente...
Seguí dándole golpes, hasta que sentí que alguien me tomó del brazó y cuándo me gire para ver de quien se trataba, me quedé estática.
???: Su alteza, esto es peligroso, podría lastimar sus delicadas manos.
¿Qué?, me jaló y quedé recargada en su pecho. Pero ¿qué...?.
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Comments
Lita Wellington
Una emperatriz renovada
2024-12-18
0
💞joanna águilar💕
ella será la conejita mala 🤭🤭
2024-09-01
1
💞joanna águilar💕
🤣🤣🤣🤭🤭🤭
2024-09-01
0